Romanos 7
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El pecado y la ley
Gálatas 2:19-20; 3:21-22; 5:16-25; Efesios 5:25-31
1 ¿O ignoráis, hermanos (pues hablo a los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre mientras este vive? 2 Porque la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras este vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. 3 Por consiguiente, será llamada adúltera si se allega a otro hombre mientras su marido vive. Pero si su marido muere, es libre de esa ley, y no será adúltera si se une a otro hombre. 4 De manera que vosotros también, hermanos míos, habéis muerto a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que fue resucitado de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 5 Porque cuando estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que son mediante la ley obraban en nuestros miembros, a fin de producir fruto para muerte. 6 Pero ahora hemos sido liberados de la ley, habiendo muerto a aquello que nos tenía cautivos; de modo que servimos en novedad de espíritu, y no en vejez de letra.
La función de la ley
7 ¿Qué diremos, pues? ¿Es la ley pecado? ¡De ninguna manera! Pero no hubiera conocido el pecado si no hubiera sido por la ley; pues no habría conocido la codicia si la ley no dijera: «No codiciarás.» [Éxodo 20:17] 8 Pero el pecado, hallando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9 Yo sin la ley vivía en otro tiempo; pero cuando vino el mandamiento, el pecado tomó vida, y yo morí. 10 Y el mandamiento que era para vida, resultó ser para muerte; 11 porque el pecado, hallando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. 12 De manera que la ley es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.
El hombre bajo el poder del pecado
13 Lo bueno, pues, ¿llegó a ser muerte para mí? De ninguna manera; pero el pecado, para que fuese manifestado como pecado, produjo la muerte en mí por medio de lo que es bueno, para que mediante el mandamiento, el pecado llegara a ser sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido al poder del pecado. 15 Pues lo que obro, no lo entiendo; porque lo que practico no es lo que quiero, sino lo que odio, eso hago. 16 Pero si hago lo que no quiero, reconozco que la ley es buena. 17 Entonces ya no soy yo quien obra así, sino el pecado que habita en mí. 18 Porque sé que en mí (es decir, en mi carne) no habita el bien; pues el querer hacerlo está en mí (pero el obrar lo que es bueno, no). 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso practico. 20 Pero si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien obra así, sino el pecado que habita en mí. 21 Hallo, pues, esta ley, que queriendo yo hacer el bien, el mal está presente en mí. 22 Porque me deleito en la ley de Dios, según el hombre interior; 23 pero veo otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi mente, y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Soy un hombre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 ¡Doy gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así, pues, yo mismo, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne, a la ley del pecado.