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Jeremías
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Capítulo 1
1 PALABRAS de Jeremías hijo de Helcías, uno de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en la tierra le Benjamín: 2 el cual tuvo revelación de Jehová en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año décimotercero de su reinado. 3 Túvola también en los días de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá, y hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá; hasta la deportación de Jerusalem, en el mes quinto.
4 Tuvo revelación, pues, que decía: 5 Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí; y antes que tú nacieras, te santifiqué; te he constituído profeta a las naciones. 6 Mas yo contesté: ¡Ay Jehová, Señor! ¡he aquí que no sé hablar, porque soy niño! 7 Y Jehová me respondió: No digas: Soy niño; sino anda a dondequiera que yo te envíe, y habla todo cuanto yo te diga. 8 No tengas miedo del rostro de ellos; porque contigo soy yo, para librarte, dice Jehová. 9 Luego Jehová extendió la mano, y tocó mi boca; y me dijo Jehová: He aquí que pongo mis palabras en tu boca. 10 Mira que yo te pongo hoy sobre las naciones y sobre los reinos, para desarraigar, y para derribar, y para arruinar, y para destruir completamente; para edificar también y para plantar.
11 Y tuve revelación de Jehová, que decía: ¿Qué ves Jeremías? Y respondí: Veo una vara de almendro. 12 Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo velo sobre mi palabra para darle cumplimiento.
13 Y tuve revelación de Jehová segunda vez, que decía. ¿Qué ves? Y respondí: Veo una olla que hierve, y la boca mira desde la parte del norte. 14 Entonces Jehová me dijo: Del Norte estallará el mal sobre todos los habitantes de la tierra. 15 Pues he aquí que voy a convocar a todas las tribus de los reinos del norte, dice Jehová, las cuales vendrán, y pondrán cada cual su trono a la entrada de las puertas de Jerusalem, así contra todos sus muros a la redonda, como contra todas las ciudades de Judá. 16 Y pronunciaré mis juicios contra ellas respecto de toda su maldad; por cuanto me han dejado a mí, y queman incienso a otros dioses, y se postran ante la obra de sus mismas manos. 17 Tú pues, ciñe tus lomos y ponte en pie, y diles todo cuanto yo te mando; no te acobardes a causa de ellos, no sea que yo te confunda delante de ellos. 18 Y he aquí que te pongo hoy por ciudad inexpugnable, y por columna de hierro, y por muro de bronce contra toda esta tierra; contra los reyes de Judá, contra sus príncipes, contra sus sacerdotes, y contra todo el pueblo de la tierra. 19 Y ellos pelearán contra ti, mas no prevalecerán contra ti; porque contigo soy yo, dice Jehová, para librarte.
Capítulo 2
1 Y TUVE revelación de Jehová, que decía: 2 Anda y clama a oídos de Jerusalem, diciendo: Así dice Jehová: Acuérdome a tu favor, de la ternura de tu juventud, del amor de tus desposorios, cuando me seguiste por el desierto, en una tierra que no se sembraba. 3 Israel era entonces santidad a Jehová, sus primicias de los frutos: a ¡todos los que le devoran serán tenidos por culpables; vendrá sobre ellos el mal! dice Jehová. 4 ¡Oye el oráculo de Jehová, oh casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel! 5 Así dice Jehová: ¿Qué injusticia hallaron en mí vuestros padres, cuando se alejaron de mí, y anduvieron tras la vanidad, y se hicieron vanos? 6 Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, el que nos hizo subir de la tierra de Egipto, el que nos condujo por el desierto, por una tierra de yermos y de hoyos, por una tierra de sequía y de sombra de muerte, tierra por donde nadie pasa, y donde ningún hombre habita? 7 Y os introduje a una tierra de abundancia, para que comieseis el fruto de ella y el bien de ella; mas cuando entrasteis, contaminasteis mi tierra, y convertisteis mi herencia en una abominación. 8 Los sacerdotes no decían: ¿Dónde está Jehová? y los que se ocupaban de la ley no me conocieron; los pastores también se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron por Baal, y se fueron tras de las cosas que no aprovechan. 9 Por tanto entraré aún en juicio con vosotros dice Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10 ¡Pues pasad a las islas de Kitim, y ved! ¡enviad también a Cedar, e informaos bien, y ved si jamás ha habido cosa parecida a ésta! 11 ¿acaso nación alguna ha trocado sus dioses; los cuales con todo no son dioses? mas mi pueblo ha trocado su Gloria por lo que no aprovecha. 12 ¡Asombraos; oh cielos, a causa de esto, y horripilaos y pasmaos sobremanera! dice Jehová; 13 porque dos males ha hecho mi pueblo: a mí me han dejado, fuente de aguas vivas, labrando a pico para sí aljibes, aljibes rajados, que no pueden retener las aguas. 14 ¿Acaso Israel no es un siervo? ¿no es por ventura siervo nacido en casa? ¿por qué pues ha venido a ser presa? 15 Contra él rugieron los leoncillos, y dieron sus bramidos; y convirtieron su tierra en una desolación: sus ciudades han sido quemadas; quedan sin habitante. 16 También los hijos de Nof y de Tafnes han consumido la coronilla de tu cabeza. 17 ¿Acaso no has procurado esto para ti mismo, dejando a Jehová tu Dios, mientras él te conducía por el verdadero camino? 18 Ahora pues ¿qué tienes que ver con el camino de Egipto, para que bebas las aguas del Nilo? o ¿qué tienes que ver con el camino de la Asiria, para que bebas de las aguas del río Eufrates? 19 Tu misma maldad te reprenderá, y tus propias apostasías te corregirán; para que sepas y veas que es cosa mala y amarga el haber tú dejado a Jehová tu Dios, y el no estar mi temor en ti, dice el Señor Jehová de los Ejércitos. 20 Porque de tiempo muy atrás yo quebré tu yugo, y rompí tus coyundas; y tú dijiste: No transgrediré; en tanto que sobre todo collado elevado, y debajo de todo árbol frondoso, te prostituías, ¡oh ramera! 21 Y yo te había plantado vid escogidísima, toda ella de buen veduño; ¿cómo pues te me has convertido en sarmientos degenerados de una vid extraña? 22 Pues aunque te laves con lejía, y tomes para ti mucho jabón, tu iniquidad queda grabada delante de mí, dice Jehová el Señor. 23 ¿Cómo puedes decir: No me he profanado; tras de los Baales no he andado? ¡Mira tus caminos en el valle! ¡sabe lo que has hecho! eres una dromedaria en celo, que enreda sus carreras; 24 o una asna montés, habituada al desierto, que en el ardor de su apetito, con sus narices toma el viento; en su ocasión ¿quién la puede detener? todos los que la buscaren no se cansarán; en su mes la hallarán. 25 Guarda tu pie de andar descalzo, y tu garganta de arder en sed: mas tú dijiste: ¡No hay remedio, no; pues amo a los extraños, y en pos de ellos me iré! 26 Como se avergüenza el ladrón cuando es hallado, así están avergonzados los de la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas; 27 los cuales dicen al leño: ¡Mi padre eres! y a la piedra: ¡Tú me has dado a luz! porque me han vuelto las espaldas y no la cara: mas en el tiempo de su calamidad, dirán: ¡Levántate y sálvanos! 28 ¿Pero en dónde están tus dioses que has hecho para ti? ¡levántense ellos, si te pueden salvar en el tiempo de tu calamidad! porque conforme al número de tus ciudades son tus dioses, ¡oh Judá! 29 ¿Por qué contendéis conmigo? todos vosotros os habéis rebelado contra mí, dice Jehová. 30 En vano he castigado a vuestros hijos; pues no reciben la corrección: vuestra misma espada ha devorado a vuestros profetas, como un león asolador. 31 ¡Oh generación perversa, atended al oráculo de Jehová! ¿Por ventura he sido yo un yermo para Israel, o una tierra de densas tinieblas? ¿por qué pues ha dicho mi pueblo: ¡Sacudimos el yugo! ¡no volveremos más a ti! 32 ¿Podrá acaso una virgen olvidarse de sus adornos, o una novia de sus galas? pero mi pueblo se ha olvidado de mí por días que no tienen cuenta. 33 ¿Por qué hermoseas tu camino para buscar amor? por esto hasta a las malvadas has enseñado tus caminos. 34 También en tus faldas ha sido hallada la sangre de la vida de los inocentes pobres; no porque los hallaste forzando entrada en tu casa, sino a causa de todas estas maldades tuyas. 35 Y con todo has dicho: Inocente soy; ciertamente su ira se ha apartado de mí. He aquí que estoy para entrar en juicio contigo, por cuanto dices: No he pecado. 36 ¿Por qué corres tan afanada, de uno a otro, cambiando tu camino? De Egipto también te avergonzarás, así como te has avergonzado de Asiria. 37 De aquél también te apartarás con las manos sobre tu cabeza; por cuanto Jehová ha rechazado con desdén los objetos de tu confianza, y no podrás sacar partido de ellos.
Capítulo 3
1 SUELE decirse: Cuando un hombre despide a su mujer, y apartándose ésta de él, viene a ser de otro marido, ¿podrá él volver más a ella? ¿no será aquella tierra totalmente contaminada? Mas tú has fornicado con muchos amantes; ¡sin embargo, vuélvete a mí, dice Jehová! 2 ¡Alza los ojos a los cerros pelados, y ve! ¿en qué parte no se han acostado contigo? junto a los caminos te has sentado, esperándolos, como el árabe en el desierto; y has contaminado la tierra con tus fornicaciones y con tus maldades. 3 Y aunque han sido detenidos los aguaceros, y no han venido las lluvias tardías, sin embargo, tienes la frente de una ramera; rehusas sentir la vergüenza. 4 ¿Desde ahora poco no has clamado tú a mí: ¡Padre mío! tú serás el guía de mi juventud? 5 ¿reservará acaso la ira continuamente? ¿la guardará para siempre jamás? He aquí que así has dicho; y con todo has cometido maldades, según tu poder.
6 Además Jehová me dijo en los días del rey Josías: ¿Has visto lo que hace la apóstata Israel? Vase sobre toda elevada montaña y debajo de todo árbol frondoso, y comete fornicación allí. 7 Y yo dije, después de haber ella hecho todo esto: ¡Vuélvete a mí! mas no se volvió: y esto lo vió su hermana, la desleal Judá. 8 Y también, cuando a causa de todos sus adulterios que había cometido la apóstata Israel, la hubiese yo despedido, dándole carta de repudio, ví que su hermana, la desleal Judá, nada temía; sino que ella también se fué y cometió fornicación. 9 Y aconteció que, cuando por la liviandad de sus fornicaciones había contaminado la tierra, cometiendo adulterio con piedras y con leños, 10 sin embargo, y a pesar de todo esto, la desleal hermana suya, Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice Jehová. 11 Entonces Jehová me dijo: La apóstata Israel se ha justificado más bien que la desleal Judá. 12 Anda pues y proclama estas palabras hacia el norte, y dirás: ¡Vuélvete, oh apóstata Israel, dice Jehová; no os miraré con rostro ceñudo; porque misericordioso soy, dice Jehová; no guardaré la ira para siempre! 13 Solamente que reconozcas tu iniquidad, a saber, que contra Jehová tu Dios te has rebelado, y te has prostituído a los dioses extraños debajo de todo árbol frondoso, y no has escuchado mi voz, dice Jehová. 14 ¡Volveos, oh hijos reincidentes! dice Jehová, porque yo soy vuestro marido; y os tomaré, uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os traeré a Sión; 15 y os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con ciencia y entendimiento. 16 Y sucederá que cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos días, dice Jehová, no hablarán ya las gentes del Arca del Pacto de Jehová, ni les vendrá en pensamiento, ni se acordarán más de ella, ni las visitarán; ni eso se volverá más a hacer. 17 En aquel tiempo Jerusalem será llamada trono de Jehová; y serán reunidas a ella todas las naciones, al nombre de Jehová, en Jerusalem; y no seguirán más la dureza de su depravado corazón. 18 En aquellos días la casa de Judá andará con la casa de Israel, y juntas vendrán desde la tierra del Norte a la tierra que dí en herencia a vuestros padres. 19 Yo dije empero: ¿Cómo te he de poner entre los hijos míos, y darte la tierra deliciosa, la más hermosa herencia de todas las naciones? Y yo mismo respondí: Tú me llamarás: Padre mío; y ya no te volverás de seguir en pos de mí. 20 Ciertamente que así como una mujer es desleal a su marido, así vosotros habéis sido desleales para conmigo, oh casa de Israel, dice Jehová. 21 Mas ya se oye sobre los pelados cerros voz de lloro, las súplicas de los hijos de Israel; por cuanto han pervertido su camino, y se han olvidado de Jehová su Dios. 22 ¡Volveos, oh hijos reincidentes, y yo sanaré vuestras reincidencias! ¡He aquí que acudimos a ti, porque tú eres Jehová nuestro Dios! 23 ¡Verdaderamente mentiroso fué el auxilio que esperábamos de los collados, y de la bulla sobre las montañas! ¡verdaderamente en Jehová nuestro Dios está la salvación de Israel! 24 Mas, aquella cosa vergonzosa ha devorado las labores de nuestros padres desde nuestra mocedad; sus rebaños y sus vacadas, sus hijos y sus hijas. 25 ¡Acostémonos pues en nuestra ignominia, y cúbranos nuestra confusión; porque hemos pecado contra Jehová nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra mocedad hasta el día de hoy, y no hemos obedecido la voz de Jehová nuestro Dios!
Capítulo 4
1 SI quisieres volver a tu tierra, oh Israel, vuélvete a mí, y si quitares de delante de mí tus abominaciones, no andarás de una a otra parte; 2 y jurarás ¡Vive Jehová! con verdad, y con rectitud, y con justicia; también las naciones serán bendecidas en él, y en él se gloriarán. 3 Pues así dice Jehová a los hombres de Judá y de Jerusalem: Haced barbecho para vosotros, y no sembréis entre espinos. 4 Circuncidaos para Jehová, quitando los prepucios de vuestros corazones, oh hombres de Judá y moradores de Jerusalem; no sea que salga, como fuego, mi ira, y arda de modo que no haya quien la apague, a causa de la maldad de vuestros hechos. 5 Declarad esto en Judá, y en Jerusalem dadlo a conocer, diciendo: ¡Tocad la trompeta por la tierra! ¡clamad por todas partes! y decid: ¡Juntaos, y acudid a las ciudades fortificadas! 6 ¡Alzad bandera con dirección a Sión; huid por salvaros; no os detengáis! porque voy a traer un mal desde el norte, y gran destrucción. 7 Ya subió el león de su breñal, es decir, el asolador de las naciones; se ha puesto en marcha; partió de su lugar, para convertir tu tierra en una desolación: tus ciudades serán asoladas, hasta quedar sin habitante. 8 Por tanto ceñíos de saco, lamentaos y aullad; porque no se aparta de nosotros la ardiente ira de Jehová. 9 Y sucederá en aquel día, dice Jehová, que perecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes; y los sacerdotes estarán atónitos, y los profetas quedarán llenos de consternación. 10 (Dije yo entonces: ¡Ah Jehová, Señor! ciertamente has del todo engañado a este pueblo y a Jerusalem, diciendo: ¡Tendréis paz! en tanto que la espada alcanza ya hasta el alma.) 11 En ese tiempo será dicho a este pueblo y a Jerusalem: Viene un viento abrasador de los cerros pelados del desierto, con dirección a la hija de mi pueblo; no para aventar, ni para limpiar; 12 un viento todavía más fuerte que éso, vendrá de mi parte; ahora yo mismo daré sentencia contra ella. 13 He aquí que como nubes subirá el asolador, y como torbellino, sus carros de guerra; más ligeros que las águilas son sus caballos: ¡ay de nosotros, porque somos dados a saco! 14 ¡Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalem, para que seas salva! ¿hasta cuándo se aposentarán tus malos pensamientos dentro de ti? 15 Porque una voz trae las nuevas desde Dan, y anuncia la calamidad desde la serranía de Efraim. 16 ¡Haced mención de ello a las naciones; ved, anunciad a Jerusalem, que vienen sitiadores de una tierra lejana, y hacen resonar su voz contra las ciudades de Judá! 17 Como los guardas de los campos, se ponen a la redonda contra ella; por cuanto se ha rebelado contra mí, dice Jehová. 18 Tus caminos y tus hechos te han procurado estas cosas; esto es el fruto de tu maldad; ¡ciertamente que es amargo; ciertamente alcanza hasta tu corazón! 19 ¡Mis entrañas! ¡mis entrañas! ¡me duelen las paredes de mi corazón; se conmueve mi corazón; no puede estarse quieto, por cuanto has oído, oh alma mía, el sonido de la trompeta y la alarma de guerra! 20 ¡Destrucción sobre destrucción es anunciada; porque toda la tierra es dada a saco; súbitamente son saqueadas mis tiendas, en un momento las cortinas de mi habitación! 21 ¿Hasta cuándo tengo de ver la bandera, y tengo de oír el sonido de la trompeta? 22 ¡Ciertamente mi pueblo es necio, no me han conocido; hijos insensatos son, y no tienen inteligencia; sabios son para hacer el mal, pero nada saben de hacer el bien! 23 Miro hacia la tierra, y he aquí que: está desolada y vacía; también hacia los cielos miro, mas no hay luz en ellos. 24 Miro las montañas, y he aquí que están temblando, y todas las colinas se conmueven. 25 Miro, y he aquí que no parece hombre alguno, y todas las aves del cielo se han fugado. 26 Miro, y he aquí el campo fructífero convertido en un desierto, y todas sus ciudades derribadas, a la presencia de Jehová, y a causa del ardor de su ira. 27 Porque así dice Jehová: toda la tierra será hecha una desolación; aunque no haré un exterminio completo. 28 Por esto la tierra se pondrá de luto, y se ennegrecerán los cielos allá arriba; porque yo lo he dicho, yo lo tengo resuelto, y no cambio de propósito, ni me apartaré de ello. 29 Al estruendo de los jinetes y de los arqueros, cada ciudad se pone en fuga; se meten las gentes en las breñas, y se suben sobre los peñascos; todas las ciudades están abandonadas, y ni siquiera un hombre habita en ellas. 30 Y tú, una vez desolada, ¿qué harás? Aunque te vistas de escarlata, aunque te engalanes de adornos de oro, aunque te pintes los ojos con antimonio, en vano querrás embellecerte: te desprecian tus amantes; buscan tu vida. 31 Porque he oído una voz como de mujer que está de parto; congojas como de la que da a luz su hijo primogénito: es la voz de la hija de Sión, que está agonizando; que extiende sus manos, diciendo: ¡Ay de mí; porque desmaya mi alma a causa de los homicidas!
Capítulo 5
1 ¡RECORRED las calles de Jerusalem, y mirad, y reconoced, y buscad por sus plazas, a ver si podéis encontrar un hombre; si hay uno solo que obre justicia, que busque la verdad; y yo la perdonaré! 2 Pues aun cuando digan: ¡Vive Jehová! sin embargo juran en falso. 3 ¡Oh Jehová! ¿no están tus ojos dirigidos hacia la verdad? tú los castigaste, mas no se dolieron; los consumiste, mas se negaron a recibir la corrección; han hecho sus rostros más duros que la roca; rehusan volverse a ti. 4 Entonces dije: Ciertamente éstos son pobres; insensatos son; porque no conocen el camino de Jehová, la ley de su Dios. 5 Me iré a los grandes, y hablaré con ellos; porque ellos, sí, conocen el camino de Jehová, la ley de su Dios. Mas veo que éstos todos a una han quebrado el yugo, han roto las coyundas. 6 Por tanto el león del bosque los mata; el lobo del desierto los saquea; el leopardo vigila en torno de sus ciudades; cualquiera que de ellas saliere, será despedazado: porque sus transgresiones son muchas, y son agravadas sus reincidencias. 7 ¿Cómo te podré perdonar esto? tus hijos me han dejado a mí, y juran por los que no son dioses: cuando les he saciado de comida, cometen adulterio, y se reunen por tropas en casa de las rameras. 8 Son parecidos a caballos bien comidos por la mañana; cada cual relincha tras la mujer de su prójimo. 9 ¿No tengo yo de visitar por estas cosas? dice Jehová; ¿y en una nación como ésta no ha de vengarse mi alma? 10 ¡Escalad sus muros, oh babilonios, y destruíd! mas no hagáis un exterminio completo; quitad sus sarmientos a esta vid, porque no son de Jehová. 11 Porque muy traidoramente se han portado conmigo la casa de Israel y la casa de Judá; dice Jehová. 12 Han renegado de Jehová, y han dicho: ¡No hay tal Jehová! ¡ni vendrá sobre nosotros la calamidad; ni tampoco veremos espada ni hambre! 13 porque los profetas no son más que viento, y no hay oráculo con ellos: ¡así sea hecho con ellos mismos! 14 Por tanto, así dice Jehová, el Dios de los Ejércitos: por cuanto decís esto; he aquí, yo hago que mis palabras en tu boca sean el fuego, y este pueblo la leña, para que los devore. 15 He aquí que voy a traer contra vosotros una nación de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; nación poderosa, nación antiquísima es; nación cuya lengua tú no conoces, ni entiendes lo que dicen. 16 Su aljaba es sepulcro abierto; todos ellos son hombres valerosos. 17 Consumirán tu cosecha y tu pan; consumirán tus hijos y tus hijas; consumirán tus rebaños y tus vacadas; consumirán tus viñas y tus olivares; y destruirán a espada tus ciudades fortificadas, en las cuales tú pones tu confianza. 18 Mas ni aun en aquellos días, dice Jehová, haré en vosotros un exterminio completo. 19 Y sucederá cuando preguntareis: ¿Por qué causa trae Jehová nuestro Dios estas cosas sobre nosotros? que les responderás: De la manera que me habéis dejado a mí, y habéis servido a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a los extraños en una tierra que no es vuestra. 20 Declarad esto en la casa de Jacob, y hacedlo oír en Judá, diciendo: 21 ¡Oíd esto, oh nación necia y falta de entendimiento; que tienen ojos, mas no ven, y oídos tienen, mas no oyen! 22 ¿No me temeréis a mí? dice Jehová; ¿no temblaréis delante de mí, que pongo la arena como límite a la mar, por estatuto perpetuo que ella no puede traspasar? y aunque se agiten sus ondas, no pueden prevalecer; y por grande que sea su conmoción, no lo podrán traspasar. 23 Mas este pueblo tiene un corazón apóstata y rebelde; han apostatado y se han ido. 24 Y no dicen en su corazón: Temamos ya a Jehová nuestro Dios; a Aquel que nos daba las lluvias, así las tempranas como las tardías, en su sazón, reservando para nosotros las semanas determinadas de la cosecha. 25 Vuestras iniquidades han apartado estas cosas, y vuestros pecados han retirado de vosotros el bien. 26 Porque entre mi pueblo se hallan hombres inicuos: están a la mira, como asechan, los cazadores de aves; ponen trampas, prenden a hombres. 27 Como una jaula está llena de pájaros, así sus casas llenas están de engaño; por tanto se han engrandecido, se han hecho ricos. 28 Se han puesto gordos y lustrosos; y sobresalen en hechos de maldad; no defienden la causa, del huérfano, y sin embargo prosperan; y no mantienen el derecho de los menesterosos. 29 ¿No tengo yo de visitar por estas cosas? dice Jehová; ¿en una nación como ésta no ha de vengarse mi alma? 30 Cosa maravillosa y horrible se hace en la tierra: 31 Los profetas profetizan mentira, y los sacerdotes gobiernan por medio de ellos, y mi pueblo quiere que sea así; ¿y qué haréis en el final de ello?
Capítulo 6
1 ¡HUÍD de en medio de Jerusalem, por salvaros, oh hijos de Benjamín! ¡sonad la trompeta también en Tecoa, y sobre Bet-hacarem alzad la, señal; porque la calamidad se deja ver de la parte del norte, y gran destrucción! 2 A un pasturaje, y pasturaje lozano, he comparado la hija de Sión. 3 Contra ella vendrán los pastores con sus rebaños; plantarán sus tiendas contra ella al rededor; pastarán cada cual por su parte. 4 Dirán sus enemigos: ¡Proclamad guerra contra ella! ¡Levantaos, subamos, al mediodía! ¡Mas ay de nosotros, porque pasa ya el mediodía, porque se extienden las sombras de la tarde! 5 ¡Levantaos pues, subamos de noche, y destruyamos sus palacios! 6 Porque así dice Jehová de los Ejércitos; ¡Cortad árboles; levantad terraplenes contra Jerusalem! ¡Ésta es la ciudad que ha de ser visitada; toda ella está llena de opresión! 7 Como una fuente brota sus aguas, así brota ella su maldad: violencia y rapiña se oyen en ella; delante de mí continuamente están sus enfermedades y sus heridas. 8 ¡Enmiéndate, oh Jerusalem, no sea que mi alma se aparte de ti! ¡no sea que te haga una desolación, una tierra no habitada! 9 Así dice Jehová de los Ejércitos: Rebuscarán completamente los restos de Israel, como rebuscos de una vid: ¡vuelve otra vez tu mano a los sarmientos, como quien recoge las uvas! 10 ¿A quiénes he de hablar y testificar de modo que oigan? He aquí que es incircunciso el oído de ellos, de manera que no pueden escuchar: he aquí que la palabra de Jehová ha venido a ser un oprobio para ellos; no tienen deleite en ella. 11 Por tanto estoy lleno de la indignación de Jehová; ya cansado estoy de refrenarme: la he de derramar sobre los niños en la calle, y asimismo sobre la reunión de los mancebos: pues hasta el marido y la mujer serán presos, el anciano y aquel que está lleno de días. 12 Y sus casas serán transferidas a otros, juntamente con sus campos y sus mujeres; pues voy a extender mi mano contra los habitantes del país dice Jehová. 13 Porque desde el menor hasta el mayor de ellos, cada uno es dado a ganancias injustas; y desde el profeta hasta el sacerdote, cada uno practica el engaño. 14 Y curan la llaga de mi pueblo livianamente, diciendo: ¡Paz! ¡paz! cuando no hay paz. 15 ¿Acaso se avergüenzan cuando cometen abominaciones? no por cierto, que en nada se avergüenzan, ni aun saben ruborizarse; por tanto caerán entre los que caen; al tiempo que yo los visite, serán derribados, dice Jehová. 16 Así dice Jehová: Deteneos en medio de los caminos, y mirad; y preguntad cuáles sean las sendas antiguas, y dónde está el camino bueno; y andad en él; y hallaréis descanso para vuestras almas. Mas ellos dijeron: ¡No andaremos en él! 17 Puse también sobre vosotros atalayas, diciendo: Escuchad el sonido de la trompeta. Mas ellos respondieron: ¡No escucharemos! 18 Por tanto, ¡oíd, oh naciones! ¡entended, oh congregación de pueblos, lo que yo hago entre ellos! 19 ¡Escucha, oh tierra! He aquí que voy a traer el mal sobre este pueblo, es a saber, el fruto de sus mismos pensamientos: porque no han escuchado mis palabras, y en cuanto a mi ley, la han rechazado con desprecio. 20 ¿A qué intento me traéis olíbano desde Sabá, y caña aromática de países lejanos? vuestros holocaustos no me son aceptos, y vuestros sacrificios no me agradan. 21 Por tanto, así dice Jehová: He aquí que voy a poner tropiezos delante de este pueblo, sobre los cuales caerán juntos padres e hijos, el vecino también y el amigo; y perecerán. 22 Así dice Jehová: He aquí que viene un pueblo de la tierra del Norte, sí, una nación grande se despierta desde los fines de la tierra; 23 empuñan arco y venablo; crueles son y no usan de misericordia; su voz resuena como la mar; y sobre caballos vienen montados, puestos en orden, como un solo hombre, para la guerra, contra ti, ¡oh hija de Sión! 24 ¡Hemos oído la fama de ellos, y se debilitan nuestras manos! la angustia se apodera de nosotros, y dolores como de la que da a luz. 25 No salgáis al campo, ni andéis por el camino; pues allí está la espada del enemigo, y terrores hay por todos lados. 26 ¡Oh hija de mi pueblo, cíñete de saco, y revuélcate en la ceniza! haz por ti misma llanto, como por un hijo único, amarguísima lamentación! porque viene súbitamente el saqueador sobre nosotros. 27 Te he constituído, oh Jeremías, ensayador en medio de mi pueblo, firme como una torre; conocerás pues y probarás el camino de ellos. 28 Todos ellos son rebeldes porfiadísimos, que andan chismeando; puro bronce y hierro son, todos ellos son corruptores. 29 ¡Los fuelles soplan furiosamente; de su fuego resulta plomo; en balde trabaja el acrisolador, pues que los inicuos no han sido separados! 30 ¡Se les llamará plata reprobada; por lo mismo que Jehová los ha reprobado!
Capítulo 7
1 EL oráculo que tuvo Jeremías de parte de Jehová, que decía: 2 Ponte en pie en la puerta de la Casa de Jehová, y proclama allí esta palabra; dirás pues: ¡Oíd el oráculo de Jehová, todos los habitantes de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Jehová! 3 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: ¡Enmendad vuestros caminos y vuestras obras! y os dejaré habitar en este lugar. 4 No confiéis en las palabras mentirosas, de aquellos que dicen: ¡El Templo de Jehová, el Templo de Jehová, el Templo de Jehová son estos edificios! 5 Porque si enmendareis perfectamente vuestros caminos y vuestras obras, si administrareis escrupulosamente justicia entre hombre y hombre; 6 si no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda; si no derramareis la sangre inocente en este lugar, ni anduviereis tras otros dioses para vuestro propio perjuicio; 7 entonces os dejaré habitar en este lugar, en la tierra que dí a vuestros padres, desde la eternidad hasta la eternidad. 8 He aquí que estáis confiados en palabras mentirosas, que no os pueden aprovechar. 9 Pues qué, ¿hurtáis, matáis y cometéis adulterio, juráis en falso también, y quemáis incienso a Baal, y andáis tras otros dioses que no conocéis; 10 y luego habéis venido y os habéis puesto delante de mí, en esta Casa que es llamada de mi nombre, y habéis dicho: Ya somos librados; y eso, para que sigáis practicando todas estas abominaciones? 11 ¿Por ventura esta Casa que es llamada de mi nombre, ha venido a ser una cueva de ladrones en vuestro concepto? He aquí que yo, sí, yo lo he visto, dice Jehová. 12 Pues id a mi lugar santo que había en Silo, donde al principio hice habitar mi Nombre, y ved lo que hice con él a causa de la maldad de mi pueblo Israel. 13 Ahora por cuanto habéis hecho todas estas obras malas, dice Jehová, y yo os he hablado, madrugando y hablando, mas no quisisteis escuchar; y os he llamado, mas no quisisteis responder; 14 por tanto haré con esta Casa que, es llamada de mi nombre (en la que vosotros estáis confiados), y al lugar que os dí a vosotros y a vuestros padres, así como hice con Silo. 15 Pues os arrojaré de mi vista, así como he arrojado a todos vuestros hermanos, es decir, a todo el linaje de Efraim. 16 Por tanto, no ores tú por este pueblo, ni eleves por ellos clamor y oración, ni me hagas intercesión; porque no te oiré. 17 ¿Acaso no ves lo que están haciendo en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem? 18 Los hijos recogen la leña, y los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la pasta, a fin de hacer tortas para la reina del cielo, y derramar libaciones a otros dioses, para provocarme a ira. 19 ¿Por ventura a mí me provocan a ira? dice Jehová: ¿antes bien, no se provocan a sí mismos, para confusión de sus propios rostros? 20 Por tanto, así dice Jehová el Señor: He aquí, se derramará mi ira y mi ardiente indignación en este lugar, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre los árboles del campo, y sobre los frutos del suelo; y arderá como fuego, y no se apagará. 21 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: ¡Juntad vuestros holocaustos y vuestros demás sacrificios, y comed la carne de entrambos! 22 Porque nada dije a vuestros padres, ni nada les mandé en el día que los saqué de la tierra de Egipto, relativo a holocaustos y sacrificios; 23 sino más bien esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; y andad en todo el camino que os he ordenado, para que os vaya bien. 24 Mas ellos no escucharon, ni inclinaron a mí su oído: sino que anduvieron en sus propios consejos, y en la dureza de su depravado corazón; y se han ido hacía atrás y no hacia adelante, 25 desde el día que saqué a vuestros padres de la tierra de Egipto, hasta el día de hoy. Y os envié a todos mis siervos los profetas, madrugando diariamente y enviándolos; 26 mas los hijos de mi pueblo no me escucharon, ni reclinaron a mi su oído, sino que endurecieron la cerviz; portáronse peor que sus padres. 27 Tú también les hablarás todas estas palabras; pero no te escucharán; y les llamarás, mas no te responderán. 28 Entonces les dirás: ¡Esta es la nación que no escucha la voz de Jehová su Dios, y que no admite la corrección! ya pereció la verdad, y ha sido desterrada de su boca. 29 ¡Rapa, oh Sión, las guedejas de tu nazareato, y arrójalas de ti; y alza sobre los cerros pelados una lamentación! porque Jehová ha despreciado y desechado la generación de su ira: 30 por cuanto los hijos de Judá han hecho lo que es malo a mis ojos, dice Jehová, han colocado sus abominaciones en la Casa que es llamada de mi nombre, para contaminarla, 31 y han edificado los altos de Tofet, que está en el Valle del hijo de Hinom, para quemar allí sus hijos y sus hijas en fuego; cosa que yo no mandé, ni me pasó por el pensamiento. 32 Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en los que ya no se llamará Tofet ni Valle del hijo de Hinom, sino Valle de Matanza; porque enterrarán en Tofet hasta no haber lugar. 33 Y los cadáveres de este pueblo servirán de pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y no habrá quien las ahuyente. 34 Y haré cesar en las ciudades de Judá, y por las calles de Jerusalem, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia: porque la tierra vendrá a ser una desolación.
Capítulo 8
1 EN aquel tiempo, dice Jehová, los enemigos sacarán de sus sepulturas los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los habitantes de Jerusalem; 2 y los extenderán delante del sol, y delante de la luna, y delante de todo el ejército del cielo, objetos que ellos amaron, y sirvieron, y en pos de los cuales anduvieron, y a quienes consultaron, y ante los cuales se postraron; y no serán recogidos, ni serán enterrados, sino que serán como estiércol sobre la haz del campo. 3 Y la muerte será escogida antes que la vida por todo el resto que quedare de esta familia perversa; aquellos que quedaren en todos los lugares adonde los habré arrojado, dice Jehová de los Ejércitos. 4 Y les dirás: Así dice Jehová: Los que caen ¿no se levantan luego? el que se ha descarriado ¿no vuelve al camino? 5 ¿por qué pues ha apostatado este pueblo de Jerusalem con una apostasía perpetua? ¡Abrazan con tesón el engaño; rehusan volverse a mí! 6 Estuve atento y escuché; mas no hablaban lo que es recto; no hubo quien se arrepintiese de su maldad, diciendo: ¿Qué he hecho yo? Cada uno de ellos se ha vuelto a su carrera, como el caballo se lanza arrebatadamente a la batalla. 7 Aun la cigüeña en los cielos conoce sus épocas determinadas, y la tórtola y la golondrina y la grulla observan el tiempo de su venida; mas mi pueblo no conoce el reglamento de Jehová. 8 ¿Cómo decís: Somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros? ¡mas he aquí que la pluma mentirosa de los escribas la ha cambiado en mentira! 9 Avergonzados están los sabios; aterrados están y presos; he aquí que han rechazado con desprecio la palabra de Jehová: ¿qué sabiduría pues podrá haber en ellos? 10 Por tanto daré sus mujeres a otros, y sus campos a los que los han de poseer; porque desde el menor hasta el mayor, cada uno de ellos es dado a ganancias injustas; desde el profeta hasta el sacerdote, cada uno practica el engaño. 11 Y curan la llaga de mi pueblo livianamente, diciendo: ¡Paz! ¡paz! cuando no hay paz. 12 ¿Acaso se avergüenzan cuando cometen abominaciones? No por cierto, que en nada se avergüenzan, ni aun saben ruborizarse: por tanto caerán entre los que caen; al tiempo que sean visitados serán derribados, dice Jehová. 13 Los acabaré del todo, dice Jehová: no habrá uvas en la vid, ni habrá higos en la higuera, y hasta la hoja se marchitará; y las cosas que les he dado pasarán de ellos. 14 Dirán: ¿Por qué nos quedamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y estaremos allí callados; puesto que Jehová nuestro Dios nos ha reducido a silencio, y nos ha dado a beber agua de hiel, por haber pecado contra Jehová. 15 ¡Esperábamos la paz, pero no vino ningún bien; tiempo de sanidad, mas he aquí el desmayo! 16 Desde Dan se siente el resoplido de sus caballos: al estruendo de los relinchos de sus fuertes corceles, se estremece la tierra. Llegó ya el enemigo, y ha devorado la tierra y cuanto contiene, la ciudad y los que en ella habitan. 17 Pues he aquí que voy a enviar entre vosotros serpientes, áspides contra los cuales no valdrá el encantamiento; y os morderán, dice Jehová. 18 ¡Oh si pudiera consolarme en mi angustia! mi corazón desfallece dentro de mí. 19 He aquí, la voz del grito de la hija de mi pueblo suena desde una tierra muy remota: ¿Acaso no está Jehová en Sión? ¿no está en ella su Rey? Antes bien, ¿por qué me han provocado a ira con sus esculturas, y con sus vanidades traídas de una tierra extraña? 20 ¡Pasó ya la siega, y acabóse el verano, y nosotros no somos salvos! 21 Por la llaga de la hija de mi pueblo, se me quebranta el corazón; me visto de luto; el espanto se ha apoderado de mí. 22 ¿No hay acaso bálsamo en Galaad? ¿no hay allí médico? ¿por qué pues no han sido curadas las heridas de la hija de mi pueblo?
Capítulo 9
1 ¡OH si fuera aguas mi cabeza, y mis ojos fuente de lágrimas; para que día y noche yo llorara por los muertos de la hija de mi pueblo! 2 Ojalá tuviera en el desierto un albergue de viandantes; para que dejase a mi pueblo, para que me alejase de ellos: pues que todos son adúlteros, una asamblea de hombres desleales. 3 Y doblan sus lenguas, como arco suyo, para arrojar mentiras; son valientes en la tierra, mas no para la verdad; pues proceden de maldad en maldad, y no me conocen a mí, dice Jehová. 4 Guardaos cada uno de su prójimo, y ninguno confíe en su hermano; porque todo hermano seguramente suplantará, y todo prójimo andará chismeando. 5 Engañan también cada cual a su prójimo, y no dicen la verdad; han enseñado su lengua a hablar mentiras; se cansan para obrar iniquidad. 6 Tu morada, oh Jeremías, está en medio del engaño; por amar el engaño, ellos rehusan conocerme a mí, dice Jehová. 7 Por tanto, así dice Jehová de los Ejércitos: He aquí que a los derretiré, y los ensayaré; ¿pues qué otra cosa habré de hacer a causa de la hija de mi pueblo? 8 Su lengua es flecha mortífera, cada uno de ellos habla el engaño: con su boca hablan paz a su prójimo, mas en su interior le ponen asechanzas. 9 ¿No tengo yo de visitar por estas cosas? dice Jehová; ¿y en una nación como ésta no ha de vengarse mi alma? 10 A causa de las montañas alzaré lloro y llanto, y por los pastos del desierto, lamentación; porque están quemados, de modo que ninguno pasa por ellos, ni se oye la voz de ganado: desde las aves del cielo hasta las bestias, todo ha huído, se ha ido. 11 Y convertiré a Jerusalem en montones de escombros, dice Jehová, en albergue de chacales; y las ciudades de Judá las tornaré en una desolación sin habitante. 12 ¿Quién es el hombre sabio que entienda esto? ¿y quién es aquel a quién ha hablado la boca de Jehová, para que lo declare? ¿Por qué causa ha perecido la tierra? ¿por qué está abrasada como el desierto, de modo que ninguno pasa por ella? 13 Y Jehová mismo ha dicho: Por cuanto han dejado mi ley, que yo puse delante de ellos, y no han escuchado mi voz, ni han caminado según ella, 14 sino que han caminado en la dureza de su corazón, y en pos de los Baales, según les enseñaron sus padres, 15 por tanto, así dice Jehová del los Ejércitos; el Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo le daré a comer ajenjo, y haré que beban aguas de hiel. 16 Y los esparciré entre las naciones, que ni ellos ni sus padres han conocido; y enviaré en pos de ellos la espada, hasta que yo los haya consumido. 17 Así dice Jehová de los Ejércitos: ¡Poned atención en esto, y llamad plañideras, para que vengan, y enviad por las que son diestras en el duelo, para que vengan; 18 y apresúrense a levantar el llanto sobre nosotros; para que nuestros ojos se deshagan en lágrimas, y nuestros párpados broten chorros de aguas! 19 Porque se oye una voz de llanto, procedente de Sión, que dice: ¡Cómo hemos sido desolados! ¡estamos en extremo abochornados! ¡porque dejamos la tierra natal, porque han echado por tierra nuestras habitaciones! 20 ¡Oíd pues, oh mujeres, el oráculo de Jehová, y reciba vuestro oído la palabra de su boca! Enseñad también a vuestras hijas el llanto, y cada cual a su compañera, la lamentación. 21 Porque la muerte sube por nuestras ventanas, se entra en nuestros palacios; para exterminar de las calles los niños, y de las plazas los mancebos. 22 Diles: Así dice Jehová: Los cadáveres de hombres caerán como estiércol sobre la haz del campo, y como el manojo tras el segador, que ninguno recoje. 23 Así dice Jehová: No se gloríe el sabio en su sabiduría, ni se gloríe el poderoso en su poder, ni se gloríe el rico en sus riquezas; 24 mas el que se gloría gloríese en esto: en que me entiende y me conoce a mí, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque en estas cosas me complazco, dice Jehová. 25 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a los circuncisos con los incircuncisos: 26 a Egipto, y a Judá, y a Edom, y a los hijos de Ammón y a Moab, y a todos los que cortan los bordes de su cabello, habitadores del desierto: porque todas estas naciones son incircuncisas, y la casa de Israel es incircuncisa de corazón.
Capítulo 10
1 ¡OÍD la palabra que os dice Jehová, oh casa de Israel! 2 Así dice Jehová: No aprendáis las costumbres de los paganos, ni os espantéis de las señales del cielo, de las cuales los paganos se espantan: 3 porque las prácticas de los pueblos son vanidad. Pues se corta un árbol del bosque; se labra con herramienta, se labra por mano del artífice; 4 con plata y oro le adornan; con clavos y martillos le afianzan para que no se tambalee. 5 Son como una palmera, de obra torneada; mas no hablan: han de ser llevados, porque no pueden dar un paso. No les tengáis miedo, porque no pueden hacer mal, ni tampoco son capaces de hacer bien. 6 ¡Ninguno hay como tú, oh Jehová! ¡grande eres, y tu nombre es grande en poder! 7 ¿Quién no quisiera temerte a ti, oh Rey de las naciones? ¡porque a ti te corresponde el temor; ya que entre todos los sabios de las naciones, y en toda su dignidad real, ninguno hay comparable a ti! 8 Mas aquellos a una son embrutecidos y entontecidos; ¡doctrina de vanidades es el leño! 9 Plata batida se trae de Tarsis, y oro de Ufaz; se labra por el artífice, y se labra por las manos del platero: de azul y de púrpura es su vestido: todo ello es hechura de artífices hábiles. 10 ¡Pero Jehová es el verdadero Dios; es el Dios vivo, y el Rey eterno! ¡a causa de su ira se estremece la tierra, y las naciones no pueden soportar su indignación! 11 Así les diréis: ¡Los dioses que no hicieron los cielos y la tierra, perecerán de sobre la tierra y de debajo de estos cielos! 12 Jehová hizo la tierra con su poder, estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos. 13 Al dar su voz, hay un tumulto de aguas en los cielos; eleva también los vapores desde los extremos de la tierra; hace los relámpagos para la lluvia, y saca de sus tesoros el viento. 14 Embrutecido es todo hombre que no sabe esto: cada platero se deja avergonzar en su misma escultura; porque embuste es su imagen fundida, y no hay aliento en ellas. 15 Vanidad son, obra digna de escarnios: en el tiempo de su visitación ellas perecerán. 16 La porción de Jacob no es parecida a ellas; porque él es el Hacedor de todas las cosas, e Israel es la tribu de su herencia; Jehová de los Ejércitos es su nombre. 17 ¡Recoge tus trastos, para sacarlos del país, oh tú que habitas ahora dentro de la fortaleza! 18 Porque así dice Jehová: He aquí que esta vez arrojaré, como con una honda, a los habitantes del país, y los atribularé, de modo que, lo sientan. 19 ¡Ay de mí, a causa de mi quebranto! ¡mi herida es incurable! Entonces, yo dije: ¡Ésta ciertamente es mi aflicción, y debo soportarla! 20 Mi tienda ha sido saqueada, y todas mis cuerdas están rotas: mis hijos han salido de conmigo, y ya no existen; no hay quien despliegue más mi tienda, ni alce mis cortinas. 21 Porque se han embrutecido los pastores de mi pueblo, pues que a Jehová no han buscado: por tanto no se han portado con cordura, y todo su rebaño anda disperso. 22 ¡Voz de noticias! ¡He aquí que viene, y una grande conmoción desde la tierra del Norte, para tornar las ciudades de Judá en una desolación, y en morada de chacales! 23 Ya sé, oh Jehová, que no es del hombre su camino; no es del hombre que anda dirigir sus mismos pasos. 24 ¡Corrígeme, oh Jehová, empero con moderación, no en tu ira, no sea que me reduzcas a la nada! 25 Derrama antes tu ardiente indignación sobre las naciones que no te conocen, y sobre las familias que no invocan tu nombre; porque han devorado a Jacob, sí, le han devorado y consumido, y han asolado su habitación.
Capítulo 11
1 REVELACIÓN que tuvo Jeremías de parte de Jehová, que decía: 2 Escuchad las palabras de este pacto, y hablad a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalem; 3 y decidles: Así dice Jehová, el Dios de Israel: Maldito el hombre que no obedeciere las palabras de este pacto, 4 que ordené a vuestros padres, en el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciendo: Obedeced mi voz, y haced los mandamientos míos, conforme a todo lo que os prescribo; así seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios; 5 a fin de que yo haga estable el juramento que hice a vuestros padres, de darles una tierra que mana leche y miel, como hoy se ve. Y yo respondí y dije: ¡Así sea, oh Jehová! 6 Entonces Jehová me dijo: Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalem, diciendo: Escuchad las palabras de este pacto y cumplidlas. 7 Porque protesté solemnemente a vuestros padres en el día que los hice subir de la tierra de Egipto, y hasta el día de hoy, madrugando y protestándoles, diciendo: ¡Escuchad mi voz! 8 Mas ellos no escucharon, ni inclinaron a mí su oído; sino que anduvieron cada cual en, la dureza de su depravado corazón: por tanto traje sobre ellos todas las palabras de este pacto, que les mandé observar, y no las han observado. 9 También Jehová me dijo: Se ha descubierto una conjuración entre los hombres de Judá, y entre los habitantes de Jerusalem: 10 se han vuelto a las iniquidades de sus antepasados, los cuales se negaron a escuchar mis palabras: ellos también se han ido tras otros dioses para servirles. La casa de Israel y la casa de Judá han quebrantado mi pacto, que yo hice con sus padres. 11 Por tanto así dice Jehová: He aquí que traigo sobre ellos un mal del cual no podrán evadirse; y clamarán a mí, pero no les escucharé. 12 Entonces las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalem irán y clamarán a los dioses a quienes ellos han quemado incienso: mas éstos de ningún modo los salvarán en el tiempo de su calamidad. 13 Porque conforme al número de tus ciudades son tus dioses, oh Judá; y conforme al número de las calles de Jerusalem, a habéis erigido altares a aquella cosa vergonzosa; altares para quemar incienso a Baal. 14 Por tanto, no ores tú por este pueblo, ni eleves por ellos clamor y oración; porque no les escucharé al tiempo que clamen a mí a causa de su calamidad. 15 ¿Qué tiene mi amada que hacer más en mi casa, ya que ha cometido maldad execrable con muchos amantes, y la carne santa pasa de ti? cuando hiciste maldad, entonces te regocijaste. 16 Jehová te puso el nombre de Olivo verde, hermoso y de fruto vistoso; más con el estampido de un gran fragor, prendió fuego en él; y sus ramas quedaron hechas astillas. 17 Porque Jehová de los Ejércitos que te plantó, ha pronunciado el mal contra ti; a causa de la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá, que ellas han hecho a su gusto, para provocarme a ira, quemando incienso a Baal. 18 Y Jehová me lo hizo saber, de modo que lo conocí: entonces tú me hiciste percibir a sus maquinaciones. 19 Mas era yo como un manso cordero que es llevado al matadero; y no sabía que contra mí tramaban enredos, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémosle de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre. 20 Pero, ¡oh Jehová de los Ejércitos! que juzgas con justicia, y que pruebas los íntimos pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza en ellos; porque a ti te he expuesto mi causa. 21 Por tanto, así dice Jehová respecto de los hombres de Anatot, los cuales procuran quitarte la vida, diciendo: No profetices en el nombre de Jehová, no sea que mueras a nuestras manos. 22 Por tanto, así dice Jehová de los Ejércitos: He aquí que yo visitaré esto sobre ellos; los mancebos morirán a espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre; 23 de modo que no queden reliquias de ellos: porque traeré el mal sobre los hombres de Anatot, es decir, el año de su visitación.
Capítulo 12
1 MUY justo eres, oh Jehová, para que yo contienda contigo; mas quiero tratar contigo de mi causa: ¿Por qué es prosperado el camino de los inicuos? ¿por qué están tranquilos todos los que se portan muy traidoramente? 2 Tú los plantaste, y ellos se han arraigado bien; medran, y producen fruto: cercano estás en la boca de ellos, mas lejos de su corazón. 3 Pero tú, oh Jehová, me has conocido a mí; tú me has visto, y has probado cómo es mi corazón para contigo: ¡arrebátalos a ellos, como ovejas destinadas para el matadero, prepáralos para el día de la matanza! 4 ¿Hasta cuándo llorará la tierra, y se marchitarán las plantas de todo campo? A causa de la maldad de los que habitan en ella, las bestias han perecido, y las aves; por cuanto ellos dijeron: ¡Jehová no verá nuestra postrimería! 5 Si has corrido con hombres de a pie, y ellos te cansaron, ¿cómo contenderás con caballos? y si sólo en una tierra de paz estás confiado, ¿que harás en la braveza del Jordán? 6 Porque hasta tus hermanos y la casa de tu padre, aun éstos se han portado engañosamente contigo; aun éstos te han acosado con gritos: no te fíes de ellos aun cuando te hablen palabras buenas. 7 He abandonado mi casa, he desechado mi herencia; he entregado a la amada de mi alma en mano de sus enemigos. 8 Mi herencia se ha hecho para conmigo como león en un bosque; ha dado su voz contra mí: por tanto la tengo aborrecida. 9 ¡Cómo! ¿mi herencia se ha hecho para conmigo ave de rapiña de varios colores? ¿las aves de rapiña se juntan contra ella en derredor? ¡pues andad, juntad todas las fieras del campo; traedlas para que la devoren! 10 Muchos pastores han destruído mi viña; han rehollado mi campo; han convertido mi porción amena en un desierto y una soledad. 11 Sí, la han convertido en una desolación; se me queja a mí siendo desolada: desolada está toda la tierra; por cuanto no hay hombre que reflexione en su corazón. 12 Los asoladores han venido; se ven sobre todos los cerros pelados del desierto; porque la espada de Jehová devora desde el uno hasta el otro extremo de la tierra: no hay paz para ninguna carne. 13 Sembraron trigo, y segaron espinos; sé han cansado con trabajos, mas nada aprovecharán: y seréis avergonzados de vuestros productos, a causa de la ardiente indignación de Jehová. 14 Así dice Jehová contra todos mis malos vecinos que se apropian la herencia que yo hice heredar a mi pueblo Israel: He aquí que los arrancaré de sobre su tierra, y arrancaré a la casa de Judá de en medio de ellos. 15 Pero será que después que los haya arrancado, volveré a tener compasión de ellos, y los haré tornar cada cual a su propia herencia, y cada cual a su propia tierra. 16 Entonces sucederá que si en verdad quisieren aprender los caminos de mi pueblo, para jurar por mi nombre, diciendo: ¡Vive Jehová! así como enseñaron ellos a mi pueblo a jurar por Baal; serán edificados en medio de mi pueblo. 17 Pero si no quisieren escuchar, arrancaré a la tal nación, arrancando y destruyendo, dice Jehová.
Capítulo 13
1 ASÍ me dijo Jehová: Vé y cómprate un cinto de lino, y póntelo sobre los lomos; mas no lo pongas en agua. 2 Compré pues el cinto, según el mandato de Jehová, y me lo puse sobre los lomos.
3 Y tuve revelación de Jehová segunda vez, que decía: 4 Toma el cinto que compraste, el cual está sobre tus lomos, y levántate, anda al río Eufrates, y escóndelo allí en la hendidura de una peña. 5 Fuí pues y escondílo, junto al Eufrates, según me había mandado Jehová.
6 Y sucedió que después de muchos días, Jehová me dijo: Levántate, vé al Eufrates, y toma de allí el cinto que te mandé esconder allí. 7 Y fuí al Eufrates, y cavé, y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido: mas he aquí que estaba podrido, y ya no servia para nada.
8 Entonces tuve revelación de Jehová, que decía: 9 Así dice Jehová: De esta manera reduciré a podredumbre la soberbia de Judá, y la grande soberbia de Jerusalem. 10 Este pueblo malo que rehusa con desprecio oír mis palabras, que anda en la dureza de su corazón, y se ha ido tras otros dioses, para servirles y para adorarlos, vendrá a ser como este cinto, que no sirve ya para nada. 11 Porque del modo que se junta el cinto con los lomos de un hombre, así hice juntarse conmigo a toda la casa de Israel, y a toda la casa de Judá, dice Jehová; ha fin de que fuese mi pueblo, para renombre, y para alabanza, y para gloria: mas ellos no quisieron escuchar. 12 Les dirás pues esta palabra: Así dice Jehová, el Dios de Israel: Todo odre se llenará de vino. Y ellos te dirán: ¿Acaso no sabemos muy bien que todo odre se llenará de vino? 13 Entonces les dirás: Así dice Jehová: He aquí que voy a llenar a todos los habitantes de esta tierra, así a los reyes que se sientan sobre el trono de David, como a los sacerdotes y los profetas, y a todos los moradores de Jerusalem, de embriaguez. 14 Y los estrellaré a unos contra otros, padres e hijos juntamente, dice Jehová: no tendré piedad, ni perdonaré, ni usaré de compasión, de modo que no los destruya. 15 ¡Oíd, y prestad atención! ¡No seáis altivos, porque Jehová ha hablado! 16 ¡Dad gloria a Jehová vuestro Dios, antes que él cause tinieblas, y antes que tropiecen vuestros pies en las montañas tenebrosas; y mientras esperáis la luz, él la torne en sombra de muerte, y la convierta en densas tinieblas! 17 Mas si no oyereis, mi alma llorará en secreto vuestra soberbia, y con amargo llanto mis ojos se desharán en lágrimas: por cuanto ha sido cautivada la grey de Jehová. 18 Di al rey y a la reina madre: ¡Humillaos, sentaos en tierra! porque han descendido vuestras tocas, la corona de vuestra gloria. 19 Las ciudades del Mediodía están cerradas, de modo que no hay quien las abra: Judá es llevado en cautiverio todo él; es llevado en cautiverio completamente. 20 ¡Alza tus ojos, oh Jerusalem, y ve quiénes son estos que vienen de la parte del norte! ¿dónde está la grey que te fué dada, tu hermoso rebaño? 21 ¿Qué dirás cuando él ponga sobre ti, por cabeza tuya, a los que tú mismo has enseñado a ser tus íntimos amigos? ¿No se apoderarán de ti dolores, como de mujer que da a luz? 22 Y si dijeres en tu corazón: ¿Por qué me han sucedido estas cosas? por la grandeza de tu iniquidad han sido descubiertas tus faldas, y violentados tus calcañares. 23 ¿Puede acaso el etíope mudar su piel, o el leopardo sus manchas? entonces podréis vosotros también obrar bien, que estáis habituados a obrar mal. 24 Por tanto los esparciré como la hojarasca, que pasa con el viento del desierto. 25 Ésta será tu suerte, la porción señalada por mí mismo, dice Jehová; por cuanto te has olvidado de mí, y has confiado en la mentira. 26 Por tanto yo también descubriré tus faldas, alzándolas sobre tu rostro, para que sea vista tu vergüenza. 27 Tus adulterios, y tus relinchos, y tu execrable fornicación, sobre los collados y por los campos, todas tus abominaciones las he visto yo. ¡Ay de ti, oh Jerusalem; tú no quieres que se te haga limpia! ¿después de cuánto tiempo aún, ha de ser así?
Capítulo 14
1 Lo que fué revelado por Jehová a Jeremías con motivo de la sequía: 2 ¡Judá está cubierto de luto, sus puertas languidecen, sus hijos, vestidos de negro, se sientan en tierra; y el grito de Jerusalem sube al cielo! 3 Y sus nobles envían a sus criados por agua; van éstos a los pozos, mas no hallan aguas: se vuelven con sus vasijas vacías: avergonzados y confusos, cubren sus cabezas. 4 A causa del suelo que está rajado, por no haber lluvias en la tierra, los labradores están avergonzados; se cubren las cabezas. 5 Pues hasta la cierva en el campo pare, y abandona su cría, porque no hay hierba. 6 Los asnos monteses también se detienen sobre los cerros pelados; con sus narices toman el viento, como chacales; desfallecen sus ojos, porque no hay cosa verde. 7 ¡Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, obra, oh Jehová, por causa de tu mismo nombre; pues que se han multiplicado nuestras recaídas; hemos pecado contra ti! 8 ¡Oh Esperanza de Israel, Salvador suyo en el tiempo de angustia! ¿por qué has venido a ser como extranjero en la tierra, o como viandante, que sólo despliega su tienda para pasar una noche? 9 ¿Por qué has de ser como hombre atónito, como un valiente que no puede salvar? ¡Mas tú, oh Jehová, estás en medio de nosotros, y de tu nombre somos llamados! ¡no nos dejes! 10 Así dice Jehová respecto de este pueblo: De esta manera les gusta andar vagando; no han refrenado sus pies; por tanto Jehová no se complace en ellos: ahora traerá a memoria sus iniquidades, y castigará sus pecados. 11 Y Jehová me dijo: No ores por este pueblo, para bien suyo. 12 Aunque ayunen, no oiré su clamor; y aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas vegetales, no los aceptaré; sino que con espada, y con hambre, y con peste, haré exterminio en ellos. 13 Entonces yo dije: ¡Ah Jehová Señor! he aquí que los profetas les dicen: ¡No veréis espada, ni tendréis hambre; sino que yo, Jehová, os daré una paz segura en este lugar! 14 Jehová pues me respondió: Los profetas profetizan mentiras en mi nombre: no los he enviado, y nada les he mandado decir, ni siquiera les he hablado; visión mentirosa, y adivinación, y una nada, y el engaño de su mismo corazón, es lo que ellos profetizan. 15 Por tanto, así dice Jehová respecto de los profetas que profetizan en mi nombre sin que yo los haya enviado; sino que ellos mismos dicen: Ni espada ni hambre ha de haber en esta tierra. ¡A espada y por hambre morirán los tales profetas! 16 Y este pueblo a quien ellos profetizan, quedarán tendidos por las calles de Jerusalem, a causa del hambre y de la espada, y no habrá quien los entierre, ni a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos, ni a sus hijas; porque derramaré sobre ellos su maldad. 17 Por tanto tú les dirás esta palabra: ¡Desháganse mis ojos en lágrimas, día y noche, sin cesar nunca; porque la virgen hija de mi pueblo está quebrantada con quebranto grande, y con una herida muy maligna! 18 Si salgo al campo, ¡he aquí los muertos a cuchillo! y si entro en la ciudad, ¡he aquí los enfermos a causa del hambre! pues ya tanto el profeta como el sacerdote andan en torno de la tierra, sin saber a dónde van. 19 ¿Has rechazado del todo a Judá? ¿o tiene tu alma aborrecida a Sión? ¿por qué pues nos has herido de modo que no hay para nosotros cura? ¡Esperábamos la paz, pero no vino ningún bien; tiempo de sanidad, mas he aquí desmayo! 20 Reconocemos, oh Jehová, nuestras maldades, y las iniquidades de nuestros padres; porque hemos pecado contra ti. 21 ¡No nos desprecies; te lo rogamos a causa de tu nombre! ¡no deshonres el trono de tu gloria! ¡acuérdate, no anules tu pacto con nosotros! 22 ¿Habrá acaso entre las vanidades de los paganos quien haga llover? ¿o pueden los cielos mismos dar aguaceros? ¿no eres tú más bien, oh Jehová, Dios nuestro? Esperaremos pues en ti, porque tú haces todas estas cosas.
Capítulo 15
1 ENTONCES Jehová me dijo: Aun cuando se me pusieran delante Moisés y Samuel, mi alma no estaría para con este pueblo: ¡échalos de mi vista, y salgan! 2 Y será que si te preguntaren: ¿A dónde hemos de salir? les responderás: Así dice Jehová: ¡El que a muerte, a muerte; y el que a espada, a espada; y el que a hambre, a hambre; y el que a cautiverio, a cautiverio! 3 Y señalaré sobre ellos cuatro linajes de azotes, dice Jehová: La espada para matar, y los perros para arrastrar, y las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y para destruir. 4 Y los entregaré al maltratamiento entre todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés hijo de Ezequías, rey de Judá, con motivo de lo que él hizo en Jerusalem. 5 ¿Quién empero tendrá compasión de ti, oh Jerusalem? ¿o quién se lamentará de ti? ¿o quién se desviará a preguntar por tu bienestar? 6 Tú me has rechazado, dice Jehová; te has vuelto hacia atrás: por tanto extenderé mi mano contra ti, y te destruiré: estoy cansado de dejarme ablandar. 7 Los aventaré, como con aventador, por las puertas de la tierra; los privo de hijos; destruyo a mi pueblo: de sus malos caminos no se han vuelto. 8 Sus viudas se me aumentan más que la arena de los mares; les traigo el asolador al mediodía, contra la madre del escogido guerrero: hago caer sobre ella de repente angustia y terrores. 9 Languidece la que ha dado a luz siete: a punto está de expirar; púsose su sol cuando era aún de día; ha sido avergonzada y confundida: y los que quedaren de sus hijos, los entregaré a la espada, delante de sus enemigos, dice Jehová. 10 ¡Ay de mí, madre mía! ¿por qué me diste a luz, hombre de contención, como soy, y hombre de discordia, para toda esta tierra? No he prestado dinero a interés, ni me lo han prestado a mí; y sin embargo cada uno de ellos me maldice. 11 Jehová empero me dijo: Seguramente tu descargo será con bien; seguramente haré que el enemigo te haga súplica en el tiempo del mal y en el tiempo de aflicción. 12 ¿Puede alguno romper el hierro, hierro del norte, y el bronce? 13 Tu sustancia y tus tesoros, oh Jerusalem, yo los entregaré de balde al saqueo, y esto a causa de todos tus pecados, los cuales has cometido en todos tus términos: 14 haré pues que pasen con tus enemigos a una tierra que tú no conoces; porque se ha encendido un fuego en mi ira que arderá contra vosotros. 15 ¡Oh Jehová, tú lo sabes todo! ¡Acuérdate de mí, y visítame, y hazme justicia de mis perseguidores; no me dejes arrebatar, en tu longanimidad para con mis enemigos! ¡sabe que por tu causa yo he llevado afrenta! 16 Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tus palabras me eran el gozo y el regocijo de mi corazón; pues soy llamado de tu nombre, ¡oh Jehová, Dios de los Ejércitos! 17 No me he sentado para gozarme en el círculo de los que pasan alegre vida; a causa de tu mano me he sentado solo; pues que me has llenado de indignación. 18 ¿Por qué es perpetuo mi dolor; y mi herida desahuciada rehusa ser curada? ¿Serás del todo para conmigo como un torrente falaz, como aguas que engañan la esperanza? 19 Por tanto, así me dijo Jehová: Si te volvieres, yo te restauraré, para que puedas estar en pie delante de mí; y si separares lo precioso de lo vil, serás entonces como boca mía: ellos deben volver a ti, mas tú no debes volver a ellos. 20 Y haré que seas para este pueblo como un muro inexpugnable de bronce; y ellos pelearán contra ti, mas contra ti no prevalecerán; porque contigo soy yo, para salvarte y para librarte, dice Jehová. 21 Pues yo te libraré de mano de los inicuos, y te redimiré de mano de los terribles.
Capítulo 16
1 TUVE también revelación de Jehová, que decía: 2 No tomes para ti mujer, ni tengas hijos ni hijas en este lugar. 3 Porque así dice Jehová acerca de los hijos e hijas que nacieren en este lugar, y acerca de sus madres que los dieren a luz, y acerca de sus padres que los engendraren en esta tierra: 4 De muertes dolorosas morirán; no serán llorados, ni serán sepultados: serán como estiércol sobre la haz del campo; porque serán consumidos con la espada y con el hambre; y sus cadáveres servirán de pasto para las aves del cielo y para las bestias de la tierra. 5 Pues así dice Jehová: No entres en la casa del luto, ni vayas a llorar a los muertos, ni los lamentes; porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehová, es decir, mi ternura y compasión. 6 Así grandes como pequeños morirán en esta tierra: no serán sepultados; y nadie los lamentará, ni se sajará por ellos; ni por ellos se hará calvez: 7 y no quebrarán el pan por ellos en su duelo, para consolar los deudos por el muerto; ni les darán a beber la copa de consolación por su padre ni por su madre. 8 Ni tampoco entres en la casa del festín, para sentarte con ellos a comer y beber. 9 Porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a hacer cesar en este lugar, delante de vuestros mismos ojos, y en vuestros días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia.
10 Y sucederá que cuando le dijeres a este pueblo todas estas cosas, y ellos te dijeren: ¿Por qué ha pronunciado Jehová contra nosotros todo este gran mal? pues ¿cuál es nuestra iniquidad, y cuál nuestro pecado que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios? 11 entonces les dirás: Por cuanto me dejaron vuestros padres, dice Jehová, y anduvieron en pos de otros dioses, y les sirvieron y los adoraron; y me dejaron a mí y no guardaron mi ley; 12 y en cuanto a vosotros, habéis hecho peor que vuestros padres; pues he aquí que andáis cada uno según la dureza de su perverso corazón, por no escucharme a mí. 13 Por lo tanto os arrojaré de esta tierra a una tierra que no habéis conocido, ni vosotros ni vuestros padres; y allí serviréis a otros dioses día y noche; porque no os mostraré favor. 14 Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que ya no dirán: ¡Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto! 15 sino ¡Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del Norte, y de todas las demás tierras adonde los había arrojado! pues que los volveré a traer a su propia tierra, que dí a sus padres. 16 He aquí que enviaré a traer muchos pescadores, dice Jehová, que los pesquen; y después enviaré a traer muchos cazadores que los cacen por todas las montañas, y por todos los collados y por las hendiduras de las peñas. 17 Por que mis ojos están puestos sobre todos sus caminos: estos no están escondidos de mi rostro, ni está encubierta su iniquidad a mis ojos. 18 Así pues recompensaré primero al doble su iniquidad y su pecado: porque han contaminado mi tierra con los cuerpos muertos de sus cosas detestables, y han llenado mi herencia con sus abominaciones. 19 ¡Oh Jehová, fuerza mía y mi fortaleza, mi refugio también en el día de adversidad! a ti vendrán las naciones desde los extremos de la tierra, y te dirán: Ciertamente nuestros padres no heredaron más que mentiras, vanidad y cosas en que no hay provecho. 20 ¿Acaso el hombre debe hacer para sí dioses, los cuales sin embargo no son dioses? 21 Por tanto, he aquí que a Israel yo le haré saber esto; en esta vez les haré conocer mi mano y mi poder; y conocerán que mi nombre es Jehová.
Capítulo 17
1 EL pecado de Judá está escrito con punzón de hierro, y con punta de diamante; grabado está sobre la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares; 2 mientras que sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus Asheras, junto a los árboles frondosos, sobre los collados altos. 3 ¡Oh montaña mía en el campo, tu sustancia y todos tus tesoros los entregaré al saqueo! tus altos también edificados para el pecado en todos tus términos. 4 Y tú, por tu misma culpa, serás privada de tu herencia que te dí; y te haré servir a tus enemigos en una tierra que nunca conociste: porque habéis encendido un fuego en mi ira que arderá para siempre. 5 Así dice Jehová: Maldito aquel que confía en el hombre, y se apoya en un brazo de carne, y cuyo corazón se aparta de Jehová. 6 Pues será como la retama en el desierto, que no ve cuando viene el bien, sino que habita los sequedales del desierto, de una tierra salada y no habitada. 7 Bienaventurado aquel que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová mismo. 8 Pues será como árbol plantado junto a las aguas, y que extiende sus raíces junto al río: por tanto no temerá cuando venga el calor, sino que será verde su hoja; y no tendrá cuidado en el año de sequía ni cesará de dar su fruto. 9 Engañoso es el corazón más que a todas las cosas y es desesperadamente malo; ¿quién podrá conocerlo? 10 Yo Jehová; yo escudriño el corazón y pruebo los íntimos pensamientos; y esto para dar a cada cual conforme a sus caminos, y según el fruto de sus hechos. 11 A la manera que la perdiz cobija huevos que ella no puso, así el que hace riquezas mas no con justicia, las dejará en la mitad de sus días, y a su postrimería será un insensato. 12 Un trono glorioso, puesto en alto desde el principio, es el lugar de nuestro Santuario. 13 ¡Oh Jehová, esperanza de Israel, todos los que te dejan serán avergonzados; los que se apartan de ti serán escritos en tierra; por cuanto han dejado a Jehová, fuente de aguas vivas! 14 ¡Sáname, oh Jehová, y quedaré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza! 15 He aquí que ellos me están diciendo: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡rogámoste que se cumpla! 16 En cuanto a mí, no me he retirado de apacentar tu grey en pos de ti, ni he deseado que venga el día de desesperación; tú, Señor, lo sabes; lo que salió de mis labios delante de tu rostro estaba. 17 ¡No me seas objeto de terror, tú que eres mi refugio en el día de calamidad! 18 ¡Sean avergonzados mis perseguidores, mas no sea yo avergonzado! ¡sean ellos aterrados, mas no sea yo aterrado! ¡Venga sobre ellos el día de calamidad; y destrúyelos con doble destrucción! 19 Así me dijo Jehová: Vé y ponte de pie en la puerta de los hijos de este pueblo, por donde entran los reyes de Judá, y por donde salen; y también en todas las puertas de Jerusalem; 20 y diles: ¡Oíd el oráculo de Jehová, oh reyes de Judá, y Judá todo, con todos los habitantes de Jerusalem, que entran por estas puertas! 21 Así dice Jehová: Guardaos, por vuestra vida, de llevar cargas en el día del descanso, y de meterlas por las puertas de Jerusalem: 22 ni saquéis cargas de vuestras casas en el día del descanso, ni hagáis ninguna clase de obra; antes bien, santificad el día del descanso, conforme yo mandé a vuestros padres; 23 los cuales no escucharon, ni inclinaron el oído; sino que hicieron duras sus cervices, para no oír, ni recibir la corrección. 24 Y sucederá que si me escuchareis con atención, dice Jehová, para no llevar cargas por las puertas de esta ciudad en el día del descanso, sino antes, santificando el día del descanso, no haciendo en él ninguna clase de obra; 25 entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y príncipes que se sienten sobre el trono de David, y que monten en carros de guerra y en caballos, ellos y sus príncipes, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalem: y esta ciudad permanecerá para siempre. 26 Y las gentes vendrán de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalem, y de la tierra de Benjamín y de la Sefela, y de la serranía y del Sur, trayendo holocaustos y sacrificios, y ofrendas vegetales y olíbano, y trayendo sacrificios de alabanza a la Casa de Jehová. 27 Mas si no me escuchareis para santificar el día del descanso, y para no llevar cargas, entrando por las puertas de Jerusalem en el día del descanso, encenderé un fuego en las puertas de ella, que devorará los palacios de Jerusalem; y no será apagado.
Capítulo 18
1 REVELACIÓN que tuvo Jeremías de parte de Jehová, que decía así: 2 Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Descendí pues a la casa del alfarero, y he aquí que éste estaba haciendo una obra sobre la rueda. 4 Y la vasija que hacía de barro echóse a perder en la mano del alfarero; y él volvió a hacerla otra vasija distinta, como le pareció bien al alfarero hacerla.
5 Luego tuve revelación de Jehová, que decía: 6 ¿No puedo yo hacer con vosotros, oh casa de Israel, como hace este alfarero? dice Jehová. He aquí que como es el barro en mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. 7 En cualquier momento que yo hablare acerca de una nación, o de un reino, para desarraigarlo, y para derribarlo, y para destruirlo, 8 si se volviere de su maldad aquella nación contra la cual he hablado, yo me arrepentiré del mal que pensaba hacerle. 9 Y en cualquier momento que yo hablare acerca de una nación, o de un reino, para edificarlo y para plantarlo, 10 si hiciere lo malo delante de mi vista, no escuchando mi voz, yo me arrepentiré del bien que prometí hacerle. 11 Ahora pues, habla a los hombres de Judá, y a los habitantes de Jerusalem, diciendo: Así dice Jehová: He aquí que yo dispongo el mal contra vosotros, y tramo un diseño contra vosotros. Volveos pues cada cual de su mal camino, y enmendad vuestros caminos y vuestras obras. 12 Pero ellos dicen: ¡No hay remedio; pues que andaremos tras nuestras propias ideas, y obraremos cada cual según la dureza de su mal corazón! 13 Por tanto, así dice Jehová: Preguntad a las naciones: ¿quién jamás oyó tales cosas? ¡cosa horribilísima ha hecho la virgen de Israel! 14 ¿Acaso la nieve del Líbano falta alguna vez del peñasco del campo? ¿o se secan las frescas aguas que vienen de lejos? 15 empero mi pueblo se olvida de mí; queman incienso a la vanidad; y sus guías los hacen tropezar en sus caminos, en las vías antiguas, para que anden en veredas torcidas, por un camino no allanado; 16 para convertir su tierra en una desolación, y en un ludibrio perpetuo; todo aquel que pasare junto a ella quedará atónito y meneará la cabeza. 17 Como con viento solano los esparciré delante del enemigo; les volveré las espaldas, que no el rostro, en el día de su calamidad. 18 Entonces ellos dijeron: ¡Vamos, tramemos nosotros un enredo contra Jeremías! porque la ley nunca dejará de asistir al sacerdote, ni al sabio el consejo, ni el oráculo al profeta. ¡Vamos pues, y traspasémosle con las saetas de la lengua, y no prestemos atención a ninguna de sus palabras! 19 ¡Préstame tú atención, oh Jehová, y escucha la voz de los que contienden conmigo! 20 ¿Debe acaso recompensarse el, bien con el mal? porque ellos han cavado un hoyo para mi alma. ¡Acuérdate de cómo me puse delante de ti para hallar bien en favor suyo, a fin de apartar de ellos tu ardiente ira! 21 ¡Por tanto abandona sus hijos al hambre, y a ellos mismos entrégalos al poder de la espada; y sus mujeres también queden sin hijos, y viudas; y mueran sus maridos de peste, y caigan a cuchillo sus mancebos en batalla! 22 Óigase un clamor procedente de sus casas, cuando traigas sobre ellos merodeadores de repente; porque cavaron hoyo para prenderme, y escondieron lazos para mis pies. 23 Mas tú sabes, oh Jehová, todo su propósito contra mí para hacerme morir: ¡no perdones su iniquidad, y su pecado no sea borrado de tu vista; antes sean hechos tropezar delante de ti; trata con ellos en el tiempo de tu ira!
Capítulo 19
1 ASÍ me dijo Jehová: Anda y compra una botella de barro, obra de alfarero; y tomarás algunos de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes; 2 y saldrás al Valle del hijo de Hinom, que está a la entrada de la puerta del alfarero, y proclamarás allí las palabras que yo te diré. 3 Dirás pues: ¡Oíd el oráculo de Jehová, oh reyes de Judá, y vosotros los habitantes de Jerusalem! Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a traer un mal sobre este lugar, tal así que a cualquiera que lo oyere le retiñirán los oídos: 4 porque me han dejado, y me han enajenado este lugar, quemando incienso en él a otros dioses que ellos no conocieron, ni sus padres, ni los reyes de Judá: y han llenado este lugar de la sangre de hombres inocentes; 5 y han edificado altos a Baal, para quemar con fuego a sus mismos hijos como holocaustos a Baal; cosa que yo no mandé, ni dije, ni me pasó por el pensamiento. 6 Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que a este lugar no se le llamará más Tofet, ni Valle del hijo de Hinom, sino Valle de Matanza. 7 Y frustraré el consejo de Judá y de Jerusalem en este lugar; y a ellos mismos los haré caer a espada delante de sus enemigos, y por mano de los que buscan su vida: y daré sus cadáveres por pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 8 Y haré que sea esta ciudad objeto de asombro y de silbido; todo aquel que pasare junto a ella quedará asombrado y silbará, a causa de todas sus plagas. 9 Y haré que coman los padres la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada cual comerá la carne de su compañero, en la premura y en la estrechez con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan su vida. 10 Luego romperás la botella a vista de los hombres que van contigo; 11 y les dirás: Así dice Jehová de los Ejércitos: De esta manera voy a romper este pueblo y esta ciudad, así como se rompe una vasija de alfarero, que no puede volverse a componer; y enterrarán en Tofet hasta no haber lugar. 12 Así haré con este lugar, dice Jehová, y con sus habitantes; es decir, haciendo que sea esta ciudad como Tofet: 13 también las casas de Jerusalem y las casas de los reyes de Judá, que están contaminadas, serán como el lugar de Tofet; todas las casas sobre cuyos terrados han quemado incienso a todo el ejército del cielo, y derramado libaciones a otros dioses. 14 Entonces volvióse Jeremías de Tofet, adonde le había enviado Jehová a profetizar; y se puso de pie en el atrio de la Casa de Jehová, y dijo a todo el pueblo: 15 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: ¡He aquí que voy a traer sobre esta ciudad y sobre todas las ciudades que dependen de ella, todo el mal que he pronunciado contra ellas; por cuanto han endurecido su cerviz, para no escuchar mis palabras!
Capítulo 20
1 Y PASUR, hijo del “sacerdote Imer, que era superintendente en jefe de la Casa de Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas cosas. 2 Entonces Pasur hirió al profeta Jeremías, y le puso en el cepo que había en la puerta superior de Benjamín, que estaba en la Casa de Jehová. 3 Pero sucedió que por la mañana Pasur sacó a Jeremías del cepo: y le dijo Jeremías: ¡Jehová no te llama más Pasur, sino Magor- missabib! 4 Porque así dice Jehová: He aquí que voy a hacer que seas un terror a ti mismo y a todos tus amigos: los cuales caerán por la espada de sus enemigos, viéndolo tus mismos ojos; y a todo Judá entregaré en mano del rey de Babilonia, quien a unos los transportará a Babilonia, y a otros los pasará a cuchillo. 5 Y le entregaré todas las riquezas de esta ciudad, y todo el producto de sus labores, y todas sus cosas preciosas; asimismo entregaré todos los tesoros de los reyes de Judá en mano de sus enemigos, quienes los saquearán, y apoderándose de ellos, los llevarán a Babilonia. 6 Y tú, Pasur, y todos los que habitan en tu casa, iréis en cautiverio; y llegaréis a Babilonia; y allí morirás, allí serás enterrado, tú y todos tus amigos a quienes has profetizado mentiras. 7 ¡Oh Jehová tú me persuadiste, yo fuí persuadido! fuiste urgente conmigo, y prevaleciste; y yo he venido a ser un hazmerreír todos los días: ¡todos se burlan de mí! 8 Porque cuantas veces hablo, tengo que quejarme; clamo: ¡Violencia y robo! porque el oráculo de Jehová ha venido a serme un vituperio, una afrenta, todos los días. 9 Entonces dije para mí: ¡No haré mención de él, ni hablaré más en su nombre! pero su palabra fué en mi corazón como fuego consumidor, encerrado en mis huesos; me cansé pues de refrenarme; no pude callar. 10 Lo dije, porque oí la difamación de muchos, el terror andaba por todos lados, decían: ¡Decidnos algo contra él, y le denunciaremos! Todos mis amigos familiares están esperando mi caída. ¡Quizás, dicen, será engañado, y prevaleceremos contra él; y tomaremos nuestra venganza en él! 11 Pero Jehová está conmigo como un guerrero formidable; por tanto los que me persiguen tropezarán, y nada podrán; muy avergonzados serán, porque no saldrán con su empresa: les será una afrenta eterna que nunca será olvidada. 12 Y tú, oh Jehová de los Ejércitos, que pruebas al justo, tú que miras los íntimos pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza en ellos; porque te he expuesto a ti mi causa. 13 ¡Cantad Jehová! ¡alabad a Jehová! porque ha librado el alma del menesteroso de mano de los malhechores. 14 ¡Maldito el día en que yo nací! ¡no sea bendecido el día en que mi madre me dio a luz! 15 ¡Maldito el hombre que trajo las nuevas a mi padre, diciendo: nacido te ha un hijo varón; colmándole así de alegría! 16 ¡Sea pues aquel hombre como las ciudades que destruyó Jehová sin mudar de propósito! ¡oiga un clamor por la mañana, y alarma de guerra al tiempo del mediodía; 17 por cuanto no me hiciera Dios morir desde el nacimiento, o que mi madre no fuera mi sepultura, y su seno una eterna preñez! 18 ¿Por qué salí del seno para ver aflicción y dolor, y para que mis días sean consumidos en vergüenza?
Capítulo 21
1 LA revelación que tuvo Jeremías de parte de Jehová, cuando el rey Sedequías envió a Pasur hijo de Malaquías, y a Sofonías hijo del sacerdote Maasías, a él, diciendo: 2 Ruégote inquieras de Jehová por nosotros; porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros: puede ser que Jehová haga con nosotros según todas sus obras maravillosas, para que aquel se retire de nosotros. 3 A lo cual Jeremías les respondió: Dé esta manera diréis a Sedequías: 4 Así dice Jehová, el Dios de Israel: He aquí que volveré atrás las armas de guerra que están en vuestras manos, con que peleáis contra el rey de Babilonia y los Caldeos, los cuales os tienen cercados por fuera del muro; y a ellos los reuniré en medio de esta ciudad. 5 Y yo mismo pelearé contra vosotros con mano extendida, y con brazo fuerte, y con ira, y con ardiente indignación y con grande enojo. 6 Y heriré a los habitantes de esta ciudad: así hombres como bestias morirán de pestilencia grande. 7 Y después de esto, dice Jehová, entregaré a Sedequías rey de Judá, y a sus siervos y al pueblo, (es decir, a los que en esta ciudad fueren dejados de la peste y de la espada y del hambre), en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los demás enemigos de ellos, y en mano de los que buscan su vida; y él los herirá a filo de espada: no los perdonará, ni tendrá piedad, ni usará de compasión.
8 Y a este pueblo le dirás: Así dice Jehová: He aquí que pongo delante de vosotros el camino de vida y el camino de muerte. 9 Aquel que permaneciere en esta ciudad morirá a espada, y de hambre y de peste: mas el que saliere y se pasare a los Caldeos que os tienen cercados, vivirá, y su vida le será como un despojo arrebatado. 10 Porque he puesto mi rostro hacia esta ciudad para mal y no para bien, dice Jehová: será entregada en mano del rey de Babilonia, el cual la quemará a fuego.
11 Y en cuanto a la casa del rey de Judá, oíd el oráculo de Jehová: 12 ¡Oh casa de David, así dice Jehová! ¡Administrad la justicia prestamente, y librad al robado de mano del opresor, no sea que salga mi indignación como fuego, y arda de modo que no haya quien la apague, a causa de la maldad de vuestros hechos! 13 He aquí que estoy contra ti, oh habitadora del valle; y de la peña de la mesa, dice Jehová: vosotros, que decís: ¿Quién descenderá contra nosotros? ¿o quién podrá entrar en nuestras moradas? 14 Y os castigaré según el fruto de vuestros hechos, dice Jehová: pues encenderé un fuego en su bosque, que todo lo devorará al rededor de ella.
Capítulo 22
1 ASÍ me dijo Jehová: Desciende a la casa del rey de Judá, y di allí esta palabra; 2 dirás pues: Oye el oráculo de Jehová, oh rey de Judá; que te sientas sobre el trono de David, tú, y tus siervos, y tu pueblo que entra por estas puertas. 3 Así dice Jehová: Haced lo recto y lo justo, y librad al robado de mano del opresor: también al extranjero, al huérfano y a la viuda no los maltratéis, ni les hagáis violencia; ni derraméis la sangre inocente en este lugar. 4 Porque si a la verdad hiciereis esto, entonces entrarán por las puertas de esta Casa reyes que se sienten sobre el trono de David, y que monten en carros de guerra y en caballos; tanto el rey como sus siervos y su pueblo. 5 Mas si no quisiereis escuchar estas palabras, entonces por mí mismo juro, dice Jehová, que esta Casa vendrá a ser una desolación. 6 Porque así dice Jehová acerca de la casa del rey de Judá: Tú me eres como Galaad, o la cima del Líbano; mas ciertamente te pondré como un desierto, como ciudades no habitadas. 7 Destino contra ti asoladores, cada uno con sus armas; los cuales cortarán tus cedros escogidos, y los echarán al fuego. 8 Y pasarán muchas naciones junto a esta ciudad, y dirán cada cual a su compañero: ¿Por qué ha hecho Jehová así a esta gran ciudad? 9 Y se les responderá: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová su Dios, y adoraron a otros dioses y les sirvieron. 10 ¡No lloréis al muerto, ni hagáis lamentación por él! ¡llorad sí amargamente al que se ha ido en cautiverio; porque no volverá más, ni verá su tierra natal! 11 Porque así dice Jehová respecto de Sallum hijo de Josías, rey de Judá, el que reinó en lugar de su padre Josías, el cual ha salido de este lugar: No volverá más aquí; 12 sino que en el lugar a donde le han llevado cautivo, allí morirá, y no volverá a ver esta tierra. 13 ¡Ay de aquel que edifica su casa con injusticia, y sus salones sin equidad; que exige el servicio de su prójimo de balde, y no le da la paga de su trabajo; 14 que dice: edificaré para mí una casa grande, y espaciosos salones; el cual engrandece las ventanas de ella, y le pone artesonados de cedro, y la pinta de bermellón! 15 ¿Acaso tú has de reinar porque rivalizas a tus antepasados en cedro? ¿No comió y bebió tu padre? mas hizo lo recto y justo: por eso le fué bien. 16 Mantuvo la causa del pobre y del desvalido; por eso le fué bien. ¿No fué esto conocerme a mí? dice Jehová. 17 Empero tus ojos y tu corazón están puestos solamente en tu ganancia injusta, y en la sangre inocente, para derramarla, y en la opresión y en la violencia, para practicarlas. 18 Por tanto, así dice Jehová respecto de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá: No le endecharán, como los que dicen: ¡Ay, hermano mío! o, ¡Ay, hermana mía! No le endecharán, diciendo: ¡Ay, señor mío! o, ¡Ay, la gloria suya! 19 ¡Con entierro de asno será enterrado, sacado arrastrando, y arrojado fuera de las puertas de Jerusalem! 20 ¡Sube, oh Jerusalem al Líbano y clama! ¡resuene tu voz en Basán, clama desde Abarim; porque todos tus amantes están destruídos! 21 Yo te hablé en tu prosperidad, mas tú dijiste: ¡No escucharé! Este ha sido tu proceder desde tu mocedad; no has escuchado mi voz. 22 El viento de mi ira acabará con todos tus pastores, y tus amantes irán en cautiverio. Cierto que entonces te avergonzarás, y te llenarás de confusión a causa de todos tus pecados. 23 ¡Oh habitadora del Líbano, que haces tu nido entre los cedros, cuán lastimosa serás cuando te acometan angustias, dolores, como a mujer que da a luz! 24 ¡Vivo yo! dice Jehová; aunque fuera Conías hijo de Joaquim, rey de Judá, el anillo de sellar sobre mi mano derecha, de allí te arrancaría: 25 y te entregaré en mano de los que buscan tu vida, y en mano de aquellos que tú temes; es decir, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los Caldeos. 26 Y te arrojaré a ti, y a tu madre que te dió a luz, a otra tierra, donde no nacisteis, y allí moriréis. 27 Mas a la tierra adonde su alma anhela volver, ellos no volverán. 28 Dirán las gentes: ¿Es este hombre Conías una vasija de barro despreciada y quebrada? ¿es algún mueble que nadie tiene en estima? ¿por qué pues son arrojados de aquí él y su linaje, echados a una tierra que no conocen? 29 ¡Oh tierra, tierra, tierra, oye el oráculo de Jehová! 30 Así dice Jehová: Escribid a este hombre como sin hijos, hombre que no prosperará en todos sus días; porque ningún hombre de su linaje prosperará de modo que se siente sobre el trono de David, y gobierne más en Judá.
Capítulo 23
1 ¡AY de los pastores que pierden y que dispersan las ovejas de mi dehesa! dice Jehová. 2 Por tanto, así dice Jehová, el Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mis ovejas, y las habéis echado fuera, y no las habéis cuidado. He aquí que yo os castigaré por la maldad de vuestros hechos, dice Jehová. 3 Yo mismo recogeré el resto de mi rebaño de todos los países a donde las he echado, y las haré volver a sus rediles; y serán fecundas y se aumentarán. 4 Y pondré sobre ellas pastores que les apacienten; y no temerán más, ni serán amedrentadas, ni se echará de menos ninguna de ellas, dice Jehová. 5 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré para David un Vástago justo, el cual reinará como rey, y prosperará; y ejecutará juicio y justicia en la tierra. 6 En sus días Judá será salvo, e Israel habitará seguro; y éste es su nombre con el cual será apellidado: JEHOVA, JUSTICIA NUESTRA. 7 Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en los que ya no dirán: ¡Vive Jehová que hizo subir a Israel de la tierra de Egipto! 8 sino, ¡Vive Jehová que hizo subir y que trajo el linaje de la casa de Israel de la tierra del Norte, y de todos los países adonde los había yo echado; para que habiten en su propia tierra! 9 Acerca de los profetas. Quebrantado está mi corazón dentro de mí, y se estremecen todos mis huesos; he venido a ser como un ebrio, como un hombre vencido del vino; a causa de Jehová, y a causa de sus santas palabras. 10 Porque la tierra está atestada de adúlteros, y porque a causa de juramentos falsos se enluta la tierra: están secados los pastos del desierto; puesto que la carrera de estas gentes es hacia el mal, y su valentía consiste en hacer lo que no es recto. 11 Porque tanto el profeta como el sacerdote son unos impíos, y aun en mi Casa he hallado su maldad, dice Jehová. 12 Por tanto su camino les vendrá a ser como deslizaderos en densas tinieblas; ellos serán empujados, de modo que caigan en él: porque traeré sobre ellos el mal en el año de su visitación, dice Jehová. 13 También en los profetas de Samaria he visto locura; profetizaron por Baal, e hicieron errar a mi pueblo Israel. 14 Asimismo en los profetas de Jerusalem he visto cosa horrible: cometen adulterio, y andan en la mentira, y esfuerzan las manos de los malhechores para que ninguno se vuelva de su maldad: todos ellos se me han hecho como Sodoma, y los habitantes de esta tierra como Gomorra. 15 Por tanto, así dice Jehová de los Ejércitos acerca de los profetas: He aquí que yo les haré comer ajenjo, y les haré beber agua de hiel; porque desde los profetas de Jerusalem ha salido la impiedad por toda la tierra. 16 Así dice Jehová de los Ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan: ellos os enseñan vanidad, una visión sacada de su mismo corazón es lo que hablan; no procede de boca de Jehová. 17 Dicen de continuo a los que me desprecian: ¡Jehová ha dicho: Tendréis paz! y a cada uno que anda en la dureza de su corazón le dicen: ¡Ningún mal vendrá sobre vosotros! 18 Pues ¿cuál de ellos ha estado en la privanza de Jehová, para que viese y oyese su palabra? ¿Quién en efecto ha escuchado su palabra y la ha oído? 19 He aquí que el torbellino de Jehová ya ha salido furiosamente, sí, un torbellino arrebatador: caerá con violencia sobre la cabeza del inicuo. 20 No tornará la ira de Jehová, hasta que haya cumplido y hasta que haya efectuado los propósitos de su corazón: en los tiempos venideros entenderéis esto perfectamente. 21 Yo no envié a los tales profetas, y sin embargo corrieron; no les hablé, y sin embargo profetizaron. 22 Mas si ellos hubieran estado en mi privanza, habrían hecho que mi pueblo oyese mis palabras, y los hubieran hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras. 23 ¿Acaso soy yo Dios tan sólo de cerca? dice Jehová: 24 ¿Podrá alguien ocultarse en escondrijos tales que no le vea yo? dice Jehová: ¿no lleno yo los cielos y la tierra? dice Jehová. 25 Yo he oído lo que dicen los profetas, que profetizan mentiras en mi nombre, diciendo: ¡Soñé, soñé! 26 ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentiras; es decir, los que son profetas del engaño de su mismo corazón? 27 los cuales piensan hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, con sus sueños que cuentan unos a otros; como sus padres se olvidaron de mi nombre a causa de Baal. 28 El profeta que tuviere un sueño, cuéntelo como sueño; mas el que tuviere mi palabra, hable mi palabra con fidelidad. ¿Qué comparación hay entre el trigo y la paja? dice Jehová. 29 ¿No es mi palabra como el fuego, dice Jehová, y como el martillo que hace pedazos la roca? 30 Por tanto, he aquí que estoy yo contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras supuestas cada cual a su prójimo. 31 He aquí que estoy contra los profetas, dice Jehová, que se valen de sus lenguas para proferir oráculos. 32 He aquí que estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, dice Jehová, y los cuentan para extraviar a mi pueblo, con sus mentiras y con sus vanas jactancias; y yo no los envié, ni les he dado encargo; y de nada absolutamente aprovecharán a este pueblo, dice Jehová. 33 Y cuando te preguntare este pueblo, o el profeta, o el sacerdote, diciendo maliciosamente: ¿Cuál es la carga que viene de Jehová? entonces les dirás lo que es la carga; a saber: Yo os desecharé, dice Jehová. 34 Y en cuanto al profeta, o al sacerdote; o al pueblo, que dijere: ¡Carga de Jehová! yo castigaré al tal hombre y a su casa. 35 Así habéis de decir cada uno a su prójimo, y cada cual a su hermano: ¿Qué responde Jehová? o ¿Qué ha dicho Jehová? 36 Mas, ¡Carga de Jehová! no lo habéis de mentar más; que de otra manera la carga de cada cual será su misma palabra afrentosa; porque habéis pervertido las palabras del Dios vivo, Jehová de los Ejércitos, el Dios nuestro. 37 Así pues dirás al profeta: ¿Qué responde Jehová? o ¿Qué ha dicho Jehová? 38 Pero si persistiereis en decir: ¡Carga de Jehová! entonces, así dice Jehová: Por lo mismo que decís esta palabra, ¡Carga de Jehová! aun cuando yo he enviado a deciros: No digáis: ¡Carga de Jehová! 39 por tanto he aquí que los olvidaré del todo, y os desecharé, juntamente con la ciudad que dí a vosotros y a vuestros padres; 40 y traeré sobre vosotros afrenta perpetua y baldón eterno, que nunca será olvidado.
Capítulo 24
1 JEHOVÁ me hizo ver una visión: y he aquí que había dos canastos de higos puestos delante del Templo de Jehová, después que Nabucodonosor rey de Babilonia hubo deportado a Jeconías hijo de Joaquim, rey de Judá, y a los príncipes de Judá, con los artesanos y los herreros, desde Jerusalem, y los hubo llevado a Babilonia. 2 Uno de los canastos tenía higos sumamente buenos, como los higos de la primera cosecha; mas el otro canasto tenía higos sumamente malos, tanto que no se podían comer de tan malos que eran.
3 Y Jehová me dijo: ¿Qué ves, Jeremías? Y respondí: Higos; higos buenos, sumamente buenos; e higos malos, sumamente malos, tanto que no se pueden comer de tan malos que son.
4 Entonces tuve revelación de Jehová, que decía: 5 Así dice Jehová, el Dios de Israel; A semejanza de estos higos buenos, así reconoceré yo a los del cautiverio de Judá, a quienes he enviado desde este lugar a la tierra de los Caldeos, para bien suyo; 6 pues pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los haré volver a esta tierra, y los edificaré y no los derribaré; y los plantaré y no los desarraigaré. 7 Y les daré corazón que me conozca, que yo soy Jehová; y ellos serán mi pueblo, y yo seré el Dios de ellos; pues que se volverán a mí de todo corazón. 8 Mas a semejanza de los higos malos que no pueden ser comidos, de tan malos que son, Jehová dice ciertamente así: En igual caso pondré yo a Sedequías rey de Judá, y a sus príncipes y al residuo de Jerusalem, que quedan aún en esta tierra, y los que habitan en la tierra de Egipto; 9 y los entregaré al maltratamiento y a la desventura entre todos los reinos de la tierra; para ser un vituperio y un proverbio, un ludibrio y una execración en todos los lugares adonde los voy a arrojar. 10 Y enviaré entre ellos la espada y el hambre y la peste hasta que sean consumidos de sobre la tierra que les dí a ellos y a sus padres.
Capítulo 25
1 EL oráculo que tuvo Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, en el año cuarto de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá, que fué el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia: 2 oráculo que habló Jeremías el profeta a todo el pueblo de Judá, y a todos los habitantes de Jerusalem, diciendo:
3 Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, por veinte y tres años, he tenido revelación de Jehová, y os he hablado, madrugando y hablando; mas no habéis escuchado. 4 Y Jehová os ha enviado todos sus siervos los profetas, madrugando y enviando, (aunque no habéis escuchado, ni siquiera habéis inclinado vuestros oídos para escuchar), 5 diciendo: Ruégoos os volváis cada cual de su mal camino y de la maldad de vuestras obras; y habitaréis en la tierra que os dió Jehová a vosotros y a vuestros padres desde la eternidad y hasta la eternidad; 6 y no andéis tras otros dioses para servirles y para adorarlos, y no me provoquéis a ira con las obras de vuestras manos; y yo no os haré mal alguno. 7 Pero vosotros no me habéis escuchado, dice Jehová; a fin de provocarme a ira con las obras de vuestras manos, para vuestro propio daño. 8 Por tanto, así dice Jehová de los Ejércitos: Por cuanto no habéis escuchado mis palabras, 9 he aquí que enviaré y tomaré a todas las familias del Norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, siervo mío, y los traeré contra este país y contra todos sus habitantes, y contra todas las naciones de al derredor; a las que destruiré del todo, y las convertiré en asombro y en silbido y en desolaciones perpetuas. 10 Y haré que perezca de entre ellas la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el sonido del molino y la luz de la lámpara. 11 También toda esta tierra será una desolación y un asombro; y estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años.
12 Y acontecerá que cuando fueren concluídos los setenta años, visitaré sobre el rey de Babilonia y sobre aquella nación la iniquidad de ellos, dice Jehová; y sobre la tierra de los Caldeos: y la convertiré en desolaciones perpetuas. 13 Y traeré sobre aquella nación todas mis palabras que he pronunciado contra ella, es decir, todas las escritas en este libro, que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones. 14 Porque a ellas, sí a ellas mismas, grandes naciones y poderosos reyes las reducirán a servidumbre; y así les recompensaré conforme a sus hechos y según las obras de sus manos.
15 Porque así me dice Jehová, el Dios de Israel: Toma de mi mano esta copa del vino de mi ardiente indignación, y haz que beban de ella todas las naciones a quienes yo te envío: 16 las cuales beberán, y tambalearán, y se enloquecerán, a causa de la espada que envío entre ellas. 17 Yo tomé pues la copa de mano de Jehová, y la hice beber a todas las naciones a quienes Jehová me había enviado; 18 a saber, a Jerusalem, y a las ciudades de Judá, y a los reyes de él y a sus príncipes, para hacerlos una desolación, y un asombro, y un silbido, y una execración; (como hoy se ve); 19 a Faraón, rey de Egipto y a sus siervos y a sus príncipes y a todo su pueblo; 20 y a toda la gente mixta, y a todos los reyes de la tierra de Uz; y a todos los reyes de la tierra de los Filisteos, a saber, de Ascalón, y de Gaza, y de Ekrón, y de lo que resta de Asdod; 21 a Edom, y a Moab, y a los hijos de Ammón; 22 y a todos los reyes de Tiro, y a todos los reyes de Sidón, y a los reyes de las tierras que están más allá del mar; 23 a Dedán y a Tema, y a Buz, con todos los que cortan los bordes de su cabello; 24 y a todos los reyes de Arabia, y a todos los reyes de la gente mixta que habita en el desierto; 25 y a todos los reyes de Zimri, y a todos los reyes de Elam, y a todos los reyes de los Medos: 26 y a todos los reyes del Norte, cercanos y lejanos, unos con otros: en fin, a todos los reyes del mundo que están sobre la faz de la tierra: y el rey de Sesac beberá después de ellos. 27 Y tú les dirás: Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: ¡Bebed, y emborrachaos, y vomitad, y caed, y no os volváis a levantar, a causa de la espada que yo envío entre vosotros! 28 Y será que si se negaren a tomar la copa de tu mano para beberla, les dirás: Así dice Jehová de los Ejércitos: Indispensablemente la beberéis. 29 Pues he aquí que por la ciudad que es llamada de mi nombre yo comienzo a traer el mal, ¿y vosotros por ventura habéis de pasar absolutamente sin castigo? No pasaréis sin castigo; porque yo llamo la espada contra todos los habitantes de la tierra, dice Jehová de los Ejércitos. 30 Tú pues profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás: Jehová, desde lo alto, rugirá, y desde la morada de su santidad hará resonar su voz; rugirá poderosamente contra el lugar de su habitación; alzará el grito, como los que pisan el lagar, contra todos los habitadores de la tierra. 31 Alcanzará el estrépito hasta los fines de la tierra: porque Jehová tiene una contienda con las naciones: entra en juicio con toda carne: y en cuanto a los inicuos, los entregará a la espada, dice Jehová. 32 Así dice Jehová de los Ejércitos: He aquí que la calamidad irá de nación en nación, y una gran tempestad se despertará desde las partes más lejanas de la tierra. 33 Y los muertos por Jehová en aquel día estarán tendidos de cabo a cabo de la tierra: no serán llorados, ni recogidos, ni enterrados, sino que serán como estiércol sobre la haz del campo. 34 ¡Aullad, oh pastores, y clamad; y revolcaos en ceniza, oh mayorales del rebaño! porque cumplidos son los días determinados para vuestro degüello; y os dispersaré, y caeréis como un vaso precioso. 35 Y los pastores no tendrán a donde huír, ni los mayorales del rebaño a donde escapar. 36 ¡Escuchad la voz del clamor de los pastores, y el aullido de los mayorales del rebaño; porque Jehová ha asolado su dehesa! 37 y los pastos apacibles están reducidos a silencio, a causa del ardor de la ira de Jehová. 38 ¡Él ha dejado su Tabernáculo, como el leoncillo su guarida: pues que la tierra de ellos ha venido a ser una desolación, a causa de la fiereza de la vengadora espada, y a causa del ardor de la ira de Jehová!
Capítulo 26
1 EN el principio del reinado de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá, hubo este oráculo de parte de Jehová, que decía: 2 Así dice Jehová: Ponte en pie en el atrio de la Casa de Jehová, y habla a los de todas las ciudades de Judá, que vienen a adorar en la Casa de Jehová, todas las palabras que yo te mando decirles; no disminuyas palabra de ello. 3 Puede ser que escuchen y se vuelvan cada cual de su mal camino, para que yo también me arrepienta del mal que pienso hacerles, a causa de la maldad de sus obras. 4 Les dirás pues: Así dice Jehová: Si no me escuchareis para andar en mi ley que yo he puesto delante de vosotros, 5 y para escuchar las palabras de mis siervos los profetas, que yo os he enviado, madrugando y enviando (aunque no escuchasteis), 6 entonces yo pondré esta Casa como Silo, y haré que sea esta Casa una execración para todas las naciones de la tierra.
7 Y escuchaban los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo a Jeremías mientras hablaba estas palabras en la Casa de Jehová. 8 Y aconteció que como acabase Jeremías de hablar todo lo que Jehová le había mandado decir a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo, diciendo: ¡Morirás sin remedio! 9 ¿Por qué has profetizado en el nombre de Jehová, diciendo: Esta Casa será hecha como Silo, y esta ciudad será desolada de modo que no haya quien la habite? Y congregóse todo el pueblo contra Jeremías en la Casa de Jehová.
10 Y cuando los príncipes de Judá oyeron estas cosas, subieron de la casa del rey a la Casa de Jehová, y se sentaron a la entrada de la puerta Nueva de la Casa de Jehová. 11 Entonces los sacerdotes y los profetas hablaron a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: ¡Este hombre es digno de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, conforme a lo que habéis oído con vuestros mismos oídos! 12 Entonces habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me ha enviado para profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad todas las palabras que habéis oído. 13 Ahora pues enmendad vuestros caminos y vuestras obras, y escuchad la voz de Jehová vuestro Dios, para que se arrepienta Jehová del mal que ha pronunciado contra vosotros. 14 Mas en cuanto a mí, he aquí que estoy en vuestra mano; haced de mí lo que sea bueno y recto a vuestros ojos. 15 Sabed empero con toda seguridad que si me hiciereis morir, traeréis la sangre inocente sobre vosotros, y sobre esta ciudad, y sobre sus habitantes; porque en verdad Jehová me ha enviado a vosotros para hablar en vuestros oídos todas estas palabras.
16 Entonces los príncipes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: Este hombre no es digno de muerte; puesto que nos ha hablado en el nombre de Jehová nuestro Dios. 17 Y ciertos hombres de los ancianos de la tierra se pusieron en pie y hablaron a toda la asamblea del pueblo, diciendo: 18 Miqueas morastita profetizaba en días de Ezequías rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así dice Jehová de los Ejércitos: Sión será arada como un campo, y Jerusalem vendrá a ser montones de escombros, y el monte de esta Casa, como altos cubiertos de bosque. 19 ¿Acaso Ezequías rey de Judá y todo Judá trataron siquiera de darle muerte? Al contrario ¿no temió el rey a Jehová, y suplicó el favor de Jehová, de modo que Jehová se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos? ¿Y nosotros por ventura hemos de hacer tan grande mal contra nosotros mismos? 20 Y hubo también un hombre que profetizaba en nombre de Jehová, Urías hijo de Semaya, de Kiryat-jearim; el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme a todas las palabras de Jeremías: 21 y cuando el rey Joaquim, y todos los hombres valerosos y todos los, príncipes oyeron sus palabras, el rey procuraba darle muerte; mas lo supo Urías, y tuvo temor, y huyó y se fué a Egipto. 22 Y el rey Joaquim envió hombres a Egipto, a saber, Elnatán hijo de Acbor, y ciertos hombres que fueron con él a Egipto; 23 los cuales sacaron a Urías de Egipto, y le trajeron al rey Joaquim; el cual le hirió a espada, y arrojó su cadáver a las sepulturas de la gente común. 24 Pero la mano de Ahicam hijo de Safán, era con Jeremías, para que no fuese entregado en mano del pueblo, para hacerle morir.
Capítulo 27
1 AL principio del reinado de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, tuvo Jeremías este oráculo de parte de Jehová, que decía: 2 Así me dice Jehová: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu misma cerviz; 3 luego los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Amón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los mensajeros que han venido a Jerusalem, a Sedequías rey de Judá; 4 y les darás un encargo a sus señores, diciendo: Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: De esta manera diréis a vuestros señores: 5 Yo he hecho la tierra, y los hombres y las bestias que están sobre la faz de la tierra, con mi gran poder y mi brazo extendido; y yo la doy a quien me parece conveniente. 6 Y ahora yo he dado todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, siervo mío; y también le he dado los animales del campo para que le sirvan. 7 Todas las naciones, pues, le han de servir a él, y a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que llegue el tiempo de su tierra también; entonces a ella la reducirán a servidumbre muchas naciones y grandes reyes. 8 Por lo mismo sucederá que la nación o el reino que no le sirviere, es decir, a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no sometiere su cerviz al yugo del rey de Babilonia, a esa nación la castigaré yo con espada y con hambre y con peste, hasta que la haya destruído por mano de él. 9 Por tanto no escuchéis a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros hechiceros, que os hablan, diciendo: ¡No tendréis que servir al rey de Babilonia! 10 porque os profetizan mentira; para haceros remover lejos de vuestra tierra, y para que yo os eche fuera, y para que perezcáis. 11 Pero la nación que sometiere su cerviz al yugo del rey de Babilonia y le sirviere, yo haré que permanezca en su propia tierra, dice Jehová, y la cultivará y habitará en ella.
12 Y hablé a Sedequías, rey de Judá, conforme a todas estas palabras, diciendo: ¡Someted vuestras cervices al yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y vivid! 13 ¿Por qué querréis morir, tú y tu pueblo, a espada y por hambre y por peste; según lo ha dicho Jehová, respecto de la nación que no quisiere servir al rey de Babilonia? 14 Y no escuchéis las palabras de los profetas que os hablan, diciendo: ¡No tendréis que servir al rey de Babilonia! pues que os profetizan mentira. 15 Porque no los he enviado yo, dice Jehová, sino que profetizan falsamente en mi nombre; para que yo os eche fuera y perezcáis, tanto vosotros como los profetas que os profetizan.
16 También hablé a los profetas y a todo este pueblo, diciendo: Así dice Jehová: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan, diciendo: ¡He aquí que los vasos de la Casa de Jehová ahora muy pronto volverán de Babilonia! porque ellos os profetizan mentira. 17 ¡No les escuchéis! ¡servid al rey de Babilonia, y vivid! ¿Por qué ha de ser hecha esta ciudad una desolación? 18 Mas si ellos son profetas, y si con ellos hay oráculo de Jehová, hagan intercesión ahora para con Jehová de los Ejércitos, a fin de que los vasos que quedan aún en la Casa de Jehová, y en la casa del rey de Judá, y en Jerusalem no vayan a Babilonia. 19 Porque así dice Jehová de los Ejércitos, respecto de las columnas, y respecto del mar de bronce, y respecto de las basas, y respecto del resto de los vasos que aun quedan en esta ciudad, 20 los cuales no tomó Nabucodonosor cuando deportó desde Jerusalem a Babilonia a Jeconías hijo de Joaquim, rey de Judá, con todos los nobles de Judá y de Jerusalem; 21 sí, porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, acerca de los vasos que quedan aún en la Casa de Jehová, y en la casa del rey de Judá, y en Jerusalem: 22 A Babilonia serán llevados, y allí se quedarán hasta el día que yo los visitare, dice Jehová; entonces los traeré, y los restauraré a este lugar.
Capítulo 28
1 Y ACONTECIÓ en el mismo año, al principio del reinado de Sedequías rey de Judá, es decir, en el año cuarto, en el mes quinto, que Hananías hijo de Azur, el profeta que era de Gabaón, me habló en la Casa de Jehová, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo: 2 Así habla Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, diciendo: ¡Yo rompo el yugo del rey de Babilonia! 3 Dentro de dos años cumplidos haré volver a este lugar todos los vasos de la Casa de Jehová que Nabucodonosor rey de Babilonia quitó de este lugar, y los llevó a Babilonia. 4 También haré volver a este lugar a Jeconías hijo de Joaquim, rey de Judá, y a todos los cautivos de Judá que se han ido a Babilonia, dice Jehová; porque yo romperé el yugo del rey de Babilonia.
5 Entonces habló el profeta Jeremías a Hananías profeta, en presencia de los sacerdotes y en presencia de todo el pueblo que estaba en la Casa de Jehová; 6 y le dijo el profeta Jeremías: ¡Amén! ¡hágalo así Jehová! ¡Cumpla Jehová tus palabras que has profetizado, haciendo que los vasos de la Casa de Jehová y todos los cautivos vuelvan de Babilonia a este lugar! 7 Esto no obstante, ruégote escuches esta palabra que voy a decir a tus oídos, y a oídos de todo el pueblo. 8 Los profetas que ha habido antes de mí y antes de ti, de tiempos antiguos, profetizaron contra muchos países y contra grandes reinos, respecto de guerra y de calamidad y de peste. 9 El profeta que ahora profetiza de paz, al cumplirse la palabra del profeta será conocido el tal profeta como uno a quien Jehová ha enviado en verdad.
10 Entonces Hananías profeta tomó el yugo de sobre la cerviz del profeta Jeremías, y lo rompió. 11 Y habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: Esto dice Jehová: ¡Asimismo, dentro de dos años cumplidos, romperé el yugo de Nabucodonosor rey de Babilonia, de sobre la cerviz de todas las naciones! Y el profeta Jeremías se fué por su camino.
12 Y tuvo Jeremías revelación de Jehová, después que Hananías hubo roto el yugo de sobre la cerviz del profeta Jeremías, que decía: 13 Vé y habla a Hananías, diciendo: Así dice Jehová: ¡Yugos de madera has roto, pero has hecho en lugar de ellos yugos de hierro! 14 Porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre la cerviz de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia; y ellas le habrán de servir: y le he dado también los animales del campo.
15 Entonces el profeta Jeremías dijo a Hananías profeta: ¡Ruégote escuches, oh Hananías! Jehová no te ha enviado, sino que tú haces que este pueblo confíe en la mentira. 16 Por tanto, así dice Jehová: He aquí que yo te voy a enviar de sobre la faz de la tierra; en este año morirás, por cuanto has proferido palabras de rebelión contra Jehová. 17 En efecto, murió Hananías profeta en aquel mismo año, en el mes séptimo.
Capítulo 29
1 Y ESTAS son las palabras de la carta que envió el profeta Jeremías desde Jerusalem al residuo de los ancianos de los del cautiverio, y a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había deportado desde Jerusalem a Babilonia; 2 (después que hubieron salido de Jerusalem Jeconías el rey, y la reina madre, y los eunucos, y los príncipes de Judá y de Jerusalem, con los artesanos y los herreros); 3 carta que envió por mano de Elasa hijo de Safán, y de Gemarías hijo de Helcías (a quienes Sedequías rey de Judá, envió a Babilonia, a Nabucodonosor rey de Babilonia,) diciendo: 4 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, a todos los cautivos a quienes he hecho deportar de Jerusalem a Babilonia: 5 Edificad casas y habitad en ellas; y plantad huertos, y comed el fruto de ellos; 6 tomad mujeres y engendrad hijos e hijas; y tomad mujeres para vuestros hijos, y dad vuestras hijas a maridos, para que críen hijos e hijas; y multiplicaos allá y no os dejéis disminuir. 7 Y procurad la paz de la ciudad adonde os he hecho llevar cautivos, y rogad por ella a Jehová; porque en la paz de ella tendréis vosotros paz. 8 Porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: No dejéis que os engañen vuestros profetas que están en medio de vosotros, ni vuestros adivinos; y no deis oídos a los sueños, que vosotros mismos hacéis soñar; 9 porque los profetas os profetizan mentirosamente en mi nombre; yo no los he enviado, dice Jehová. 10 Porque así dice Jehová: Cuando se hayan cumplido setenta años para con Babilonia, yo os visitaré, y cumpliré para con vosotros mi buena promesa de haceros volver a este lugar. 11 Porque yo conozco los pensamientos que pienso respecto de vosotros, dice Jehová; pensamientos de paz, y no de mal, para daros una feliz postrimería, y una esperanza buena. 12 Entonces me invocaréis, y partiréis en paz; oraréis también a mí, y yo os escucharé. 13 Pues me buscaréis y me hallaréis cuando me buscareis de todo vuestro corazón. 14 Sí, yo seré hallado de vosotros, dice Jehová: y haré tornar vuestro cautiverio, y os congregaré de todas las naciones, y de todos los lugares adonde os había arrojado, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os había desterrado.
15 Por cuanto decís: Jehová ha levantado para nosotros profetas en Babilonia; 16 sabed que así dice Jehová respecto del rey que se sienta sobre el trono de David, y respecto de todo el pueblo que habita en esta ciudad, es decir, vuestros hermanos que no fueron deportados juntamente con vosotros; 17 así dice Jehová de los Ejércitos: He aquí que voy a enviar entre ellos la espada y el hambre y la peste; y los haré semejantes a higos detestables que no se pueden comer de tan malos que son. 18 Y los perseguiré con la espada y con el hambre y con la peste, y los entregaré al maltratamiento entre todos los reinos de la tierra; para que sean una execración, y un asombro, y un silbido y un vituperio entre todas las naciones adonde los habré echado; 19 por lo mismo que no escuchan mis palabras, dice Jehová, que yo les envié por medio de mis siervos los profetas, madrugando y enviando; mas vosotros no quisisteis oír, dice Jehová.
20 Por tanto oíd vosotros el oráculo de Jehová, todos los del cautiverio, a quienes yo he enviado de Jerusalem a Babilonia: 21 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colaya, y de Sedequías hijo de Maasías, que os profetizan mentira en mi nombre: He aquí que los entregaré en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, el cual los matará delante de vuestros ojos: 22 y de ellos se derivará una execración para todos los cautivos de Judá que están en Babilonia, diciendo: ¡Hágate Jehová como a Sedequías y como a Acab, a quienes asó a fuego el rey de Babilonia! 23 por lo mismo que practican la villanía en Israel, y cometen adulterio con las mujeres de sus prójimos, y hablan en mi nombre palabras mentirosas; cosas que yo no les mandé decir; pues soy yo el sabedor de esto y el testigo, dice Jehová.
24 Y respecto de Semaya nehelamita, hablarás, diciendo: 25 Así habla Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, diciendo: Por cuanto tú has enviado cartas en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalem, y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías y a todos los sacerdotes, diciendo: 26 Jehová te ha constituído a ti sumo sacerdote en lugar del sacerdote Joiada; a fin de que haya superintendentes de la Casa de Jehová que estén alerta respecto de todo loco que se haga pasar por profeta, para que tú le pongas en el cepo y en el collar. 27 Ahora pues, ¿por qué no has reprendido a Jeremías de Anatot, que hace de profeta para vosotros? 28 porque ha enviado a nosotros que estamos en Babilonia, diciendo: El cautiverio será largo; edificad casas y habitad en ellas; y plantad huertas y comed el fruto de ellas. 29 Y el sacerdote Sofonías leyó esta carta a oídos del profeta, Jeremías. 30 Entonces Jeremías tuvo revelación de Jehová, que decía: 31 Envía a todos los del cautiverio, diciendo: Así dice Jehová acerca de Semaya nehelamita: Por cuanto os ha profetizado Semaya sin que yo le enviase, y os ha hecho confiar en una mentira; 32 por tanto, así dice Jehová: He aquí que yo castigaré a Semaya nehelamita y a su linaje; no tendrá él hombre que habite en medio de este pueblo: y no verá el bien que voy a hacer a mi pueblo, dice Jehová; porque ha proferido palabras de rebelión contra Jehová.
Capítulo 30
1 ORÁCULO que tuvo Jeremías de parte de Jehová, que decía: 2 Así habla Jehová, el Dios de Israel, diciendo: Escribe para ti en un libro todas las palabras que te he hablado. 3 Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré tornar el cautiverio de mi pueblo Israel y Judá, dice Jehová; y los haré volver a la tierra que dí a sus padres, y ellos la poseerán.
4 Y estas son las palabras de Jehová respecto de Israel y de Judá; 5 porque así dice Jehová: Hemos oído el ruido de un terror pánico; hay alarma, y no paz alguna. 6 Preguntad, si queréis, y ved si el varón da a luz hijos: ¿por qué causa pues veo a todo hombre con las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto? ¿y por qué se han vuelto pálidos todos los rostros? 7 ¡Ay! ¡porque grande es aquel día, de modo que ninguno lo iguale! y es el tiempo de la apretura de Jacob; mas él será librado de ella. 8 Y sucederá en aquel día, dice Jehová de los Ejércitos, que haré pedazos el yugo del enemigo de sobre tu cerviz, y romperé tus coyundas: y a mi pueblo los extraños no le reducirán más a servidumbre: 9 sino que servirán a Jehová su Dios, y a David su rey, a quien yo voy a levantar para ellos. 10 ¡No temas tú pues, oh siervo mío Jacob! dice Jehová, ni te amedrentes, ¡oh Israel! pues he aquí que yo te salvaré, trayéndote de lejanos países, y a tu descendencia, de la tierra de su cautiverio; Jacob pues volverá, y estará quieto y tranquilo, y no habrá quien le espante. 11 Porque contigo estoy yo, dice Jehová, para salvarte; pues exterminaré todas las naciones en donde te he dispersado, mas no te exterminaré a ti; sin embargo, te corregiré con moderación, y no te dejaré absolutamente sin castigo. 12 Porqué así dice Jehová: Tu llaga, oh pueblo mío, es mortal, y maligna es tu herida. 13 No hay quien tome tu parte para vendar tu herida; no hay medicamentos sanativos para ti. 14 Todos tus amantes te han olvidado, no se curan ya de ti; porque con golpe de enemigo te he herido, con el castigo de adversario cruel; a causa de la grandeza de tu iniquidad, y por haberse aumentado tus pecados. 15 ¿Por qué clamas a causa de tu llaga? tu dolor es sin remedio. A causa de la grandeza de tu iniquidad, y por haberse aumentado tus pecados, te he hecho estas cosas. 16 Por tanto todos los que te devoran serán devorados, y todos tus adversarios, si, todos ellos irán en cautiverio; y todos los que te despojan serán despojados, y todos los que te saquean serán saqueados. 17 Porque haré curar tus llagas y sanaré tus heridas, dice Jehová; por cuanto te han llamado la Desechada; diciendo: ¡Esta es Sión, de quien nadie se cura ya! 18 Así dice Jehová: He aquí que yo volveré a traer los cautivos de las tiendas de Jacob, y tendré compasión de sus moradas; y será reedificada la ciudad sobre su montón de escombros, y el palacio será habitado a la manera antigua. 19 Y de allí procederán acciones de gracias, y la voz de los que hacen alegrías: y yo los multiplicaré, y no serán pocos; y yo los honraré, y no serán despreciados. 20 Y sus hijos estarán como en el antiguo tiempo; y su congregación quedará estable delante de mí: y castigaré a todos sus opresores. 21 Y su Príncipe será uno de ellos mismos, y su Gobernador procederá de en medio de ellos: y yo le haré acercar, y él se llegará a mí; porque ¿quién es aquel que ha tenido osadía para llegarse a mí? dice Jehová. 22 Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. 23 He aquí que el torbellino de Jehová ya ha salido furiosamente, torbellino arrebatador; caerá con violencia sobre la cabeza del inicuo. 24 No tornará el ardor de la ira de Jehová hasta que haya cumplido y hasta que haya establecido los propósitos de su corazón: en los tiempos venideros entenderéis esto.
Capítulo 31
1 EN aquel tiempo, dice Jehová, yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo. 2 Así dice Jehová: El pueblo de los que escaparon, de la espada a hallado gracia en el desierto: iré a darle descanso, es decir, a Israel. 3 Desde lejos Jehová me apareció, y dijo: Con amor eterno te he amado, por tanto te he extendido mi misericordia. 4 Otra vez te edificaré, y tú serás edificada, ¡oh virgen de Israel! Otra vez adornarás tus panderos, y saldrás en las danzas de las que hacen alegrías. 5 Otra vez plantarás viñas sobre las montañas de Samaria; las plantarán los plantadores, y gozarán el fruto. 6 Porque habrá tiempo en que los atalayas sobre los montes de Samaria, clamen: ¡Levantaos, y subamos a Sión, a Jehová nuestro Dios! 7 Porque así dice Jehová: ¡Cantad con regocijo por causa de Jacob, y prorrumpid en gritos al frente de las naciones! ¡publicad la nueva, cantad y decid: Jehová ha salvado a su pueblo, el resto de Israel! 8 He aquí que yo los traeré de la tierra del Norte, y los recogeré de las partes más lejanas del mundo; entre ellos vendrán el ciego y el cojo, aquella que está encinta, y la que da a luz juntamente: Asamblea grande, volverán acá. 9 Con lloros vendrán, y en medio de suplicaciones yo los conduciré; los haré andar junto a corrientes de aguas, por caminos rectos en que no tropezarán: porque soy un Padre a Israel, y Efraim es mi primogénito. 10 Escuchad el oráculo de Jehová, oh naciones, anunciadlo también a las islas lejanas, y decid: El que esparció a Israel, le recogerá, le guardará, como el pastor a su grey. 11 Porque Jehová ha rescatado a Jacob, y le ha redimido de mano de uno más fuerte que él. 12 Vendrán pues, y cantarán sobre la cumbre de Sión: fluirán como aun río hacia la beneficencia de Jehová, hacia el trigo, y el vino, y el aceite, y las crías del rebaño y de la vacada: y será su alma como un jardín bien regado, y nunca más tendrán dolor. 13 Entonces la virgen se regocijará en la danza, y los mancebos y los ancianos se alegrarán juntamente; pues cambiaré su duelo en alborozo, y los consolaré, y los alegraré después de su dolor. 14 Y saciaré de grosura al alma de los sacerdotes, y mi pueblo quedará satisfecho de mi beneficencia, dice Jehová. 15 Así dice Jehová: Se oye una voz en Ramá lamentación y llanto amargo: es Raquel que llora a sus hijos, y rehusa ser consolada acerca de sus hijos, porque ya no existen. 16 Así dice Jehová: Detén tu voz, para que no siga en los lamentos, y tus ojos, para que no lloren más; porque será premiado, tu trabajo, dice Jehová; pues ellos volverán de la tierra del enemigo: 17 de modo que hay esperanza para tu porvenir, dice Jehová; y volverán tus hijos a su tierra propia. 18 He escuchado atentamente a Efraim que así se lamentaba: ¡Tú me castigaste, y yo fuí castigado, como novillo no acostumbrado al yugo! ¡hazme volver, y yo me volveré a ti, porque tú eres Jehová mi Dios! 19 Ciertamente después que me volví de ti, me he arrepentido, y después que fuí, me herí el muslo; estoy avergonzado y también confundido, porque llevo el oprobio de mi juventud. 20 ¿No es Efraim para mí un hijo querido? ¿no es un niño en quien yo me deleito? pues aun cuando hablo contra él, me acuerdo de él con ternura todavía; por tanto mis entrañas se conmueven por él; ciertamente tendré compasión de él, dice Jehová. 21 ¡Ponte postes para señalar el Camino; asienta para ti pilares; dirige tu atención hacia la calzada, el camino por donde fuiste! ¡vuelve, oh virgen de Israel, vuelve a estas tus ciudades! 22 ¿Hasta cuando andarás de acá para allá, oh hija reincidente? pues Jehová va a crear cosa nueva en la tierra: la mujer rodeará al hombre. 23 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Otra vez dirán en la tierra de Judá, y en sus ciudades, cuando yo hiciere tornar su cautiverio: ¡Jehová bendígate, oh Habitación de justicia, oh Monte de santidad! 24 Y Judá habitará en ella; y en todas sus ciudades juntamente habrá labradores y los que andan en derredor con sus rebaños. 25 Porque yo sacio al alma cansada, y al alma desfalleciente la lleno de bien. 26 En esto desperté, y miré al rededor; y me había sido dulce mi sueño. 27 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá con simiente de hombres, y con simiente de bestias. 28 Y sucederá que de la manera que yo velaba sobre ellos para arrancar, y para dispersar, y para derribar, y para destruir, y para afligir, así velaré sobre ellos para edificar y para plantar, dice Jehová. 29 En aquellos días no dirán más: Los padres comieron el agraz, y los hijos sufren la dentera. 30 Antes bien, cada uno morirá por su propia iniquidad; y todo aquel que come el agraz, él mismo sufrirá la dentera. 31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un pacto nuevo: 32 no según el pacto que hice con sus padres en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; pacto que ellos quebrantaron, y yo los deseché, dice Jehová: 33 sino que éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en sus entrañas, y en su corazón la escribiré; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo: 34 y no enseñarán más cada cual a su compañero y cada cual a su hermano, diciendo: ¡Conoce a Jehová! porque todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor de ellos, dice Jehová; porque yo perdonaré su iniquidad, y no me acordaré más de sus pecados. 35 Así dice Jehová, el que estableció el sol para alumbrar de día, y las leyes de la luna y de las estrellas, para que alumbren de noche; el que aterra el mar de modo que se ponen en consternación sus olas, Jehová de los Ejércitos es su nombre: 36 Si estas leyes se apartaren de delante de mí, dice Jehová, entonces la simiente de Israel también podrá cesar de ser nación delante de mí perpetuamente. 37 Así dice Jehová: Si se midieren los cielos arriba, o se escudriñaren los cimientos de la tierra abajo, entonces podré yo también desechar toda la simiente de Israel, a causa de todo lo que ellos han hecho, dice Jehová. 38 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada para Jehová desde la torre de Hannael hasta la puerta de la Esquina: 39 y el cordel de medir seguirá derechamente adelante hasta la colina de Gareb, y dará la vuelta hasta Goa. 40 Y todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todos los campos hasta el torrente de Cedrón, y hasta la esquina de la puerta de los Caballos, hacia el oriente, serán santidad a Jehová. La ciudad no será arrancada, ni nunca será derribada para siempre jamás.
Capítulo 32
1 EL oráculo que tuvo Jeremías de parte de Jehová, en el año décimo de Sedequías rey de Judá, que fué el año décimo octavo de Nabucodonosor. 2 Es de saber que a la sazón el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalem, y el profeta Jeremías estaba encerrado en el patio de la cárcel que había en la casa del rey de Judá. 3 Porque le había encerrado Sedequías rey de Judá, diciendo: ¿Porqué profetizas tú y dices: Así dice Jehová: He aquí que voy a entregar esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y él se apoderará de ella; 4 Y Sedequías rey de Judá no escapará de mano de los Caldeos, sino que ciertamente será entregado en mano del rey de Babilonia; y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán los ojos de él: 5 y llevará a Sedequías hasta Babilonia; y allí se quedará hasta que yo le visite, dice Jehová; pues aunque peleéis contra los Caldeos, no tendréis buen éxito? 6 Dijo pues Jeremías: He tenido revelación de Jehová, que decía: 7 He aquí que Hanamel, hijo de tu tío Salum, vendrá a ti, diciendo: Cómprate mi campo que está en Anatot; porque a ti corresponde el derecho de redención, para que lo compres. 8 En efecto, vino a mí Hanamel, hijo de mi tío, conforme al oráculo de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Ruégote compres mi campo que está en Anatot, que está en la tierra de Benjamín; porque tuyo es el derecho de posesión, y tuyo el derecho de redención: cómpratelo. Entonces conocí que era aquello oráculo de Jehová. 9 Y compré de Hanamel, hijo de mi tío, el campo suyo que estaba en Anatot; y le pesé el dinero, a saber, diez y siete siclos de plata. 10 Y firmé la escritura y le puse sello, y la hice certificar con testigos, y le pesé el dinero en balanzas. 11 Luego tomé la escritura de propiedad, tanto la sellada según ley y costumbre, como la abierta; 12 y dí la escritura de propiedad a Baruc hijo de Nería, hijo de Mahseya, en presencia de Hanamel, hijo de mi tío, y en presencia de los testigos que subscribieron la escritura de propiedad y en presencia de los judíos que estaban sentados en el patio de la cárcel. 13 Y encargué a Baruc, en presencia de ellos, diciendo: 14 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Toma estas escrituras, a saber, esta escritura de propiedad sellada, y esta otra escritura abierta, y las pondrás en una vasija de barro, para que se conserve muchos días. 15 Porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Todavía se han de comprar casas y campos y viñas en esta tierra.
16 Entonces oré a Jehová (después que había dado la escritura de propiedad a Baruc hijo de Nería), diciendo: 17 ¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; y no hay cosa alguna que sea demasiado difícil para ti; 18 tú que usas de misericordia hasta con la milésima generación de los que te aman, y recompensas la iniquidad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos, el Dios grande y poderoso, Jehová de los Ejércitos es su nombre; 19 grande en consejo, y poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de Adam, para dar a cada cual conforme a sus caminos, y según el fruto de sus obras; 20 tú que obraste señales y maravillas en la tierra de Egipto, notorias hasta el día de hoy, tanto en Israel como, entre los demás hombres; y te has hecho renombre, como hoy se ve, 21 sacando a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto, con señales y con maravillas, y con mano poderosa y con brazo extendido, y con terrores estupendos; 22 y les has dado esta tierra de que juraste a sus padres que se la darías, tierra que mana leche y miel; 23 y ellos, cuando entraron y la poseyeron, no han escuchado tu voz ni han andado en tu ley; nada han hecho de cuanto les mandaste que hiciesen; por lo cual tú has hecho que les suceda todo este mal; 24 he aquí que los terraplenes ya llegan a la ciudad para tomarla, y la ciudad está ya entregada en mano de los Caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada y del hambre y de la peste; y lo que has hablado está hecho ya, y he aquí que tú lo ves: 25 y tú, oh Señor Jehová, me dices: Cómprate el campo, y hazlo certificar con testigos; en tanto que la ciudad está entregada en manos de los Caldeos.
26 Entonces tuvo Jeremías revelación de Jehová, que decía: 27 He aquí que yo, Jehová, soy el Dios de toda carne: ¿habrá acaso cosa alguna demasiado difícil para mí? 28 Por tanto, así dice Jehová: He aquí que voy a entregar esta ciudad en mano de los Caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, el cual la tomará. 29 Y vendrán los Caldeos que pelean contra esta ciudad, y pegarán fuego a esta ciudad y la quemarán, juntamente con las casas en cuyos terrados sus habitantes quemaban incienso a Baal, y derramaban libaciones a otros dioses, para provocarme a ira. 30 Pues que los hijos de Israel y los hijos de Judá han hecho solamente lo que es malo delante de mi vista, desde su mocedad; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová. 31 Pues que esta ciudad ha sido para mí objeto de mi ira y de mi indignación desde el día que fué edificada hasta el día de hoy; para que yo la quitara de mi vista, 32 a causa de toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, la que ellos han hecho para provocarme a ira; ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes, y sus profetas y los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalem. 33 Y me han vuelto las espaldas y no la cara; y aunque les enseñaba, madrugando y enseñando, ellos no querían recibir la corrección. 34 Al contrario colocaron sus cosas detestables en la Casa que es llamada de mi nombre, para contaminarla; 35 y edificaron los altos de Baal que están en el Valle del hijo de Hinom, para hacer que sus hijos y sus hijas pasen por el fuego a Moloc; cosa que no les mandé yo, ni me pasó por el pensamiento que hiciesen esta abominación; para hacer pecar a Judá.
36 Y ahora, sin embargo de esto, así dice Jehová, el Dios de Israel, respecto de esta ciudad, de la cual decís que está entregada en mano del rey de Babilonia, a causa de la espada y del hambre y de la peste: 37 He aquí que yo reuniré los hijos de ella de todas las tierras adonde los he echado en mi ira y en mi indignación, y en grande enojo; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguros; 38 y serán ellos mi pueblo, y yo seré su Dios; 39 y les daré un mismo corazón y un solo camino, a fin de que me teman siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos; 40 y haré con ellos un pacto eterno, que no me apartaré de ellos, dejando de hacerles bien, sino que pondré mi temor en su corazón, para que no se aparten de mí. 41 Y me regocijaré sobre ellos para hacerles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma. 42 Porque así dice Jehová: De la manera que he traído sobre este pueblo todo este gran mal, asi traeré sobre ellos todo el bien que he prometido acerca de ellos. 43 Y se comprarán campos en esta tierra que decís que está desolada, y sin hombres ni bestias, y que está entregada en mano de los Caldeos. 44 Se comprarán campos por dinero, y se firmarán escrituras, y se les pondrá sello, y se confirmará lo hecho con testigos, en la tierra de Benjamín, y en los alrededores de Jerusalem, y en las ciudades de Judá, y en las ciudades de la Serranía, y en las ciudades de la, Sefela, y en las ciudades del Mediodía: porque haré tornar el cautiverio de ellos, dice Jehová.
Capítulo 33
1 Y ESTANDO Jeremías todavía preso en el patio de la cárcel, tuvo segunda vez revelación de Jehová, que decía: 2 Así dice Jehová, que hace esto, Jehová que lo dispone, para establecerlo; Jehová es su nombre: 3 Clama a mí, que yo te responderé, y te mostraré cosas grandes y encubiertas, que tú nunca conociste. 4 Porque así dice Jehová, el Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad, y acerca de las casas de los reyes de Judá, las cuales han sido derribadas para hacer defensas contra los terraplenes y contra las hachas 5 (ellos vienen para pelear contra los Caldeos, mas es realmente para llenar aquellas casas de cadáveres de hombres, a quienes yo he herido en mi ira y en mi indignación, y a causa de todos sus pecados he escondido mi rostro de esta ciudad): 6 He aquí que yo le traeré a esta ciudad sanidad y curación; y a sus habitantes yo los sanaré, y les revelaré la abundancia de mi paz y fidelidad. 7 Y haré volver los cautivos de Judá, y los cautivos de Jerusalem; y los restituiré como al principio. 8 Y los limpiaré de todas sus iniquidades con que han pecado contra mí; y perdonaré todas sus iniquidades con que han pecado contra mí, y con que se han rebelado contra mí. 9 Y esta ciudad me será un nombre de regocijo, una alabanza y una gloria, delante de todas las naciones de la tierra; las cuales oirán de todo el bien que yo le haré, y temerán y temblarán a causa de todo el bien y a causa de toda la prosperidad que le voy a conceder. 10 Así dice Jehová: Todavía se oirá en este lugar, que decís que está desolado, sin hombres y sin bestias, es a saber, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem, que están desoladas, sin hombres y sin habitantes y sin bestias, 11 sí, se oirá la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de los que dicen: ¡Alabad a Jehová de los Ejércitos; porque Jehová es bueno; porque para siempre es su misericordia! también de los que traen sacrificios de alabanza a la Casa de Jehová: porque yo haré tornar el cautiverio de la tierra, para restablecerla como al principio, dice Jehová. 12 Así dice Jehová de los Ejércitos: Todavía ha de haber en este lugar que está desolado, sin hombres y sin bestias, y en todas sus ciudades, majadas de pastores que hagan recostar sus rebaños. 13 En las ciudades de la Serranía, y en las ciudades de la Sefela, y en las ciudades del Mediodía, y en la tierra de Benjamín, y en los alrededores de Jerusalem, y en las ciudades de Judá, otra vez pasarán los rebaños bajo la mano de quien los cuente, dice Jehová. 14 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que cumpliré aquella buena promesa que he hablado acerca de la casa de Israel y acerca de la casa de Judá. 15 En aquellos días y en ese tiempo haré que brote para David un Vástago de justicia, el cual ejecutará juicio y justicia en la tierra. 16 En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalem habitará segura; y así será llamada ella: Jehová, justicia nuestra. 17 Porque así dice Jehová: Nunca faltará a David hombre que se siente sobre el trono de la casa de Israel; 18 ni a los sacerdotes levitas les faltará hombre delante de mí que ofrezca holocaustos, y haga consumir ofrendas vegetales, y que presente sacrificios, todos los días. 19 Otra vez tuvo Jeremías revelación de Jehová, que decía: 20 Así dice Jehová: Si pudiereis anular mi pacto del día, y mi pacto de la noche, de modo que no haya día y noche a su debido tiempo, 21 entonces también será anulado mi pacto con David, mi siervo, de modo que no tenga hijo que reine sobre su trono; y con los levitas sacerdotes, ministros míos. 22 De la manera que no pueden contarse las huestes de los cielos, ni medirse las arenas del mar; así yo multiplicaré la simiente de David, mi siervo, y los levitas que ministran delante de mí. 23 Otra vez tuvo Jeremías revelación de Jehová, que decía: 24 ¿No adviertes lo que habla este pueblo, diciendo: A las dos familias que escogió Jehová, él las ha desechado? Y así desprecian a mi pueblo, para que no sea más nación delante de ellos. 25 Esto dice Jehová: Si no ha de subsistir mi pacto del día y de la noche, y si yo no he establecido las leyes de los cielos y de la tierra, 26 entonces también desecharé yo la simiente de Jacob y de David mi siervo, de modo que no tome de su simiente quienes rijan la simiente de Abraham, Isaac y Jacob: porque yo haré tornar su cautiverio, y tendré compasión de ellos.
Capítulo 34
1 EL oráculo que tuvo Jeremías de parte de Jehová, cuando Nabucodonosor rey de Babilonia, y todo su ejército y todos los reinos de la tierra que había bajo su dominio, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalem y contra todas sus ciudades, el cual decía:
2 Así dice Jehová, el Dios de Israel: Vé y habla a Sedequías rey de Judá, y dile: Así dice Jehová: He aquí que voy a entregar esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y él la quemará a fuego. 3 Y tú no escaparás de su mano, sino que serás ciertamente tomado preso, y en su mano serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él hablará contigo boca a boca; y tú irás a Babilonia. 4 Empero oye el oráculo de Jehová, oh Sedequías rey de Judá. Así dice Jehová respecto de ti: No morirás a espada: 5 en paz morirás; y según quemaron aromas por tus padres, los reyes anteriores que había antes de ti, así por ti las quemarán; y lamentarán por ti, diciendo: ¡Ay señor! porque yo he hablado la palabra, dice Jehová. 6 Y el profeta Jeremías habló a Sedequías rey de Judá todas estas palabras en Jerusalem, 7 cuando el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalem, y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado, es decir, contra Laquís y contra Azeca; porque entre las ciudades de Judá, las ciudades fortificadas, solamente éstas quedaban por conquistar.
8 El oráculo que tuvo Jeremías de parte de Jehová, después que celebró el rey Sedequías pacto con todo el pueblo que había en Jerusalem, para proclamarles la libertad, 9 dejando ir libres cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, siendo hebreo o hebrea; para que ninguno se hiciese servir más de ellos, es decir, de los judíos, hermanos suyos. 10 Y obedecieron todos los príncipes y todo el pueblo, los que habían entrado en el pacto de dejar ir libres cada uno a su siervo y cada uno a su sierva, para no hacerse servir más de ellos: obedecieron pues y los dejaron ir. 11 Pero volvieron después de esto e hicieron tomar a los siervos y a las siervas que habían dejado ir libres, y los redujeron otra vez a servidumbre como siervos y siervas. 12 Jeremías pues tuvo revelación de parte de Jehová, que decía: 13 Así dice Jehová, el Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres en el día que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo: 14 Al cabo de siete años, cada uno de vosotros dejará ir a su hermano hebreo que te haya sido vendido, y que te hubiere servido seis años, y le dejarás ir libre de ti: mas vuestros padres no me obedecieron, ni inclinaron a mí su oído. 15 Y vosotros ahora habíais vuelto y habíais hecho lo que es recto a mis ojos, proclamando libertad cada uno a su prójimo, y habíais hecho pacto delante de mí en la Casa que es llamada de mi nombre. 16 Pero luego volvisteis y profanasteis mi nombre, haciendo tomar cada cual a su siervo y cada cual a su sierva, a quienes habíais dejado ir a su libre albedrío, y los habéis reducido a servidumbre, para que os sean otra vez como siervos y siervas. 17 Por tanto, así dice Jehová: Vosotros no me habéis escuchado para proclamar libertad cada uno a su hermano y cada uno a su prójimo; he aquí que yo voy a proclamaros a vosotros libertad, dice Jehová, para morir a espada y de peste y de hambre; y os entregaré al maltratamiento entre todos los reinos de la tierra. 18 Y entregaré los hombres que han transgredido mi pacto, los que no han cumplido con las palabras del pacto que hicieron delante de mí, cuando cortaron en dos el becerro y pasaron por en medio de las partes separadas de él; 19 es a saber, los príncipes de Judá, y los príncipes de Jerusalem, y los eunucos, y los sacerdotes, y todo el pueblo del país, los cuales pasaron por en medio de las partes separadas del becerro. 20 Sí, a éstos los entregaré en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida; y servirán sus cadáveres de pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra: 21 y a Sedequías rey de Judá y a sus príncipes los entregaré en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su vida, es decir, en mano del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros. 22 He aquí que voy a mandar, dice Jehová, y ellos volverán a esta ciudad, y pelearán contra ella, y la tomarán, y la quemarán a fuego: también a las ciudades de Judá convertiré en una desolación sin habitante.
Capítulo 35
1 EL oráculo que tuvo Jeremías de parte de Jehová, en los días de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá, que decía: 2 Véte a casa de los Recabitas, y habla con ellos, y llévalos a la Casa de Jehová, a una de las cámaras, y les darás a beber vino. 3 Entonces tomé a Jaazanías hijo de Jeremías, hijo de Habasinías con sus hermanos y todos sus hijos, y toda la casa de los Recabitas; 4 y los llevé a la Casa de Jehová, a la cámara de los hijos de Hanán hijo, de Igdalías, varón de Dios, la que estaba junto a la cámara de los príncipes, que estaba encima de la cámara de Maaseya hijo de Sallum, guarda de la puerta; 5 y puse delante de los hijos de la casa de los Recabitas tazones llenos de vino, y copas, y les dije: ¡Bebed vino! 6 Mas ellos contestaron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Recab, nuestro padre, nos impuso mandamiento, diciendo: No beberéis vino, ni vosotros ni vuestros hijos, para siempre; 7 ni tampoco edificaréis casa, ni sembraréis granos, ni plantaréis viñas, ni poseeréis estas cosas, sino antes habitaréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis largo tiempo sobre la tierra en donde sois extranjeros. 8 Y nosotros hemos obedecido la voz de Jonadab hijo de Recab, nuestro padre, en cuanto a todo lo que nos ha mandado; respecto de no beber vino en todos nuestros días nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas; 9 y respecto de no edificar casas en que habitemos: ni tampoco tenemos viñas, ni campos, ni granos; 10 sino que hemos habitado en tiendas, obedeciendo a Jonadab nuestro padre, y haciendo conforme a todo lo que él nos mandó. 11 Mas aconteció que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia invadió la tierra, nosotros dijimos: Vámonos, y entremos en Jerusalem, a causa del ejército de las Caldeos, y a causa del ejército de los Siros; y así habitamos en Jerusalem.
12 Entonces Jeremías tuvo revelación de Jehová, que decía: 13 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Anda y di a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalem: ¿No recibiréis instrucción, escuchando mis palabras? dice Jehová. 14 Se cumplen las palabras de Jonadab hijo de Recab, las que él prescribió a sus hijos respecto de no beber vino; y ellos no beben vino hasta el día de hoy, porque obedecen el mandamiento de su padre; pero a vosotros os he hablado yo, madrugando y hablando, y no me habéis obedecido. 15 También os he enviado a todos mis siervos los profetas, madrugando y enviando, diciendo: Volveos cada cual de su mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras otros dioses para servirles, y habitaréis en la tierra que he dado a vosotros y a vuestros padres pero no inclinasteis el oído, ni me habéis escuchado. 16 Por cuanto los hijos de Jonadab hijo de Recab han cumplido con el mandamiento de su padre que él les prescribió, en tanto que este pueblo no me obedece a mí; 17 por tanto, así dice Jehová, el Dios de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que yo voy a traer sobre Judá y sobre los habitantes de Jerusalem todo el mal que he pronunciado contra ellos; por lo mismo que les he hablado, mas no han escuchado, y los he llamado, pero nada han contestado.
18 Entonces a la casa de los Recabitas dijo Jeremías: Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Por cuanto habéis obedecido el mandamiento de Jonadab vuestro padre, y habéis guardado todos sus encargos, obrando de acuerdo con todo cuanto él os prescribió; 19 por tanto, así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: A Jonadab hijo de Recab no le faltará nunca hijo que esté delante de mi presencia.
Capítulo 36
1 Y ACONTECIÓ en el año cuarto de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá, que tuvo Jeremías este oráculo de parte de Jehová, que decía: 2 Toma para ti el rollo de un libro, y escribe en él todas las palabras que yo te he hablado contra Israel, y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que te hablé, es decir, desde los días de Josías hasta el día de hoy: 3 puede ser que los hijos de la casa de Judá escuchen todo el mal que pienso hacerles, a fin de que se vuelvan cada uno de su mal camino para que yo perdone su iniquidad y su pecado.
4 Entonces Jeremías llamo a Baruc hijo de Nerías, y de boca de Jeremías escribió Baruc en el rollo del libro todas las palabras que Jehová había dicho. 5 Luego mandó Jeremías a Baruc, diciendo: Yo estoy encerrado; no puedo entrar en la Casa de Jehová; 6 por tanto entra tú, y lee en el rollo que acabas de escribir de mi boca, las palabras de Jehová, a oídos del pueblo en la Casa de Jehová, en un día de ayuno; y también las leerás a oídos de los de todo Judá que vienen de sus ciudades: 7 puede ser que hagan suplicación delante de Jehová, y se vuelvan cada cual de su mal camino; porque grande es la ira y la indignación que Jehová ha denunciado contra este pueblo. 8 E hizo Baruc hijo de Nerías conforme a todo lo que había mandado el profeta Jeremías, acerca de leer en el libro las palabras de Jehová, en la Casa de Jehová. 9 Pues aconteció que en el año quinto de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, proclamaron ayuno delante de Jehová en Jerusalem, todo el pueblo que había en Jerusalem, y todo el pueblo que había salido de las ciudades de Judá. 10 Entonces leyó Baruc en el libro las palabras de Jeremías, en la Casa de Jehová, en la cámara de Gemarías hijo de Safán, secretario, en el atrio superior, a la entrada de la puerta Nueva de la Casa de Jehová, a oídos, de todo el pueblo.
11 Y cuando Micaya hijo de Gemarías, hijo de Safán, oyó todas las palabras de Jehová, leídas del libro, 12 bajóse a la casa del rey, a la cámara del secretario, y he aquí que estaban sentados allí todos los príncipes: Elisama secretario, y Delaya hijo de Semaya, y Elnatán hijo de Acbor, y Gemarías hijo de Safán, y Sedequías hijo de Hananías, en fin, todos los príncipes; 13 y les refirió Micaya todas las palabras que él había oído, cuando leyó Baruc en el libro a oídos del pueblo. 14 Por tanto todos los príncipes enviaron a Jehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, a Baruc, diciendo: Toma en tu mano el rollo en que has leído a oídos del pueblo, y ven acá. Entonces Baruc hijo de Nerías tomó el rollo en su mano, y fué a ellos. 15 Y ellos le dijeron: Siéntate, te rogamos, y léelo, a oídos de nosotros. Baruc pues lo leyó a oídos de ellos. 16 Y aconteció que cuando oyeron todas las palabras, se miraron espantados unos a otros; y dijeron a Baruc: Seguramente hemos de dar parte al rey de todas estas palabras. 17 Y preguntaron a Baruc: Rogámoste nos digas cómo escribiste de su boca todas estas palabras. 18 Y les dijo Baruc: Con su boca él me dictó todas estas palabras, y yo las escribí con tinta en el libro.
19 Entonces los príncipes dijeron a Baruc: Véte, escóndete, tú y Jeremías y no sepa ninguno en donde estáis. 20 Luego ellos se fueron al rey, adentro del atrio, y depositaron el rollo en la cámara de Elisama secretario; y refirieron todas las palabras a oídos del rey. 21 El rey por tanto envió a Jehudí a traer el rollo; y él lo tomó de la cámara de Elisama secretario; y Jehudí lo leyó a oídos del rey, y a oídos de todos los príncipes que junto al rey estaban. 22 Y el rey estaba sentado en la casa de invierno, en el mes noveno; y había un brasero con ascuas, ardiendo delante de él. 23 Y sucedió que como Jehudí acabase de leer tres o cuatro columnas, el rey cortó el rollo con una navaja de escribano, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió en el fuego que en el brasero estaba. 24 Así no tuvieron temor, y no rasgaron sus vestidos, ni el rey, ni ninguno de sus siervos que habían oído todas aquellas palabras: 25 bien que Elnatán y Delaya y Gedalías instaron al rey para que no quemase el rollo; mas no les escuchó. 26 Entonces mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, y a Seraya hijo de Azriel, y a Selemías hijo de Abdeel, que prendiesen a Baruc escriba, y a Jeremías profeta; pero los escondió Jehová.
27 Entonces tuvo Jeremías revelación de Jehová, después que el rey hubo quemado el rollo, con las palabras que Baruc había escrito de boca de Jeremías, que decía: 28 Tómate otro rollo, y escribe en él todas las palabras anteriores que había, en el primer rollo, que quemó Joaquim rey de Judá. 29 Y en cuanto a Joaquim rey de Judá, dirás: Así dice Jehová: Tú has quemado este rollo, diciendo: ¿Por qué has escrito en él y has dicho que infaliblemente vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará desaparecer de ella los hombres y las bestias? 30 Por tanto, así dice Jehová acerca de Joaquim rey de Judá: No tendrá hijo que se siente sobre el trono de David; y su cadáver será echado fuera, expuesto de día al calor, y a la escarcha de noche. 31 Y visitaré sobre él y sobre su linaje, y sobre sus siervos, su iniquidad: y traeré sobre él y sobre los habitantes de Jerusalem, y sobre los hombres de Judá, todo el mal que yo les he dicho, pero que ellos no quisieron escuchar. 32 Entonces Jeremías tomó otro rollo, y diólo a Baruc escriba, hijo de Nerías, el cual escribió en él de boca de Jeremías todas las palabras del libro que Joaquim rey de Judá había quemado en el fuego; y además les fueron añadidas muchas otras palabras semejantes.
Capítulo 37
1 Y SEDEQUÍAS hijo de Josías reinó como rey en lugar de Conías hijo de Joaquim, al cual Sedequías Nabucodonosor rey de Babilonia había hecho rey en la tierra de Judá. 2 Mas ni él, ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra escucharon las palabras que Jehová habló por conducto del profeta Jeremías.
3 Y el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y a Sefanías hijo de Maasías sacerdote, al profeta Jeremías, diciendo: Ora por nosotros, te ruego, a Jehová nuestro Dios. 4 Es de saber que Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, pues no le habían aún puesto en la cárcel; 5 también el ejército de Faraón había salido de Egipto; y los Caldeos que sitiaban a Jerusalem, al oír esta noticia de ellos, se habían retirado de Jerusalem. 6 Entonces el profeta Jeremías tuvo revelación de Jehová, que decía: 7 Así dice Jehová, el Dios de Israel: Así diréis al rey de Judá que os ha enviado a mí para consultarme: He aquí que el ejército de Faraón, que salió para ayudaros, ya volvió a su tierra, a Egipto; 8 y volverán los Caldeos, y pelearán contra esta ciudad, y la tomarán, y la quemarán a fuego. 9 Así dice Jehová: No os engañéis, diciendo: De seguro que los Caldeos se apartarán de nosotros; porque no se apartarán. 10 Pues aunque hubiereis herido a todo el ejército de los Caldeos que pelea contra vosotros, de modo que no quedaren entre ellos sino hombres alanceados, se levantarán cada cual en su tienda, y quemarán a fuego esta ciudad.
11 Y aconteció que al retirarse el ejército de los Caldeos de en contra de Jerusalem, a causa del ejército de Faraón, 12 salió Jeremías de Jerusalem para ir a la tierra de Benjamín, a tomar de allí su parte, entre la demás gente. 13 Y estando en la puerta de Benjamín, había allí un capitán de los guardas, que se llamaba Irías, hijo de Selemías, hijo de Hananías; el cual prendió al profeta Jeremías, diciendo: ¡Tú vas a desertar a los Caldeos! 14 Y Jeremías dijo: ¡Es falso! no voy a desertar a los Caldeos. Mas él no le escuchó, de manera que Irías prendió a Jeremías y le condujo a los príncipes. 15 Y los príncipes estallaron en ira contra Jeremías, y le azotaron, y le pusieron en la cárcel, en la casa de Jonatán secretario; porque a ésta la habían convertido en cárcel.
16 Cuando hubo entrado Jeremías en la casa de la mazmorra y en las bóvedas, y cuando había permanecido allí ya muchos días, 17 envió el rey Sedequías, y le trajo a sí; y el rey le preguntó secretamente en su casa, diciendo: ¿Acaso hay algo de parte de Jehová? Y respondió Jeremías: Sí, lo hay. Y dijo: Tu serás entregado en mano del rey de Babilonia. 18 Dijo entonces Jeremías al rey Sedequías: ¿En qué he pecado contra ti, y contra tus siervos, y contra este pueblo, para que me hayáis puesto en la cárcel? 19 ¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaron, diciendo: El rey de Babilonia no vendrá contra vosotros, ni contra esta tierra? 20 Ahora bien, óyeme te lo ruego, oh rey, señor mío; ruégote te sea acepta mi súplica, y no me hagas volver a la casa de Jonatán secretario, no sea que muera allí. 21 Entonces mandó el rey Sedequías, y pusieron preso a Jeremías en el patio de la cárcel, y le dieron diariamente un bollo de pan, de la calle de los panaderos, hasta que se consumió todo el pan en la ciudad. Y así se quedó Jeremías en el patio de la cárcel.
Capítulo 38
1 PERO Sefatías hijo de Matán, y Gedalías hijo de Pasur, y Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, oyeron las palabras que hablaba Jeremías a todo el pueblo, diciendo: 2 Así dice Jehová: El que se quedare en esta ciudad morirá a espada, de hambre y de peste; mas el que se saliere a los Caldeos vivirá; pues su vida le será como un despojo arrebatado, mas vivirá. 3 Así dice Jehová: Esta ciudad será ciertamente entregada en poder del ejército del rey de Babilonia, el cual la tomará. 4 Entonces dijeron los príncipes al rey: Rogámoste que este hombre sea muerto; porque debilita las manos de los hombres de guerra que nos quedan aún en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no procura el bienestar de este pueblo, sino su mal. 5 A lo que respondió el rey Sedequías: He aquí, él está en vuestra mano; porque no es el rey quien pueda hacer nada en contra de vosotros. 6 Ellos pues tomaron a Jeremías y le echaron en la cisterna de Malquías, hijo de Hamelec, que había en el patio de la cárcel; y bajaron a Jeremías por medio de sogas: y en la cisterna no había agua, sino fango; y hundióse Jeremías en el fango. 7 Mas oyó Ebed-melec etíope, eunuco que había en la casa del rey, que habían puesto a Jeremías en la cisterna. Y el rey estaba sentado a la sazón en la puerta de Benjamín. 8 Ebed-melec pues salió de la casa del rey y habló con el rey, diciendo: 9 Oh rey, señor mío, muy mal han hecho estos hombres en todo lo que acaban de hacer con el profeta Jeremías, a quien han echado en la cisterna: y él se muere en el lugar en donde está, a causa del hambre; porque no hay pan en la ciudad. 10 Entonces mandó el rey a Ebed-melec etíope, diciendo: Toma contigo de aquí treinta hombres, y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera. 11 Ebed-melec pues tomó consigo los hombres, y fué a la casa del rey, a la parte debajo de la tesorería, y tomó de allí ropa deshecha y trapos viejos, y los bajaron a Jeremías con sogas, dentro de la cisterna. 12 Y Ebed-melec etíope dijo a Jeremías: Ruégote que pongas esta ropa deshecha y los trapos viejos debajo de tus sobacos, donde te cogen las sogas: y Jeremías lo hizo así. 13 Y sacaron a Jeremías con las sogas, alzándole de la cisterna; y permaneció Jeremías en el patio de la cárcel.
14 Entonces envió el rey Sedequías y trajo a sí al profeta Jeremías, al tercer pasadizo que había en la Casa de Jehová; y dijo el rey a Jeremías: Te voy a preguntar una cosa; no encubras de mí nada. 15 Y dijo Jeremías a Sedequías: Si te lo declarare, ¿no es cierto que me harás morir? y si te diere consejo, tú no me escucharás. 16 El rey Sedequías juró entonces a Jeremías secretamente, diciendo: ¡Vive Jehová, el que hizo esta alma nuestra, que no te haré morir, y que no te entregaré en manos de aquellos hombres que buscan tu vida! 17 Jeremías pues dijo a Sedequías: Así dice Jehová, el Dios de los Ejércitos, el Dios de Israel: Si tú salieres a los príncipes del rey de Babilonia, entonces vivirá tu alma, y esta ciudad no será quemada a fuego; y vivirás tú y tu casa. 18 Pero si no salieres a los príncipes del rey de Babilonia, entonces esta ciudad será entregada en mano de los Caldeos, y ellos la quemarán a fuego; y tú no escaparás de mano de ellos. 19 Mas el rey Sedequías respondió a Jeremías: Tengo miedo a los judíos que han desertado a los Caldeos, no sea que éstos me entreguen en su mano, y ellos sacien su venganza en mí. 20 A lo cual Jeremías respondió: No te entregarán. Obedece, te lo ruego, a la voz de Jehová, respecto de lo que te digo, para que te vaya bien y para que viva tu alma. 21 Empero si tú rehusares salir, esta es la palabra que me ha revelado Jehová: 22 He aquí que todas las mujeres que han quedado en la casa del rey de Judá, serán sacadas para los príncipes del rey de Babilonia; y he aquí que ellas te dirán: ¡Tus amigos familiares te incitaron, y prevalecieron contigo; mas ya que tus pies están hundidos en el cieno, se han vuelto atrás! 23 También sacarán a todas tus mujeres y a tus hijos a los Caldeos; y tú mismo no podrás escapar de su mano; porque serás tomado preso por mano del rey de Babilonia; y harás que esta ciudad sea quemada a fuego.
24 Entonces Sedequías dijo a Jeremías: No sepa nadie nada de esto, y no morirás. 25 Y si los príncipes llegaren a saber que yo he hablado contigo, y vinieren a ti, y te dijeren: Rogámoste nos digas lo que dijiste al rey, (no lo encubras de nosotros, y no te haremos morir); también lo que a ti te dijo el rey; 26 entonces les responderás: Yo presentaba mi petición delante del rey, para que no me hiciese volver a casa de Jonatán, para morir allí. 27 En efecto, todos los príncipes vinieron a Jeremías, y se lo preguntaron; y él les respondió conforme a todas aquellas palabras que el rey había mandado; y ellos callaron, y se retiraron de él; por manera que el asunto no llegó a conocerse. 28 Jeremías pues permaneció en el patio de la cárcel hasta el día que fué tomada Jerusalem; y estaba aún allí cuando Jerusalem fué tomada.
Capítulo 39
1 EN el año noveno de Sedequías rey de Judá, en el mes décimo, había venido Nabucodonosor rey de Babilonia, con todo su ejército a Jerusalem, y la habían cercado; 2 y en el año undécimo de Sedequías, en el mes cuarto, al nono del mes, fué efectuada una brecha en la ciudad; 3 entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, y se sentaron en la puerta de en medio, es a saber, Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsequim, Rab-sarís, Nergal-sarezer, Rab-mag, con todos los demás príncipes del rey de Babilonia. 4 Y aconteció que como los viesen Sedequías rey de Judá y todos los hombres de guerra, huyeron, y salieron de la ciudad de noche, por el camino del jardín del rey, por la puerta de entre los dos muros; y salieron por el camino del Arabá. 5 Mas los persiguió el ejército de los Caldeos; y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó: y habiéndole prendido, le llevaron a Nabucodonosor rey de Babilonia, a Ribla, en la tierra de Hamat; quien mismo trató con él de su causa. 6 Y el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías en Ribla, delante de sus ojos; también el rey de Babilonia degolló a todos los nobles de Judá. 7 Además, le sacó los ojos a Sedequías, y le sujetaron con grillos de bronce, para conducirle a Babilonia. 8 Y los Caldeos quemaron a fuego la casa del rey y las casas del pueblo; y derribaron los muros de Jerusalem. 9 Y el resto del pueblo que había quedado en la ciudad, con los desertores que habían pasado a él, y el residuo del pueblo que aun quedaba, los deportó a Babilonia Nebuzaradán, capitán de la guardia. 10 Pero de los más pobres del pueblo, que nada tenían, Nebuzaradán capitán de la guardia dejó algunos en la tierra de Judá, dándoles al mismo tiempo viñas y campos.
11 Es de saber que Nabucodonosor rey de Babilonia había dado encargo a Nebuzaradán capitán de la guardia en cuanto a Jeremías, diciendo: 12 Tómale, y mira por su seguridad, y no le hagas ningún daño, sino que conforme él mismo te dijere, así harás con él. 13 Por lo tanto envió Nebuzaradán capitán de la guardia y también Nebusazbán, Rab-sarís, y Nergal-sarezer, Rab-mag, y todos los príncipes del rey de Babilonia, 14 es decir, ellos juntos enviaron y tomaron a Jeremías del patio de la cárcel, y le recomendaron a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que le llevase a casa; y así habitó Jeremías en medio del pueblo.
15 Y mientras estaba preso en el patio de la cárcel, tuvo Jeremías revelación de Jehová, que decía: 16 Anda, y habla con Ebed-melec etíope, diciendo: Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a dar efecto a mis palabras acerca de esta ciudad, para mal y no para bien; y se cumplirán en aquel día a presencia tuya. 17 Mas a ti te libraré en aquel día, dice Jehová, y no serás entregado en manos de los hombres que tú temes; 18 porque yo indudablemente te salvaré, y no caerás a espada, sino que tu vida te será como despojo arrebatado; por cuanto has confiado en mí, dice Jehová.
Capítulo 40
1 EL oráculo que tuvo Jeremías de parte de Jehová, después que Nebuzaradán capitán de la guardia le despidió desde Ramá de Benjamín; cuando le había tomado, estando atado con cadenas en medio de todos los de la cautividad de Jerusalem y de Judá que fueron deportados a Babilonia.
2 El capitán de la guardia, pues, tomó a Jeremías, y le dijo: Jehová tu Dios pronunció este mal contra este lugar; 3 y Jehová lo ha traído y cumplido como lo había dicho; por cuanto vosotros pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis su voz: por lo cual os ha sucedido esto. 4 Y ahora, he aquí que a ti te suelto hoy de las cadenas que están sobre tus manos. Si te parece bien ir conmigo a Babilonia, ven, y yo miraré por tu seguridad; mas si te parece mal ir conmigo a Babilonia, deja de hacerlo. Mira que toda la tierra está delante de ti: a dondequiera que te pareciere bueno y conveniente ir, véte allá. 5 Y como aun no se volvía, le dijo: Vuelve pues a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha hecho gobernador de las ciudades de Judá, y habita con él en medio del pueblo; o a dondequiera que te pareciere conveniente ir, véte. Entonces el capitán de la guardia le dio vituallas y un regalo, y le despidió. 6 Y así fué Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa de Benjamín, y habitó con él, en medio del pueblo que había quedado en el país.
7 Mas cuando todos los capitanes de las fuerzas que había en el campo, ellos y sus gentes, oyeron decir que el rey de Babilonia había hecho a Gedalías hijo de Ahicam gobernador en la tierra, y que le había encomendado los hombres y las mujeres y los niños, y algunos de los más pobres de la tierra, de aquellos que no habían sido deportados a Babilonia; 8 vinieron a Gedalías en Mizpa; es decir, Ismael hijo de Netanías, con Johanán y Jonatán, hijos de Carea, y Seraya hijo de Tanhumet, y los hijos de Efai netofatita, y Jezanías hijo del Maacatita, ellos y sus gentes. 9 Y Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, les juró a ellos y a sus gentes, diciendo: No temáis servir a los Caldeos; morad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien. 10 Y en cuanto a mí, he aquí que yo me quedaré en Mizpa, para presentarme delante de los Caldeos que vinieren a nosotros: mas en cuanto a vosotros, recoged la vendimia, y los frutos de verano, y el aceite, y ponedlos en vuestras tinajas; y habitad en las ciudades que habéis tomado en posesión. 11 Asimismo cuando todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Ammón, y en Edom, y que estaban en todos los países circunvecinos, oyeron decir que el rey de Babilonia había dejado un residuo para Judá, y que había hecho gobernador de ellos a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, 12 entonces todos los Judíos de todos aquellos lugares adonde habían sido echados, se volvieron, y vinieron a la tierra de Judá, a Gedalías, en Mizpa; y recogieron la vendimia y los frutos de verano en muy grande abundancia.
13 Mas Johanán hijo de Carea y todos los capitanes de las fuerzas que había en el campo, vinieron a Gedalías en Mizpa, 14 y le dijeron: ¿Tú acaso no sabes que Baalís rey de los hijos de Ammón ha enviado a Ismael hijo de Netanías para quitarte la vida? Pero no les creyó Gedalías hijo de Ahicam. 15 Entonces Johanán hijo de Carea, habló a Gedalías secretamente en Mizpa, diciendo: Yo iré, con tu permiso, y mataré a Ismael hijo de Netanías, sin que nadie lo sepa: pues ¿por qué te ha de quitar a ti la vida, para que se dispersen todos los Judíos que se han reunido a ti, y perezca el residuo de Judá? 16 Y Gedalías hijo de Ahicam respondió a Johanán hijo de Carea: No hagas tal cosa; porque es falso lo que tú dices de Ismael.
Capítulo 41
1 MAS sucedió que en el mes séptimo, vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, que era de estirpe real, y uno de los grandes del rey, y diez hombres con él, a Gedalías hijo de Ahicam, en Mizpa; y ellos comieron pan juntos allí en Mizpa. 2 Entonces Ismael hijo de Netanías se puso en pie, y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, y le mataron; al mismo que el rey de Babilonia había hecho gobernador del país. 3 También a todos los Judíos que había allí con Gedalías en Mizpa, y a todos los Caldeos que fueron hallados allí, hombres de guerra, Ismael los pasó a cuchillo. 4 Sucedió además, al otro día de haber él muerto a Gedalías, cuando no lo sabía aún nadie, 5 que vinieron unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba, y rasgados los vestidos, y que tenían sajadas las carnes, los cuales traían consigo ofrendas y olíbano, llevándolos a la Casa de Jehová. 6 Entonces salió Ismael hijo de Netanías de Mizpa para recibirlos, llorando amargamente al paso que iba; y aconteció que cuando los encontró, les dijo: ¡Venid a Gedalías hijo de Ahicam! 7 Mas sucedió que así como entraron dentro de la ciudad, los degolló Ismael hijo de Netanías, él y los hombres que con él estaban, y los echó: dentro de la cisterna. 8 Pero halláronse entre ellos diez hombres que dijeron a Ismael: No nos mates, porque tenemos escondidos en el campo depósitos de trigo y de cebada y de aceite y de miel. Por lo cual él se detuvo, y no los mató entre sus hermanos. 9 Y la cisterna adonde Ismael arrojó todos los cadáveres de los hombres que hirió juntamente con Gedalías, era la misma que hizo el rey Asa, cuando fortificó la ciudad a causa de Baasa rey de Israel; la cual cisterna Ismael hijo de Netanías la llenó con los muertos. 10 Entonces Ismael llevó cautivo a todo el resto del pueblo que había en Mizpa, es a saber, las hijas del rey y todo el pueblo que quedaba en Mizpa; a quienes Nebuzaradán, capitán de la guardia, había encomendado a Gedalías hijo de Ahicam; los llevó pues cautivos Ismael hijo de Netanías, y se puso en camino para pasar a los hijos de Ammón.
11 Entretanto Johanán hijo de Carea, y todos los capitanes de las fuerzas que con él estaban, cuando supieron todo el mal que había hecho Ismael hijo de Netanías, 12 tomaron consigo todos los hombres de guerra, y marcharon a pelear contra Ismael hijo de Netanías: y le encontraron junto a las aguas grandes que están en Gabaón. 13 Y sucedió que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vió a Johanán hijo de Carea y a todos los capitanes de las fuerzas que le acompañaban, se alegraron; 14 y tornando en derredor todo el pueblo que Ismael había llevado cautivo desde Mizpa, se volvieron hacia atrás, y fueron a Johanán hijo de Carea. 15 Pero Ismael hijo de Netanías, con ocho hombres, fugóse de la presencia de Johanán, y se fué a los hijos de Ammón. 16 Entonces Johanán hijo de Carea, con todos los capitanes de las fuerzas que le acompañaban, tomó a todo el resto del pueblo que había recobrado de Ismael, llevados cautivos desde Mizpa, después que éste había muerto a Gedalías hijo de Ahicam, es a saber, los varones, hombres de guerra, y las mujeres, y los niños, y los eunucos, a quienes había vuelto a traer desde Gabaón; 17 y se fueron y se detuvieron en la caravanera de Camaam (la cual está a un lado de Bet-lehem), con el propósito de seguir adelante y entrar en Egipto, 18 a causa de los Caldeos; porque tuvieron temor de ellos; por cuanto Ismael hijo de Netanías había muerto a Gedalías hijo de Ahicam, a quien el rey de Babilonia había hecho gobernador en la tierra.
Capítulo 42
1 ENTONCES se acercaron todos los capitanes de las fuerzas y Johanán hijo de Carea, y Jezanías hijo de Hosaya, con todo el pueblo desde el menor hasta el mayor, 2 y dijeron al profeta Jeremías: Rogámoste séate acepta nuestra petición, y ora por nosotros a Jehová nuestro Dios, es a saber, por todo este resto del pueblo; porque pocos hemos quedado de muchos que éramos, así como nos están viendo tus ojos; 3 para que nos manifieste Jehová tu Dios cuál sea el camino en que debemos andar, y cuál la cosa que nos conviene hacer. 4 Entonces el profeta Jeremías les dijo: He escuchado vuestra petición; he aquí que rogaré a Jehová vuestro Dios conforme a vuestras palabras; y sucederá que cualquiera cosa que Jehová respondiere, os la declararé: no os reservaré nada. 5 Ellos entonces dijeron a Jeremías: ¡Sea Jehová entre nosotros por testigo verdadero y fiel! pues que juramos obrar de acuerdo con cualquiera palabra con la cual Jehová te enviare a nosotros. 6 Ora sea buena, ora sea mala, obedeceremos la voz de Jehová nuestro Dios, a quien te enviamos; para que nos vaya bien cuando obedezcamos la voz de Jehová nuestro Dios.
7 Y aconteció que al fin de diez días tuvo Jeremías revelación de Jehová. 8 Y llamó a Johanán hijo de Carea y a todos los capitanes de las fuerzas que con él estaban, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor; 9 y les dijo: Así dice Jehová el Dios de Israel, a quien me enviasteis para presentar vuestra petición delante de él: 10 Si permaneciereis quietos en esta tierra, yo os edificaré y no os derribaré; os plantaré también y no os arrancaré; porque me pesa de todo el mal que os he hecho. 11 No tengáis miedo del rey de Babilonia, a causa de quien estáis atemorizados; no tengáis miedo de él, dice Jehová; porque con vosotros estoy yo, para salvaros y para libraros de su mano: 12 yo os concederé misericordias, de modo que él tenga compasión de vosotros, y os haga volver a vuestra tierra. 13 Empero si dijereis: No permaneceremos en esta tierra; de modo que no escuchéis la palabra de Jehová vuestro Dios; 14 diciendo: No, sino que nos iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni padeceremos hambre, y allí permaneceremos; 15 entonces por lo mismo oíd ahora el oráculo de Jehová, oh resto de Judá: Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Si fijáis resueltamente vuestro rostro para ir a Egipto, y en efecto fuereis a habitar temporalmente allí, 16 entonces sucederá que la espada que teméis os alcanzará allí en Egipto, y el hambre de que os receláis os perseguirá allí en Egipto, y allí moriréis. 17 Y acontecerá que todos los hombres que tienen su rostro fijo para ir a Egipto a habitar temporalmente allí, morirán a espada y de hambre y de peste; y ninguno de ellos quedará, ni escapará del mal que yo traeré sobre ellos. 18 Porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: A la manera que fué derramada mi ira y mi indignación sobre los habitantes de Jerusalem, así será derramada mi indignación sobre vosotros, cuando entréis en Egipto; y vendréis a ser una execración, y un asombro, y una maldición, y un oprobio; y no veréis más este lugar. 19 Jehová ha hablado acerca de vosotros, oh resto de Judá, diciendo: No vayáis a Egipto: tened bien presente que yo os he amonestado el día de hoy. 20 Porque habéis disimulado en vuestros corazones; puesto que me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a Jehová nuestro Dios; y conforme a todo cuanto dijere Jehová nuestro Dios, dínoslo así, y nosotros lo haremos: 21 y en efecto, os lo he declarado hoy; mas no habéis escuchado la voz de Jehová vuestro Dios, ni aun en cuanto a cosa alguna de aquellas con las que él me ha enviado a vosotros. 22 Ahora pues, sabed con toda seguridad que moriréis a espada, de hambre y de peste en el lugar adonde queréis ir a habitar.
Capítulo 43
1 Y ACONTECIÓ que como acabase Jeremías de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová su Dios, con las que Jehová su Dios le había enviado a ellos, es a saber, todas las palabras aquéllas, 2 respondieron Azarías hijo de Hosaya, y Johanán hijo de Carea, y todos los hombres arrogantes, diciendo: Es mentira lo que tú dices; no te ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No vayáis a Egipto para habitar allí; 3 sino que Baruc hijo de Nería te incita contra nosotros, a fin de entregarnos en manos de los Caldeos, para que nos hagan morir, o nos lleven cautivos a Babilonia. 4 Así Johanán hijo de Carea y todos los capitanes de las fuerzas y todo el pueblo no obedecieron la voz de Jehová, permaneciendo en la tierra de Judá; 5 sino antes, Johanán hijo de Carea y todos los capitanes de las fuerzas tomaron a todo el resto de Judá, los que se habían vuelto para habitar temporalmente en la tierra de Judá, desde todas las naciones adonde habían sido arrojados, 6 a hombres y mujeres y niños, juntamente con las hijas del rey y toda persona que Nebuzaradán, capitán de la guardia, había dejado con Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, al profeta Jeremías también y a Baruc hijo de Nería; 7 y entraron en la tierra de Egipto, no obedeciendo a la voz de Jehová; y fueron hasta Tafnes.
8 Entonces tuvo Jeremías revelación de Jehová en Tafnes, que decía: 9 Toma en tu mano piedras grandes, y entiérralas con argamasa en el enladrillado que está a la entrada de la casa de Faraón, en Tafnes, a vista de los hombres de Judá: 10 y diles: Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que enviaré y tomaré a mi siervo Nabucodonosor rey de Babilonia, y colocaré su trono sobre estas piedras que yo, Jeremías, he escondido; y él extenderá su pabellón por encima de ellas: 11 porque vendrá y herirá la tierra de Egipto; entregando los que son para muerte a la muerte, y los que son para cautiverio al cautiverio, y los que son para espada a la espada. 12 Y yo encenderé fuego en la casa de los dioses de Egipto; y a unos de ellos Nabucodonosor los quemará, y a otros los llevará cautivos; y se vestirá de la tierra de Egipto, como un pastor se viste de su ropa; y saldrá de allí en paz. 13 También romperá las columnas de Bet-semes, que está en la tierra de Egipto; y las casas de los dioses de Egipto las quemará a fuego.
Capítulo 44
1 EL oráculo que tuvo Jeremías respecto de todos los Judíos que moraban en la tierra de Egipto, los que moraban en Migdol, y en Tafnes, y en Nof, y en la tierra de Patros; oráculo que decía: 2 Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que he traído sobre Jerusalem y sobre todas las ciudades de Judá; pues he aquí que el día de hoy ellas son una desolación, y nadie habita en ellas; 3 a causa de la maldad que sus habitantes cometieron para provocarme a ira, en ir a quemar incienso a otros dioses, y a servirles; a quienes no conocían ni ellos, ni vosotros, ni vuestros padres. 4 Y yo os envié todos mis siervos los profetas, madrugando y enviando, para decir: ¡Oh no hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco! 5 Pero no escucharon, ni inclinaron el oído, para convertirse de su maldad, y para dejar de quemar incienso a otros dioses. 6 Por tanto fué derramada mi indignación y mi ira, la cual ardió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem; de modo que han venido a ser un desierto y una desolación, como hoy se ve.
7 Y ahora, así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: ¿Por qué hacéis vosotros tan grande mal contra vuestras mismas almas, para cortar de los vuestros hombres y mujeres, muchachos y niños de pecho, de en medio de Judá; a fin de que no os quede resto alguno; 8 provocándome a ira con la obra de vuestras manos, quemando incienso a otros dioses aquí en la tierra de Egipto, adonde habéis venido a habitar temporalmente, para que seáis destruídos, y para que llegueis a ser una execración y un oprobio entre todas las naciones de la tierra? 9 ¿Acaso habéis olvidado las maldades de vuestros padres, y las maldades de los reyes de Judá, y las maldades de sus mujeres, y vuestras propias maldades, y las maldades de vuestras mujeres, que han sido cometidas en la tierra de Judá, y por las calles de Jerusalem? 10 No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han andado en mi ley y en mis estatutos que he puesto delante de vosotros y delante de vuestros padres.
11 Por tanto, así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que voy a poner mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá. 12 Y tomaré el resto de Judá, los que fijaron su rostro resueltamente para entrar en la tierra de Egipto a habitar temporalmente allí, y haré que sean todos consumidos, y que caigan en la tierra de Egipto; a espada y de hambre serán consumidos; desde el menor hasta el mayor morirán a espada y de hambre; y vendrán a ser una execración, y un asombro, y una maldición, y un oprobio. 13 Porque castigaré a los Judíos que moran en la tierra de Egipto, así como he castigado a Jerusalem con la espada y con el hambre y con la peste; 14 de modo que del resto de Judá que ha venido a la tierra de Egipto para habitar temporalmente allí, no habrá quien escape o se quede para volver a la tierra de Judá, adonde desean ardientemente volver para morar allí: porque no tornarán allá sino algunos pocos fugitivos.
15 Entonces respondieron a Jeremías todos los hombres que conocían que sus mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres que estaban allí presentes (de las cuales había una gran muchedumbre), es decir, todo el pueblo que moraba en la tierra de Egipto y en Patros, diciendo: 16 En cuanto a la palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, nosotros no te obedeceremos: 17 al contrario cumpliremos resueltamente toda promesa que ha salido de nuestra boca, respecto de quemar incienso a la reina del cielo, y de derramar libaciones a ella; como hicimos nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem; con lo cual tuvimos abundancia de pan, y éramos felices, y no vimos calamidad. 18 Pero desde que hemos dejado de quemar incienso a la reina del cielo y de derramar libaciones a ella, nos ha faltado todo, y hemos sido consumidos por la espada y el hambre. 19 También cuando nosotras, las mujeres, quemábamos incienso a la reina del cielo, y le derramábamos libaciones, ¿acaso le hacíamos tortas para tributarle culto, y le derramábamos libaciones, sin nuestros maridos?
20 Entonces Jeremías respondió a todo el pueblo, es decir, a los hombres y a las mujeres, y en fin, a todo el pueblo, los cuales le habían dado aquella respuesta, diciendo: 21 ¿Por ventura no se acordó Jehová del incienso que quemasteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem; vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra; y acaso no se le dió nada de ello? 22 Sí; de modo que no pudo aguantarlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, y a causa de las abominaciones que cometisteis; por lo cual vuestra tierra ha venido a ser un desierto y un asombro, y una maldición, sin habitante; como parece hoy: 23 por lo mismo que quemasteis incienso a otros dioses, y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios; por eso es que os ha venido esta calamidad, como hoy se ve.
24 También dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: ¡Oíd el oráculo de Jehová, todos los de Judá que estáis en la tierra de Egipto! 25 Así habla Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres no sólo hablasteis con vuestra boca, sino que con vuestra mano disteis efecto a ello, diciendo: Sin falta cumpliremos nuestros votos que hemos hecho de quemar incienso a la reina del cielo, y de derramar libaciones a ella. Pues bien, confirmad escrupulosamente vuestros votos, y cumplid puntualmente vuestros votos; 26 empero por lo mismo oíd el oráculo de Jehová, todos los de Judá que moráis en la tierra de Egipto: He aquí, yo he jurado por mi gran nombre, dice Jehová, que no será pronunciado más mi nombre por la boca de ningún hombre de Judá en toda la tierra de Egipto, diciendo: ¡Vive Jehová! 27 He aquí que yo, vigilo sobre ellos para mal y no para bien; y todos los hombres dé Judá que están en la tierra de Egipto, serán consumidos a espada y de hambre, hasta concluir con ellos. 28 Y los que escaparen de la espada, volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos en número; y todo el resto de Judá que ha venido a la tierra de Egipto para habitar temporalmente allí, conocerán cúya es palabra que quedará establecida, la mía o la suya. 29 Y esto, dice Jehová, os servirá de señal de que yo os castigaré en este lugar; a fin de que sepáis que serán establecidas segurísimamente mis palabras contra vosotros para mal: 30 Así dice Jehová: He aquí que voy a entregar a Faraón Hofra rey de Egipto en la mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su vida, a la manera que entregué a Sedequías rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, enemigo suyo, y quien buscaba su vida.
Capítulo 45
1 LA palabra que habló Jeremías a Baruc hijo de Nería, cuando éste había escrito aquellas palabras en un libro, de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: 2 Así dice Jehová, el Dios de Israel, a ti, oh Baruc: 3 Tú dijiste: ¡Ay de mí, porque Jehová ha añadido dolor a mi aflicción! ¡estoy cansado de mi gemido, y no hallo descanso! 4 Así pues le dirás a él: Así dice Jehová: He aquí que lo que he edificado, lo voy a derribar; y lo que he plantado, lo voy a arrancar; y eso en toda la tierra. 5 ¿Y por ventura tú buscas cosas grandes para ti mismo? ¡No las busques! pues he aquí que voy a traer el mal sobre toda carne, dice Jehová: pero tu vida te será dada como despojo arrebatado, en todos los lugares adonde tú fueres.
Capítulo 46
1 REVELACIÓN de Jehová que tuvo el profeta Jeremías acerca de las naciones.
2 Acerca de Egipto. Acerca del ejército de Faraón Necao rey de Egipto, que estaba junto al río Eufrates, en Carquemis; al cual hirió Nabucodonosor rey de Babilonia, en el año cuarto de Joaquim hijo de Josías, rey de Judá: 3 ¡Preparad el escudo y el pavés, y salid a la batalla! 4 ¡Uncid los caballos! ¡montad también, vosotros jinetes! ¡presentaos armados de morriones! ¡acicalad las lanzas, y revestíos de las corazas! 5 Mas ¿por qué los veo despavoridos y vueltos atrás? ¡aun sus hombres más esforzados están derribados! ¡huyen apresuradamente, y no miran atrás! El temor se esparce por todos lados, dice Jehová. 6 ¡No huyan los veloces, ni se escapen los valientes! ¡allá al Norte, junto al río Eufrates, tropiezan y caen! 7 ¿Quién es éste que se alza como el Nilo, y cuyas aguas se agitan como los ríos? 8 Egipto se alza como el Nilo, y como los ríos se agitan sus aguas; y dice: ¡Me alzaré, cubriré la tierra, destruiré ciudades, y los que habitan en ellas! 9 ¡Avanzad, caballos; también, oh carros de guerra, corred locamente; y pónganse en marcha los hombres valientes! Etíopes y Libios que manejan el escudo, los Lidios también que manejan y entesan el arco. 10 Porque día es éste de Jehová de los Ejércitos, el Señor, su día de venganza, en que se vengue de sus adversarios: por tanto devorará la espada, y se saciará, y se embriagará con la sangre de ellos: porque Jehová de los Ejércitos, el Señor, tiene un gran sacrificio en la tierra del Norte, junto al río Eufrates. 11 ¡Sube a Galaad y toma para ti bálsamo, oh virgen hija de Egipto! ¡Pero en vano te multiplicas los medicamentos; no hay curación para ti! 12 Las naciones ya tienen noticia de tu oprobio, y tus alaridos llenan la tierra; porque, en la fuga, valiente tropieza con valiente, entrambos caen juntos. 13 Oráculo que habló Jehová al profeta Jeremías, acerca de la venida de Nabucodonosor rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto: 14 ¡Declaradlo en Egipto, y haced proclamación en Migdol! ¡haced proclamación en Nof y en Tafnes! Decid: ¡Ponte en pie, y prepárate; pues ya devora la espada al rededor de ti! 15 Porque ha sido arrebatado tu poderoso dios; no se mantuvo en pie, por cuanto Jehová le derribó. 16 Él hizo que muchos tropezasen; cayeron también uno sobre otro; y decían: ¡Levántate, y volvámonos a nuestro propio pueblo, y a la tierra de nuestro nacimiento, huyendo de delante de la espada vencedora! 17 Claman allí: ¡Faraón rey de Egipto, es destruído! ¡ha dejado pasar el tiempo señalado! 18 ¡Vivo yo! dice el Rey, (Jehová de los Ejércitos es su nombre), que como un Tabor entre las montañas, y como el Carmelo junto al mar así vendrá el enemigo. 19 ¡Prepárate trastos de los que van en cautiverio, oh hija que habitas en Egipto! porque Nof será hecha una desolación, y será abrasada, quedando sin habitante. 20 Novilla muy hermosa es Egipto; pero el tábano viene del Norte, sí ya viene; 21 asimismo sus tropas mercenarias, en medio de ella, son como becerros cebados: pues ellos también se vuelven atrás; huyen juntamente; no se detienen: porque el día de su calamidad ya vino sobre ellos, el tiempo de su visitación. 22 Su bulla se le irá cual se desliza la serpiente; porque vendrán los enemigos en ejercito, y con hachas vendrán, como los que hacen corte de árboles. 23 A Egipto le cortarán su bosque, dice Jehová, aunque sea impenetrable; pues más son en número que las langostas, y no tienen cuento. 24 Será abochornada la hija de Egipto; será entregada en mano del pueblo del Norte. 25 Dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que yo castigaré a Amón: dios de No, a Faraón también, y a Egipto, y a sus dioses, y a sus reyes; en fin, a Faraón y a los que confían en él. 26 Y los entregaré en mano de los que buscan su vida, es a saber, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de sus siervos. Mas después de esto será otra vez habitado, como en los tiempos anteriores, dice Jehová. 27 ¡Pero no temas tú, siervo mío Jacob, ni te amedrentes, oh Israel! porque he aquí que yo te sacaré de países lejanos, y a tu simiente de la tierra de su cautiverio; Jacob pues, volverá, y estará quieto y tranquilo, y no habrá quien le espante. 28 ¡No temas tú, siervo mío Jacob! dice Jehová; porque contigo estoy yo; pues que exterminaré todas las naciones adonde te he arrojado, mas no te exterminaré a ti; sin embargo te corregiré con moderación, y no te dejaré absolutamente sin castigo.
Capítulo 47
1 REVELACIÓN de Jehová, que tuvo el profeta Jeremías, acerca de los Filisteos, antes que Faraón hiriese a Gaza. 2 Así dice Jehová: He aquí aguas que se alzan de la parte del Norte, las cuales llegarán a ser un torrente inundador; e inundarán la tierra y cuanto ella contiene, las ciudades y los que en ellas habitan: y clamarán los hombres, y todos los habitantes del país se plañirán. 3 Al ruido de las patadas de sus fuertes corceles, al estruendo tumultuoso de sus carros de guerra, al rugido sordo de sus ruedas, los padres no vuelven ya la cara hacia sus hijos, por debilidad de manos; 4 a causa del día que viene para despojar a todos los Filisteos; para cortar de Tiro y de Sidón el postrer ayudador que les queda. Porque Jehová va a despojar a los Filisteos, débil resto, procedente de la isla de Caftor. 5 La calvicie ha sobrevenido a Gaza; Ascalón, débil resto de su valle, está reducida a silencio: ¿hasta cuándo te sajarás? 6 ¡oh espada de Jehová! ¿hasta cuándo no descansarás? ¡Vuélvete a tu vaina, descansa, y estáte quieta! 7 ¿Mas cómo puede sosegarse, cuando Jehová le ha dado comisión contra Ascalón y el litoral del mar? Allí le ha señalado su obra.
Capítulo 48
1 ACERCA de Moab. Así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: ¡Ay de Nebo, porque está asolada! ¡Kiryataim ha sido abochornada, ha sido tomada! ¡Misgab ha sido abochornada y derribada! 2 No hay ya más alabanza de Moab; en Hesbón sus adversarios han tramado el mal contra él; dicen: ¡Venid, cortémosle para que no sea más nación! Tú también, oh Madmena, serás reducida a silencio; la espada te perseguirá. 3 ¡Óyense gritos desde Horonaim; asolamiento y destrucción grande! 4 Moab está ya destruído; sus pequeñuelos hacen resonar el grito. 5 Porque en la cuesta de Luhit con lloro incesante subirán; porque a la bajada de Horonaim se oyen los lastimeros gritos de quebranto. 6 ¡Huíd! ¡salvaos la vida, y sed como la retama en el desierto! 7 Por cuanto has puesto tu confianza en tus haciendas y en tus tesoros, tú también serás tomada; y Cemos irá en cautiverio, juntamente con sus sacerdotes y sus príncipes. 8 Y vendrá el despojador a cada ciudad; y ni una ciudad escapará; el valle también perecerá, y la Mesa será destruída; como Jehová lo ha dicho. 9 ¡Dad alas a Moab, para que vuele a escape! puesto que sus ciudades serán hechas una desolación, sin que haya quien habite en ellas. 10 ¡Maldito aquel que hace la obra de Jehová negligentemente, y maldito aquel que retrae su espada de derramar sangre! 11 Moab ha estado descuidado desde su mocedad, y, como el vino, ha descansado sobre sus heces, sin ser trasegado de vasija en vasija, ni se ha ido en cautiverio; por tanto permanece su sabor en él, y su olor no se ha mudado. 12 Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que le enviaré trasegadores que le trasegarán; y vaciarán sus vasijas, y romperán sus odres. 13 Entonces Moab se avergonzará de Cemos, al modo que la casa de Israel se avergüenza de Bet-el, confianza suya. 14 ¿Cómo decís: Valientes somos, y hombres esforzados para la batalla? 15 Asolado está Moab, y sus ciudades han subido en humo, y los más escogidos de sus mancebos ya descendieron al degolladero, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los Ejércitos. 16 La calamidad de Moab está ya pronta a llegar, y su aflicción se apresura mucho. 17 ¡Lamentadle todos los que estáis a su rededor! y todos los que conocéis su nombre, decid: ¡Cómo se ha quebrado el cetro fuerte, la vara hermosa! 18 Desciende de tu gloria, y siéntate sedienta, oh hija, habitadora de Dibón; porque el despojador de Moab ha subido contra ti; ha destruído tus fortalezas. 19 ¡Ponte de pie junto al camino, y atisba, oh habitadora de Aroer! pregunta al que huye y a la que se escapa; diles: ¿Qué ha habido? 20 Y responden: ¡Abochornado está Moab; porque Dibón está derribada! ¡plañid y clamad! ¡anunciad en el Arnón que Moab ha sido desolado! 21 Pues que el juicio ya ha venido sobre la tierra de la Mesa, sobre Holón, y sobre Jaza, y sobre Mefaat, 22 y sobre Dibón, y sobre Nebo, y sobre Bet-diblataim, 23 y sobre Kiryataim, y sobre Bet-gamul, y sobre Bet-meón, 24 y sobre Kiryot, y sobre Bozra; y en fin, sobre todas las ciudades de la tierra de Moab; tanto las lejanas como las cercanas. 25 Se le ha cortado a Moab el cuerno, y su brazo está quebrado, dice Jehová. 26 Embriagadle de mi caliz de ira, porque contra Jehová se ha engrandecido; por tanto Moab revolcaráse en su mismo vómito, y será él también objeto de irrisión. 27 ¿Pues no fué Israel objeto de irrisión para ti? ¿acaso fué hallado entre los ladrones, para que cuantas veces hablaste de él hubieras de menear la cabeza? 28 ¡Dejad las ciudades, y morad en el peñasco, oh habitantes de Moab; y sed como la paloma que hace su nido en los costados de la boca de la caverna! 29 Hemos oído hablar de la soberbia de Moab; él es muy orgulloso. ¡Ah su altanería, y su soberbia, y su arrogancia, y la altivez de su corazón! 30 Mas yo conozco su saña, que es una nada; sus vanas jactancias nada han efectuado. 31 Por tanto plañiré a Moab; sí, por Moab, por todo él, daré gritos; por los hombres de Kir-herés se harán lamentos. 32 ¡Con más que el canto de Jazer, te lloraré, oh vid de Sibma! tus sarmientos pasaron más allá del mar; hasta el mar de Jazer alcanzaron; sobre tus frutos de verano y tu vendimia ha caído el despojador. 33 También se ha quitado el gozo y la alegría del campo fructifero, y de la tierra de Moab; y yo he hecho que falte de los lagares el vino: ninguno los pisará con algazara; la algazara no será algazara. 34 Desde donde clama Hesbón hasta Eleale, y hasta Jahaz, dieron su voz; desde Zoar hasta Horonaim, cual novilla de tres años; porque las aguas de Nimrim vendrán a ser desolaciones. 35 También haré que falte a Moab, dice Jehová, quien ofrezca sacrificios en los altos, y quien queme incienso a sus dioses. 36 Por tanto resonará mi corazón como flautas por Moab, y mi corazón como flautas resonará por los hombres de Kir-herés; porque la abundancia que se había adquirido ha perecido. 37 Porque toda cabeza está calva, y toda barba cortada; también en todas las manos hay sajaduras, y sobre todos los lomos, saco. 38 Sobre todos los terrados de Moab, y por sus calles, no se oyen sino plañidos; porque yo he quebrado a Moab, como vasija que nadie tiene en estima, dice Jehová. 39 ¡Cómo ha sido derribado! ¡plañidle! ¡cómo ha vuelto Moab las espaldas avergonzado! y Moab ha venido a ser ludibrio y espanto a cuantos están en sus alrededores. 40 Porque así dice Jehová: He aquí que el enemigo viene volando como águila, y extiende sus alas contra Moab. 41 Las ciudades están conquistadas, y las fortalezas tomadas por asalto; y será el corazón de los hombres esforzados de Moab en aquel día como el corazón de una mujer en sus angustias. 42 Y Moab será destruído de entre las naciones; por cuanto se ha engrandecido contra Jehová. 43 ¡El espanto y el hoyo y el lazo están sobre ti, oh habitante de Moab, dice Jehová! 44 El que huye del espanto caerá en el hoyo, y el que subiere del hoyo quedará preso en el lazo; porque traeré sobre él, es decir, sobre Moab, el año de su visitación, dice Jehová. 45 A la sombra de Hesbón se detienen los fugitivos, por falta de fuerzas; mas el fuego sale de Hesbón, y llamas de en medio de Sehón, que devora la región de Moab, y la corona de la cabeza de los hijos de tumulto. 46 ¡Ay de ti, Moab! ¡ha perecido el pueblo de Cemos! porque tus hijos son llevados cautivos, y tus hijas se han ido en cautiverio. 47 Empero haré tornar el cautiverio de Moab en los postreros días, dice Jehová. Hasta aquí es la carga de Moab.
Capítulo 49
1 ACERCA de los hijos de Ammón. Así dice Jehová: ¿Israel acaso no tiene hijos? ¿por ventura no tiene heredero? ¿por qué pues Malcam hereda a Gad, y su pueblo habita en las ciudades de éste? 2 Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré que se oiga en contra de Rabbá de los hijos de Ammón alarma de guerra; y ella se convertirá en un montón de ruinas, y sus hijas serán puestas a fuego: entonces Israel desposeerá a los que le desposeyeron a él, dice Jehová. 3 ¡Prorrumpe en alaridos, oh Hesbón, porque Ar está desolada! ¡clamad, oh hijas de Rabbá; ceñíos de saco, lamentaos; corred de aquí para allá por entre los vallados! porque Malcam irá en cautiverio, juntamente con sus sacerdotes y sus príncipes. 4 ¿Por qué te glorías de los amenos valles, de tu Valle que mana abundancia, oh hija rebelde? tú, que confiaste en tus tesoros, diciendo: ¿Quién vendrá contra mí? 5 He aquí que traeré sobre ti el terror, dice el Señor, Jehová de los Ejércitos, procedente de todos tus alrededores; y seréis expulsados, cada cual en derechura de sí mismo, sin que haya quien recoja los fugitivos. 6 Empero después de esto haré tornar el cautiverio de los hijos de Ammón, dice Jehová. 7 Acerca de Edom. Así dice Jehová de los Ejércitos: ¿No hay acaso ya más sabiduría en Temán? ¿ha perecido el consejo de los entendidos? ¿se ha desvanecido su sabiduría? 8 ¡Huid! ¡volveos atrás! ¡habita en lugares hondos, oh habitante de Dedán! porque la calamidad de Esaú la traigo sobre él, es a saber, el tiempo de su visitación. 9 Si hubieran venido a ti vendimiadores, ¿no habrían dejado algunos rebuscos? si ladrones de noche, ¿no habrían destruído sólo lo que les bastaba? 10 Yo empero he desnudado a Esaú, he descubierto su escondrijo, de modo que no podrá ocultarse; queda despojado su linaje, y sus hermanos, y sus vecinos; y él mismo ya no existe. 11 ¡Deja tus huérfanos, que yo les conservaré la vida, y esperen tus viudas en mí! 12 Porque así dice Jehová: He aquí que los que no deberían beber la copa, tendrán forzosamente que beberla; ¿y tú por ventura irás del todo sin castigo? No irás sin castigo; al contrario tú ciertamente beberás. 13 Porque por mí mismo he jurado, dice Jehová, que Bozra vendrá a ser un asombro, un oprobio, y una desolación, y una execración; y todas sus ciudades serán desolaciones perpetuas. 14 He oído noticias de parte de Jehová, y un mensajero ha sido enviado entre las naciones, que dice: ¡Reuníos, y venid contra ella, y levantaos para la batalla! 15 Pues he aquí que yo te he hecho pequeña, oh Idumea, entre las naciones, despreciada entre los pueblos. 16 En cuanto a tu terribilidad, te ha engañado la soberbia de tu corazón, ¡oh tú que habitas en las hendiduras de la peña, tú que tienes asida la cima del collado! pues aunque pusieres tu nido tan alto como el águila, de allí te haré bajar, dice Jehová; 17 e Idumea vendrá a ser un asombro; cuantos pasaren por ella quedarán pasmados, y silbarán a causa de todas tus plagas. 18 Como acaeció en la destrucción de Sodoma y Gomorra, y de las ciudades vecinas, dice Jehová, asimismo no habitará hombre allí, ni hijo de Adam pasará temporada en ella. 19 He aquí que viene el enemigo como león que sube de las espesuras del Jordán al pasturaje de lozanía perenne; pero yo haré que de repente corra él de allí; y a quien yo escogiere, le nombraré sobre él. Porque ¿quién hay como yo? ¿y quién me llamará a juicio? ¿o cuál es el pastor que pueda ponérseme delante? 20 Por tanto, oíd el propósito de Jehová, que él tiene resuelto contra Edom, y sus designios que él ha formado contra los habitantes de Teman. Ciertamente los enemigos los sacarán fuera como a ovejas endebles; ciertamente el adversario devastará juntamente con ellos su pasturaje. 21 Al estruendo de su caída se estremece la tierra; hay un clamoreo, cuyas voces se oyen hasta el Mar Rojo. 22 He aquí que el enemigo subirá volando como águila, y extenderá sus alas contra Bozra; y será el corazón de los héroes de Edom en aquel día como el corazón de una mujer en sus angustias. 23 Acerca de Damasco. ¡Confundidas están Hamat y Arpad, porque se han oído malas noticias, y ellas desfallecen! En el mar hay turbación; no se puede sosegar. 24 Damasco ha venido a ser endeble; ¡vuelve su rostro para huir! mas temblor se apodera de ella, angustia y dolores se asen de ella, como de mujer que está de parto. 25 ¡Cómo! ¿no ha sido dejada la ciudad tan alabada, la ciudad de mi regocijo? 26 Por eso sus jóvenes caerán por sus calles, y todos sus hombres de guerra serán reducidos a silencio en aquel día, dice Jehová de los Ejércitos; 27 pues voy a encender un fuego en el muro de Damasco, que consumirá los palacios de Ben-hadad. 28 Acerca de Cedar, y acerca de los reinos de Hazor, a los que hirió Nabucodonosor rey de Babilonia. Así dice Jehová: ¡Levantaos, subid contra Cedar, y despojad a los hijos de Oriente! 29 Sus tiendas y sus rebaños les serán quitados; sus cortinas y todos sus útiles y sus camellos, los saqueadores los llevarán para sí; y se les clamará: ¡El terror está por todas partes! 30 ¡Huíd, andad errantes en lejanos países; habitad en lugares hondos, oh moradores de Hazor! dice Jehová; porque Nabucodonosor rey de Babilonia tiene resuelto un propósito contra vosotros, y contra vosotros ha formado un designio. 31 ¡Levantaos, oh Caldeos, subid contra una nación descuidada, que habita sin recelo! Dice Jehová; nación que no usa puertas ni cerrojos; a solas habita. 32 Y sus camellos serán un despojo; y la muchedumbre de sus ganados, un botín; y esparciré hacia todos los vientos los que cortan los bordes de su cabello; y traeré de todos sus alrededores su calamidad, dice Jehová. 33 Y Hazor vendrá a ser morada de chacales, una desolación para siempre: no habitará allí hombre. ni hijo de Adam pasará temporada en ella. 34 Oráculo de Jehová que tuvo el profeta Jeremías acerca de Elam, al principio del reinado de Sedequías rey de Judá; oráculo que decía: 35 Así dice Jehová de los Ejércitos: He aquí que voy a romper el arco de Elam, la parte principal de su fortaleza. 36 Y traeré contra Elam los cuatro vientos, desde los cuatro puntos del cielo; y los esparciré hacia todos aquellos vientos; y no habrá nación adonde no lleguen los desterrados de Elam. 37 Porque haré que Elam se acobarde delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su vida; y traeré sobre ellos el mal, es a saber, el ardor de mi ira, dice Jehová; y enviaré tras ellos la espada hasta que los haya acabado: 38 pues asentaré mi trono en Elam, y destruiré de allí a rey y a príncipes, dice Jehová. 39 Mas acontecerá que en los postreros días haré tornar el cautiverio de Elam, dice Jehová.
Capítulo 50
1 EL oráculo que habló Jehová acerca de Babilonia y la tierra de los Caldeos, por conducto del profeta Jeremías: 2 ¡Publicad entre las naciones! ¡haced proclamación! ¡alzad la señal! ¡haced proclamación! ¡no lo encubráis! decid: ¡Tomada ha sido Babilonia! ¡Bel está avergonzado, Merodac aterrado! ¡sus imágenes están avergonzadas, sus ídolos aterrados! 3 Pues sube contra ella desde el Norte una nación que tornará su tierra en una desolación, de modo que no habrá quien habite en ella; desde el hombre hasta la bestia, todo huye y se va. 4 En aquellos días, y en ese tiempo, dice Jehová, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente; irán andando y llorando, y buscarán a Jehová su Dios. 5 Inquirirán el camino de Sión, puestos hacia allá sus rostros, diciendo: ¡Venid, y unámonos a Jehová en un pacto eterno, que nunca será echado al olvido! 6 Mi pueblo ha venido a ser como ovejas perdidas; sus pastores los han descarriado: sobre las montañas los hicieron ir vagando; anduvieron de monte en collado; se han olvidado de su descansadero. 7 Cuantos los hallaban, los devoraban; y sus adversarios decían: No hacemos mal; porque han pecado contra Jehová, habitación que es de justicia; sí, contra Jehová, la esperanza de sus padres. 8 ¡Huíd de en medio de Babilonia, y subid de la tierra de los Caldeos, y sed como los machos cabríos que van delante del rebaño! 9 Pues he aquí que voy a levantar y a traer contra Babilonia una asamblea de naciones grandes desde el Norte; las cuales se pondrán en orden contra ella; entonces será ella tomada: sus flechas serán como de un valiente, que a las madres las priva de hijos; ninguna de ellas tornará en balde. 10 Y la Caldea vendrá a ser un despojo; todos los que la despojan quedarán satisfechos, dice Jehová. 11 Por cuanto os alegráis, por cuanto os regocijáis desdeñosamente, oh saqueadores de mi herencia; por cuanto retozáis como novilla en la hierba, y relincháis como poderosos corceles; 12 será muy avergonzada Babilonia, vuestra madre; será abochornada la que os dio a luz. ¡He aquí que será la postrera de las naciones, un desierto, una tierra seca, una soledad! 13 A causa de la ira de Jehová, no será habitada, sino que toda ella será una desolación; cuantos pasaren junto a Babilonia quedarán asombrados, y silbarán a causa de todas sus plagas. 14 ¡Poneos en orden contra Babilonia toda en derredor! ¡cuantos entesáis el arco, asaeteadla! ¡no escaseéis las flechas! porque contra Jehová ha pecado. 15 ¡Levantad el grito contra ella a la redonda! tiende sus manos pidiendo merced; sus baluartes han caído ya, derribados están sus muros; porque venganza de Jehová es ésta: ¡tomad venganza de ella! ¡conforme ha hecho, haced vosotros con ella! 16 ¡Cortad de Babilonia al que siembra, y al que maneja la hoz en el tiempo de la siega! a causa de la espada vencedora, vuélvanse los auxiliares cada cual a su mismo pueblo, y cada cual huya a su propia tierra. 17 Israel es una grey descarriada: los leones la han dispersado; al principio el rey de Asiria la devoró, y últimamente este Nabucodonosor rey de Babilonia le ha quebrantado los huesos. 18 Por tanto, así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que yo castigaré al rey de Babilonia y a su tierra, así como he castigado al rey de Asiria. 19 Y haré que vuelva mi rebaño de Israel a su antiguo pasturaje; y pacerá en el Carmelo y en el Basán, y sobre las montañas de Efraim y de Galaad se saciará su alma. 20 En aquellos días y en ese tiempo, dice Jehová, será buscada la iniquidad de Israel, y no la habrá, y los pecados de Judá, mas no podrán ser hallados; porque habré perdonado al resto de mi pueblo que yo me hubiere reservado. 21 ¡Sube contra la tierra de doblada rebelión, sí, contra ella, y contra los habitantes del país de castigo! ¡devasta y destruye completamente en pos de ellos! dice Jehová; y haz conforme a todo cuanto te tengo mandado. 22 ¡El estruendo de batalla se oye en la tierra, y de grande destrucción! 23 ¡Cómo se ha quebrado y hecho pedazos el martillo de toda la tierra! ¡como ha venido a ser Babilonia una desolación en medio de las naciones! 24 Te tendí un lazo, y también has sido cogida, oh Babilonia; cuando menos lo pensabas; has sido hallada y también prendida, porque te has puesto en contienda con Jehová. 25 Ha abierto Jehová su armería, y ha sacado las armas de su indignación; porque el Señor, Jehová de los Ejércitos, tiene obra que hacer en la tierra de los Caldeos. 26 ¡Venid contra ella, desde el cabo de la tierra! ¡abrid sus graneros! ¡hacedla montones de escombros, y destruídla! ¡no tenga ella ni aun reliquias! 27 ¡Pasad a cuchillo a todos sus, valientes! ¡desciendan ellos al matadero! ¡ay de ellos, porque ha llegado su día, y el tiempo de su visitación! 28 ¡Oíd la voz de los que huyen y se escapan de la tierra de Babilonia, para anunciar en Sión la venganza de Jehová nuestro Dios, la venganza de su Templo derruído! 29 ¡Convocad contra Babilonia las muchas naciones! ¡todos los que entesáis el arco, acampad contra ella a la redonda! ¡no tenga ella quien escape! ¡recompensadla conforme a su obra! ¡conforme a todo cuanto ha hecho, haced vosotros con ella! porque se ha portado orgullosamente contra Jehová, contra el Santo de Israel. 30 Por tanto caerán sus mancebos por las calles, y todos sus hombres de guerra quedarán reducidos a silencio en aquel día, dice Jehová. 31 He aquí que estoy yo contra ti, oh reino orgulloso, dice el Señor, Jehová de los Ejércitos; pues ya vino tu día, el tiempo de tu visitación. 32 Y el orgulloso tropezará y caerá, y no habrá quien le levante; pues encenderé un fuego en sus ciudades que devorará a todos sus alrededores. 33 Así dice Jehová de los Ejércitos: Son oprimidos los hijos de Israel juntamente con los hijos de Judá; y todos los que los cautivaron los tienen fuertemente asidos; rehusan dejarles ir. 34 Empero el Redentor de ellos es fuerte, Jehová de los Ejércitos es su nombre; él defenderá eficazmente la causa de ellos, a fin de hacer que descanse la tierra, y hacer temblar a los habitantes de Babilonia. 35 Caerá la espada sobre los Caldeos, dice Jehová, y sobre los habitantes de Babilonia; y sobre sus príncipes, y sobre sus sabios. 36 Caerá la espada sobre los jactanciosos adivinos, y serán entontecidos; la espada caerá sobre los valientes de ella, y serán amedrentados. 37 Caerá la espada sobre sus caballos y sobre sus carros de guerra; y sobre toda la gente mixta que hay en medio de ella, y ellos se tornarán como mujeres; la espada caerá sobre los tesoros de ella, los cuales serán saqueados. 38 Caerá la sequía sobre sus aguas, y ellas se secarán; porque es tierra de esculturas; se enloquecen con los ídolos. 39 Por tanto, habitarán allí las fieras del desierto juntamente con los chacales; y habitarán en ella los avestruces; y no será habitada más para siempre, ni se morará más en ella de siglo en siglo. 40 Como acaeció cuando Dios destruyó a Sodoma y Gomorra, y a las ciudades vecinas, dice Jehová, asimismo no habitará hombre allí, ni hijo de Adam pasará temporada en ella. 41 ¡He aquí que viene del Norte un pueblo; sí, nación grande y reyes poderosos se despiertan desde las partes más remotas de la tierra; 42 empuñan el arco y el venablo; crueles son, y no usan de misericordia; su voz resuena como la mar; y sobre caballos vienen montados; cada cual aparejado como hombre de guerra, contra ti, oh hija de Babilonia! 43 El rey de Babilonia oye la fama de ellos, y se le debilitan las manos; la angustia se apodera de él, dolores como de mujer que da a luz. 44 He aquí que viene el enemigo como león que sube de las espesuras del Jordán al pasturaje de lozanía perenne; pero yo haré que de repente corran ellos de allí; y a quien yo escogiere, le nombraré sobre él. Porque ¿quién hay como yo? ¿y quién me llamará a juicio? ¿o cuál es el pastor que pueda ponérseme delante? 45 Por tanto, oíd el propósito de Jehová, que tiene él resuelto contra Babilonia, y sus designios que él ha formado contra la tierra de los Caldeos. Ciertamente los enemigos los sacarán fuera como a ovejas endebles; ciertamente el adversario devastará el pasturaje juntamente con ellos. 46 Al grito ¡tomada ha sido Babilonia! se estremece la tierra, y el clamoreo se oye entre las naciones.
Capítulo 51
1 ASÍ dice Jehová: He aquí que voy a levantar contra Babilonia y contra los que moran en medio de mis contrarios, un viento destructor; 2 y enviaré contra Babilonia aventadores que la avienten, y que vacíen su tierra; porque en el día de su calamidad estarán contra ella en derredor. 3 ¡Contra aquél que entesa, entese el arquero su arco, y contra aquel que se vanagloría de su coraza; y no perdonéis a sus mancebos! ¡destruíd completamente todas sus huestes! 4 Así caerán traspasados en la tierra de los Caldeos, y alanceados en sus calles. 5 Porque no está enviudado Israel, ni Judá, desamparado de su Dios, Jehová de los Ejércitos; aunque su tierra está llena de crimen contra el Santo de Israel. 6 ¡Huíd de en medio de Babilonia! ¡ponga en salvo cada cual su vida! no sea que perezcáis en el castigo de su iniquidad: porque tiempo es de la venganza de Jehová; él va a darle la recompensa. 7 Babilonia ha sido una copa de oro en la mano de Jehová, para embriagar a toda la tierra; de su vino han bebido las naciones, por lo cual las naciones están enloquecidas. 8 ¡Repentinamente ha caído Babilonia, y se ha hecho pedazos! ¡plañidla; tomad bálsamo para su herida, por si acaso ella pueda sanar! 9 A lo que responden: ¡Hemos curado a Babilonia, mas ella no pudo sanar! ¡abandonadla, y vámonos cada cual a su tierra, porque su castigo alcanza hasta el cielo, y se eleva hasta las nubes! 10 Jehová ha sacado a luz nuestra justicia; ¡venid, y contemos en Sión la obra de Jehová nuestro Dios! 11 ¡Acicalad las flechas, empuñad los escudos! Jehová ha despertado el espíritu de los reyes de los Medos; porque su propósito es contra Babilonia para destruirla; porque venganza es ésta de Jehová; la venganza de su Templo destruído. 12 ¡Alzad bandera contra los muros de Babilonia! ¡fortalecedla guardia, poned centinelas, preparad las emboscadas! porque Jehová no solo propone, sino ejecuta lo que tiene hablado contra los habitantes de Babilonia. 13 ¡Ah, tú que habitas junto a las muchas aguas, tú que abundas en riquezas, ya vino tu fin; colmóse la medida de tu rapacidad! 14 Jehová de los Ejércitos ha jurado por sí mismo, diciendo: Sin falta te llenaré de hombres enemigos, como de orugas, los cuales alzarán contra ti el grito de batalla. 15 Jehová hizo la tierra con su poder, estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos. 16 Al dar su voz, hay un tumulto de aguas en los cielos; eleva también los vapores desde los extremos de la tierra; hace los relámpagos para la lluvia, y saca de sus tesoros el viento. 17 Embrutecido es todo hombre que no sabe esto; cada platero se deja avergonzar en su misma escultura; porque embuste es su imagen fundida, y no hay aliento en ellas. 18 Vanidad son, obra digna de escarnios; en el tiempo de su visitación ellas perecerán. 19 La porción de Jacob no es parecida a ellas; porque él es el Hacedor de todas las cosas, e Israel es la tribu de su herencia; ¡Jehová de los Ejércitos es su nombre! 20 Tú, oh Babilonia, has sido mi maza y mis armas de guerra; pues contigo he hecho pedazos las naciones, y contigo he destruído los reinos; 21 y contigo he hecho pedazos el caballo y a su jinete, y contigo he hecho pedazos el carro de guerra, y al que monta en él; 22 y contigo he hecho pedazos al hombre y a la mujer, y contigo he hecho pedazos al viejo y al niño, y contigo he hecho pedazos al mancebo y a la doncella; 23 y contigo he hecho pedazos al pastor y su rebaño, y contigo he hecho pedazos al labrador y su yunta de bueyes, y contigo he hecho pedazos al gobernador y al magistrado: 24 mas ahora voy a recompensar a Babilonia y a todos los habitantes de Caldea, todo el mal que hicieron a Sión delante de vuestros ojos, dice Jehová. 25 He aquí que estoy yo contra ti, oh Volcán destructor, dice Jehová, contra ti, que has destruído toda la tierra; y extenderé mi mano contra ti, y te haré rodar de entre las peñas; y haré que vengas a ser un volcán apagado. 26 Y no tomarán de ti piedra angular, ni piedra para cimientos; porque serás desolaciones perpetuas, dice Jehová. 27 ¡Alzad bandera en la tierra! ¡tocad trompeta entre las naciones! ¡alistad contra ella las naciones! ¡convocad contra ella los reinos de Armenia, de Mini y de Askenaz! ¡nombrad jefe contra ella! ¡haced que suban contra ella caballos como orugas! 28 ¡Alistad contra ella las naciones, los reyes de los Medos, y sus gobernadores, y sus magistrados, y toda la tierra de su dominio. 29 Tiembla pues la tierra y se acongoja, porque se cumplen contra Babilonia los propósitos de Jehová de tornar la tierra de Babilonia en una desolación, sin habitante. 30 ¡Dejan de pelear los valientes de Babilonia; quédanse en sus fortalezas; hase acabado su poderío; ellos han venido a ser como mujeres; están incendiadas sus habitaciones, están despedazados sus cerrojos! 31 ¡Un correo corre al encuentro de otro correo, y un mensajero al encuentro de otro mensajero, para noticiar al rey de Babilonia que su ciudad ha sido tomada de cabo a cabo; 32 que los pasos del río han sido tomados, y las empalizadas están quemadas a fuego, y los hombres de guerra llenos de consternación! 33 Porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: La hija de Babilonia es como una era al tiempo de trillar; de aquí a poco, llegará para ella el tiempo de la siega. 34 Dice Sión: Me ha consumido, me ha destruído Nabucodonosor rey de Babilonia; me ha puesto como una vasija vacía; cual monstruo marino me ha tragado; se ha llenado el vientre de mis delicadezas; me ha echado fuera. 35 ¡La violencia hecha a mí y a mi carne, recaiga sobre Babilonia! dirá la habitadora de Sión; y ¡recaiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea! dirá Jerusalem. 36 Por tanto, asi dice Jehová: He aquí que yo defenderé tu causa, y vengaré tus agravios, y secaré la mar de ella, y haré que se sequen sus fuentes. 37 Y Babilonia vendrá a ser montones de escombros, morada de chacales: un asombro, un silbido, tierra en que nadie habita. 38 Los Caldeos rugirán juntos, como leones, gruñirán como cachorros de león. 39 En medio de su calor, les pondré banquete, y los haré embriagarse, para que estén alegres, y para que duerman un sueño perpetuo, y no despierten más, dice Jehová. 40 Los haré descender como corderos al matadero, como carneros juntamente con machos de cabrío. 41 ¡Cómo ha sido tomada Sesac, y cautivada la alabanza de toda la tierra! ¡cómo ha venido a ser Babilonia una desolación entre las naciones! 42 Ha subido contra Babilonia un mar de enemigos; con el tumulto de sus olas ella ha sido anegada. 43 Sus ciudades se han convertido en una desolación, una tierra seca y un desierto; tierra en que no habita hombre alguno, ni hijo de Adam pasa por ella. 44 Ejecutaré juicio contra Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que ha engullido, y ya no fluirán como ríos a ella las naciones: también el muro estupendo de Babilonia caerá. 45 ¡Salid de en medio de ella, oh pueblo mío! ¡libre cada cual su alma del ardor de la ira de Jehová! 46 Y no desfallezca vuestro corazón ni tengáis miedo, a causa de los rumores que se oirán en la tierra: porque en un año vendrá rumor, y después de esto vendrá en otro año rumor; también habrá violencia en la tierra, y gobernante estará contra gobernante. 47 Por tanto, he aquí que vienen días en que ejecutaré juicio contra las esculturas de Babilonia, y toda su tierra será avergonzada; y todos sus muertos a espada caerán en medio de ella. 48 Entonces cantarán de gozo sobre Babilonia los cielos y la tierra, y todo cuanto hay en ellos; porque desde el Norte le vendrán los despojadores, dice Jehová. 49 Así como Babilonia ha hecho caer los muertos de Israel, así por causa de Babilonia han caído los muertos de toda la tierra. 50 Los que habéis escapado de la espada, ¡andad, no os detengáis! ¡acordaos desde lejos de Jehová, y ocupe Jerusalem vuestros pensamientos! 51 Avergonzados estamos, por que hemos escuchado nuestra afrenta; la confusión ha cubierto nuestro rostro; porque entraron los extraños en los santuarios de la Casa de Jehová. 52 Por lo mismo, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que ejecutaré juicio contra las esculturas de Babilonia, y por toda su tierra gemirán los traspasados. 53 Aun cuando se remontare Babilonia hasta los cielos, y por mucho que fortalezca la elevación de su poderío, de mi parte le vendrán quienes la despojen, dice Jehová. 54 ¡Oíd la voz de gritos que salen de Babilonia, y el estruendo de quebranto grande, de la tierra de los Caldeos! 55 porque Jehová está despojando a Babilonia, y destruye de en medio de ella su grande bullicio: y las olas de los enemigos resuenan como las muchas aguas, y dase al viento la algazara de su voz: 56 porque ya vino sobre ella, sobre Babilonia, el saqueador; han sido cogidos sus valientes, han sido despedazados sus arcos porque el Dios de las recompensas es Jehová; él indudablemente dará la retribución. 57 ¡Y haré embriagar sus príncipes y sus sabios, sus gobernadores y sus magistrados y sus valientes; y dormirán un sueño perpetuo, y no despertarán más, dice el Rey; Jehová de los Ejércitos es su nombre! 58 Así dice Jehová de los Ejércitos: ¡Los gruesos muros de Babilonia serán completamente arrasados, y sus elevadas puertas quemadas a fuego; de modo que habránse fatigado los pueblos en balde, y las naciones para el fuego se habrán cansado! 59 Comisión que el profeta Jeremías encargó a Seraya hijo de Nería, hijo de Mahseya, cuando éste fué con Sedequías rey de Judá, a Babilonia, en el año cuarto de su reinado; el cual Seraya era camarero mayor. 60 Y escribió Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, es decir, todas estas palabras que están escritas acerca de Babilonia. 61 Y dijo Jeremías a Seraya: Cuando hubieres llegado a Babilonia, mira que leas en alta voz todas estas palabras; 62 luego dirás: ¡Oh Jehová, tú has hablado contra este lugar para destruirlo, de modo que no quede en él habitante, ni hombre ni bestia, sino que sea desolaciones perpetuas! 63 Y sucederá que cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra y lo arrojarás en medio del Eufrates; 64 y dirás: ¡Así se hundirá Babilonia, y no volverá a levantarse, a causa del mal que voy a traer sobre ella! de modo que habránse cansado en balde. Hasta aquí las palabras de Jeremías.
Capítulo 52
1 DE edad de veinte y un años era Sedequías cuando comenzó a reinar, y once años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Hamutal hija de Jeremías de Libna. 2 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, conforme a todo lo que había hecho Joaquim; 3 porque a causa de la ira de Jehová esto sucedió en Jerusalem y Judá, hasta que los acabase de arrojar de su presencia. Rebelóse también Sedequías contra el rey de Babilonia.
4 Aconteció pues en el año noveno de su reinado, en el mes décimo, a los diez del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalem; y asentó campamento contra ella, y edificaron contra ella torres a su rededor; 5 de modo que la ciudad fué sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías. 6 En el mes cuarto, a nueve del mes, cuando prevalecía ya el hambre en la ciudad, en términos que no había pan para el pueblo de la tierra, 7 se efectuó una brecha en la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, saliendo de la ciudad de noche, por la vía secreta de la puerta que había entre los dos muros, la cual estaba cerca del jardín del rey, mientras los Caldeos tenían la ciudad cercada en derredor; y se fueron camino del Arabá. 8 Empero el ejército de los Caldeos siguió tras el rey; y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó, estando todas sus tropas dispersas en su rededor. 9 Así prendieron al rey, y le llevaron al rey de Babilonia en Ribla, en la tierra de Hamat; el cual pronunció sentencia contra él. 10 Y el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante su misma vista; y también a todos los príncipes de Judá los degolló en Ribla. 11 E hizo sacarlos ojos a Sedequías, y le sujetó con grillos de bronce; y el rey de Babilonia le llevó a Babilonia, y le puso en la cárcel, donde quedó hasta el día de su muerte.
12 y en el mes quinto, a los diez del mes, que fué el año diez y nueve del rey Nabucodonosor rey de Babilonia, Nebuzaradán capitán de la guardia real (uno que solía estar en presencia del rey de Babilonia) vino a Jerusalem. 13 Y quemó la Casa de Jehová y la casa del rey; también quemó a fuego todas las casas de Jerusalem, y todos los palacios. 14 Asimismo todos los muros de Jerusalem en derredor de ella, los derribó todo el ejército que había con el capitán de la guardia. 15 Y algunos de los pobres del pueblo, y el resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, y lo que quedaba de la gente común, los llevó en cautiverio Nebuzaradán capitán de la guardia. 16 Sin embargo de los más pobres de la tierra Nebuzaradán capitán de la guardia dejó algunos para que fuesen viñadores y labradores.
17 Asimismo las columnas de bronce que había en la Casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que había en la Casa de Jehová, los hicieron pedazos los Caldeos, y llevaron todo el bronce de ellos a Babilonia. 18 Asimismo tomaron los calderos, y las paletas, y las despabiladeras, y los tazones, y las cucharas, y todos los instrumentos de bronce con que se ministraba; 19 y las copas, y los incensarios, y los tazones, y los calderos, y los candelabros, y las cucharas, y las tazas; el oro de lo que era de oro, y la plata de lo que era de plata; se lo llevó todo el capitán de la, guardia. 20 En cuanto a las dos columnas, el mar, y los doce bueyes de bronce que estaban debajo del mar, los cuales había hecho Salomón para la Casa de Jehová, no hubo medio de pesar el bronce de todos estos enseres. 21 Y en cuanto a las columnas, diez y ocho codos era la altura de una columna, y un cordel de doce codos medía la circunferencia de ella; y el grosor del metal era de cuatro dedos; era hueca. 22 Y había sobre ella un capitel de bronce, siendo la altura de un capitel cinco codos, con una obra de malla y granadas sobre el capitel en su derredor; todo era de bronce. E iguales dimensiones tenía la segunda columna, con las granadas. 23 Y había noventa y seis granadas hacia los cuatro vientos; siendo todas las granadas ciento, sobre la malla al rededor del capitel.
24 Y tomó el capitán de la guardia a Seraya, sacerdote principal, y a Sofonías, el segundo sacerdote, y a tres de los porteros; 25 y de los de la ciudad tomó a cierto eunuco que estaba sobre los hombres de guerra, y cinco hombres de los que veían el rostro del rey, los cuales se hallaban en la ciudad, y al secretario del jefe del ejército, el que hacía las levas de la gente de la tierra, con sesenta hombres del pueblo de la tierra, que fueron hallados en la ciudad; 26 a éstos pues los tomó Nebuzaradán capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia, en Ribla. 27 Y los hirió el rey de Babilonia, y les dió muerte en Ribla, en la tierra de Hamat. Así Judá fué llevado en cautiverio de sobre su propio suelo.
28 Este es el pueblo que deportó Nabucodonosor: En el año séptimo, tres mil y veinte y tres judíos; 29 en el año diez y ocho de Nabucodonosor, deportó desde Jerusalem ochocientas treinta y dos personas; 30 en el año veinte y tres de Nabucodonosor, Nebuzaradán capitán de la guardia deportó de los judíos setecientas cuarenta y cinco personas. Eran todas las personas cuatro mil y seiscientas.
31 Y aconteció que en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes doce, a los veinte y cinco días del mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, levantó la cabeza de Joaquín rey de Judá, y le sacó de la cárcel; 32 y habló con él cariñosamente, y puso su trono más alto que los tronos de los otros reyes que tenía consigo en Babilonia. 33 Y mudóle su traje de cárcel; y Joaquín comió pan en su presencia siempre, todos los días de su vida. 34 Y en cuanto a su manutención, le fué dada de parte del rey de Babilonia una manutención continua, a razón de un tanto por día, hasta el día de su muerte, todos los días de su vida.