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Capítulo 1
1 ESTAS son las palabras que habló Moisés a todo Israel de este lado del Jordán, en el desierto, en el Arabá, al extremo opuesto al Mar Rojo, entre Parán, y Tofel, y Labán, y Hazerot, y Di-zahab. 2 Once días de viaje hay de Horeb, camino de la serranía de Seir, hasta Cades-barnea. 3 Y aconteció a fines de los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes, que habló Moisés á los hijos de Israel conforme a todo lo que le había mandado Jehová acerca de ellos; 4 después que hubo herido a Sehón, rey amorreo, que habitaba en Hesbón, y a Og, rey de Basán, que habitaba en Asterot, en Edrei. 5 De este lado del Jordán, pues, en la tierra de Moab, encargóse Moisés de explicar esta ley, diciendo: 6 Jehová, nuestro Dios, nos habló en Horeb, diciendo: Bastante tiempo habéis permanecido en este monte: 7 volveos, y alzad el campamento, y marchad a la serranía de los Amorreos y a todos los lugares vecinos, situados en el Arabá, en la Serranía, en la Sefela, en el Mediodía, y en la ribera del mar, tierra del Cananeo; y al Líbano, hasta el gran río, el río Eufrates. 8 Ved que pongo delante de vosotros la tierra; entrad, poseed la tierra que juró Jehová a vuestros padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, que se la daría a ellos y a su descendencia después de ellos.
9 Y os hablé en aquel tiempo, diciendo: No puedo yo solo llevar la carga de vosotros. 10 Jehová vuestro Dios os ha hecho muy numerosos; y heos aquí el día de hoy como las estrellas del cielo en multitud. 11 ¡Jehová el Dios de vuestros padres, os haga mil veces más numerosos de lo que sois y os bendiga, según os ha prometido! 12 Mas ¿cómo he de sobrellevar yo solo vuestra molestia y vuestra carga y vuestra contención? 13 Dadme de vuestra parte hombres sabios y entendidos y conocidos de vuestras tribus, a quienes yo ponga por caudillos vuestros. 14 Y me respondisteis: Bueno será que hagamos lo que has dicho. 15 Tomé pues las cabezas de vuestras tribus, hombres sabios y conocidos, y los puse por caudillos vuestros, jefes de miles, jefes de centenas, jefes de cincuentenas, y jefes de decenas, y por magistrados de vuestras tribus. 16 Y mandé a estos vuestros jueces, en ese tiempo, diciendo: Oíd los pleitos entre vuestros hermanos, y juzgad con justicia entre cada uno y su hermano, a su vecino extranjero. 17 No hagáis acepción de personas en el juicio; al pequeño oiréis lo mismo que al grande: no habéis de temer el rostro del hombre, porque el juicio es de Dios; y la causa que fuere demasiado difícil para vosotros, la traeréis a mí, y yo la oiré. 18 Y os mandé en ese tiempo todas las cosas que habíais de hacer.
19 Levantamos el campamento, pues, de Horeb, y anduvimos por todo aquel desierto grande y terrible que visteis en el camino de la serranía de los Amorreos, como nos mandaba Jehová nuestro Dios; y así llegamos a Cades-barnea. 20 Entonces os dije: Habéis llegado a la serranía de los Amorreos, que Jehová nuestro Dios nos va a dar. 21 Mira, oh Israel, que Jehová tu Dios pone delante de tu rostro la tierra: sube, toma posesión, como te ha dicho Jehová, el Dios de tus padres; no temas, ni te amedrentes.
22 Con lo cual os acercasteis a mí, todos vosotros, y dijisteis: Enviemos hombres delante de nosotros, que nos exploren la tierra, y nos vuelvan a traer razón del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar. 23 Y me pareció acertado el consejo; por lo cual tomé de entre vosotros doce hombres, un hombre de cada tribu; 24 los cuales volvieron el rostro y subieron a la Serranía, y llegaron hasta el torrente de Escol, espiando la tierra. 25 Y tomaron de las frutas del país en su mano, y bajando de allí, nos las trajeron; también nos trajeron respuesta, diciendo: Buena es la tierra que Jehová nuestro Dios nos da. 26 Pero no quisisteis subir; antes os rebelasteis contra el mandamiento de Jehová vuestro Dios, 27 y murmurasteis en vuestras tiendas, y dijisteis: Por habernos aborrecido Jehová, nos sacó de la tierra de Egipto, a fin de entregarnos en mano de los Amorreos, para destruirnos. 28 ¿A dónde hemos de subir? Nuestros hermanos nos han hecho desmayar el corazón, diciendo: El pueblo es más grande y más alto que nosotros; las ciudades grandes e inexpugnables, amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de los Anaceos. 29 Entonces yo os dije: No os aterréis, ni tengáis miedo de ellos. 30 Jehová vuestro Dios es el que va delante de vosotros; él peleará por vosotros, en conformidad con todo lo que hizo por vosotros en Egipto, ante vuestros mismos ojos; 31 y también en el desierto, donde habéis visto cómo Jehová vuestro Dios os llevó, cual lleva un hombre a su propio hijo, en todo el camino que anduvisteis hasta vuestra llegada a este lugar. 32 Pero en este asunto no fuisteis fieles a Jehová vuestro Dios, 33 que iba delante de vosotros en el camino, a reconoceros lugar donde hubieseis de acampar, en una columna de fuego de noche, para haceros ver el camino por donde hubieseis de andar, y en una nube de día. 34 Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras, e indignóse, y juró, diciendo: 35 No verá ni uno solo de los hombres de esta mala generación, la buena tierra que juré dar a vuestros padres; 36 excepto Caleb, hijo de Jefone; él la verá, y le daré la tierra que ha pisado, a él y a sus hijos; por cuanto ha seguido cumplidamente a Jehová: 37 (pues también contra mí airóse Jehová, por vuestra causa, y dijo: Ni tú tampoco entrarás allá); 38 y Josué, hijo de Nun, que está en pie delante de ti, él entrará allá. Anímale, porque él la dará en herencia a Israel. 39 Y vuestros niños, de quienes dijisteis que iban a ser una presa, y vuestros hijitos que no conocen en el día ni bien ni mal, ellos entrarán allá; porque a ellos la daré, y ellos la tomarán en posesión. 40 Vosotros empero, volveos y emprended la marcha para el desierto, camino del Mar Rojo.
41 Entonces respondiéndome dijisteis: Hemos pecado contra Jehová; nosotros ciertamente subiremos y pelearemos, conforme a todo lo que Jehová nuestro Dios nos tiene mandado. Y os ceñisteis cada cual sus armas de guerra, y os aprontasteis para subir temerariamente a la Serranía. 42 Mas Jehová me dijo: Diles: No subáis, ni peleéis, que yo no estoy en medio de vosotros; no suceda que seáis heridos delante de vuestros enemigos. 43 Y yo os hablé, pero no escuchasteis, sino que os rebelasteis contra el mandamiento de Jehová, y, llenos de presunción, subisteis a la Serranía. 44 Entonces los Amorreos, que habitan en aquella serranía, salieron a encontraros; y os persiguieron, como suelen hacer las abejas, y os derrotaron en Seir, hasta Horma. 45 Después os volvisteis y llorasteis delante de Jehová; pero Jehová no oyó vuestra voz, ni os prestó oídos. 46 Y habitasteis en Cades muchos días, según el número de los días que habitasteis allí.
Capítulo 2
1 VOLVIMOS entonces el rostro, y emprendimos marcha para el desierto, camino del Mar Rojo, como me había mandado Jehová. Y dimos la vuelta a la serranía de Seir muchos días. 2 Mas cumplidos los cuarenta años, me dijo Jehová: 3 Bastante habéis ido rodeando esta serranía; volveos hacia el norte; 4 y manda al pueblo, diciendo: Vosotros vais a pasar por el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seir; y ellos tendrán recelo de vosotros; guardaos pues mucho. 5 No contendáis con ellos; que no os daré de la tierra de ellos ni siquiera la huella de un pie; porque herencia es de Esaú, a quien he dado la serranía de Seir. 6 Las vituallas compraréis de ellos por dinero para que comáis, y también el agua compraréis de ellos por dinero para que bebáis. 7 Porque Jehová tu Dios te ha bendecido, oh Israel, en toda obra de tus manos: pues él se ha hecho cargo de tu viaje por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y ninguna cosa te ha hecho falta. 8 Así pasamos de largo a nuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seir, por el camino del Arabá, desde Elat y desde Ezión-geber.
Entonces cambiamos de rumbo, y pasamos adelante, camino del desierto de Moab. 9 Y me dijo Jehová: No hostilicéis a los Moabitas, ni contendáis con ellos en guerra; que no os daré en la tierra de ellos posesión alguna; porque a los hijos de Lot he dado Ar por posesión suya. 10 (Los Emitas antes habitaban allí; pueblo grande y numeroso, y de alta talla como los Anaceos. 11 Por gigantes fueron reputados también ellos, así como los Anaceos; pero los Moabitas los llaman Emitas. 12 También en Seir habitaban los Horeos de antaño; mas los hijos de Esaú los desposeyeron, y los destruyeron delante de sí, y habitaron en su lugar; así como hizo Israel con su herencia, que Jehová les dió.) 13 Ahora pues levantaos, y pasad el torrente de Zared. Y en efecto, pasamos el torrente de Zared. 14 Y el tiempo que ocupamos desde Cades-barnea hasta que pasamos el torrente de Zared, fué treinta ocho años, hasta que toda aquella generación de hombres de guerra fué consumida de en medio del campamento, según les había jurado Jehová. 15 Además, la mano de Jehová fué contra ellos, para exterminarlos de en medio del campamento, hasta que hubiese acabado con ellos.
16 Y sucedió que cuando ya hubieron acabado de morir todos aquellos hombres de guerra de entre el pueblo, 17 me habló Jehová, diciendo: 18 Vas a pasar hoy por el territorio de Moab, junto a Ar, 19 y llegarás frente a los hijos de Ammón. No los hostilicéis, ni contendáis con ellos; porque no os daré en la tierra de los hijos de Ammón posesión alguna; pues que a los hijos de Lot la he dado en posesión. 20 (Tierra de gigantes fué reputada también ésta. De antaño los Refaítas habitaban en ella, y los Ammonitas los llaman Zomzomeos; 21 pueblo grande y numeroso, y de alta talla como los Anaceos; pero Jehová los destruyó delante de ellos, de manera que los desposeyeron, y habitaron en su lugar. 22 Del mismo modo que hizo Jehová a favor de los hijos de Esaú que habitan en Seir; pues destruyó a los Horeos delante de ellos, de manera que los desposeyeron, y habitan en su lugar hasta el día de hoy. 23 Como sucedió también a los Aveos que habitaban en aldeas hasta Gaza, a quienes los Caftoreos, procedentes de Caftor, los destruyeron, y habitaron en su lugar.)
24 Levantaos pues, alzad el campamento, y pasad el torrente de Arnón. Mira, oh Israel, que he puesto en tu mano a Sehón amorreo, rey de Hesbón, a él y su tierra: comienza a desposeerle, y contiende con él en batalla. 25 Hoy comenzaré a imponer el miedo de ti y tu terror sobre los pueblos que están debajo de todos los cielos, los cuales oirán tu fama, y temblarán, y se angustiarán, a causa de ti. 26 Envié pues mensajeros desde el desierto de Quedemot a Sehón, rey de Hesbón, con palabras de paz, diciendo: 27 Quiero pasar por tu tierra; tan sólo por el camino andaré, sin apartarme a diestra ni a siniestra. 28 Las vituallas me las venderás por dinero para que coma, y el agua me la darás por dinero para que beba; solamente quiero pasar a pie: 29 (como hicieron conmigo los hijos de Esaú, que habitan en Seir, y los Moabitas que habitan en Ar), hasta que haya pasado por el jordán a la tierra que Jehová nuestro Dios nos va a dar. 30 Mas no quiso Sehón, rey de Hesbón, dejarnos pasar junto a sí, porque Jehová tu Dios endureció su espíritu e hizo obstinado su corazón, para entregarle en tu mano, como se ve el día de hoy.
31 Entonces me dijo Jehová: Mira que he comenzado a poner delante de tí a Sehón y su tierra; comienza pues a desposeerle, para posesionarte de su tierra. 32 En efecto, salió Sehón a nuestro encuentro, él y todo su pueblo, a librar batalla en Jahaz. 33 Y entrególe Jehová nuestro Dios delante de nosotros; y le herimos a él y a sus hijos y a todo su pueblo. 34 Y tomamos todas sus ciudades en aquel tiempo, y destruímos totalmente en cada ciudad hombres, mujeres y niños; no dejamos quien escapase: 35 solamente las bestias tomamos por despojo, con el botín de las ciudades que habíamos tomado. 36 Desde Aroer, que está sobre la ribera del torrente de Arnón, y la ciudad que está en medio del valle adyacente, hasta Galaad; no hubo ciudad amurallada que fuese demasiado fuerte para nosotros; todas ellas las entregó Jehová nuestro Dios delante de nosotros: 37 tan solo a la tierra de los hijos de Ammón no te acercaste, ni a banda alguna del torrente de Jaboc; ni a las ciudades de la serranía, ni a ninguna parte que Jehová nuestro Dios nos tenía vedada.
Capítulo 3
1 LUEGO volvimos el rostro, y subimos por el camino del Basán. Y salió Og, rey de Basán, a nuestro encuentro, él y todo su pueblo, a librar batalla en Edrei. 2 Y me dijo Jehová: No tengas temor de él, porque en tu mano le he entregado, tanto a él como a su pueblo y su tierra. Y harás con él como hiciste con Sehón, rey amorreo, que habitaba en Hesbón. 3 De manera que Jehová nuestro Dios entregó en vuestra mano también a Og, rey de Basán, y a todo su pueblo; y le herimos hasta no quedar de los suyos quien escapase. 4 Y tomamos todas sus ciudades en aquel tiempo; no hubo plaza fuerte que no les quitásemos; sesenta ciudades, toda la región de Argob, reino de Og en Basán. 5 Todas estas eran ciudades fortificadas, de muros altos, con puertas y barras; sin contar muchísimas ciudades sin muros. 6 Y las destruímos totalmente, lo mismo que habíamos hecho con Sehón, rey de Hesbón, destruyendo completamente en cada ciudad hombres, mujeres y niños. 7 Mas todas las bestias, con el despojo de las ciudades, saqueamos para nosotros. 8 Y así en aquel tiempo arrancamos del poder de los dos reyes amorreos, la tierra que está de esta parte del Jordán, desde el torrente de Arnón hasta el monte Hermón: 9 (los Sidonios llaman al Hermón Sirión, pero los Amorreos lo llaman Senir); 10 todas las ciudades de la Mesa, y todo Galaad, y todo Basán, hasta Salca y Edrei, ciudades de Og en Basán. 11 Porque solamente Og, rey de Basán, quedaba del resto de los gigantes. He aquí su cama, cama de hierro, ¿no está todavía en Rabbá de los Ammonitas? de nueve codos es su longitud, y de cuatro codos su anchura, según el codo de un hombre.
12 Así pues nos posesionamos de esta tierra en aquel tiempo: desde Aroer, situada sobre el torrente de Arnón, con la mitad de la serranía de Galaad, y sus ciudades, lo dí a los Rubenitas y los Gaditas; 13 mas el resto de Galaad, con todo el Basán, reino de Og, lo dí a la media tribu de Manasés; es decir, toda la región de Argob con todo el Basán. (Esta fué llamada tierra de gigantes. 14 Jaír, hijo de Manasés, tomó toda la región de Argob, hasta el confín de los Gesureos y los Maacateos, y los llamó de su mismo nombre, Basán de las Villas de Jaír; nombre que dura hasta el día de hoy.) 15 Dí pues a Maquir el resto de Galaad. 16 Porque a los Rubenitas y a los Gaditas, ya había dado desde Galaad hasta el torrente de Arnón, con la mitad del valle adyacente, hasta el torrente de Jaboc, linde de los hijos de Ammón; 17 el Arabá también, y el Jordán con su comarca adyacente, de la parte del oriente, desde el Mar de Cineret, hasta el Mar del Arabá, el Mar Salado, debajo de las vertientes del Pisga.
18 Y os mandé en aquel tiempo, (a los de dichas tribus), diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado esta tierra para poseerla: expeditos pues, todos los hombres valerosos habéis de pasar delante de vuestros hermanos, los hijos de Israel. 19 Vuestras mujeres y vuestros niños y vuestro ganado, (pues sé que tenéis mucho ganado), quedarán en vuestras ciudades que os he dado, 20 hasta que Jehová haya dado descanso a vuestros hermanos, así como a vosotros, de modo que posean también ellos la tierra que Jehová vuestro Dios les va a dar, al otro lado del Jordán; entonces se volverá cada uno de vosotros a su propia herencia que os he dado. 21 A Josué también mandé en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos han visto todo lo que acaba de hacer Jehová tu Dios a estos dos reyes; así hará Jehová con todos los reinos adonde vas a pasar. 22 No los temáis, porque Jehová vuestro Dios es el que pelea por vosotros.
23 Y yo supliqué a Jehová en aquel tiempo, diciendo: 24 Jehová, Señor, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu mano poderosa; pues ¿qué Dios hay en el cielo o en la tierra, que pueda hacer conforme a tus obras, y conforme a tus hechos estupendos? 25 ¡Ruégote me permitas pasar y ver aquella buena tierra que está más allá del Jordán, aquella serranía hermosa y el Líbano! 26 Mas Jehová estaba enojado contra mí por causa vuestra, de manera que no me escuchó. Me dijo pues Jehová: ¡Basta, no vuelvas a hablarme sobre este asunto! 27 Sube a la cumbre del Pisga, y alza tus ojos hacia el occidente, y hacia el aquilón, y hacia el mediodía, y hacia el oriente, y mira con tus ojos; pues no podrás pasar este Jordán. 28 Manda empero a Josué, y fortalécele, y anímale; porque él ha de pasar al frente de este pueblo, y él los hará poseer la tierra que tú verás. 29 Y nos quedamos en el valle, frente a Bet-peor.
Capítulo 4
1 AHORA pues, oh Israel, escucha los estatutos y las leyes que os enseño, a fin de observarlos; para que viváis, y entréis a heredar la tierra que Jehová vuestro Dios os da. 2 No añadiréis a la palabra que os prescribo, ni quitaréis nada de ella; para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que os ordeno. 3 Vuestros mismos ojos han visto lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; pues que a todos los hombres que siguieron a Baal-peor, los ha destruído Jehová vuestro Dios de en medio de vosotros; 4 mas vosotros que os adheristeis a Jehová vuestro Dios, estáis todos vivos hoy. 5 Ved que os enseño estatutos y leyes, así como me mandó Jehová mi Dios, para que los practiquéis en medio de la tierra adonde vais para poseerla. 6 Los guardaréis pues para cumplirlos; porque en esto consistirá vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a la vista de las naciones; las cuales oirán hablar de todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido es esta gran nación. 7 ¿Porque qué nación hay tan grande, que tenga dioses tan cercanos a sí, como lo está Jehová nuestro Dios, siempre que nosotros le invoquemos? 8 ¿Y qué nación tan grande, que tenga estatutos y leyes tan justos, como toda esta ley que os pongo delante hoy? 9 Esto empero, que te guardes a ti mismo, oh Israel, y que guardes tu alma mucho, no sea que te olvides del las cosas que han visto tus mismos ojos, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, hazlas saber a tus hijos, y a los hijos de tus hijos: 10 especialmente aquello del día en que te presentaste delante de Jehová tu Dios en Horeb, habiéndome dicho Jehová: Júntame al pueblo para que yo le haga oír mis palabras, las que aprenderán, para que me teman todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñen a sus hijos. 11 Os acercasteis, pues, y estuvisteis al pie del monte; y el monte se abrasaba en fuego hasta el centro de los cielos, en medio de oscuridad, y nube, y densas tinieblas. 12 Y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; una Voz que hablaba oísteis, mas no visteis figura alguna; tan sólo una voz fué oída. 13 Y él mismo os anunció su pacto, el cual os mandó observar, es a saber, los Diez mandamientos; y los escribió sobre dos tablas de piedra.
14 Y Jehová me mandó en ese tiempo que os enseñase estatutos y leyes, para que los practicaseis en la tierra adonde vais a pasar para heredarla. 15 Guardad pues escrupulosamente vuestras almas; porque no visteis figura alguna el día que habló Jehová con vosotros en Horeb, de en medio del fuego; 16 no sea que os corrompáis, y hagáis para vosotros escultura a semejanza de cualquiera figura, forma de hombre o de mujer; 17 o forma de bestia alguna que haya en la tierra; forma de ave alguna que vuele por el aire; 18 forma de reptil alguno que se arrastre sobre el suelo; forma de pez alguno que nade en las aguas debajo de la tierra: 19 o no sea que alces los ojos a los cielos, y veas el sol, y la luna, y las estrellas, con todo el ejército de los cielos, y seas impulsado a postrarte ante ellos y darles culto; cosas que Jehová tu Dios ha dado como porción suya a todas las naciones debajo de todos los cielos. 20 A vosotros empero os ha tomado Jehová, y os ha sacado de aquel horno de hierro, Egipto, para que seáis su pueblo de herencia, como hoy se ve.
21 Y Jehová se enojó contra mí por causa vuestra, y juró que yo no había de pasar el Jordán, ni de entrar en aquella buena tierra que Jehová tu Dios te va a dar en posesión. 22 Por lo cual he de morir en esta tierra; yo no puedo pasar el Jordán. Vosotros empero lo pasaréis, y heredaréis aquella buena tierra. 23 Guardaos pues, no sea que olvidéis el pacto de Jehová vuestro Dios, que él tiene hecho con vosotros, y os hagáis escultura alguna, a semejanza de cualquiera cosa que te ha vedado Jehová tu Dios. 24 Porque Jehová tu Dios es un fuego devorador, Dios celoso es.
25 Cuando hubiereis engendrado hijos e hijos de hijos, y hubiereis estado largo tiempo en la tierra, y os corrompiereis, e hiciereis esculturas a semejanza de cualquiera cosa, haciendo lo que es malo a los ojos de Jehová vuestro Dios, para provocarle a ira, 26 pongo hoy por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que infaliblemente pereceréis en breve de sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para poseerla; no prolongaréis los días en ella, sino que seréis del todo destruídos. 27 Y os esparcirá Jehová entre las naciones, y quedaréis pocos en número entre las naciones adonde os llevará Jehová. 28 Y serviréis allí a dioses que son obra de manos de hombres, dioses de palo y de piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.
29 Empero buscarás de allí, oh Israel, a Jehová tu Dios, y le hallarás, si acudieres a él con todo tu corazón, y con toda tu alma. 30 Cuando te vieres en angustia, y te sobrevinieren todas estas cosas en los días venideros, entonces te has de volver a Jehová tu Dios, y escucharás su voz; 31 que Dios misericordioso es Jehová tu Dios, no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto de tus padres, el cual les tiene jurado.
32 Pues infórmate, si quieres, de los primeros tiempos, que eran antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, y desde un cabo de los cielos hasta el otro cabo de los cielos, si alguna vez ha habido cosa parecida a esta gran cosa, o si se ha oído hablar de otra parecida a ésta. 33 ¿Pueblo alguno por ventura ha oído jamás la voz de Dios hablando de en medio del fuego, como tú la oíste, y ha vivido? 34 ¿O ha intentado dios alguno ir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, y con maravillas, y con guerra, y con mano fuerte, y con brazo extendido, y con terrores estupendos, como todo lo que Jehová tu Dios hizo por ti en Egipto, ante tus mismos ojos? 35 A ti te fué mostrado esto, para que supieses que Jehová solo es Dios; ningún otro hay fuera de él. 36 Desde los cielos te hizo oír su voz, para corregirte; y sobre la tierra te hizo ver su gran fuego, y sus palabras has oído de en medio del fuego. 37 También por cuanto amó a tus padres, por tanto escogió su simiente después de ellos, y te sacó de Egipto con su presencia, con gran poder; 38 para desposeer delante de ti naciones más grandes y más fuertes que tú, a fin de hacerte entrar y darte en herencia la tierra de ellos, como hoy se ve. 39 Entiende esto pues hoy, y recapacítalo en tu corazón, que sólo Jehová es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay otro alguno. 40 Por tanto guarda sus estatutos y sus mandamientos, que yo te ordeno hoy, para que te vaya bien a ti, y a tus hijos después de ti; y para que se te prolonguen los días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da, para siempre.
41 (Entonces Moisés hizo separar tres ciudades de éste lado del Jordán, hacia el nacimiento del sol, 42 para que huyera allí el homicida que matare a su prójimo sin intento, y que no le odiaba antes, y para que huyendo a una de dichas ciudades, viva; 43 a saber, Bezer en el desierto, en la tierra de la Mesa, para los Rubenitas; y Ramot en Galaad para los Gaditas; y Golán, en el Basán, para Manasés.)
44 Esta es pues la ley que Moisés puso delante de los hijos de Israel. 45 Estos son los testimonios y los estatutos y las leyes que habló Moisés a los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto; 46 de ésta parte del Jordán, en el valle frente a Bet-peor, en la tierra de Sehón, rey amorreo, que habitaba en Hesbón; a quien hirieron Moisés y los hijos de Israel, después que hubieron salido de Egipto. 47 Y se posesionaron de su tierra, y de la tierra de Og, rey de Basán, (dos reyes de los Amorreos que había de ésta parte del Jordán, hacia donde nace el sol), 48 desde Aroer, que está sobre la ribera del torrente de Arnón, hasta el monte Siyón, (el cual es Hermón); 49 y todo el Arabá, más acá del Jordán, hacia el oriente, y hasta el Mar del Arabá, al pie de las vertientes del Pisga.
Capítulo 5
1 Y LLAMÓ Moisés a todo Israel, y les dijo: Oye, oh Israel, los estatutos y las leyes que hablo en vuestros oídos hoy, a fin de que los aprendáis y los guardéis para cumplirlos. 2 Jehová nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en Horeb. 3 No con nuestros padres hizo este pacto, sino con nosotros, con todos nosotros que estamos aquí mismo hoy vivos. 4 Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte, de en medio del fuego; 5 (yo mediaba entre vosotros y Jehová en ese tiempo, para poneros delante la palabra de Jehová; porque temisteis a causa del fuego, y no subisteis al monte), y dijo así:
6 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.
7 No tendrás otros dioses delante de mí. 8 No harás para ti escultura, ni semejanza alguna de lo que esté arriba en el cielo, ni de lo que esté abajo en la tierra, ni de lo que esté en las aguas debajo de la tierra: 9 no te inclinarás a ellas, ni les darás culto; porque yo soy Jehová tu Dios; Dios celoso, que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian, 10 y que uso de misericordia hasta con la milésima generación de los que me aman y guardan mis mandamientos. 11 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano, porque no tendrá Jehová por inocente al que tomare su nombre en vano. 12 Guardarás el día del Descanso para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. 13 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 14 mas el día séptimo es día de descanso, consagrado a Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna bestia tuya, ni el extranjero que habita dentro de tus puertas; para que pueda descansar tu siervo y tu sierva así como tú. 15 Y acuérdate que tú también fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allí con mano fuerte, y con brazo extendido; por tanto Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día del Descanso. 16 Honra a tu padre y a tu madre, como te ha mandado Jehová tu Dios, para que se prolonguen tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. 17 No matarás. 18 Ni cometerás adulterio. 19 Ni hurtarás. 20 Ni hablarás contra tu prójimo falso testimonio. 21 Ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.
22 Estas palabras habló Jehová a toda vuestra Asamblea en el monte, desde en medio del fuego, de la nube, y de las densas tinieblas, con gran voz; y no añadió más. Y las escribió sobre dos tablas de piedra, y me las dió. 23 Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las tinieblas, en tanto que el monte se abrasaba en fuego, os acercasteis a mí, todas las cabezas de las tribus, con vuestros ancianos, 24 y me dijisteis: He aquí, Jehová nuestro Dios nos ha hecho ver su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego. Hoy hemos visto que Dios habla con el hombre, y éste vive. 25 Ahora bien, ¿por qué hemos de morir? pues nos consumirá este gran fuego. Si volvemos a oír la voz de Jehová nuestro Dios alguna vez más, entonces moriremos. 26 ¿Porque quién hay de toda carne que haya oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, como nosotros, y haya vivido? 27 Llégate tú, y oye todo lo que dijere Jehová nuestro Dios; luego tú hablarás con nosotros todo lo que te dijere Jehová nuestro Dios; así nosotros lo oiremos y cumpliremos.
28 Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras cuando hablasteis conmigo; y dijo Jehová: He oído la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han dicho; bien han hablado cuanto te han dicho. 29 ¡Oh si permaneciera con ellos este sentir suyo, a fin de que me teman, y guarden todos mis mandamientos en todo tiempo, para que les vaya bien a ellos y a sus hijos para siempre! 30 Anda, diles: Volveos a vuestras tiendas. 31 Mas en cuanto a ti, quédate aquí conmigo, y yo te declarare todos los mandamientos, los estatutos y las leyes que les has de enseñar, para que los practiquen en la tierra que les voy a dar a poseer. 32 Poned cuidado pues en hacer según os ha mandado Jehová vuestro Dios; no volveréis a diestra ni siniestra. 33 En todo el camino que os ha prescrito Jehová vuestro Dios, andaréis, a fin de que viváis, y os vaya bien, prolonguéis los días en la tierra que vais a heredar.
Capítulo 6
1 ESTE es pues el mandamiento, estos los estatutos y las leyes que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra adonde pasáis para heredarla; 2 a fin de que temas, oh Israel, a Jehová tu Dios, de modo que guardes todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno, tú, y tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida; a fin de que se te prolonguen los días. 3 Oye pues, oh Israel, y guarda estas cosas para hacerlas, a fin de que te vaya bien, y te multipliques mucho, como te ha prometido Jehová, el Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová, uno solo es. 5 Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que te ordeno hoy, han de permanecer sobre tu corazón; 7 y las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas sentado en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y al levantarte; 8 y las atarás por señal en tu mano, y estarán por frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás sobre los postes de tu casa y en tus puertas.
10 Y será que cuando te haya introducido Jehová tu Dios en la tierra que juró a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, que te daría, provista de ciudades grandes y buenas, que tú no edificaste, 11 y de casas llenas de toda suerte de cosas buenas, que tú no llenaste; y de cisternas cavadas que tú no cavaste, y de viñas y olivares que tú no plantaste; y cuando comieres y te saciares, 12 cuídate entonces, no sea que te olvides de Jehová que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. 13 A Jehová tu Dios temerás, y a él servirás, y por su nombre solamente jurarás. 14 No vayas en pos de otros dioses, de los dioses de las naciones que están al rededor de ti; 15 porque Jehová tu Dios, que habita en medio de ti, es un Dios celoso; no sea que se encienda su ira contra ti, y te destruya de sobre la faz de la tierra. 16 No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como le tentasteis en Masa. 17 Guardad escrupulosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios, y sus estatutos que él te ha prescrito, oh Israel. 18 Y harás lo que es recto y bueno a los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y para que entres y poseas aquella buena tierra que Jehová prometió con juramento a tus padres; 19 y para que él arroje a todos tus enemigos de delante de ti, como Jehová te ha prometido.
20 Cuando te preguntare tu hijo, el día de mañana, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y los estatutos y las leyes que os ordenó Jehová nuestro Dios? 21 entonces responderás a tu hijo: Siervos éramos de Faraón en Egipto, y sacónos Jehová de Egipto con mano fuerte. 22 Y Jehová descargó señales y maravillas grandes y destructoras sobre Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos: 23 mas a nosotros nos sacó de allí, para traernos acá, a fin de darnos esta tierra que había prometido con juramento a nuestros padres. 24 Y nos mandó Jehová que cumpliésemos todos estos estatutos, temiendo a Jehová nuestro Dios, para bien nuestro, todos los días, para que él nos dé vida, como sucede el día de hoy. 25 Entonces tendremos justicia, cuando cuidemos de cumplir todo este mandamiento en presencia de Jehová nuestro Dios, como él nos lo tiene mandado.
Capítulo 7
1 CUANDO te hubiere introducido Jehová en la tierra adonde vas para poseerla, y hubiere echado muchas naciones de delante de ti, al Heteo, al Gergeseo, al Amorreo, al Cananeo, al Perezeo, al Heveo y al Jebuseo, siete naciones más grandes y más fuertes que tú; 2 y cuando Jehová tu Dios las hubiere entregado delante de ti y tú las hubieres herido, las destruirás del todo; no harás con ellas pacto alguno, ni les tendrás piedad. 3 Y no contraerás matrimonios con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás su hija para tu hijo; 4 porque apartarán a tus hijos de en pos de mí, para que sirvan a otros dioses; y así se encenderá la ira de Jehová contra ti, y te destruirá muy en breve. 5 Antes, de esta manera habéis de hacer con ellos: sus altares derribaréis, y sus estatuas quebraréis, y sus Asheras cortaréis, y sus esculturas quemaréis a fuego. 6 Porque pueblo santo eres para Jehová tu Dios; a ti te escogió Jehová tu Dios, para que le seas un pueblo de exclusiva posesión, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra. 7 No por ser vosotros más numerosos que todos los pueblos, os ha amado Jehová y os ha escogido; (porque vosotros erais el más pequeño de todos los pueblos); 8 sino por el amor de Jehová hacia vosotros, y por guardar el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó Jehová con mano fuerte, y os redimió de la casa de servidumbre, librándoos de mano de Faraón, rey de Egipto. 9 Sabe pues, oh Israel, que Jehová tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia para con los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; 10 pero a los que le odian les da la recompensa en su misma cara para destruirlos: no tardará con aquel que le odia, en su misma cara le dará la recompensa. 11 Guarda pues el mandamiento y los estatutos y las leyes que yo te prescribo hoy, para ponerlos por obra.
12 Y será que a causa de haber escuchado estas leyes, y de haberlas guardado y cumplido, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. 13 Y te amará, y te bendecirá, y te multiplicará; pues bendecirá el fruto de tu seno, y el fruto de tu tierra, tu trigo, y tu vino, y tu aceite, y el aumento de tus vacadas, y las crías de tus rebaños, sobre la tierra que juró a tus padres que te daría. 14 Bendito serás más que todos los pueblos: no habrá varón ni hembra estéril en medio de ti, ni habrá tal entre tus bestias. 15 Y apartará Jehová de ti toda dolencia, y todas las enfermedades malignas de Egipto, que tú conoces; no las pondrá sobre ti, sino que las cargará sobre todos tus enemigos. 16 Así has de destruir a todas las naciones que Jehová tu Dios te va a entregar; no las perdonará tu ojo, para que no sirvas a sus dioses; pues esto te sería causa de ruina.
17 Si acaso dices en tu corazón: Más numerosas son estas naciones que yo, ¿cómo podré desposeerlas? 18 no tendrás temor de ellas, sino que te acordarás bien de lo que hizo Jehová tu Dios a Faraón y a todo Egipto; 19 de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales, y de las maravillas, y de la mano fuerte y del brazo extendido con que te sacó Jehová tu Dios. Del mismo modo hará Jehová tu Dios con todos los pueblos por cuya causa tienes temor. 20 Además, Jehová enviará el avispón entre ellos, hasta que perezcan los que quedaren y se hubieren escondido de ti. 21 No te espantes de ellos; porque Jehová tu Dios está en medio de ti, Dios grande y terrible. 22 Y Jehová tu Dios quitará estas naciones de delante de ti poco a poco: no te será permitido acabar con ellas de una vez, no sea que se multipliquen sobre ti las fieras del campo. 23 Esto no obstante, Jehová tu Dios las entregará delante de ti, y las llenará de grande consternación, hasta que sean destruídas. 24 Entregará también sus reyes en tu mano, y destruirás su nombre de debajo de los cielos: no podrá parar hombre alguno delante de ti, hasta que los hayas destruído. 25 Las esculturas de sus dioses quemarás a fuego: no codiciarás la plata y el oro que hubiere sobre ellas, ni lo tomarás para ti, no sea que te sirva de lazo; porque esto es una abominación para Jehová tu Dios. 26 No traigas pues la cosa abominable a tu casa, no sea que tú vengas a ser anatema así como ella: del todo la detestarás, y del todo la abominarás; porque es anatema.
Capítulo 8
1 CUIDARÉIS de cumplir todo el mandamiento que yo os ordeno hoy, a fin de que viváis y os multipliquéis, y entréis a poseer la tierra que prometió Jehová con juramento a vuestros padres. 2 Y te acordarás de todo el camino por donde te hizo andar Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto a fin de humillarte y de probarte, para saber lo que había en tu corazón y si guardarías sus mandamientos o no. 3 Por esto te afligió y te dejó padecer hambre; y entonces te dió a comer el maná, que tú no habías conocido, ni lo conocieron tus padres; para hacerte saber que no de pan solo vive el hombre, sino que el hombre vive de toda palabra que sale de la boca de Dios. 4 Tu vestido no se ha envejecido sobre ti, y tu pie no se te ha hinchado en estos cuarenta años. 5 Y debes recapacitar en tu corazón que como un hombre corrige a su hijo, así Jehová tu Dios te corrige a ti; 6 para que guardes los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole a él. 7 Porque Jehová tu Dios te trae a una tierra buena, tierra de arroyos de aguas, de fuentes y hondos manantiales que salen por los valles y por las montañas; 8 tierra de trigo, y de cebada, y de la vid, y de la higuera, y del granado; tierra de aceite y de miel; 9 tierra en donde no con escasez comerás el pan; puesto que nada te faltará en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyas montañas podrás extraer el cobre. 10 Y siempre que comieres y te saciares, bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que él te ha dado. 11 Cuídate, no sea que te olvides de Jehová tu Dios, y así dejes de observar sus mandamientos y sus leyes y sus estatutos que yo te ordeno hoy. 12 No suceda nunca, cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando hayas edificado para ti casas buenas, y habitado en ellas, 13 y cuando tus vacadas y tus rebaños se hayan multiplicado, y tu plata y tu oro abunden, y todo lo que tuvieres sea ya mucho, 14 que entonces se ensalce tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre:-- 15 el cual te condujo por aquel desierto tan grande y tan espantoso, de serpientes ardientes y escorpiones, y de sequía, en donde no hay aguas; el cual sacó para ti aguas de la roca durísima; 16 el cual te dió a comer el maná en el desierto, que no conocieron tus padres, a fin de humillarte, y a fin de probarte, para hacerte bien en tu porvenir;-- 17 de manera que digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta riqueza. 18 Antes bien, te acordarás de Jehová tu Dios; porque él es quien te da poder para adquirir riquezas, a fin de cumplir el pacto que juró a tus padres, como se ve el día de hoy.
19 Empero será, si tú de cualquiera manera te olvidares de Jehová tu Dios, y anduvieres en pos de otros dioses, y les dieres culto, y te postrares delante de ellos, os protesto el día de hoy que de seguro pereceréis. 20 Lo mismo que las naciones que Jehová va a destruir delante de vosotros, así pereceréis vosotros también, por no haber escuchado la voz de Jehová vuestro Dios.
Capítulo 9
1 OYE, oh Israel: Tu vas a pasar hoy el Jordán, para ir a desposeer naciones más grandes y más fuertes que tú, con ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; 2 un pueblo grande y de alta talla, los hijos de los Anaceos, que tú conoces, y de quienes has oído decir: ¿Quién puede quedar en pie delante de los hijos de Anac? 3 Sabe pues el día de hoy, que Jehová tu Dios es el que va a pasar delante de ti, cual fuego devorador; él los destruirá, y él los doblegará delante de ti, para que los puedas desposeer y exterminar en breve, según te ha prometido Jehová. 4 No has de hablar en tu corazón, después de que Jehová los haya echado de tu presencia, diciendo: Por mi justicia Jehová me ha traído a poseer esta tierra; siendo así que por la maldad de aquellas naciones Jehová las desposee delante de ti. 5 No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón, vas a poseer la tierra de ellos; sino por la maldad de estas naciones Jehová tu Dios las va a desposeer delante de ti, y para cumplir la promesa que juró Jehová a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob. 6 Sabe pues, que no por tu justicia Jehová tu Dios te va a dar esta buena tierra para que la poseas; porque eres un pueblo de dura cerviz.
7 Acuérdate, jamás se te olvide, de cómo provocaste a Jehová tu Dios en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto hasta vuestra llegada a este lugar, habéis sido rebeldes para con Jehová. 8 Aun en Horeb provocasteis a Jehová, de manera que se indignó Jehová contra vosotros, hasta querer destruiros. 9 Cuando yo había subido al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová había hecho con vosotros, estuve en el monte cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua; 10 y dióme Jehová las dos tablas de piedra, escritas con el dedo de Dios. Y sobre ellas había él escrito conforme a todas las palabras que Jehová os habló en el monte, de en medio del fuego, en el día de la Asamblea. 11 Y sucedió que al fin de los cuarenta días y cuarenta noches, me dió Jehová las dos tablas de piedra, las tablas del pacto. 12 Y me dijo Jehová: Levántate, baja presto de aquí; porque se ha corrompido tu pueblo que tú sacaste de Egipto; se han apartado presto del camino que yo les prescribí; se han hecho una imagen fundida. 13 Además me habló Jehová, diciendo: He visto este pueblo, y he aquí que es un pueblo de dura cerviz. 14 Déjame, para que los destruya, y borre su nombre de debajo del cielo; y haré de ti una nación más fuerte y mayor que ellos.
15 Volví pues el rostro, y bajé del monte (abrasándose el monte en fuego), con las dos tablas del pacto en mis manos. 16 Y miré, y he aquí que en efecto habían pecado contra Jehová vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido; os habíais apartado presto del camino que os prescribió Jehová. 17 Entonces agarré las dos tablas, y las arrojé de mis manos, y quebrélas delante de vuestros ojos. 18 Y caí postrado delante de Jehová, como antes, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua, a causa del gran pecado que habíais cometido, haciendo lo que es malo a los ojos de Jehová, provocando así su ira; 19 porque temía con motivo de la ira y de la ardiente indignación con que se había enojado Jehová contra vosotros, hasta querer destruiros. Mas oyóme Jehová esta vez también. 20 Asimismo contra Aarón airóse Jehová mucho, hasta querer destruirle; e intercedí en aquel tiempo por Aarón también. 21 Luego tomé vuestro pecado, el becerro que habíais hecho, y lo quemé a fuego, y lo desmenucé, moliéndolo bien, hasta dejarlo fino como polvo; y eché su polvo en el arroyo que bajaba del monte.
22 En Tabera también, y en Masa, y en Kibrot-hataava, seguisteis provocando a Jehová. 23 Y cuando os envió Jehová desde Cades-barnea, diciendo: Subid, poseed la tierra que os he dado, os rebelasteis contra el mandamiento de Jehová vuestro Dios, y no le creisteis, ni escuchasteis su voz. 24 Rebeldes habéis sido para con Jehová desde el día en que os conocí.
25 Por manera que caí postrado delante de Jehová los cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado; porque había dicho Jehová que os iba a destruir. 26 E intercedí con Jehová, diciendo: ¡Jehová, Señor, no destruyas a tu pueblo y tu herencia que tú redimiste con tu grandeza, y sacaste de Egipto con tu mano fuerte! 27 Acuérdate de tus siervos, de Abraham, de Isaac, y de Jacob. No mires la dureza de este pueblo, ni su maldad, ni su pecado; 28 no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Porque Jehová no pudo hacerlos entrar en la tierra que les había prometido, y por su odio hacia ellos, los sacó para hacerlos morir en el desierto. 29 Mas ellos son tu pueblo, y tu herencia, que tú sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.
Capítulo 10
1 EN aquel tiempo me dijo Jehová: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a donde estoy yo en el monte; hazte también un Arca de madera; 2 y yo escribiré en las tablas las palabras que había sobre las tablas primeras que quebraste; y las pondrás en el Arca. 3 Hice pues un Arca de madera de acacia, y labré dos tablas de piedra como las primeras, y subí al monte con las dos tablas en mi mano. 4 Y él escribió sobre las tablas, conforme a la escritura primera, los Diez Mandamientos, que Jehová os había hablado en el monte, desde en medio del fuego, el día de la Asamblea; y Jehová me las entregó. 5 Luego volví el rostro y descendí del monte, y puse las tablas en el Arca que había hecho, en donde están; como me mandó Jehová.
6 (Después los hijos de Israel se pusieron en marcha desde Beerot-bené-jaacán hasta Mosera. Allí murió Aarón, y allí fué enterrado; y Eleazar su hijo fué constituído sumo sacerdote en lugar suyo. 7 Y de allí siguieron la marcha hasta Gudgoda, y de Gudgoda hasta Jot-bata, tierra de arroyos de aguas.)
8 En aquel tiempo Jehová separó la tribu de Leví, para que llevase el Arca del Pacto de Jehová, para que estuviese en presencia de Jehová a ministrar delante de él, y para bendecir en su nombre, hasta el día de hoy. 9 Por esto no tiene Leví parte ni herencia con sus hermanos; Jehová es su herencia, como se lo prometió Jehová tu Dios.
10 Y me quedé en el monte según el número de los primeros días, cuarenta días y cuarenta noches: y también esta vez me oyó Jehová; y Jehová no quiso más destruirte, 11 sino que me dijo Jehová: Levántate, anda, para emprender la marcha delante del pueblo, para que vayan ellos y posean la tierra que juré a sus padres que les daría.
12 Y ahora, oh Israel, ¿qué es lo que Jehová tu Dios pide de ti, sino solamente que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que le ames, y que sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; 13 y que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos que te prescribo hoy, para provecho tuyo? 14 He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra y cuanto hay en ella. 15 Empero Jehová tuvo afecto a tus padres, para amarlos, y escogió su simiente después de ellos, a saber, vosotros, de entre todas las naciones, como hoy se ve. 16 Circuncidad pues vuestros corazones, y no endurezcáis más vuestra cerviz; 17 porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores; Dios grande, y poderoso, y terrible, que no hace acepción de personas ni toma regalos; 18 que hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al extranjero, dándole pan y vestido. 19 Habéis pues de amar al extranjero, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. 20 A Jehová tu Dios temerás, a él servirás, a él te adherirás, y solamente en su nombre jurarás. 21 Él es tu alabanza y él es tu Dios, el cual ha hecho por ti aquellas grandezas y aquellas obras terribles que han visto tus ojos. 22 Con setenta personas tus padres descendieron a Egipto, y ahora Jehová tu Dios te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.
Capítulo 11
1 AMARÁS pues a Jehová tu Dios, y guardarás su precepto, y sus estatutos, y sus leyes y sus mandamientos, en todo tiempo. 2 Y considerad hoy (porque no se lo digo a vuestros hijos que no los han conocido y que no los han visto) los castigos de Jehová tu Dios, su grandeza, su mano fuerte, y su brazo extendido, 3 y sus señales, y las obras que hizo en medio de Egipto, a Faraón, rey de Egipto, y a toda su tierra; 4 y lo que hizo al ejército de Egipto, y a sus caballos y a sus carros, como hizo rodar las aguas del Mar Rojo sobre sus cabezas, cuando siguieron en vuestro alcance; de modo que Jehová los destruyó, postrando a Egipto hasta el día de hoy: 5 y lo que hizo con vosotros en el desierto hasta que llegasteis a este lugar; 6 y lo que hizo a Datán y Abiram, hijos de Eliab, hijo de Rubén, cómo la tierra abrió con violencia su boca y los tragó a ellos y a sus familias, y sus tiendas, con toda cosa viviente que les pertenecía en medio de todo Israel: 7 porque vuestros ojos han visto todas las obras grandiosas que ha hecho Jehová. 8 Guardad pues todo este mandamiento que yo os ordeno hoy, para que seáis fuertes, y entréis y poseáis la tierra adonde vais a pasar para tomar posesión de ella; 9 y a fin de que prolonguéis vuestros días sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que se la daría a ellos y a su simiente; tierra que mana leche y miel.
10 Porque la tierra en que entras no es como la tierra de Egipto, de la cual acabas de salir, en donde sembrabas tu simiente, y la regabas con el pie, como una huerta de hortalizas; 11 sino que la tierra adonde vas a pasar para tomar posesión de ella, es tierra de montañas y de valles, que es regada con las lluvias del cielo; 12 tierra de la cual Jehová tu Dios tiene especial cuidado; los ojos de Jehová tu Dios están siempre sobre ella, desde el principio hasta el fin del año.
13 Y sucederá que, si oyereis atentamente mis mandamientos que os ordeno hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14 yo os daré la lluvia de vuestra tierra en su tiempo, la temprana y la tardía, para que cojais vuestro trigo y vuestro vino y vuestro aceite. 15 Asimismo daré hierba en vuestros campos para vuestras bestias; de modo que comeréis y os saciaréis. 16 Guardaos bien, no sea que se engañe vuestro corazón, y os apartéis de mí para servir a otros dioses y adorarlos, 17 y se encienda la ira de Jehová contra vosotros, de modo que cierre los cielos para que no haya lluvia, y la tierra no dé su producto, y perezcáis pronto de sobre la buena tierra que Jehová os da.
18 Por tanto, pondréis estas mis palabras sobre vuestro corazón, y sobre vuestra alma, y los ataréis por señal sobre vuestra mano, y estarán por frontales entre vuestros ojos. 19 Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, y cuando andes por el camino, y al acostarte, y al levantarte; 20 y las escribirás sobre los postes de tu casa y en tus puertas; 21 para que sean muchos tus días y los días de tus hijos sobre la tierra que juró Jehová a tus padres que les daría, como los días del cielo sobre la tierra.
22 Porque si guardareis escrupulosamente todo este mandamiento que os ordeno, para cumplirlo, amando a Jehová vuestro Dios, y andando en todos sus caminos, y adhiriéndoos a él, 23 Jehová desposeerá a todas estas naciones delante de vosotros, de modo que os posesionéis de naciones más grandes y más fuertes que vosotros. 24 Todo lugar donde pisare la planta de vuestro pie, será vuestro. Desde el desierto y el Líbano, desde el río, el río Eufrates, y hasta el Mar Occidental, serán vuestros confines. 25 No podrá parar hombre alguno delante de vosotros; Jehová vuestro Dios pondrá el miedo de vosotros y vuestro terror sobre la haz de toda la tierra que pisareis, conforme os lo tiene prometido.
26 Mirad que pongo delante de vosotros hoy la bendición y la maldición: 27 la bendición, si obedeciereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que os ordeno hoy; 28 y la maldición, si no obedeciereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, sino que os apartareis del camino que os ordeno hoy, andando en pos de otros dioses que no conocisteis. 29 Y será que cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra adonde vas para heredarla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim, y la maldición sobre el monte Ebal. 30 ¿No están éstos más allá del Jordán, hacia donde se pone el sol, en la tierra del Cananeo que habita en el Arabá, enfrente de Gilgal, junto al encinar de More? 31 Porque estáis para pasar el Jordán a fin de tomar posesión de la tierra que Jehová vuestro Dios os da, y la poseeréis, y habitaréis en ella; 32 por lo mismo pondréis cuidado en cumplir todos los estatutos y las leyes que hoy os pongo delante.
Capítulo 12
1 ESTOS son los estatutos y las leyes que guardaréis a fin de cumplirlos, en la tierra que Jehová, el Dios de vuestros padres, os habrá dado a poseer, todos los días que viviereis sobre la tierra: 2 Destruiréis completamente los lugares en que las naciones que habéis de desposeer han servido a sus dioses, sobre los montes altos y sobre las colinas, y debajo de todo árbol frondoso. 3 Derribaréis también sus altares, y haréis pedazos sus columnas, y quemaréis a fuego sus Asheras, y cortaréis las esculturas de sus dioses; y haréis perecer sus nombres de aquel lugar.
4 No habéis de servir a Jehová vuestro Dios de esta manera; 5 sino que al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus para poner allí su nombre, es decir, a su habitación, acudiréis, yendo allí, 6 y llevando allí vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, y vuestros diezmos, y las ofrendas alzadas de vuestra mano, y vuestros votos, y vuestras ofrendas voluntarias, y los primerizos de vuestras vacadas y de vuestros rebaños; 7 y los comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios; y os regocijaréis vosotros y vuestras familias en toda empresa de vuestra mano, en que os habrá bendecido Jehová vuestro Dios.
8 No habéis de hacer según todo lo que nosotros hacemos aquí el día de hoy, cada cual todo lo que sea recto a sus propios ojos; 9 pues hasta ahora no habéis llegado al descanso y a la herencia que Jehová tu Dios te da. 10 Mas cuando paséis el Jordán, y habitéis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace heredar; y cuando él os haya dado descanso de todos vuestros enemigos al rededor, de modo que habitéis seguros; 11 entonces habrá cierto lugar que Jehová vuestro Dios escogerá para hacer habitar en él su Nombre; allí llevaréis todo lo que yo os mando, vuestros holocaustos, y vuestros sacrificios, y vuestros diezmos, y las ofrendas alzadas de vuestras manos, y todo lo más escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová; 12 y os regocijaréis allí delante de Jehová vuestro Dios, vosotros, y vuestros hijos, y vuestras hijas, y vuestros siervos, y vuestras siervas, y el levita que habita dentro de vuestras puertas; pues él no tiene parte ni herencia entre vosotros.
13 Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres conveniente para esto; 14 sino que en el lugar que escogiere Jehová en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando. 15 Esto no obstante, según todo el deseo de tu alma podrás degollar animales y comer su carne en todas tus ciudades, conforme a la bendición de Jehová tu Dios que él te hubiere dado; el inmundo lo mismo que el limpio podrá comerla, del mismo modo que la de la gacela y del ciervo; 16 tan sólo que no comas la sangre; sobre la tierra la derramarás como agua.
17 No podrás comer dentro de tus puertas el diezmo de tu trigo y de tu vino y de tu aceite, ni los primerizos de tus vacadas y de tus rebaños, ni ninguno de los votos que hubieres prometido, ni tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas alzadas de tu mano; 18 sino que delante de Jehová tu Dios los comerás en el lugar que escogiere Jehová tu Dios, tú, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva, y el levita que mora dentro de tus puertas; y te regocijarás delante de Jehová tu Dios, en toda empresa de tus manos. 19 Guárdate de desamparar al levita mientras vivieres sobre la tierra.
20 Cuando Jehová tu Dios ensanchare tus términos, según te tiene prometido, y tú dijeres: Voy a comer carne, porque mi alma tiene gana de comer carne; según todo el deseo de tu alma bien podrás comer carne. 21 Si estuviere lejos de ti el lugar que escogiere Jehová tu Dios para poner allí su nombre, entonces podrás degollar de tu vacada y de tu rebaño que te diere Jehová tu Dios, de acuerdo con lo que te tengo mandado, y comerás dentro de tus puertas según todo el deseo de tu alma. 22 Lo mismo que se come de la gacela y del ciervo, podrás comer de ella; el inmundo y el limpio igualmente podrán comerla: 23 solamente que te guardes escrupulosamente de comer la sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con la carne. 24 No la comerás; sobre la tierra la derramarás como agua. 25 No la comerás, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, cuando hicieres lo que es recto a los ojos de Jehová. 26 Empero las cosas santificadas que tuvieres y tus votos los tomarás, e irás al lugar que escogiere Jehová, 27 y ofrecerás tus holocaustos (la sangre juntamente con la carne) sobre el altar de Jehová tu Dios; también la sangre de tus demás sacrificios será derramada sobre el altar de Jehová tu Dios; pero tú comerás la carne. 28 Guarda pues, y obedece todo lo que te mando, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre, cuando hicieres lo que es bueno y recto a los ojos de Jehová tu Dios.
29 Y Cuando Jehová tu Dios hubiere exterminado delante de ti las naciones adonde vas a fin de desposeerlas, y las hubieres en efecto desposeído, y habitares en su tierra, 30 ten cuidado que no caigas en un lazo, siguiendo en pos de ellas, aun después de destruídas delante de ti; y que no inquieras respecto de sus dioses, diciendo: ¿Cómo servían estas naciones a sus dioses? pues así haré yo también. 31 No lo harás así con Jehová tu Dios; porque toda suerte de abominaciones, las cuales aborrece Jehová, han hecho ellos en culto a sus dioses; pues hasta a sus mismos hijos y sus hijas suelen ellos quemar en fuego a sus dioses. 32 Cuidarás de hacer todo cuanto te mando; no añadirás a ello, ni quitarás de ello.
Capítulo 13
1 SI se levantare de en medio de ti profeta, o soñador de sueños, que te propusiere una señal o maravilla, 2 y en efecto sucediere la señal o la maravilla de que te haya hablado, diciendo: Vamos en pos de otros dioses, (que nunca conociste) y sirvámoslos; 3 no escucharás las palabras del tal profeta, o del tal soñador de sueños; porque os prueba Jehová vuestro Dios, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma. 4 En pos de Jehová vuestro Dios habéis de andar, y a él habéis de temer, y sus mandamientos habéis de guardar, y su voz habéis de escuchar, y a él habéis de servir, y a él os habéis de adherir. 5 El tal profeta pues, o el tal soñador de sueños, será muerto, por cuanto ha aconsejado apostasía contra Jehová vuestro Dios, que os sacó de Egipto y que os redimió de la casa de servidumbre, para desviarte del camino en que Jehová tu Dios ha mandado que anduvieses; así extirparás el mal de en medio de ti.
6 Si te incitare en secreto tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer de tu seno, o tu amigo que es para ti como tu misma alma, diciendo: Vamos y sirvamos a otros dioses (que no conociste, ni tú ni tus padres), 7 los de las naciones que están al rededor de ti, ora cerca de ti, ora lejos de ti, del un cabo de la tierra al otro cabo de la tierra; 8 no condesciendas con él, ni le escuches; ni tampoco le perdone tu ojo, ni le tengas piedad, ni le protejas; 9 sino que irremisiblemente le matarás, tu mano será la primera que se levante contra él para hacerle morir, y la mano de todo el pueblo después. 10 Y le apedrearás para que muera, por lo mismo que procuraba apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. 11 Y todo Israel oirá y temerá, y no volverá más a hacer semejante maldad en medio de ti.
12 Si oyeres decir de cualquiera de las ciudades que Jehová tu Dios te da para habitar allí, 13 que han salido hombres, hijos de Belial, de en medio de ti, y han descarriado a los habitantes de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a otros dioses (que nunca conociste), 14 inquirirás y averiguarás, y preguntarás bien; y he aquí, si resulta ser verdad y cosa comprobada que esta abominación ha sido hecha en medio de ti, 15 herirás irremisiblemente a los habitantes de aquella ciudad a filo de espada, destruyéndola completamente, con todo lo que hubiere en ella, y hasta las bestias destruirás a filo de espada. 16 Luego juntarás todos sus despojos en medio de su plaza, y quemarás totalmente la ciudad con todos sus despojos, en desagravio a Jehová tu Dios, y quedará hecho un montón de escombros para siempre; no será edificada jamás; 17 (y ten cuidado que no se pegue a tu mano nada del anatema), para que vuelva Jehová del ardor de su ira, y te conceda mercedes, y tenga de ti compasión, y te multiplique, como juró a tus padres; 18 siempre que obedecieres la voz de Jehová tu Dios, guardando todos sus mandamientos que te ordeno hoy, y haciendo lo que es recto a los ojos de Jehová tu Dios.
Capítulo 14
1 HIJOS sois de Jehová vuestro Dios; no os sajaréis, ni os haréis calvez entre los ojos a causa de muerto; 2 porque eres un pueblo santo a Jehová tu Dios; pues a ti te escogió Jehová para que le seas un pueblo de exclusiva posesión, más que todas las naciones que hay sobre la faz de la tierra.
3 No comerás ninguna cosa abominable. 4 Estos son los animales que podréis comer: El buey, la oveja, la cabra, 5 el ciervo, la gacela, el gamo, la cabra montés, el pygargo, el antílope, la gamuza; 6 en fin, todo animal de pesuña (que tiene la pata dividida en dos uñas), que rumia entre los animales, ese podréis comer. 7 Estos empero no comeréis entre los que rumian, o entre los que tienen la uña partida: El camello, y la liebre, y el damán; pues aunque son rumiantes, no tienen la pata dividida en dos; inmundos serán para vosotros: 8 asimismo el cerdo, pues aunque tiene la pata hendida, no rumia; inmundo será para vosotros; de la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos.
9 Estos podréis comer de todos los animales que viven en las aguas: Todo lo que tiene aletas y escamas podréis comer; 10 mas todo lo que no tiene aletas y escamas, no lo comeréis; inmundo será para vosotros.
11 Toda ave limpia podréis comer: 12 mas éstas son de las que no comeréis: El águila, el quebranta-huesos, y el águila marina, 13 y el azor, y el halcón, y el milano, según sus especies; 14 y todo cuervo según su especie; 15 y el avestruz, y la lechuza, y la gaviota, y el gavilán, según sus especies; 16 y el cuervo marino, y el buho, y, el cisne, 17 y el pelícano, y el buitre, y el somorgujo, 18 y la cigüeña, y la garza, según sus especies; y la abubilla, y el murciélago.
19 También todo insecto alado será inmundo para vosotros; no le comeréis. 20 Toda ave limpia podréis comer. 21 No comeréis ninguna cosa mortecina; al extranjero que habitare dentro de tus puertas la podréis dar, y él la comerá; o la podréis vender a uno de tierra extraña; porque eres tú un pueblo santo a Jehová tu Dios. No guisarás el cabrito en la leche de su misma madre.
22 Diezmarás escrupulosamente todo el producto de tu simiente, lo que rinde tu campo, año por año; 23 y comerás delante de Jehová tu Dios, en el lugar que él escogiere par hacer habitar allí su nombre, el diezmo de tu trigo, y de tu vino, y de tu aceite, y los primerizos de tus vacadas y de tus rebaños, a fin de que aprendas a temer a Jehová tu Dios para siempre. 24 Mas si el camino fuere demasiado largo para ti, de manera que no pudieres llevarlo, por estar demasiado lejos de ti el lugar que escogiere Jehová tu Dios para poner allí su nombre, cuando Jehová tu Dios te haya bendecido, 25 lo convertirás en dinero, y atando el dinero en tu mano, irás al lugar que escogiere Jehová tu Dios, 26 y gastarás ese dinero en cuanto apeteciere tu alma; en vaca, o en oveja, o en vino, o en licor fermentado, o en cualquiera cosa que pidiere tu alma y los comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te regocijarás, tú y tu casa: 27 y al levita que habitare dentro de tus puertas: no le desampararás, porque no tiene parte ni herencia contigo.
28 Al fin de cada tercer año, sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo depositarás dentro de tus puertas; 29 para que venga el levita, que no tiene parte ni herencia contigo, y el extranjero, y el huérfano, y la viuda, que habitan dentro de tus puertas, y coman y se sacien; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tu mano que hicieres.
Capítulo 15
1 AL cabo de cada siete años harás remisión de deudas. 2 Y esta será la manera de la remisión: Todo acreedor remitirá lo que hubiere prestado a su prójimo; no lo exigirá de su prójimo, o de su hermano, por haberse pregonado la remisión de Jehová. 3 De uno de tierra extraña podrás exigirlo; mas lo que tuviere tu hermano de lo tuyo, se lo remitirá tu mano. 4 Bien que no debe de haber en medio de ti menesteroso alguno, (porque Jehová te bendecirá abundantemente en la tierra que Jehová tu Dios te da en herencia para que la poseas), 5 con tal de que oigas atentamente la voz de Jehová tu Dios, cuidando de cumplir todo este mandamiento que yo te prescribo hoy. 6 Porque Jehová tu Dios te bendecirá como te tiene prometido, y tú prestarás a muchas naciones, mas no pedirás prestado; y tendrás dominio sobre muchas naciones, mas ellas no tendrán dominio sobre ti.
7 Cuando hubiere en medio de ti menesteroso de tus hermanos, en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre; 8 sino que indispensablemente le abrirás tu mano, y sin falta le prestarás lo suficiente para la necesidad que padeciere. 9 Ten cuidado que no haya en tu corazón el depravado pensamiento de decir: Se va acercando el año séptimo, el de la remisión; y tu ojo sea malo para con tu hermano menesteroso, de modo que no le des, y él clame contra ti a Jehová; pues será pecado en ti. 10 Ciertamente le darás, y no debe dolerte el corazón cuando le dieres; porque a causa de esto te bendecirá Jehová tu Dios en toda tu obra y en todo aquello en que pusieres tu mano. 11 Porque nunca dejará de haber menesterosos en la tierra; por lo mismo yo te mando, diciendo: Irremisiblemente has de abrir la mano a tu hermano, es decir, a tu pobre y a tu menesteroso en tu tierra.
12 Cuando fuere vendido a ti tu hermano, hebreo o hebrea, y te hubiere servido seis años, en el séptimo le enviarás de ti libre. 13 Y cuando le enviares de ti libre, no le enviarás con las manos vacías; 14 sino que le cargarás liberalmente con el producto de tu rebaño, y de tu era, y de tu lagar: de aquello en que te haya bendecido Jehová tu Dios, le darás. 15 Y acuérdate de que tú fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te redimió; por tanto te mando esto hoy. 16 Mas sucederá que si él te dijere: No saldré de tu servicio; por cuanto te ama a ti y a tu casa, porque le va bien contigo; 17 entonces tomarás una lesna, y le horadarás la oreja contra la puerta de tu casa; y él será tu siervo para siempre. Y también con tu sierva harás del mismo modo. 18 No ha de ser gravoso a tus ojos cuando le enviares de ti libre; pues que te ha servido seis años al doble del valor de un jornalero; y así te bendecirá Jehová tu Dios en todo lo que hicieres.
19 Todo primerizo, siendo macho, que naciere en tu vacada y en tu rebaño, le santificarás a Jehová tu Dios; no trabajarás con el primer nacido de tu vaca, ni esquilarás el primer nacido de tus ovejas: 20 delante de Jehová tu Dios los comerás de año en año, en el lugar que escogiese Jehová, tú y tu casa. 21 Mas si hubiere en él algún defecto, ora fuere cojo o ciego, ora tuviere cualquier otro defecto grave, no lo sacrificarás a Jehová tu Dios; 22 dentro de tus puertas lo comerás; el inmundo y el limpio comerán juntamente de él, así como de la gacela y del ciervo. 23 Solamente que no comerás de su sangre; sobre la tierra la derramarás como agua.
Capítulo 16
1 OBSERVARÁS el mes de Abib, y celebrarás la Pascua a Jehová tu Dios (porque en el mes de Abib Jehová tu Dios te sacó de Egipto), de noche. 2 Y sacrificarás la pascua a Jehová tu Dios, juntamente con ofrendas de ganados menores y mayores, en el lugar que escogiere Jehová para hacer habitar allí su nombre. 3 No comerás con ella pan fermentado: por siete días comerás con ella panes ázimos, (pan de aflicción, porque con huída precipitada saliste de Egipto), para que te acuerdes del día que saliste de la tierra de Egipto, todos los días de tu vida. 4 Y no se dejará ver levadura contigo en todos tus términos por siete días; y de la carne que sacrificares por la tarde del día primero, no quedará nada hasta la mañana. 5 No podrás sacrificar la pascua en cualquiera de las ciudades que Jehová tu Dios te da; 6 sino que en el lugar que escogiere Jehová tu Dios para hacer habitar allí su nombre, allí has de sacrificar la pascua por la tarde, al ponerse el sol, al tiempo en que saliste de Egipto. 7 Y la asarás, y la comerás en el lugar que escogiere Jehová tu Dios; luego, por la mañana, podrás volver otra vez a tus moradas. 8 Seis días comerás panes ázimos, y en el día séptimo habrá asamblea solemne a Jehová tu Dios; ningún trabajo harás en él.
9 Después contarás para ti siete semanas; desde cuando empieces a meter la hoz en la mies, principiarás a contar las semanas. 10 Entonces celebrarás la fiesta de las Semanas a Jehová tu Dios, con generosas ofrendas voluntarias de tu mano; las cuales darás conforme te haya bendecido Jehová tu Dios. 11 Y te regocijarás delante de Jehová tu Dios, tú, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva, y el levita que reside dentro de tus puertas, juntamente con el extranjero y el huérfano y la viuda que habitan en medio de ti, en el lugar que escogiere Jehová tu Dios, para hacer que habite allí su nombre. 12 Y acuérdate de que tú fuiste siervo en Egipto; por tanto guardarás y cumplirás estos estatutos.
13 La fiesta de las Enramadas celebrarás por siete días, cuando hayas acabado la cosecha de tu era y de tu lagar. 14 Y te regocijarás en tu fiesta, tú, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva, y el levita y el extranjero, y el huérfano, y la viuda, que habitan dentro de tus puertas. 15 Siete días celebrarás fiesta solemne a Jehová tu Dios, en el lugar que escogiere Jehová; porque Jehová tu Dios te bendecirá en todos tus productos, y en toda la obra de tus manos; por tanto estarás ciertamente alegre.
16 Tres veces en el año se presentarán todos tus varones delante de Jehová tu Dios en el lugar que escogiere: En la fiesta de los Ázimos, en la fiesta de las Semanas, y en la fiesta de las Enramadas: y no se presentarán delante de Jehová con las manos vacías; 17 cada uno traerá según su mano pudiere dar, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te haya dado.
18 Jueces y magistrados pondrás para ti en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te da, en tus tribus; los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. 19 No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, ni admitirás los regalos; que el regalo ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. 20 Seguirás la justicia más exacta, para que vivas y poseas la tierra que Jehová tu Dios te da.
21 No plantarás para ti Ashera de ninguna clase de árbol junto al altar de Jehová tu Dios, que harás para ti, 22 ni te levantarás estatua: cosas que aborrece Jehová tu Dios.
Capítulo 17
1 NO ofrecerás en sacrificio a Jehová tu Dios animal vacuno u ovejuno que tenga tacha o cualquier defecto; porque abominación es eso para Jehová tu Dios.
2 Cuando se hallare en medio de ti, en cualquiera de las ciudades que Jehová tu Dios te da, hombre o mujer que haya hecho lo que es malo a los ojos de Jehová tu Dios, traspasando su pacto, 3 y que haya ido y servido a otros dioses, postrándose delante de ellos, o delante del sol, o de la luna, o del ejército de los cielos, (lo cual yo no he mandado); 4 y te fuere denunciado, o hubieres oído hablar de ello; y he aquí, cuando hayas indagado bien, resulte que es verdad y hecho comprobado que esta abominación se ha cometido en Israel; 5 entonces sacarás a tus puertas al tal hombre o a la tal mujer que hubiere hecho esta cosa mala, sí, al tal hombre o mujer los sacarás, y los apedrearás para que mueran. 6 Por el testimonio de dos testigos, o de tres testigos, morirá el que es digno de muerte; no debe nadie morir por el testimonio de un solo testigo. 7 La mano de los testigos será la primera contra él para hacerle morir, y la mano de todo el pueblo después: así extirparás el mal de en medio de ti.
8 Cuando te fuere demasiado difícil algún asunto de juicio, entre sangre y sangre, entre pleito y pleito, entre golpe y golpe, cosas de controversia en tus puertas, entonces te levantarás y subirás al lugar que escogiere Jehová tu Dios, 9 y te llegarás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y los consultarás; y ellos te declararán la sentencia del juicio: 10 y harás conforme al tenor de la sentencia que te anuncian desde aquel lugar que escogiere Jehová: pondrás buen cuidado en hacer conforme á todo lo que te enseñaren. 11 Según el tenor de la ley que ellos te enseñaren, y según el juicio que te dijeren, así has de hacer; no te apartarás de la palabra que te declararen, ni a la diestra ni a la siniestra. 12 Y el hombre que obrare con soberbia, no escuchando al sacerdote que estuviere en pie para ministrar allí a Jehová tu Dios, ni al juez, morirá el tal hombre: así extirparás el mal de en medio de Israel. 13 Y todo el pueblo oirá y temerá, y no se portará más con soberbia. 14 Cuando hubieres llegado a la tierra que Jehová tu Dios te da, y la tuvieres en posesión, y habitares en ella, y dijeres: Yo quiero poner sobre mí un rey, como todas las naciones que están en mis alrededores; 15 indispensablemente pondrás sobre ti por rey a aquel que escogiere Jehová tu Dios: a uno de en medio de tus hermanos pondrás por rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre de tierra extraña, que no fuere hermano tuyo. 16 Tu rey, empero, no ha de multiplicar para sí caballos, ni hará volver el pueblo a Egipto para hacer que abunden los caballos; por cuanto Jehová os ha dicho: Nunca más habéis de volver por este camino. 17 Ni tampoco ha de multiplicar para sí mujeres, porque no se aparte de mí su corazón; ni ha de aumentar para sí plata ni oro en sumo grado. 18 Y será que cuando se sentare sobre el trono de su reino, escribirá para sí una copia de esta ley en un libro, del ejemplar que estuviere delante de los sacerdotes levitas; 19 la cual permanecerá con él, para que lea en ella todos los días de su vida, a fin de que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y de estos estatutos, para ponerlos por obra; 20 de manera que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte de lo mandado a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, así él como sus hijos en medio de Israel.
Capítulo 18
1 LOS sacerdotes levitas, con toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni herencia con Israel; comerán de las ofrendas encendidas de Jehová y de la herencia de él. 2 Por eso no tendrán herencia entre sus hermanos; Jehová es su herencia, como se lo tiene dicho.
3 Este pues será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de parte de los que ofrecen un sacrificio, sea de ganados mayores o menores, a saber: Se dará al sacerdote la espaldilla, y las dos quijadas, y el cuajar. 4 Le darás también las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, con las primicias del esquileo de tus ovejas. 5 Porque a él ha escogido Jehová tu Dios de entre tus tribus, para estar en pie a ministrar en el nombre de Jehová; a él y a sus hijos para siempre.
6 Y cuando saliere un levita de alguna de tus ciudades de entre todo Israel, donde hubiere habitado, y viniere con todo el deseo de su alma al lugar que escogiere Jehová; 7 entonces ministrará en el nombre de Jehová su Dios, como cualquiera de sus hermanos, los levitas, que están allí en pie delante de Jehová. 8 Iguales porciones comerán todos ellos, además de lo que obtenga de la venta de sus bienes patrimoniales.
9 Cuando entrares en la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. 10 No se halle entre los tuyos quien haga pasar a su hijo o su hija por el fuego, ni quien practique la adivinación, ni quien observe agüeros, ni encantador, ni hechicero, 11 ni sortílego, ni quien pregunte a espíritu pitónico, ni mágico, ni quien consulte a los muertos. 12 Porque todo aquel que hace estas cosas abominable es a Jehová tu Dios; y por motivo de estas abominaciones Jehová tu Dios los va a desposeer delante de ti. 13 Perfecto serás para con Jehová tu Dios. 14 Porque estas naciones que vas a desposeer acostumbran escuchar a los observadores de agüeros, y a los adivinos; mas en cuanto a ti, Jehová tu Dios no te ha permitido hacer esto.
15 Jehová tu Dios levantará para ti un Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, semejante a mí; a él oiréis: 16 de acuerdo con todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb, en el día de la Asamblea, diciendo: No oiga yo otra vez la voz de Jehová mi Dios, ni vea más este gran fuego, no sea que muera. 17 A lo cual me dijo Jehová: Acertaron bien en lo que han dicho. 18 Profeta les he de levantar, de en medio de sus hermanos, semejante a ti; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo cuanto yo le mandare. 19 Y sucederá que el hombre que no obedeciere a mis palabras que hablare en mi nombre, yo mismo le pediré cuenta de ello. 20 Pero el profeta que tuviere la presunción de hablar en mi nombre palabra que yo no le haya mandado decir, o que hablare en nombre de otros dioses, el tal profeta morirá. 21 Y si preguntares en tu corazón: ¿Cómo podremos conocer la palabra que no ha hablado Jehová? 22 cuando hablare un profeta en nombre de Jehová, y no sucediere la cosa, ni se verificare, esto es lo que no ha hablado Jehová: con presunción lo ha hablado el tal profeta; no tengas temor de él.
Capítulo 19
1 CUANDO Jehová tu Dios haya exterminado las naciones, cuya tierra Jehová tu Dios te da, y las hubieres desposeído, y habitares en sus ciudades y en sus casas, 2 separarás para ti tres ciudades en medio de la tierra que Jehová tu Dios te da a poseer; 3 te prepararás el camino, y dividirás en tres partes el territorio de tu país que te hace heredar Jehová tu Dios; las cuales ciudades serán para que se refugie allí todo homicida involuntario. 4 Y este es el caso del homicida que podrá huirse allí, y vivir: Aquel que hiriere a su prójimo impensadamente, y sin tenerle enemistad anteriormente; 5 como cuando uno sale con su compañero al bosque, a cortar leña, y al dar su mano el golpe con el hacha para cortar el árbol, se le salta el hacha del mango y da en su compañero, de modo que muera: este tal huirá a cualquiera de aquellas ciudades y vivirá; 6 no sea que el vengador de la sangre persiga al homicida, mientras esté enardecido su corazón, y le alcance, por ser largo el camino, y le quite la vida no siendo él digno de muerte, por cuanto no le odiaba anteriormente. 7 Por lo cual yo te mando, diciendo: Separarás para ti tres ciudades. 8 Y cuando Jehová tu Dios ensanchare tus términos, como tiene jurado a tus padres, y te diere toda la tierra que prometió dar a tus padres, 9 (con tal que guardes todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy, para cumplirlos, amando a Jehová tu Dios, y andando en sus caminos todos los días), entonces añadirás para ti otras tres ciudades, además de estas tres; 10 para que no se derrame la sangre inocente en la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia tuya, y así haya sobre ti delito de sangre. 11 Empero cuando hubiere hombre que aborrezca a su prójimo, y le ponga asechanzas, y se levante contra él, y le hiera mortalmente, de modo que muera, y huya a una de aquellas ciudades; 12 en tal caso, los ancianos de su ciudad enviarán y le tomarán de allí, y le entregarán en manos del vengador de la sangre para que muera. 13 Tu ojo no tendrá compasión de él: así limpiarás de Israel la sangre inocente, para que te vaya bien.
14 No removerás las lindes de tu prójimo, que pusieron los de antiguo tiempo, en la herencia que has de poseer, en la tierra que Jehová tu Dios te da en posesión.
15 No basta que un solo testigo se levante contra ninguno para hacerle condenar, por cualquier delito, o por cualquier pecado, en cualquiera clase de pecados que cometiere: por el testimonio de dos testigos, o por el testimonio de tres testigos, ha de constar el asunto.
16 Cuando se levantare un testigo malicioso contra alguien para testificar contra él algún delito, 17 entonces los dos hombres que tuvieren el pleito comparecerán delante de Jehová, es decir, ante los sacerdotes y los jueces que hubiere en aquellos días; 18 y los jueces inquirirán bien, y he aquí si resulta que es testigo falso aquel testigo, y que ha atestiguado mentira contra su hermano, 19 harás con él lo mismo que él pensaba hacer contra su hermano: así extirparás el mal de en medio de ti. 20 Y los demás oirán, y temerán, y no volverán a hacer semejante maldad en medio de ti. 21 No le compadecerá tu ojo: exíjase vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.
Capítulo 20
1 CUANDO salieres a la guerra contra tus enemigos, y vieres caballos y carros, y gente mas numerosa que tú, no has de temerlos; porque Jehová tu Dios es contigo, el mismo que te hizo subir de la tierra de Egipto. 2 Y será que cuando os acerquéis para trabar batalla, se llegará el sacerdote y hablará al pueblo, 3 y le dirá: Oye, oh Israel: vosotros os acercáis hoy para pelear contra vuestros enemigos. No desmaye vuestro corazón; no temáis, ni os alarméis, ni os acobardéis a causa de ellos; 4 porque Jehová vuestro Dios es el que os acompaña para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros. 5 En seguida, hablarán los oficiales al pueblo, diciendo: ¿Quién es el hombre que ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? Váyase y vuelva a su casa; no sea que muera en la batalla, y otro hombre la estrene. 6 ¿Y quién es el hombre que ha plantado una viña, y no ha gozado todavía de su primer fruto? Váyase y vuelva a su casa; no sea que muera en la batalla, y otro hombre goce su primer fruto. 7 ¿Y quién es el hombre que se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Váyase y vuelva a su casa; no sea que muera en la batalla, y otro hombre la tome. 8 Y tornarán los oficiales a hablar al pueblo, diciendo: ¿Quién es el hombre miedoso y de corazón apocado? Váyase y vuelva a su casa, no sea que el corazón de sus hermanos desmaye así como el corazón suyo. 9 Y será que cuando acaben los oficiales de hablar al pueblo, los jefes de las tropas tomarán el mando al frente del pueblo.
10 Cuando te acercares a alguna ciudad para pelear contra ella, le ofrecerás la paz. 11 Y sucederá que si te respondiere pacíficamente, y te abriere sus puertas, todo el pueblo que se hallare dentro será tributario tuyo y te servirá. 12 Mas si no quisiere tener paz contigo, sino que te hiciere guerra, entonces le pondrás sitio; 13 y al entregarla Jehová tu Dios en tu mano, herirás a todo varón de aquella ciudad a filo de espada: 14 pero las mujeres y los niños, y las bestias, con todo lo que hubiere dentro de la ciudad, todo el despojo de ella, lo saquearás para ti; y comerás del despojo de tus enemigos que te haya entregado Jehová tu Dios. 15 Así harás con todas las ciudades que estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. 16 Mas de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da en herencia, no dejarás persona con vida: 17 sino que sin falta los destruirás totalmente, a saber, al Heteo, al Amorreo, al Cananeo, y al Perezeo, al Heveo, y al Jebuseo, como te ha mandado Jehová tu Dios: 18 a fin de que no os enseñen a hacer conforme a todas las abominaciones que ellos practican con sus dioses, de manera que pequéis contra Jehová vuestro Dios.
19 Cuando sitiares alguna ciudad por muchos días, peleando contra ella para tomarla, no destruirás sus árboles, alzando contra ellos el hacha: porque de ellos podrás comer; por tanto no los cortarás, (porque el hombre ha menester el árbol del campo), para servirte de ellos en el sitio. 20 Solamente los árboles que tú sabes que no son árboles de comer, estos podrás destruir cortándolos para construir baluartes contra la ciudad que te hace guerra, hasta que la derribes.
Capítulo 21
1 CUANDO alguno fuere hallado muerto, echado en el campo, en la tierra que Jehová tu Dios te da a poseer, y no se supiere quien le haya muerto, 2 entonces saldrán tus ancianos y tus jueces, y medirán la distancia de las ciudades que estén al rededor del muerto; 3 y será que la ciudad más cercana al muerto, es decir, los ancianos de la ciudad, tomarán una novilla, con la cual no se ha trabajado, y que no haya llevado yugo; 4 y los ancianos de aquella ciudad llevarán la novilla a un valle escabroso, que no se cultiva y que no se siembra, y quebrarán la cerviz a la novilla allí en aquel valle. 5 Luego se acercarán los sacerdotes, los hijos de Leví, (porque a éstos ha escogido Jehová tu Dios para ministrar delante de él, y para bendecir en el nombre de Jehová, y de cuya boca ha de estar pendiente toda controversia y toda cuestión de agravio); 6 y todos los ancianos de aquella ciudad, los más cercanos al muerto, se lavarán las manos sobre la novilla que fué descervigada en el valle; 7 y responderán, diciendo: Nuestras manos no derramaron esta sangre, y nuestros ojos no la vieron derramar. 8 ¡Perdona, oh Jehová, a tu pueblo Israel, que redimiste, y no pongas la sangre inocente a cargo de tu pueblo Israel! Así le será perdonada aquella sangre, 9 y limpiarás la sangre inocente de en medio de ti, cuando hicieres lo que es recto a los ojos de Jehová.
10 Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Jehová los entregare en tu mano, y llevares de ellos cautivos, 11 y vieres entre los cautivos alguna mujer hermosa, y te prendares de ella de manera que quisieras tomarla por mujer tuya, 12 la introducirás en tu casa, y ella raerá su cabeza y se cortará las uñas, 13 y quitará de sobre sí el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa, llorando a su padre y a su madre por todo un mes; y después de esto podrás llegarte a ella y ser marido suyo, y ella será tu mujer. 14 Mas acontecerá que si no te complacieres en ella, la dejarás ir según su propia voluntad: pues de ninguna manera podrás venderla por dinero, ni la oprimirás como esclava, después de haberla humillado.
15 Cuando un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra odiada, y ellas le hubieren parido hijos, así la amada como la odiada, siendo primogénito el hijo de la odiada; 16 entonces será que en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá constituir primogénito al hijo de la amada con preferencia del de la odiada, el verdadero primogénito; 17 sino que reconocerá al primogénito, hijo de la odiada, dándole una porción doble de todo lo que posea; porque él es el principio de su vigor; a él pues pertenece el derecho de primogenitura.
18 Cuando algún hombre tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no quisiere escuchar la voz de su padre o la voz de su madre, y que aunque le castiguen no les obedeciere; 19 su padre y su madre echarán mano de él, y le sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta de su lugar, 20 y dirán a los ancianos de su ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no quiere obedecer nuestra voz; glotón es y bebedor. 21 Y todos los hombres de su ciudad le apedrearán hasta que muera: así extirparás el mal de en medio de ti; y todo Israel oirá y temerá.
22 Asimismo cuando algún hombre hubiere incurrido en sentencia de muerte, y en efecto haya sido muerto, y le colgares en un madero, 23 su cadáver no pasará la noche en el madero; antes le enterrarás sin falta en ese mismo día: porque maldito de Dios es el colgado en un madero; y no has de contaminar la tierra que Jehová tu Dios te da en posesión.
Capítulo 22
1 SI vieres extraviado el buey de tu hermano, o su oveja, no te apartarás de ellos con disimulo; sin falta los harás volver a tu hermano. 2 Y si tu hermano no fuere vecino tuyo, o tú no le conocieres, los recogerás dentro de tu casa, y estarán contigo hasta que los busque tu hermano, y se los devolverás. 3 Así también harás con su asno, y así harás con su vestido, y así harás con toda cosa perdida de tu hermano, que el hubiere perdido y tú hubieres hallado; no podrás disimularlo. 4 Si vieres el asno de tu hermano o su buey caídos en el camino, no te apartarás de ellos con disimulo; indispensablemente le ayudarás a levantarlos.
5 No vestirá la mujer traje de hombre, ni vestirá el hombre ropa de mujer; porque todo aquel que hace esto es abominación a Jehová tu Dios.
6 Cuando se encontrare algún nido de pájaro delante de ti en el camino, en cualquier árbol, o sobre la tierra, con polluelos o huevos, estando la madre echada sobre los polluelos o los huevos, no tomarás la madre juntamente con los hijos: 7 sin falta soltarás la madre, pero podrás tomar los hijos para ti; para que te vaya bien, y para que prolongues tus días.
8 Cuando edificares casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no traigas delito de sangre sobre tu casa, si de allí cayere alguno. 9 No sembrarás tu viña con diversas especies de semillas; no sea que se te pierda todo el fruto, así la semilla como el producto de la viña. 10 No ararás con buey y asno juntos. 11 No vestirás tela tejida con mezcla, como de lana y de lino juntos. 12 Te harás flecos sobre los cuatro bordes del manto con que te cubres.
13 Si un hombre tomare mujer, y después de que se haya llegado a ella, la aborreciere, 14 y le imputare acciones vergonzosas, y propalare contra ella mala fama, diciendo: Tomé a esta mujer, mas al acercarme a ella no hallé en ella señales de virginidad; 15 el padre y la madre de la joven tomarán y sacarán las señales de la virginidad de la joven delante de los ancianos de la ciudad, sentados en la puerta; 16 y dirá el padre de la joven a los ancianos: He dado mi hija a este hombre por mujer; mas él la aborrece, 17 y he aquí que le ha imputado acciones vergonzosas, diciendo: No hallé en tu hija señales de virginidad; y éstas son las señales de la virginidad de mi hija: y extenderán la ropa nupcial delante de los ancianos de la ciudad. 18 Entonces tomarán los ancianos de aquella ciudad al tal hombre, y le castigarán; 19 y le multarán en cien siclos de plata, los que darán al padre de la joven, por cuanto propaló mala fama contra una virgen de Israel; y ella será su mujer: no podrá él despedirla en todos sus días. 20 Mas si esto fuere verdad, y no se hallaren señales de virginidad a favor de la joven, 21 sacarán la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán para que muera; porque cometió vileza en Israel, fornicando en casa de su padre: así exterminarás el mal de en medio de ti.
22 Cuando fuere hallado un hombre acostado con una mujer casada con marido, entrambos morirán; el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también: así exterminarás el mal de en medio de Israel. 23 Si alguna joven, virgen, fuere desposada con un hombre, y alguien la hallare dentro de la ciudad y se acostare con ella; 24 sacaréis a entrambos a la puerta de aquella ciudad, y los apedrearéis para que mueran; a la joven, porque no dió voces, estando en la ciudad, y al hombre, por cuanto humilló a la mujer de su prójimo: así exterminarás el mal de en medio de ti. 25 Mas si el hombre hallare a la joven desposada en el campo, y le hiciere fuerza aquel hombre, acostándose con ella, entonces morirá sólo el hombre que se acostó con ella; 26 mas a la joven no le harás nada; no hay en la joven ningún pecado digno de muerte; pues como cuando alguno se levanta contra su prójimo y le mata, así es este caso; 27 porque en el campo la halló, y dió voces la joven desposada, mas no hubo quien la librase.
28 Cuando hallare un hombre a una joven virgen, que no fuere desposada, y echándole mano, se acostare con ella, y fueren descubiertos; 29 el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta siclos de plata, y ella será su mujer, por haberla humillado; no podrá despedirla en todos sus días.
30 Ninguno tomará la mujer de su padre, ni profanará el lecho de su padre.
Capítulo 23
1 NO entrará en la Congregación de Jehová eunuco, ni aquel que tuviere cortado su miembro viril. 2 No entrará bastardo en la Congregación de Jehová; hasta la décima generación no entrará en la Congregación de Jehová. 3 No entrará ammonita ni moabíta en la Congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la Congregación de Jehová para siempre: 4 por cuanto no os salieron a recibir con pan y con agua en el camino, cuando salisteis de Egipto; y porque alquilaron contra ti a Balaam, hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte. 5 Mas no quiso Jehová tu Dios escuchar a Balaam; antes, Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición; porque te amaba Jehová tu Dios. 6 No tendrás consorcio con ellos, procurando su paz y su prosperidad en todos tus días para siempre.
7 No abominarás al idumeo, porque es tu hermano. No abominarás al egipcio, porque extranjero fuiste en su tierra. 8 Los hijos que nacieren de ellos en la tercera generación podrán entrar en la Congregación de Jehová.
9 Cuando salieres a campaña contra tus enemigos, te guardarás de toda cosa mala. 10 Cuando hubiere en medio de ti alguno que estuviere inmundo por razón de alguna cosa acaecida de noche, saldrá fuera del campamento, no entrará en el campamento: 11 mas será que al declinar la tarde, se lavará con agua, y cuando se hubiere puesto el sol, entrará en el campamento.
12 Además, tendrás cierto lugar fuera del real, adonde salgas afuera: 13 tendrás también una estaca entre tus armas; y será que cuando te sentares fuera, cavarás con ella, y tornando hacia atrás, cubrirás tu excremento. 14 Porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte, y para entregar tus enemigos delante de ti; por lo mismo tu campamento ha de ser santo; no sea que él vea en medio de ti cosas vergonzosas, y se aparte de ti.
15 No entregarás a su amo el siervo que huyendo de él, se refugiare contigo. 16 Contigo habitará, en medio de ti, en cualquier lugar que eligiere, en alguna de tus ciudades, donde a bien tuviere: no le oprimirás.
17 No ha de haber prostituta de entre las hijas de Israel; ni habrá sodomita de entre los hijos de Israel. 18 No traerás la paga de ramera, ni el precio de tal perro, a la Casa de Jehová tu Dios, por ningún voto; porque una y otro son abominación a Jehová tu Dios.
19 No exigirás de tu hermano usura de plata, ni usura de comestibles, ni usura de ninguna otra cosa de que suelen exigir usura. 20 De uno de tierra extraña podrás exigirla, mas no la exigirás de tu hermano; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda empresa de tu mano, en la tierra adonde vas para tomar posesión de ella.
21 Cuando hicieres algún voto a Jehová tu Dios, no dilates en pagarlo; porque sin falta te lo reclamará Jehová tu Dios, y sería pecado en ti. 22 Empero si te abstuvieres de hacer votos, esto no será en ti pecado. 23 Mas lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y cumplirás, conforme prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca.
24 Cuando entrares en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas a tu gusto, hasta saciarte; mas no las pondrás en tu canasto. 25 Cuando entrares en la mies de tu prójimo, podrás arrancar las espigas con tu mano; mas no moverás la hoz contra la mies de tu prójimo.
Capítulo 24
1 CUANDO alguno tomare mujer, casándose con ella, sucederá que si ella no hallare favor en sus ojos, por haber él hallado en ella alguna cosa torpe, le podrá escribir carta de repudio, y poniendo ésta en mano de ella, despedirla de su casa. 2 Y salida de su casa, ella podrá ir y ser de otro marido. 3 Mas si la aborreciere el segundo marido, y le escribiere carta de repudio, y poniéndola en mano de ella, la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el segundo marido que la hubiere tomado por mujer; 4 su primer marido que la había despedido no podrá volver a tomarla para que sea mujer suya, después de haberse ella amancillado; porque abominación es esto para Jehová: no hagas pecar pues a la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia.
5 Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a campaña, ni se hará cargo de ningún negocio semejante; libre quedará para estarse en su casa por un año, para que alegre a la mujer que ha tomado.
6 No se ha de tomar en prenda muela de molino, ni la de abajo, ni la de arriba; porque es tomar en prenda la vida del hombre;
7 Cuando se hallare hombre que hubiere hurtado a uno de sus hermanos los hijos de Israel, y le hubiere esclavizado, o le hubiere vendido, morirá el tal ladrón: así extirparás el mal de en medio de ti.
8 En cuanto a la plaga de la lepra, pon cuidado en guardar escrupulosamente todo lo que te enseñaren los sacerdotes levitas, y en obrar conforme a ello: según yo les he mandado, así cuidarás de hacer. 9 Acuérdate de lo que hizo Jehová tu Dios a María en el camino, cuando salisteis de Egipto.
10 Cuando entregares a tu prójimo alguna cosa prestada, no entrarás en su casa para tomar su prenda. 11 Afuera quedarás en tanto que el hombre a quien has prestado te saque la prenda fuera. 12 Y si el hombre fuere pobre, no te acostarás reteniendo aún su prenda; 13 sin falta le devolverás la prenda al ponerse el sol, para que se acueste en su ropa, y te bendiga; y te será justicia delante de Jehová tu Dios.
14 No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ora sea de tus hermanos, ora de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus puertas. 15 En su día le darás su salario; y el sol no ha de ponerse sobre éste en tu poder; porque él es pobre, y tiene puesto su corazón en ello; no sea que clame contra ti a Jehová; pues será pecado en ti.
16 No han de morir los padres por los hijos, ni los hijos han de morir por los padres, sino que cada hombre morirá por su propio pecado.
17 No torcerás el derecho del extranjero o del huérfano; ni tomarás en prenda la ropa de la viuda. 18 Y te acordarás que tú fuiste siervo en Egipto, y que Jehová tu Dios te redimió de allí; por tanto te mando que hagas esto.
19 Cuando segares tus mieses en tu campo, y olvidares alguna gavilla en el campo, no volverás atrás a cogerla; será para el extranjero, para el huérfano, y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. 20 Cuando vareares tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; lo que quedare será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. 21 Cuando vendimiares tu viña, no rebuscarás tras de ti; lo que quedare será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda: 22 y acuérdate que fuiste siervo en la tierra de Egipto; por tanto te mando que hagas esto.
Capítulo 25
1 CUANDO hubiere pleito entre dos o más hombres, y acudieren al tribunal, para que los jueces les juzguen, éstos justificarán al justo, y condenarán al delincuente. 2 Y será que si fuere el delincuente digno de ser azotado, el juez le hará echar en tierra, y en su presencia le hará azotar según su delito, por cuenta. 3 Cuarenta azotes le podrá dar, mas no excederá de ello; no sea que si excediere, dándole muchos azotes sobre éstos, tu hermano se haga vil a tus ojos.
4 No pondrás bozal al buey que trilla.
5 Si dos hermanos habitaren juntos, y muriere uno de ellos sin tener hijo, no se casará la mujer del difunto fuera de la familia, con un hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por mujer suya cumpliendo con ella el deber de levirato. 6 Y será que el primogénito que ella pariere sucederá en el nombre de su hermano, el difunto; para que no sea borrado de Israel su nombre. 7 Mas si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, subirá su cuñada a la puerta de la ciudad, a los ancianos, y dirá: Rehusa mi cuñado hacer perpetuar el nombre de su hermano en Israel; no quiere cumplir conmigo el deber de levirato. 8 Entonces le llamarán los ancianos de su ciudad, y le hablarán; y si persistiere en ello, diciendo: No quiero tomarla; 9 su cuñada se acercará a él, en presencia de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en la cara, y responderá, diciendo: ¡Así y así se ha de hacer al hombre que no quiere edificar la casa de su hermano! 10 Y se le dará este nombre en Israel: La casa del descalzado.
11 Si dos hombres riñeren juntos, peleando el uno con el otro, y se llegare la mujer de uno de ellos para librar a su marido de la mano de aquel que le hiere, y alargando la mano le asiere de las partes vergonzosas; 12 le cortarás a ella la mano; tu ojo no le tendrá piedad.
13 No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica. 14 No tendrás en tu casa medida grande y medida chica. 15 Pesa exacta y justa tendrás; medida cumplida y justa tendrás; para que se prolonguen tus días en la tierra que Jehová tu Dios te da. 16 Porque abominación a Jehová tu Dios es todo aquel que hace tales cosas, y todo aquel que hace injusticias.
17 Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto, 18 de cómo te salió al encuentro en el camino, y acuchilló a los rezagados entre los tuyos, todos los débiles que se atrasaban, estando tú fatigado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios. 19 Por tanto sucederá que cuando Jehová tu Dios te diere descanso de todos tus enemigos en derredor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia, para que la tengas en posesión, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo. No lo olvides.
Capítulo 26
1 Y SERÁ, que cuando hubieres entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da por herencia, y la poseyeres y habitares en ella, 2 que tomarás de las primicias de todos los frutos del suelo, que recogieres de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en un canasto, e irás al lugar que escogiere Jehová tu Dios, para hacer habitar allí su nombre; 3 y te llegarás al sumo sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: Yo declaro hoy a Jehová tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría. 4 Entonces tomará el sacerdote el canasto de tu mano, y lo pondrá delante del altar de Jehová tu Dios. 5 En seguida responderás, y dirás en presencia de Jehová tu Dios: Un siro a punto de perecer fué mi padre; el cual, con muy pocos hombres, bajó a Egipto para morar allí temporalmente, y allí vino a ser una nación grande, fuerte y numerosa. 6 Mas nos maltrataron los Egipcios, y nos oprimieron, y nos impusieron dura servidumbre. 7 Entonces clamamos a Jehová, el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y miró nuestra aflicción y nuestro trabajo y nuestra opresión; 8 y sacónos Jehová de Egipto con mano poderosa, y con brazo extendido, y con terrores estupendos, y con señales, y con maravillas; 9 y nos ha traído a este lugar, y nos ha dado esta tierra, tierra que mana leche y miel. 10 Y ahora, he aquí que traigo las primicias de los frutos del suelo que tú me has dado, oh Jehová. Y las pondrás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios; 11 y te regocijarás en todo el bien que Jehová tu Dios te hubiere dado a ti y a tu casa, así tú, como el levita y el extranjero que moran en medio de ti.
12 Cuando hubieres acabado de diezmar el total de tus productos en el año tercero, el año del diezmo, entonces lo darás al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman dentro de tus puertas, y se sacien; 13 y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado de mi casa todas las cosas santificadas, y también las he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni los he olvidado. 14 No he comido de ellas en mi luto, ni he gastado de ellas en inmundicias, ni he dado de ellas para usos funerales. He obedecido la voz de Jehová mi Dios, y he hecho según todo lo que me has mandado. 15 Mira desde la morada de tu santidad, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel y al suelo que nos has dado, como juraste a nuestros padres, ¡tierra que mana leche y miel!
16 El día de hoy Jehová tu Dios te manda que cumplas estos estatutos y juicios: los guardarás, pues, y cumplirás con todo tu corazón y con toda tu alma. 17 Has declarado solemnemente hoy que Jehová es Dios tuyo, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos y sus mandamientos y sus leyes, y que escucharás su voz. 18 Y Jehová ha declarado solemnemente hoy que tú eres pueblo suyo de exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos, 19 a fin de que él te ensalce sobre todas las naciones que ha hecho, para alabanza y para renombre y para gloria; y a fin de que tú seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.
Capítulo 27
1 Y MOISÉS, con los ancianos de Israel, mandó al pueblo, diciendo: Guardad todo el mandamiento que os prescribo hoy. 2 Y será, oh Israel, que cuando hubieres pasado el Jordán a la tierra que Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes y las revocarás con cal; 3 y escribirás sobre ellas todas las palabras de esta ley; cuando hayas pasado el Jordán a fin de entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da, tierra que mana leche y miel, según te ha prometido Jehová el Dios de tus padres. 4 Será pues que cuando hubieres pasado el Jordán levantaréis estas piedras, como os mando hoy, en el monte Ebal, y las revocaréis con cal. 5 Y edificarás allí un altar a Jehová tu Dios, altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de hierro. 6 De piedras enteras edificarás aquel altar de Jehová tu Dios; y ofrecerás sobre él holocaustos á Jehová tu Dios, 7 y sacrificarás ofrendas pacíficas; y comerás allí, y te regocijarás delante de Jehová tu Dios. 8 Y escribirás sobre aquellas piedras todas las palabras de esta ley, inscribiéndolas bien.
9 Y Moisés, con los sacerdotes levitas, habló a todo Israel, diciendo: ¡Guarda silencio y escucha, oh Israel! Hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios. 10 Obedece pues la voz de Jehová tu Dios, y cumple sus mandamientos y sus estatutos que te prescribo hoy.
11 Moisés pues mandó al pueblo en aquel día, diciendo: 12 Estos estarán sobre el monte Gerizim, para bendecir al pueblo, cuando hayáis pasado el Jordán; a saber, Simeón, y Leví, y Judá, e Isacar, y José, y Benjamín. 13 Y estos estarán sobre el monte Ebal, para maldecir: Rubén, Gad y Aser, y Zabulón, Dan y Neftalí. 14 Entonces los levitas tomarán la palabra, y dirán a todos los hombres de Israel, con voz levantada: 15 ¡Maldito el hombre que hiciere escultura, o imagen de fundición, cosa abominable a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en lugar secreto! Y responderá todo el puebla y dirá: ¡Amén! 16 ¡Maldito aquel que tratare con desprecio a su padre, o a su madre! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 17 ¡Maldito aquel que removiere las lindes de su prójimo! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 18 ¡Maldito aquel que hiciere errar al ciego en el camino! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 19 ¡Maldito aquel que torciere el derecho del extranjero, del huérfano, y de la viuda! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 20 ¡Maldito aquel que se acostare con la mujer de su padre, porque ha profanado el lecho de su padre! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 21 ¡Maldito aquel que se echare con cualquiera bestia! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 22 ¡Maldito aquel que se acostare con su hermana, hija de su padre, o hija de su madre! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 23 ¡Maldito aquel que se acostare con su suegra! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 24 ¡Maldito aquel que matare ocultamente a su prójimo! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 25 ¡Maldito aquel que tomare dádiva para quitar la vida, derramando la sangre inocente! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! 26 ¡Maldito aquel que no perseverare en las palabras de esta ley para darles cumplimiento! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!
Capítulo 28
1 Y SERÁ que si escuchares atentamente la voz de Jehová tu Dios, para poner cuidado en hacer todos sus mandamientos que te prescribo hoy, Jehová tu Dios te ensalzará sobre todas las naciones de la tierra. 2 Y vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones, cuando obedecieres la voz de Jehová tu Dios: 3 Bendito serás en la ciudad, y bendito serás en el campo. 4 Bendito será el fruto de tu seno, y el fruto de tu tierra, y el fruto de tus bestias, y el aumento de tus vacadas, y las crías de tus rebaños. 5 Benditos serán tu canasto y tu artesa. 6 Bendito serás en tu entrada, y bendito serás en tu salida. 7 Hará Jehová que tus enemigos, los que se levantan contra ti, sean heridos delante de ti. Por un solo camino saldrán contra ti, mas por siete caminos huirán delante de ti. 8 Mandará Jehová sobre ti su bendición en tu granero y en todas las empresas de tu mano; pues que te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. 9 Jehová te establecerá por pueblo santo suyo, como te tiene jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios y anduvieres en sus caminos; 10 por manera que verán todos los pueblos de la tierra que tú eres llamado del nombre de Jehová, y te temerán. 11 Y Jehová te hará sobreabundar, para bien tuyo, en el fruto de tu seno, y en el fruto de tus bestias, y en el fruto de tu suelo, sobre la tierra que Jehová juró a tus padres que te daría. 12 Abrirá Jehová para ti su buen tesoro, los cielos, para dar la lluvia de tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda empresa de tu mano; de modo que prestarás a muchas naciones, mas tú no tomarás prestado. 13 Y te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo; cuando escuchares los mandamientos de Jehová tu Dios que yo te prescribo hoy, para guardarlos y cumplirlos, 14 y no te apartares de ninguna de las cosas que te prescribo hoy, ni a diestra ni a siniestra, andando en pos de otros dioses para servirlos.
15 Mas será, si no obedecieres la voz de Jehová tu Dios, para poner cuidado en hacer todos sus mandamientos y sus estatutos que te prescribo hoy, que vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones: 16 Maldito serás en la ciudad, y maldito serás en el campo. 17 Malditos serán tu canasto y tu artesa. 18 Maldito será el fruto de tu seno, y el fruto de tu tierra, y el aumento de tus vacadas, y las crías de tus rebaños. 19 Maldito serás en tu entrada, y maldito serás en tu salida. 20 Enviará Jehová sobre ti maldición, y consternación, y reprensión, en toda empresa de tu mano que tratares de hacer, hasta que seas destruído, y hasta que perezcas en breve, a causa de la maldad de tus obras, por las cuales me habrás dejado. 21 Hará Jehová que se te pegue la peste, hasta acabar contigo de sobre la tierra adonde vas para poseerla. 22 Te herirá Jehová de tisis, y de calentura, y de ardor, y de fiebre; y de sequía, y de tizón, y de añublo; y éstos te perseguirán hasta que perezcas. 23 Y tus cielos que están sobre tu cabeza serán como de bronce, y tu tierra que está debajo de ti, como de hierro. 24 En vez de la lluvia de tu tierra, Jehová te dará polvo y ceniza; desde los cielos descenderán sobre ti hasta que seas destruído. 25 Hará Jehová que seas herido delante de tus enemigos. Por un solo camino saldrás contra ellos, mas por siete caminos huirás delante de ellos; y estarás sujeto a maltratamiento en todos los reinos de la tierra. 26 Y servirán tus cadáveres de pasto a todas las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante. 27 Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, y con tumores, y con sarna, y con comezón, de que no podrás ser curado. 28 Jehová te herirá con locura, y con ceguera, y con asombro de corazón; 29 por manera que palparás al medio día como palpa un ciego en las tinieblas; y no serás prosperado en tus caminos, sino que serás solamente oprimido y robado todos los días; y no habrá quien te salve.
30 Con mujer te desposarás, mas otro hombre se acostará con ella; casa edificarás, mas no habitarás en ella; viña plantarás, mas no la vendimiarás. 31 Tu buey será degollado delante de tus ojos, mas tú no comerás de él; tu asno será arrebatado en tu misma presencia, y no te lo devolverán; tus rebaños serán entregados a tus enemigos, sin que tengas quien los libre. 32 Tus hijos y tus hijas serán dados a otro pueblo, y tus ojos mirarán y desfallecerán por ellos todo el día, sin que tu mano pueda hacer nada. 33 El fruto de tu tierra y todas tus labores, lo comerá un pueblo que tú no conoces; y nunca serás sino oprimido y quebrantado todos los días; 34 de manera que estarás frenético a causa de lo que verás con tus mismos ojos. 35 Te herirá Jehová con úlcera maligna en las rodillas y en las piernas, de que no podrás ser curado; y aun desde la planta de tu pie hasta tu mollera. 36 Jehová te hará ir a ti y al rey que habrás puesto sobre ti, a nación que no has conocido, ni tú ni tus padres; y allá servirás a otros dioses, de palo y de piedra. 37 Y tú vendrás a ser un espanto y un proverbio y un ludibrio entre todos los pueblos adonde te llevare Jehová.
38 Mucha simiente sacarás al campo, mas poco recogerás; porque lo devorará la langosta. 39 Viñas plantarás y labrarás, mas no beberás vino ni cogerás uvas; porque lo comerá el gusano. 40 Olivos tendrás en todos tus términos, mas no te ungirás con aceite; porque abortará tu olivo. 41 Hijos e hijas engendrarás, mas no serán para ti; porque irán en cautiverio. 42 Todos tus árboles y el fruto de tu tierra lo consumirá la langosta. 43 El extranjero que habitare en medio de ti se elevará sobre ti más y más alto, en tanto que tú descenderás más y más abajo. 44 Él te prestará a ti, mas tú no le prestarás a él; él será cabeza, y tú serás cola. 45 De esta manera vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán, hasta que seas destruído; por cuanto no habrás obedecido la voz de Jehová tu Dios, guardando sus mandamientos y sus estatutos que él te prescribió; 46 y ellas se quedarán en ti, por señal y por maravilla, y asimismo en tu descendencia, para siempre. 47 Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con regocijo de corazón cuando abundaba todo, 48 por lo mismo, a tus enemigos, que Jehová enviará contra ti, les servirás en hambre, y en sed, y en desnudez, y en necesidad de todo; y ellos cargarán un yugo de hierro sobre tu cerviz, hasta que te hayan destruído. 49 Traerá Jehová sobre ti una nación de lejos, desde los cabos de la tierra, a la manera que vuela el águila; nación cuya lengua no entiendes; 50 nación fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, y del niño no tendrá compasión; 51 y ella comerá el fruto de tu ganado, y el fruto de tu tierra, hasta que seas destruído; porque no te dejará trigo, ni vino, ni aceite, ni el aumento de tus vacadas, ni las crías de tu rebaño, hasta que te haya destruído. 52 Te sitiará en todas tus ciudades, hasta que caigan tus muros altos y encastillados en que confiabas, en toda la extensión de tu tierra; sí, te sitiará en todas tus ciudades, en toda tu tierra que te habrá dado Jehová tu Dios. 53 Y comerás el fruto de tu seno, la carne de tus hijos y de tus hijas que te hubiere dado Jehová tu Dios, en la premura y en la estrechez con que te estrecharán tus enemigos. 54 El hombre tierno y muy delicado, en medio de ti, su ojo será demasiado avariento para con su hermano, y para con la mujer de su seno, y para con el resto de sus hijos que hubiere perdonado, 55 para dar a cualquiera de ellos de la carne de sus hijos que él comerá, por no haberle quedado nada en la premura y en la estrechez con que te apremiarán tus enemigos dentro de todas tus ciudades. 56 La mujer tierna y delicada en medio de ti, que nunca probó a asentar en tierra la planta de su pie, de pura delicadeza y ternura, su ojo será avariento para con el marido de su seno, y para con su hijo y su hija, 57 así respecto de su niño recién nacido como respecto de sus demás hijos que hubiere parido; porque ella sola los comerá ocultamente, en la falta de todo, en la premura y en la estrechez con que te estrecharán tus enemigos dentro de tus ciudades.
58 Si no guardares para cumplirlas todas las palabras de esta ley, las que están escritas en este libro, para que temas este nombre glorioso y pavoroso, JEHOVÁ TU DIOS, 59 hará Jehová que sean maravillosas tus plagas y las plagas de tu linaje, plagas grandes y duraderas, y enfermedades malignas y duraderas. 60 Y volverá a traer sobre ti todas las dolencias de Egipto, de que una vez temiste, y ellas se te pegarán. 61 También todas las enfermedades y todas las plagas que no están escritas en este Libro de la Ley, las traerá Jehová sobre ti, hasta que seas destruído. 62 Y quedaréis muy pocos en número, después de haber sido vosotros como las estrellas del cielo en muchedumbre; por cuanto tú no obedeciste la voz de Jehová tu Dios. 63 Y será que así como se regocijaba Jehová sobre vosotros para haceros bien y para multiplicaros, así se regocijará Jehová sobre vosotros para haceros perecer y para destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra adonde vais para poseerla: 64 y te esparcirá Jehová entre todos los pueblos, de un cabo de la tierra hasta el otro cabo de la tierra; y servirás allí a otros dioses que no has conocido, ni tú ni tus padres, dioses de palo y de piedra. 65 Y entre aquellas naciones no tendrás reposo, ni habrá descanso para la planta detu pie; pues allí te dará Jehová corazón tembloroso, y desfallecimiento de ojos, y languidez de espíritu. 66 Y tu vida estará en tu vista como colgada de un hilo; pues te espantarás de noche y de día y nunca tendrás seguridad de tu vida. 67 Por la mañana dirás: ¡Ojalá que fuera la tarde! y por la tarde dirás: ¡Ojalá que fuera la mañana! por el susto de tu corazón con que te asustarás y a causa de lo que con tus mismos ojos verás. 68 Y Jehová te hará volver a Egipto en navíos, por el camino del cual te dijo: No volverás más a verlo; y allí os ofreceréis en venta a vuestros enemigos, por esclavos y por esclavas; y no habrá quien os compre.
Capítulo 29
1 ESTAS son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que celebró con ellos en Horeb. 2 Llamó pues Moisés a todo Israel, y les dijo: Vosotros habéis visto todo lo que hizo Jehová delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto, a Faraón, y a todos sus siervos, y a toda su tierra; 3 las grandes pruebas que han visto vuestros ojos, las señales y aquellas maravillas estupendas: 4 pero hasta el día de hoy no os ha dado Jehová corazón que entienda, ni ojos que vean, ni oídos que oigan. 5 Y yo os he conducido cuarenta años por el desierto; no han envejecido los vestidos sobre vosotros, ni se ha gastado el calzado sobre tu pie. 6 No habéis comido pan, ni habéis bebido vino ni licor fermentado; para que supieseis que yo soy Jehová vuestro Dios. 7 Y cuando llegasteis a este lugar, salió Sehón rey de Hesbón, y Og rey de Basán, a vuestro encuentro, para hacernos guerra; 8 a los cuales herimos; y apoderándonos de su tierra, la dimos por herencia a los Rubenitas y a los Gaditas y a la media tribu de Manasés. 9 Guardad pues las palabras de este pacto y cumplidlas, para que prosperéis en todo lo que hiciereis.
10 Estáis hoy todos vosotros en presencia de Jehová vuestro Dios, las cabezas de vuestras tribus, vuestros ancianos, y vuestros magistrados, con todos los hombres de Israel, 11 vuestros niños, vuestras mujeres y el extranjero que está en medio de vuestro campamento, desde tu leñador hasta tu aguador; 12 para que entres en el pacto de Jehová tu Dios y en el juramento que Jehová tu Dios celebra hoy contigo, 13 a fin de confirmarte hoy por pueblo suyo, y para que él sea tu Dios, como te ha prometido, y como él ha jurado a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob. 14 Y no solamente con vosotros hago este pacto y este juramento; 15 sino con aquel que está aquí con nosotros hoy delante de Jehová vuestro Dios, y también con aquel que no está aquí hoy con nosotros; 16 (porque vosotros sabéis cómo habitamos en la tierra de Egipto, y cómo hemos pasado por en medio de las naciones por donde habéis pasado; 17 y habéis visto las abominaciones de ellas, y sus ídolos, palo y piedra, plata y oro, que había entre ellos); 18 no sea que haya en medio de vosotros hombre, o mujer, o familia, o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Jehová su Dios, para ir a servir a los dioses de estas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo; 19 y suceda que al oír las palabras de este juramento de maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Yo tendré paz aunque ande en la dureza de mi corazón; a fin de que con la saciedad quite la sed. 20 No querrá Jehová perdonarle; sino que entonces humearán la ira de Jehová y sus celos contra el tal hombre, y vendrán a asentarse sobre él todas las maldiciones escritas en este libro; y Jehová raerá su nombre de debajo del cielo; 21 y Jehová le apartará para calamidad de entre todas las tribus de Israel, conforme a todas las maldiciones del pacto escrito en este Libro de la Ley. 22 De manera que dirán las generaciones venideras de vuestros hijos que se levanten después de vosotros, y el extranjero que viniere de tierras lejanas, cuando vieren las plagas de aquella tierra, y las enfermedades de que le habrá herido Jehová; 23 (siendo toda su tierra azufre y sal e incendio, tierra que no se siembra, y que nada produce, ni crece en ella hierba alguna, como sucedió en la ruina de Sodoma y Gomorra, Adma y Zeboim, las cuales destruyó Jehová en su ira y en su ardiente indignación); 24 más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué ha hecho Jehová así a esta tierra? ¿qué quiere decir el calor de esta ira tan grande? 25 Y se les responderá: Porque dejaron el pacto de Jehová, el Dios de sus padres, que él celebró con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto; 26 y fueron y sirvieron a otros dioses, postrándose delante de ellos; dioses que no conocieron, y que él no les había dado como porción suya. 27 Por tanto se encendió la ira de Jehová contra aquella tierra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro; 28 y con ira, con ardor y con grande indignación Jehová los ha desarraigado de su propia tierra, y los ha arrojado a tierra ajena, como hoy se ve. 29 Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que pongamos por obra todas las palabras de esta ley.
Capítulo 30
1 Y SUCEDERÁ, cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición, que acabo de poner delante de ti, y las recapacitares en tu corazón entre todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios; 2 y te volvieres a Jehová tu Dios, y obedecieres su voz, conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 3 que entonces Jehová hará tornar tu cautiverio, y se compadecerá de ti, y volverá a recogerte de todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. 4 Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, desde allí te recogerá Jehová tu Dios, y desde allí te tomará; 5 y te traerá Jehová tu Dios a la tierra que poseyeron tus padres, y tú la poseerás; y él te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. 6 Y Jehová tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tu simiente, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. 7 Y pondrá Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre los que te aborrecen, los cuales te han perseguido. 8 Y así tú te volverás, y obedecerás la voz de Jehová, y cumplirás todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. 9 Y Jehová tu Dios te hará abundar en toda obra de tu mano, en el fruto de tu seno, y en el fruto de tus bestias, y en el fruto de tu tierra, para bien tuyo; porque volverá Jehová a regocijarse sobre ti, para hacerte bien, como se regocijaba sobre tus padres; 10 cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, guardando sus mandamientos y sus estatutos, que están escritos en este Libro de la Ley; cuando te hayas vuelto a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
11 Porque este mandamiento, que te ordeno hoy, no es demasiado difícil para ti, ni está lejos: 12 no está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá, y nos hará oírlo, para que lo cumplamos? 13 Ni está más allá del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros la mar, y nos lo traerá, y nos hará oírlo, para que lo cumplamos? 14 sino que la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la pongas por obra.
15 Mira que pongo delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; 16 por cuanto te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y guardando sus mandamientos y sus estatutos y sus leyes, para que vivas y te multipliques, y para que Jehová tu Dios te bendiga en la tierra adonde vas para poseerla. 17 Mas si se apartare tu corazón, de modo que no quieras escuchar, y te dejares extraviar, de modo que te postres ante otros dioses y les sirvas; 18 yo os protesto el día de hoy que de seguro pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. 19 Hoy mismo llamo por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge pues la vida, para que vivas tú y tu simiente. 20 Te encargo, oh Israel, que ames a Jehová tu Dios, que obedezcas su voz y que te adhieras a él, (porque él es tu vida y la longitud de tus días), a fin de que habites en la tierra que juró Jehová a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, que les había de dar.
Capítulo 31
1 FUÉ pues Moisés y habló estas palabras a todo Israel. 2 Y les dijo: Soy de edad de ciento y veinte años este día; no puedo salir ni entrar más; y Jehová me ha dicho: Tú no pasarás este Jordán. 3 Jehová tu Dios pasará delante de ti; él destruirá estas naciones ante tu vista, y tú las desposeerás. Josué también pasará delante de ti, como lo ha dicho Jehová: 4 y hará Jehová con ellas como hizo con Sehón y Og, reyes de los Amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó. 5 Así pues los entregará Jehová delante de vosotros, para que hagáis con ellos conforme a todo este mandato que os he impuesto. 6 Esforzaos y tened buen ánimo; no temáis ni os aterréis delante de ellos; porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará.
7 En seguida, Moisés llamó a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y ten buen ánimo; porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. 8 También Jehová es el que va delante de ti; él será contigo; no te dejará ni te desamparará; no temas pues, ni te amedrentes.
9 Y escribió Moisés esta ley, y dióla a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el Arca del Pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel. 10 Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el tiempo señalado del año de remisión, en la fiesta de las Enramadas, 11 cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel, a oídos de ellos. 12 Congregarás el pueblo, los hombres, y las mujeres, y los niños, y el extranjero que habita dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan, y así teman a Jehová vuestro Dios, y guarden las palabras de esta ley para cumplirlas; 13 y para que los hijos de ellos, que no tuvieron conocimiento de estas cosas, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán para tomar posesión de ella.
14 Dijo también Jehová a Moisés: He aquí, se acercan los días en que has de morir: llama a Josué, y presentaos en el Tabernáculo de Reunión, para que yo le imponga mis cargos. Fueron pues Moisés y Josué, y se presentaron en el Tabernáculo de Reunión. 15 Entonces apareció Jehová en el Tabernáculo, en la columna de nube; y se puso la columna de nube sobre la puerta del Tabernáculo. 16 Y dijo Jehová a Moisés: He aquí que vas a yacer con tus padres; y se levantará este pueblo, y fornicará en pos de los dioses extraños, los de la tierra en medio de la cual él está para entrar; y me dejará, y quebrantará mi pacto que hice con él. 17 Por lo cual se encenderá mi ira contra él en aquel día, y le dejaré, y esconderé mi rostro de él; de manera que será consumido, y le alcanzarán muchos males y angustias. Y él dirá en aquel día: ¿No es por cuanto no está mi Dios en medio de mí, que me han alcanzado estos males? 18 Pues yo indudablemente habré escondido mi rostro en aquel día, por motivo de todas las maldades que él habrá hecho, por haberse vuelto a otros dioses. 19 Y ahora, escribíos este cántico, y enséñalo tú a los hijos de Israel, poniéndolo en su boca; para que este cántico me sirva de testimonio contra los hijos de Israel. 20 Porque cuando a este pueblo le hubiere introducido yo en la tierra que he prometido con juramento a sus padres, tierra que mana leche y miel, y él hubiere comido, y se hubiere saciado y engordado, se volverá a otros dioses y les servirá, y me tratará con desprecio, y quebrantará mi pacto. 21 Sucederá pues, cuando le hubieren alcanzado muchos males y angustias, que este cántico responderá como testigo en su misma cara, porque no será olvidado de la boca de su descendencia. Porque yo conozco su pensamiento que va tramando hoy, antes que le haya introducido en la tierra que le tengo jurada.
22 Moisés pues, escribió este cántico en aquel mismo día, y lo enseñó a los hijos de Israel. 23 Y Dios impuso sus cargos a Josué hijo de Nun, y le dijo: Esfuérzate y ten buen ánimo, porque tú conducirás a Israel a la tierra que les tengo jurada; y yo seré contigo.
24 Y aconteció que como acabase Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta que las hubo concluído, 25 mandó Moisés a los levitas, portadores del arca del pacto de Jehová, diciendo: 26 Tomad este Libro de la Ley, y ponedlo al lado del Arca del Pacto de Jehová vuestro Dios, para que quede allí por testimonio contra ti, oh Israel. 27 Porque conozco tu rebelión y tu dura cerviz: he aquí, estando yo todavía vivo en medio de vosotros, rebeldes habéis sido para con Jehová; ¿cuánto más pues lo seréis después de mi muerte? 28 Congregadme todos los ancianos de vuestras tribus, y vuestros magistrados, para que recite a sus oídos estas palabras, y ponga a los cielos y a la tierra por testigos contra ellos. 29 Porque yo sé que después de mi muerte os corromperéis totalmente, y os apartaréis del camino que os he prescrito, y así os sobrevendrá el mal en los días venideros, cuando hayáis hecho lo que es malo a los ojos de Jehová, provocándole a ira con las obras de vuestras manos. 30 Moisés pues recitó a oídos de toda la Congregación de Israel las palabras de este cántico hasta concluirlas.
Capítulo 32
1 ¡ESCUCHAD, oh cielos, hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca! 2 Descenderá, como lluvia, mi doctrina; destilará, como el rocío, mi discurso; como llovizna sobre la hierba, y como los aguaceros sobre la grama. 3 Porque el nombre de Jehová proclamaré ¡atribuíd la grandeza a nuestro Dios! 4 Él es la Roca; perfecta es su obra; porque todos sus caminos son justicia: Dios de verdad y sin iniquidad, él es justo y recto. 5 De hacer mal, a él no se le puede tachar; de sus hijos solamente es la mancha; ¡generación perversa y torcida! 6 ¿Para con Jehová os portáis así, oh pueblo necio y no sabio? ¿No es él tu padre que te adquirió? cierto que él te hizo y te estableció. 7 Recuerda los días de la antigüedad; pensad en los años de muchas generaciones: pregunta a tu padre, que él te anunciará, a tus ancianos, y ellos te dirán, 8 que en repartiendo el Altísimo herencia a las naciones, cuando hizo separarse a los hijos de Adam, iba fijando los límites de los pueblos conforme al número de los hijos de Israel. 9 Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob es su posesión especial. 10 Le halla en una tierra desierta, entre la desolación de una horrorosa soledad; le tiende en derredor su protección, le instruye, le guarda como a la niña de su mismo ojo. 11 Como el águila despierta su nidada, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus fuertes plumas; 12 así Jehová solo le conducía, y no había con Él ningún dios extraño. 13 Le hacía cabalgar sobre las alturas de la tierra, y comió el pueblo los frutos del campo; también él le hizo chupar miel de la peña, y aceite de la roca durísima; 14 manteca de vacas y leche de ovejas, con lo más pingüe de corderos cebados; carneros también de la casta del Basán, y machos de cabrío, con lo más escogido del trigo: y de la sangre de uvas solías beber vino. 15 Mas engordóse Jesurún, y dió coces; (engordástete, engrosástete, cubrístete de gordura); entonces desechó a Dios su Hacedor, y menospreció la Roca de su salvación. 16 Le movían a celos con dioses extraños, con sus abominaciones le provocaban a ira. 17 Sacrificaban a los demonios, y no a Dios, a dioses que no conocieron; a nuevos dioses, recién venidos: no los temieron vuestros padres. 18 De la Roca que te engendró no haces caso, y te has olvidado del Dios que te dió el ser. 19 Y Jehová lo vió, y los trató con desprecio, porque le habían provocado sus hijos y sus hijas. 20 Y dijo: Yo esconderé mi rostro de ellos; veré cual será su postrimería; porque generación muy perversa es, son hijos en quienes no hay fe. 21 Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios, me provocaron a ira con sus ídolos: y yo los moveré a celos con lo que no es pueblo, con nación necia los provocaré a ira. 22 Porque se ha encendido un fuego en mi ira que arderá hasta lo más hondo del infierno; y consumirá la tierra y sus productos, y abrasará los cimientos de los montes. 23 Juntaré sobre ellos males; mis saetas agotaré en ellos: 24 consumidos serán de hambre, devorados también de ardientes calenturas, y de amarga pestilencia; y dientes de bestias enviaré sobre ellos, con veneno de serpientes del polvo. 25 Por fuera desolará la espada, y dentro de las cámaras, el espanto: así el mancebo como la doncella perecerán, el niño de pecho como el hombre cano. 26 Dije que los echaría lejos, que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos; 27 si no fuera que temo la ira del enemigo; no sea que lo entiendan mal sus adversarios; no sea que digan: Nuestra mano es alta, y no es Jehová quien ha hecho todo esto. 28 Porque son una nación sin prudencia, y no hay en ellos entendimiento. 29 ¡Oh si fueran sabios, si consideraran esto, si entendieran su postrimería! 30 ¡Cómo perseguiría uno a mil, y dos pondrían en fuga a diez mil, si su Roca no los hubiera vendido, y Jehová no los hubiera entregado! 31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca; y nuestros enemigos sean de ello los jueces. 32 Porque de vid de Sodoma es la vid de ellos, y tomada de los campos de Gomorra: sus uvas son uvas de hiel; amargos son los racimos que tienen. 33 Veneno de serpientes es su vino, y ponzoña cruel de áspides. 34 ¿Acaso no tengo yo esto guardado conmigo, sellado entre mis tesoros? 35 Mía es la venganza y la retribución; al debido tiempo resbalará su pie; porque se acerca el día de su calamidad, y se apresuran los males preparados para ellos. 36 Porque Jehová juzgará a su pueblo; y de sus siervos se dolerá, cuando viere que se les ha ido el auxilio, sin quedarles cosa preciosa ni vil. 37 Y dirá: ¿Dónde están sus dioses, la roca en que confiaban; 38 los que comían los sebos de sus sacrificios, y bebían el vino de sus libaciones? ¡Que se levanten ellos y os ayuden, y extiendan sobre vosotros su protección! 39 Ved ahora que yo, yo solo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y hago vivir, yo hiero, y yo curo; y no hay quien libre de mi mano. 40 Porque alzo al cielo mi mano, y digo: ¡Yo vivo eternamente! 41 Cuando afilare mi luciente espada, y mi mano empuñare el juicio, retribuiré la venganza a mis adversarios, y a los que me odian daré la recompensa. 42 Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada comerá carne; embriagarélas con la sangre de muertos y de cautivos, de la cabeza de los caudillos del enemigo. 43 ¡Regocijaos, oh naciones, con su pueblo, porque vengará la sangre de sus siervos, y retribuirá la venganza a sus adversarios; mas perdonará a su tierra, a su pueblo!
44 De manera que vino Moisés, y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun. 45 Y cuando Moisés hubo acabado de recitar todas estas palabras a todo Israel, 46 les dijo: Fijad vuestro corazón en todas estas palabras que testifico contra vosotros hoy; para que las encarguéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. 47 Porque esta no es una cosa inútil de vuestra parte, sino que es vuestra misma vida; y por medio de esto prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.
48 Y Jehová habló a Moisés en aquel día, diciendo: 49 Sube a esta serranía de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab, que está frente a Jericó; y mira la tierra de Canaán, que voy a dar a los hijos de Israel para que la posean; 50 y muere en el monte adonde subes, y sé agregado a tu pueblo; así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fué agregado a su pueblo: 51 por cuanto prevaricasteis contra mí en medio de los hijos de Israel, junto a las aguas de Meriba-cades, en el desierto de Zin; puesto que no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 52 Porque podrás mirar la tierra desde lejos, mas no podrás pasar allí, al país que voy a dar a los hijos de Israel.
Capítulo 33
1 Y ESTA es la bendición con que Moisés, varón de Dios, bendijo a los hijos de Israel, antes de su muerte. 2 Y dijo: Jehová vino de Sinaí, y desde Seir levantóse como el sol para ellos: resplandeció desde el monte Parán, y vino de en medio de diez millares de santos ángeles: a su diestra traía una ley de fuego para ellos. 3 Ciertamente él ha amado a nuestras tribus; todos sus santos están en tu mano; y ellos se sentaron a tus pies; cada uno recibió tus palabras. 4 (La ley que nos encargó Moisés herencia es de la congregación de Jacob.) 5 Y Él era Rey en Jesurún cuando se juntaron las cabezas del pueblo, reunidas en uno las tribus de Israel. 6 ¡Viva Rubén, y no muera; aunque sean pocos sus hombres! 7 Y esta es la bendición de Judá; y dijo: ¡Oiga Jehová la voz de Judá, y hazle venir a su pueblo; basten para él sus mismas manos, y sé tú su auxilio contra sus adversarios! 8 Y de Leví dijo: Tu Tumim y tu Urim sean para tu siervo favorecido, a quien probaste en Masa, con quien contendiste junto a las aguas de Meriba; 9 el cual dijo de su padre y de su madre: No los he visto: ni a sus hermanos conoció, y de sus mismos hijos no hizo caso: porque guardaron tus dichos, y sobre tu pacto vigilaron. 10 Ellos pues enseñarán tus juicios a Jacob, y tu ley a Israel; pondrán incienso delante de ti, y holocaustos sobre tu altar. 11 ¡Bendice, oh Jehová, su sustancia y mira propicio la obra de sus manos; destroza los lomos de los que se alzan contra él, y de los que le aborrecen, para que no se levanten más! 12 De Benjamín dijo: El amado de Jehová habitará junto a Él; Dios le dará su protección todo el día, y entre sus hombros él habitará. 13 Y de José dijo: Bendecida de Jehová sea su tierra, en los más preciosos dones de los cielos, en el rocío y en los hondos manantiales que abajo yacen; 14 y en los más preciosos productos del sol, y en los más preciosos frutos de las lunas variantes; 15 y en lo más rico de las montañas sempiternas, y en los más preciosos tesoros de los collados eternos; 16 y en las cosas más preciosas de la tierra y su plenitud: en fin, el favor de Aquel que habitó en la zarza venga sobre la cabeza de José, y sobre la coronilla del nazareo, el separado de entre sus hermanos. 17 Como el primogénito de su toro, sea la gloria de él, y sus astas, como astas de uro: con ellas empujará a una las naciones hasta los fines de la tierra: y ellos son los diez millares de Efraín, y ellos son los millares de Manasés. 18 Y de Zabulón dijo: Regocíjate, oh Zabulón, en tus salidas marítimas, mas tú, Isacar, en tus tiendas. 19 Llamarán las tribus a la montaña: allí ofrecerán sacrificios de justicia; porque chuparán la abundancia de los mares, y los tesoros que esconden las arenas. 20 Y de Gad dijo: ¡Bendito aquel que ensancha a Gad! Como leona se acostó, y desgarró a una el brazo con la mollera. 21 Y proveyó la primera parte para sí; porque allí le fué guardada la porción solicitada del legislador; y marchó al frente del pueblo: las justicias de Jehová ejecutó, y sus juicios para con Israel. 22 Y de Dan dijo: Dan es cachorro de león, que salta desde el Basán. 23 Y de Neftalí dijo: ¡Oh Neftalí, saciado de favores, y colmado de la bendición de Jehová, posee tú el mar y el sur! 24 Y de Aser dijo: ¡Bendecido con hijos sea Aser, sea él el favorecido de sus hermanos, y bañe en aceite su pie! 25 De hierro y de bronce sea su calzado, y según tus días, serán tus fuerzas. 26 Ninguno hay como el Dios de Jesurún, el que viene cabalgando sobre los cielos en tu auxilio, y en su majestad sobre las nubes. 27 Tu refugio es el Dios de los siglos, y por debajo tienes los brazos sempiternos: y él mismo echa delante de ti el enemigo, y dice: ¡Destruye! 28 Mas Israel habita confiado; la fuente de Jacob habitará sola, en una tierra de trigo y de vino; tus cielos también destilarán el rocío. 29 ¡Dichoso eres, oh Israel! ¡quién como tú, oh pueblo salvado en Jehová, el escudo de tu auxilio, que también es la espada de tu grandeza! Más tus enemigos despavoridos te dirán lisonjas serviles. mientras que tú andarás triunfante sobre sus alturas.
Capítulo 34
1 MOISÉS pues subió de los llanos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga que está frente a Jericó; y Jehová le hizo ver toda la tierra, desde Galaad hasta Dan, 2 y todo Neftalí, y la tierra de Efraim y de Manasés, y toda la tierra de Judá, hasta el Mar del Oeste; 3 y el Mediodía, y la Vega, y el Valle de Jericó, Ciudad de las Palmas, hasta Zoar. 4 Y le dijo Jehová: Ésta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu simiente la daré: te he permitido verla con tus ojos, mas no puedes pasar allá.
5 Así Moisés, siervo de Jehová, murió allí en la tierra de Moab, por orden de Jehová; 6 y él le enterró en un valle en la tierra de Moab, frente a Bet-peor; y no ha sabido hombre alguno el lugar de su sepultura hasta el día de hoy. 7 Y era Moisés de edad de ciento y veinte años cuando murió; su vista no fué ofuscada, ni se había debilitado su vigor.
8 Y los hijos de Israel lloraron a Moisés en los llanos de Moab, treinta días; y así se cumplieron los días del lloro en el duelo por Moisés.
9 Y Josué, hijo de Nun, fué lleno de espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él: y le obedecieron los hijos de Israel, e hicieron como Jehová había mandado a Moisés. 10 Mas no se ha levantado todavía profeta en Israel semejante a Moisés, a quien conociera Jehová cara a cara; 11 en cuanto a todas las señales y maravillas que Jehová le envió a hacer en la tierra de Egipto, contra Faraón, y contra sus siervos, y contra toda su tierra; 12 ni en cuanto a toda aquella mano poderosa, ni aquellos terrores estupendos que obró Moisés en presencia de todo Israel.