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Daniel
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Capítulo 1
1 En el año tercero del reinado de Joaquim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalem, y la sitió. 2 Y el Señor entregó en su mano a Joaquim rey de Judá, y parte de los vasos de la Casa de Dios; y él los llevó a la tierra de Sinar, a la casa de su dios; y puso los vasos en la casa de los tesoros de su dios. 3 Y mandó el rey a Aspenaz, príncipe de los eunucos, que trajese de entre los hijos de Israel (es decir, del linaje real y de los príncipes), 4 algunos muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, sino que fuesen de hermosa presencia, e inteligentes en toda sabiduría, y conocedores de las ciencias, y entendidos en conocimientos útiles, y que tuviesen la suficiencia para estar en el palacio del rey; a los cuales enseñase las letras y la lengua de los Caldeos. 5 También el rey les señaló su ración diaria de los manjares delicados del rey, y del vino que él mismo bebía; y mandó que los mantuviese así portres años; para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. 6 Y entre ellos había, de los hijos de Judá, Daniel, Ananías, Misael y Azarías; 7 a los cuales puso nombres el príncipe de los eunucos: a Daniel le llamó Beltsasar, a Ananías, Sadrac, a Misael, Mesac, y a Azarías, Abed-nego.
8 Daniel empero resolvió en su corazón que no se contaminaría con los manjares delicados del rey, ni con el vino que bebía; por lo cual solicitó del príncipe de los eunucos, que no hubiera de contaminarse así. 9 Y había Dios concedido a Daniel que hallase gracia y entrañable afecto de parte del príncipe de los eunucos. 10 Dijo entonces el príncipe de los eunucos a Daniel: Yo temo al rey mi señor, el cual ha señalado vuestra comida y vuestra bebida; pues ¿porque ha de ver vuestras caras más macilentas que las de los muchachos que son de vuestra misma edad? que así haríais peligrar mi cabeza para con el rey. 11 Dijo entonces Daniel al ayo a quien el príncipe de los eunucos había encargado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 Ruégote que hagas la prueba con tus siervos durante diez días, dándonos legumbres para comer y agua para beber; 13 luego sean examinadas en tu presencia nuestras caras, y las caras de los muchachos que comen de los manjares delicados del rey; y según vieres, haz con tus siervos. 14 Y él convino con ellos; e hizo con ellos la prueba durante diez días. 15 Y al cabo de los diez días sus semblantes parecían mejores, y estaban más nutridos de carnes que los de todos los muchachos que comían de los manjares delicados del rey. 16 Por lo cual el ayo se llevaba sus manjares delicados y el vino que ellos habían de beber, y les daba legumbres.
17 Y en cuanto a estos cuatro muchachos, Dios les concedió conocimiento e inteligencia en todas las letras y la sabiduría de los Caldeos; Daniel también era inteligente en toda suerte de visiones y sueños. 18 Y al fin de los días que había señalado el rey para hacer presentar a aquellos jóvenes ante sí, el príncipe de los eunucos los presentó delante de Nabucodonosor. 19 Y cuando el rey habló con ellos, no fué hallado entre todos ellos ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; por lo cual ellos permanecieron en la presencia del rey. 20 Y en todo asunto de sabiduría e inteligencia en que el rey los consultara, los halló diez veces mejores que todos los magos y encantadores que había en todo su reino. 21 Y Daniel continuó hasta el año primero del rey Ciro.
Capítulo 2
1 Y EN el año segundo del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños; y su espíritu fué perturbado, de modo que no pudo dormir. 2 Entonces mandó el rey llamar a los magos, y a los encantadores, y a los hechiceros, y a los caldeos, para que manifestasen al rey sus sueños: ellos pues acudieron, y se presentaron delante del rey. 3 Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu está perturbado con ansia de entender el sueño. 4 Entonces hablaron los caldeos al rey en siriaco, diciendo: ¡Oh rey, vive para siempre! Refiere el sueño a tus siervos, y nosotros manifestaremos la interpretación. 5 El rey respondió y dijo a los caldeos: Es cosa resuelta de mi parte, que si no me hacéis conocer el sueño y su interpretación, seréis hechos trozos, y vuestras casas serán convertidas en muladar. 6 Pero si me mostrareis el sueño con su interpretación, recibiréis de mi parte dones y premios y grande honra: por tanto mostradme el sueño con su interpretación. 7 Ellos respondieron por segunda vez, y dijeron: Refiera el rey el sueño a sus siervos, y nosotros mostraremos la interpretación. 8 Respondió el rey y dijo: Yo entiendo con seguridad que vosotros queréis poner dilaciones, por lo mismo que veis que es cosa resuelta de mi parte. 9 Por lo cual si no me mostráis el sueño, un solo edicto hay para vosotros. Porque queréis preparar palabras engañosas y perversas, para decirlas delante de mí, hasta que se mude el tiempo. Por tanto decidme el sueño, y sabré que podéis mostrarme la interpretación. 10 Respondieron los caldeos delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda mostrar el asunto del rey; por lo cual ningún rey, por grande y poderoso que sea, jamás ha demandado semejante cosa de ningún mago, o encantador, o caldeo. 11 También es muy ardua la cosa que demanda el rey, y no hay otro alguno que pueda mostrar el asunto del rey, fuera de los dioses, cuya morada no es con los mortales.
12 Por esta causa el rey se enfureció, y estalló en grande ira, mandando destruir a todos los sabios de Babilonia. 13 Y salió el edicto; y los sabios eran llevados a la muerte; buscaban también a Daniel y a sus compañeros para matarlos. 14 Entonces Daniel respondió avisada y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia real, que había salido a matar a los sabios de Babilonia; 15 respondió pues, ydijo a Arioc, capitán de la guardia del rey: ¿Por qué causa es tan urgente este decreto de parte del rey? Entonces Arioc enteró a Daniel del asunto. 16 Daniel pues entró, y pidió al rey que le señalase plazo, y que él mostraría al rey la interpretación.
17 Entonces Daniel fué a su casa; y contó el caso a Ananías, Misael y Azarías, compañeros suyos; 18 y les dijo que pidiesen misericordias de parte del Dios del cielo en cuanto a este secreto, a fin de que no destruyesen a Daniel y sus compañeros con los demás de los sabios de Babilonia. 19 Entonces fué revelado el secreto a Daniel, en una visión de la noche. Daniel entonces bendijo al Dios del cielo: 20 habló Daniel, diciendo: ¡Sea el nombre de Dios bendito desde la eternidad y hasta la eternidad; porque suya es la sabiduría y el poder! 21 Asimismo él muda los tiempos y los plazos; él quita los reyes, y establece los reyes; él da sabiduría a los sabios, y ciencia a los que poseen inteligencia. 22 Él revela las cosas profundas y escondidas; él conoce lo que está en tinieblas; y la luz mora con él. 23 ¡A ti, oh Dios de mis padres, doy gracias y te alabo, por cuanto me has dado sabiduría y fortaleza; y porque ahora me has hecho saber lo que te pedimos; pues que nos has dado a conocer el asunto del rey!
24 Por tanto fué Daniel a Arioc, a quien había comisionado el rey para destruir a los sabios de Babilonia: entró, y así le dijo: ¡No mates a los sabios de Babilonia! ¡llévame delante de la presencia del rey, y yo le mostraré al rey la interpretación! 25 Entonces Arioc se dió prisa para llevar a Daniel delante del rey; y así le dijo: He hallado un hombre de los cautivos de Judá, que podrá mostrar la interpretación al rey. 26 Respondió el rey, y dijo a Daniel, cuyo nombre era Beltsasar: ¿Es cierto que puedes hacerme conocer el sueño que he visto, y su interpretación? 27 Respondió Daniel delante del rey, y dijo: El secreto que el rey ha demandado no pueden los sabios, ni los encantadores, ni los magos, ni los astrólogos mostrarlo al rey: 28 hay empero un Dios en el cielo que revela los secretos, el cual hace conocer al rey Nabucodonosor lo que ha de ser en los tiempos venideros. Tu sueño, y las visiones de tu cabeza sobre tu cama, eran estos:
29 En cuanto a ti, oh rey, estando en tu cama, tus pensamientos discurrieron sobre lo que había de ser en lo porvenir; y el que revela los secretos te hace saber lo que ha de ser. 30 Mas en cuanto a mí, no por sabiduría que haya en mí más que en todos los demás vivientes, me ha sido revelado este secreto, sino a fin de que se haga conocer la interpretación al rey, y para que sepas los pensamientos de tu corazón. 31 Tú, oh rey, estabas mirando, y ¡he aquí una imagen colosal! Esta imagen, que era grande y de sobresaliente magnificencia, estaba en pie enfrente de ti; y su aspecto era asombroso. 32 En cuanto a esta imagen, su cabeza era de oro fino; sus pechos y sus brazos de plata; su vientre y sus muslos de bronce; 33 sus piernas de hierro; sus pies en parte de hierro, y en parte de barro. 34 Tú la mirabas, hasta que fué cortada una piedra (pero no con mano de hombre), la cual hirió la imagen en los pies, que eran de hierro y de barro, y los desmenuzó. 35 Entonces fueron desmenuzados juntamente el hierro, el barro, el bronce, la plata, y el oro; los cuales se tornaron como el tamo de las eras de verano; y se los llevó el viento, de manera que nunca más fué hallado el lugar de ellos; pero la piedra que hirió la imagen vino a ser una gran montaña, que llenó toda la tierra.
36 Este fué el sueño; su interpretación también diremos delante del rey. 37 Tú, oh rey, eres rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el reino, el poder, la fortaleza y la gloria; 38 de modo que dondequiera que habitan los hijos de los hombres, las bestias del campo y las aves del cielo, él lo ha dado todo en tu mano, y a ti te ha hecho señorear a todos ellos. Tú eres esa cabeza de oro. 39 Y después de ti, se levantará otro reino inferior a ti; y otro tercer reino de bronce, que se enseñoreará de toda la tierra. 40 Y el cuarto reino será fuerte como el hierro, por lo mismo que el hierro lo desmenuza y lo pulveriza todo; porque como el hierro que quebranta todas las cosas, así él desmenuzará y quebrantará. 41 Y como viste que los pies y los dedos eran en parte barro de alfarero y en parte hierro, el reino será dividido entre sí: pero habrá en él de la fortaleza del hierro, por lo mismo que viste que hierro iba mezclado con el barro gredoso. 42 Y como los dedos de los pies eran en parte de hierro, y en parte de barro, así por una parte el reino será fuerte, y por otra parte endeble. 43 Asimismo como viste el hierro mezclado con barro gredoso, así las dos partes se mezclarán con la simiente humana; mas no se unirá una parte con la otra; del mismo modo que el hierro no se mezcla con el barro.
44 Empero en los días de aquellos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruído, y el reino no será dejado a otro pueblo, sino que desmenuzará y acabará con todos aquellos reinos, en tanto que él mismo permanecerá para todos lossiglos; 45 así como viste que de la montaña fué cortada una piedra, (mas no con mano de hombre,) que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios hace saber al rey lo que ha de ser en lo porvenir; y es cierto el sueño, y fiel la interpretación.
46 Entonces el rey Nabucodonosor cayó sobre su rostro, postrándose delante de Daniel; y mandó que se le ofreciesen oblaciones y olores aromáticos. 47 También el rey respondió a Daniel, y dijo: ¡Es verdad que vuestro Dios es Dios de los dioses, y Señor de los señores, y revelador de secretos; visto que tú has podido revelar este secreto! 48 Entonces el rey hizo engrandecer a Daniel, y le dió muchos y grandes dones, y le constituyó gobernador de toda la provincia de Babilonia, y gran príncipe sobre todos los sabios de Babilonia. 49 Daniel entonces pidió al rey, y éste nombró sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Pero Daniel permanecía en la corte del rey.
Capítulo 3
1 EL rey Nabucodonosor hizo una imagen de oro, cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la hizo levantar en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. 2 Entonces el rey Nabucodonosor envió y reunió los sátrapas, los gobernadores, y los prefectos, y los justicias mayores, los tesoreros, los consejeros, los jueces y todos los magistrados de las provincias, para hacerlos venir a la dedicación de la imagen que había hecho levantar el rey Nabucodonosor. 3 Con lo cual fueron reunidos los sátrapas, los gobernadores y los prefectos, los justicias mayores, los tesoreros, los consejeros, los jueces y todos los magistrados de las provincias a la dedicación de la imagen que había hecho levantar el rey Nabucodonosor; y se presentaron delante de la imagen que Nabucodonosor había hecho levantar. 4 Entonces el heraldo pregonó a grandes voces: ¡A vosotros se os manda, oh pueblos, naciones y lenguas, 5 que al tiempo que oyereis el sonido de la corneta; de la flauta, del arpa, del sambuco, del salterio, de la gaita y de toda suerte de música, caigáis en tierra yadoréis la imagen de oro que ha hecho levantar el rey Nabucodonosor; 6 y quienquiera que no cayere y la adorare, en aquella misma hora será echado en medio de un horno ardiendo en fuego! 7 Por lo cual, al tiempo que oyeron todos los pueblos el sonido de la corneta, de la flauta, del arpa, del sambuco, del salterio, de la gaita y de toda suerte de música, cayeron en tierra todos los pueblos, naciones y lenguas, y adoraron la imagen de oro que había hecho levantar el rey Nabucodonosor.
8 Con este motivo se llegaron en ese tiempo ciertos caldeos, y pusieron acusación contra los Judíos. 9 Ellos pues hablaron, y dijeron al rey Nabucodonosor: ¡Oh rey, vive para siempre! 10 Tú, oh rey, has establecido un decreto, ordenando que todo hombre que oyere el sonido de la corneta, de la flauta, del arpa, del sambuco, del salterio, y de la gaita y de toda suerte de música, caiga en tierra yadore la imagen de oro: 11 y que quienquiera que no cayere y adorare, sea echado en medio de un horno ardiendo en fuego. 12 Pues bien, hay ciertos Judíos, a quienes tú has puesto sobre los negocios de la provincia de Babilonia, es decir, Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres no te tienen respeto, oh rey; a tus dioses no dan culto, ni adoran la imagen de oro que tú has hecho levantar.
13 Entonces Nabucodonosor con rabia y furia mandó traer a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y al punto estos hombres fueron conducidos delante del rey. 14 Habló Nabucodonosor, y les dijo: ¿Fué de propósito, oh Sadrac, Mesac y Abed-nego? ¿a mis dioses no daréis culto, ni adoraréis la imagen de oro que yo he hecho levantar? 15 Ahora pues si estáis dispuestos para que al tiempo que oyereis el sonido de la corneta, de la flauta, del arpa, del sambuco, del salterio, y de la gaita y de toda suerte de música, caigáis y adoréis la imagen que yo he hecho, bien; mas si no la adorareis, en aquella misma hora seréis echados en medio de un homo ardiendo en fuego: y ¿quién es el Dios que os librará de mi mano? 16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey: ¡Oh Nabucodonosor, no hemos menester responderte sobre este asunto! 17 ¡He aquí que existe nuestro Dios, a quien nosotros servimos; él tiene poder para libramos del horno ardiendo en fuego; y de tu mano, oh rey, él nos librará! 18 Y aunque no, séate conocido, oh rey, que a tus dioses nosotros no daremos culto, ni adoraremos la imagen de oro que tú has hecho levantar.
19 Entonces Nabucodonosor fué lleno de furia, y la forma de su semblante se alteró contra Sadrac, Mesac y Abed-nego. Respondió pues, mandando calentar el horno siete veces más de lo que solían calentarlo; 20 y a ciertos hombres, de los más poderosos de su ejército, les mandó atar a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en medio del horno ardiendo en fuego. 21 Entonces fueron atados estos hombres, con sus calzas, sus túnicas, sus mantos y sus demás vestidos, y fueron echados en medio del horno ardiendo en fuego. 22 Y por lo mismo que la palabra del rey fué urgente, y el homo excesivamente caliente, la llama del fuego mató a aquellos hombres que alzaron a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23 Así estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados en medio del horno ardiendo en fuego.
24 Entonces el rey Nabucodonosor fué asombrado, y levantóse apresuradamente, y habló, y dijo a sus consejeros: ¿No fueron tres los hombres que echamos atados en medio del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: ¡Verdad es, oh rey! 25 Él entonces respondió, diciendo ¡He aquí, yo veo cuatro hombres, sueltos, paseándose en medio del fuego; y ningún daño han padecido; y el parecer del cuarto es semejante a un hijo de los dioses! 26 Entonces Nabucodonosor, acercándose a la boca del horno ardiendo en fuego, habló y dijo: ¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid fuera, y venid acá! Entonces salieron Sadrac, Mesac y Abed-nego de en medio del fuego. 27 Y juntándose en derredor los sátrapas, los gobernadores, y los prefectos y los consejeros del rey, se pusieron a examinar a esos hombres sobre cuyos cuerpos el fuego no tuvo poder, ni un cabello de su cabeza se había chamuscado, ni sus ropas habían mudado de apariencia, niolor de fuego había pasado por ellos.
28 Entonces Nabucodonosor respondió y dijo: ¡Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que ha enviado su ángel, y ha librado a sus siervos que confiaron en él, y que desobedecieron el mandato del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir ni adorar a ningún otro Dios, sino tan sólo al Dios suyo! 29 Por mí pues se establece decreto, que cualquier pueblo, nación o lengua que hablare en mengua del Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea hecho trozos, y sus casas sean convertidas en muladar; por cuanto no hay otro Dios alguno que pueda librar de esta manera. 30 Entonces el rey adelantó a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
Capítulo 4
1 EL rey Nabucodonosor a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: ¡Paz os sea multiplicada! 2 Las señales y las maravillas que el Dios Altísimo ha hecho conmigo, conviene que yo las publique. 3 ¡Sus señales, cuán grandes son, y cuán estupendas sus maravillas! ¡su reino es un reino eterno, y su señorío de generación en generación!
4 Yo Nabucodonosor estaba quieto en mi casa, y floreciendo en mi palacio. 5 Ví un sueño que me atemorizó, y mis pensamientos sobre mi cama y las visiones de mi cabeza me aterraron. 6 Por lo cual dí orden de hacer presentarse delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me hiciesen conocer la interpretación del sueño. 7 Entonces vinieron los magos, los encantadores, los caldeos y los astrólogos, y referí el sueño delante de ellos; pero no me dieron a conocer su interpretación. 8 Mas al fin vino delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, conforme al nombre de mi dios, y en quien esta el espíritu de los santos dioses; y referí mi sueño delante de él, diciendo: 9 Beltsasar, príncipe de los magos, por cuanto yo sé que el espíritu de los santos dioses está en ti, y que ningún secreto te causa afán, dime las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. 10 Así pues eran las visiones de mi cabeza sobre mi cama: Yo estaba mirando, y he aquí un árbol en medio de la tierra, y su altura era grande. 11 Crecía el árbol, y se hizo fuerte, y su altura llegaba hasta el cielo; de modo que se alcanzaba a ver desde los extremos de toda la tierra; 12 su follaje era hermoso, y su fruto abundante, y había en él alimento para todos; debajo de él hallaban abrigo las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo; y de él se alimentaba toda carne. 13 Yo estaba mirando en las visiones de mi cabeza sobre mi cama, cuando he aquí un Velador y Santo que descendió desde el cielo, 14 y clamó a grandes voces, y dijo así: ¡Cortad el árbol, y desmochad sus ramas, sacudid su follaje, y derramad su fruto; váyanse las bestias de debajo de él, y las aves de sus ramas! 15 Pero el tronco de sus raíces lo dejaréis en la tierra, con un cerco de hierro y de bronce, entre la hierba del campo; con el rocío del cielo sea mojado, y con las bestias sea su parte en medio de la hierba de la tierra; 16 sea mudado su corazón para que no sea de hombre, y désele corazón de bestia; y pasen siete tiempos sobre él. 17 Por decreto de los veladores se acuerda esto, y por dicho de los seres santos es la demanda; a fin de que conozcan los vivientes que gobierna el Altísimo en el reino de los hombres, y lo da a quien le parece, y a su arbitrio ensalza sobre él al más bajo de los hombres. 18 Este sueño ví yo, el rey Nabucodonosor; y tú, Beltsasar, dime la interpretación de él; por cuanto ninguno de los sabios de mi reino ha podido darme a conocer su interpretación; mas tú puedes, porque el espíritu de los santos dioses está en ti.
19 Entonces Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, fué aturdido por un momento, y sus pensamientos le espantaron. El rey pues respondió y dijo: ¡Oh Beltsasar, no te espante el sueño, ni su interpretación! Respondió Beltsasar, y dijo: ¡Señor mío, sea este sueño para los que te odian, y su interpretación para tus adversarios! 20 El árbol que has visto, que crecía y se hizo fuerte, y cuya altura llegaba al cielo, de modo que se alcanzaba a ver desde los extremos de toda la tierra; 21 cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos; debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas habitaban las aves del cielo;- 22 tú mismo eres, oh rey, que has crecido y te has hecho grande: pues tu grandeza ha crecido hasta llegar al cielo, y tu dominio hastalos fines de la tierra. 23 Mas como vió el rey que un Velador y Santo descendió del cielo, y dijo: Cortad el árbol, y destruídlo; pero dejaréis el tronco de sus raíces en la tierra, con un cerco de bronce y de hierro, entre la hierba del campo, y con el rocío del cielo sea mojado, y entre la, bestias del campo sea suporción, hasta que pasen siete tiempos sobre él, 24 ésta es la interpretación, oh rey, y éste es el decreto del Altísimo que ha de venir sobre mi señor el rey: 25 Que seas expulsado de entre los hombres, y con las bestias del campo tengas tu morada, que te hagan comer la hierba como los bueyes, y seas mojado con el rocío del cielo, y pasen siete tiempos sobre ti; hasta tanto que conozcas que el Altísimo gobierna en el reino de los hombres, y lo da a quien le parece. 26 Y lo que mandaron acerca de dejar el tronco de las raíces del árbol, significa que tu reino se te quedará seguro después que conocieres que gobiernan los cielos. 27 Por tanto, oh rey, séate mi consejo acepto, y rompe con tus pecados, por medio de justicia, y con tus iniquidades, usando de misericordia para con los pobres; si por acaso pueda haber alguna prolongación de tu tranquilidad.
28 Conforme a todo esto sucedió al rey Nabucodonosor. 29 Al cabo de doce meses él estaba paseándose sobre el palacio real de Babilonia. 30 El rey habló y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado para metrópoli del reino, con la fuerza de mi poder, y para la gloria de mi grandeza? 31 Aun estaba la palabra en la boca del rey, cuando del cielo cayó una voz, que dijo: ¡Ati se te dice, rey Nabucodonosor, que el reino ha sido traspasado de ti! 32 ¡De entre los hombres te van a expulsar, y con las bestias del campo será tu morada, y te harán comer hierba como los bueyes, y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo gobierna en el reino de los hombres, y lo da a quien le parece! 33 En aquella misma hora se cumplió en Nabucodonosor esta sentencia; pues que de entre los hombres fué expulsado, y como los bueyes comía la hierba, y con el rocío del cielo fué mojado su cuerpo, hasta que los cabellos le crecieron como plumas de águila, y sus uñas como las de aves de rapiña.
34 Mas al cabo de los días, yo Nabucodonosor alcé mis ojos hacia el cielo, y mi juicio me fué restituído; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive eternamente, cuyo dominio es dominio sempiterno, y su reino de siglo en siglo. 35 Y todos los moradores de la tierra por una nada le son contados; pues hace conforme a su voluntad en el ejército del cielo, y entre los habitantes de la tierra, y no hay quien pueda detener su mano, ni decirle: ¿Qué haces tú? 36 Al mismo tiempo mi juicio me fué devuelto; y para gloria de mi reino, mi majestad y mi esplendor me fueron restituídos; y mis consejeros y mis grandes me buscaron; y fuí restablecido en mi reino, y grandeza preeminente me fué añadida. 37 Ahora pues yoNabucodonosor alabo, ensalzo y glorifico al Rey del cielo; porque todas sus obras son verdad, y sus caminos justicia, y a aquellos que andan con soberbia, él los puede abatir.
Capítulo 5
1 EL rey Belsasar hizo un gran banquete para mil de sus príncipes; y bebió vino en presencia de los mil. 2 Belsasar, estando recalentado con el vino, mandó que se trajesen los vasos de oro y de plata que había sacado Nabucodonosor su padre del Templo que hubo en Jerusalem, para que bebiesen en ellos el rey, y sus grandes, y sus mujeres, y sus concubinas. 3 Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían sacado del Templo de la Casa de Dios que hubo en Jerusalem; y bebieron en ellos el rey, y sus grandes, y sus mujeres, y sus concubinas; 4 bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. 5 En aquel momento salieron los dedos de una mano de hombre, y escribieron al frente del candelabro, sobre lo encalado de la pared del palacio real; y el rey vió la mano que escribía. 6 Entonces se le mudaron al rey los colores, y sus pensamientos le aterraron, en términos que las coyunturas de sus lomos se le desencajaban, y sus rodillas se batían la una con la otra. 7 Clamó el rey a grandes voces que hiciesen venir a los encantadores, los caldeos y los astrólogos. Entonces habló el rey y dijo a los sabios de Babilonia: ¡Cualquiera que leyere este escrito, y me mostrare su interpretación, será vestido de púrpura, con una cadena de oro alrededor de su cuello, y gobernará como tercero en el reino! 8 Acudieron al punto todos los sabios del rey, mas no pudieron leer la escritura, ni hacer conocer al rey su interpretación. 9 Entonces el rey Belsasar fué aterrado en sumo grado, y se le mudaron los colores: sus grandes también estaban perplejos.
10 Empero la reina, con motivo de las palabras del rey y de sus grandes, entró en la sala del banquete. Habló la reina, y dijo al rey: ¡Oh rey, vive para siempre! ¡no te aterren tus pensamientos, ni se te muden los colores! 11 Hay un hombre en tu reino, en quien está el espíritu de los santos dioses; y en los días de tu padre, luz e inteligencia y sabiduría, como la sabiduría de los dioses, fueron halladas en él; y el rey Nabucodonosor tu padre, digo, el rey tu padre le constituyó príncipe de los magos, de los encantadores, de los caldeos y de los astrólogos; 12 por lo mismo que un espíritu preeminente, y entendimiento, e inteligencia, y capacidad para interpretar sueños, y para descifrar enigmas, y para soltar cosas intrincadas, fueron hallados en él, es decir, en Daniel; a quien el rey le puso el nombre de Beltsasar. Ahora pues, llámese a Daniel, y él te mostrará la interpretación.
13 Entonces Daniel fué conducido delante del rey. El rey habló, y dijo a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel, de los hijos de la cautividad de Judá, a quien trajo el rey mi padre de Judá? 14 Pues yo he oído decir de ti que el espíritu de los dioses está en ti, y que luz y entendimiento y sabiduría preeminente han sido hallados en ti. 15 Y ahora han sido traídos delante de mí los sabios, los encantadores, para leer este escrito, y hacerme conocer su interpretación: mas no han podido mostrar la significación de la cosa. 16 De ti empero he oído decir que puedes dar interpretaciones y soltar cosas intrincadas. Ahora bien, si puedes leer la escritura y hacerme conocer su interpretación, serás vestido de púrpura, con una cadena de oro alrededor de tu cuello, y gobernarás como tercero en el reino.
17 Entonces respondió Daniel, y dijo delante del rey: ¡Quédense tus dones para ti mismo, y tus premios dalos a otro! yo sin embargo leeré el escrito al rey, y le haré conocer la interpretación. 18 ¡Oye tú, oh rey¡ El Altísimo Dios dió a Nabucodonosor, tu padre, el reino, y la grandeza, y la gloria, y la majestad; 19 y a causa de la grandeza que le dió, todos los pueblos y naciones y lenguas temblaron y se estremecieron delante de él. Al que le daba gana mató, y al que le daba gana concedió vida; al que le daba gana ensalzó, y al que le daba gana abatió. 20 Mas cuando su corazón se engrió, y su espíritu fué endurecido para portarse con soberbia, fué depuesto del trono de su reino, y le quitaron su gloria; 21 de entre los hombres fué expulsado, y su corazón se hizo semejante al de las bestias, y con los asnos monteses fué su morada; como a los bueyes le hicieron comer hierba, y con el rocío del cielo fué mojado su cuerpo, hasta tanto que conoció que el Altísimo Dios es el gobernador en el reino de los hombres, y que eleva sobre éa quien le parece. 22 Y tú su hijo, oh Belsasar, no has humillado tu corazón, aunque conocías todo esto. 23 Antes bien, contra el Señor del cielo te has ensalzado; de tal modo que han traído los vasos de su Casa delante de ti, y tú, y tus grandes, y tus mujeres, y tus concubinas estáis bebiendo en ellos; también a dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven ni oyen, y que nada saben, los has alabado; mas al Dios en cuya mano está tu aliento, y cuyos son todos tus caminos, no le has glorificado. 24 Entonces de su presencia fué enviada la mano que trazó esta escritura. 25 Esta es pues la escritura que fue trazada: MENÉ, MENÉ, TEKEL UPHARSIN. 26 Y esta es la interpretación de ella MENÉ: Ha numerado Dios tu reino y ha hecho fin de él. 27 TEKEL: Has sido pesado en la balanza y has sido hallado falto. 28 PERÉS: Dividido está tu reino, y ha sido dado a los Medos y Persas.
29 Entonces dió orden Belsasar, y vistieron a Daniel de púrpura, con una cadena de oro alrededor de su cuello, e hicieron proclamación respecto de él que gobernase como tercero en el reino.
30 En aquella misma noche fué muerto Belsasar rey de los Caldeos. 31 Y Darío el medo tomó el reino, siendo como de sesenta y dos años de edad.
Capítulo 6
1 PARECIÓ bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que estuviesen en todo el reino; 2 y sobre ellos tres presidentes, de los cuales Daniel era uno, a quienes los sátrapas diesen cuenta, para que el rey no recibiese perjuicio. 3 Entonces este Daniel vino a ser el superior de los presidentes y sátrapas, por cuanto había en él un espíritu preeminente; y pensaba el rey ponerle sobre todo el reino. 4 Con lo cual los presidentes y los sátrapas hicieron lo posible por hallar algún pretexto contra Daniel en lo relativo al reino; mas ningún pretexto ni falta pudieron hallar, por cuanto era fiel, y ningún yerro ni falta fueron hallados en él. 5 Entonces aquellos hombres decían entre sí: No hallaremos contra este Daniel ningún pretexto, si no lo halláremos contra él en lo que toca a la ley de su Dios. 6 Por lo cual estos presidentes y sátrapas se reunieron atropelladamente al rededor del rey, y le hablaron de esta manera: ¡Rey Darío, vive para siempre! 7 Todos los presidentes del reino, los gobernadores y los sátrapas, los consejeros y los prefectos han tomado el acuerdo de establecer un edicto real, y de hacer un entredicho fortísimo, al efecto que todo aquel que hiciere petición a cualquier dios u hombre, por espacio de treinta días, como no sea a ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. 8 Ahora pues, oh rey, establece el entredicho y firma la escritura, para que no se pueda mudar, conforme a la ley de los Medos y Persas, que no puede abrogarse. 9 En efecto, el rey Darío firmó la escritura y el entredicho.
10 Entonces Daniel, cuando supo que la escritura estaba firmada, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara alta hacia Jerusalem, tres veces al día se hincaba de rodillas, y oraba y hacía confesión delante de su Dios, como antes acostumbraba hacerlo. 11 Al punto aquellos hombres se reunieron atropelladamente, y hallaron a Daniel haciendo petición y pidiendo misericordias ante su Dios. 12 Luego se llegaron y hablaron delante del rey acerca del entredicho real, diciendo: ¿No firmaste tú un entredicho al efecto que todo hombre que hiciere petición a cualquier dios u hombre, por espacio de treinta días, como no sea a ti, oh rey, fuese echado en el foso de los leones? Respondió el rey y dijo: Verdad es, conforme a la ley de los Medos y Persas, que no se puede abrogar. 13 Ellos entonces respondieron y dijeron delante del rey: Aquel Daniel que es de los hijos de la cautividad de Judá, no hace caso de ti, oh rey, ni del entredicho que has firmado, sino que hace su petición tres veces al día. 14 Entonces el rey, cuando oyó esto, fué sumamente indignado, y puso su corazón sobre Daniel para librarle; y hasta ponerse el sol se esforzaba por salvarle. 15 Aquellos hombres entonces se reunieron atropelladamente en derredor del rey, y dijeron al rey: ¡Sabe, oh rey, que es ley de los Medos y Persas que ningún entredicho ni ordenanza que el rey haya establecido, se puede mudar! 16 El rey pues dió orden, y trajeron a Daniel y le echaron en el foso de los leones; pero respondió el rey y dijo a Daniel: ¡Tu Dios, a quien tú sirves de continuo, él mismo te librará! 17 Y fué traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso; y el rey la selló con su propio anillo, y con el anillo de sus grandes, para que no quedase frustrado el propósito respecto de Daniel.
18 Entonces el rey se fué a su palacio, y pasó la noche ayunando, y no permitió que las bailarinas entrasen delante de él: también el sueño se huyó de él. 19 Entonces el rey se levantó al rayar el alba, y fué a toda prisa al foso de los leones; 20 y al llegar cerca del foso, llamó a Daniel con voz lastimera; y hablando el rey, dijo a Daniel: ¡Oh Daniel, siervo del Dios vivo, ha podido tu Dios, a quien tú sirves de continuo, librarte de los leones? 21 Entonces Daniel dijo al rey: ¡Oh rey, vive para siempre! 22 Mi Dios ha enviado su ángel, y ha cerrado la boca de los leones, de modo que no me han hecho mal alguno; por lo mismo que delante de él la inocencia fué hallada en mí; asimismo delante de ti, oh rey, ningún mal he hecho. 23 Entonces el rey se alegró de ello en gran manera, y mandó sacar a Daniel del foso. En efecto fué sacado Daniel del foso; y ninguna lesión fué hallada en él; porque había confiado en su Dios. 24 Luego el rey dió orden, y trajeron a aquellos hombres que habían puesto acusación contra Daniel, y los echaron en el foso de los leones, a ellos, a sus hijos y a sus mujeres: y aun no habían llegado al suelo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebrantaron todos sus huesos.
25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas, que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. 26 De mi parte se establece decreto, que en todo el dominio de mi reino todos teman y se llenen de pavor delante del Dios de Daniel; porque él es el Dios vivo y que permanece para siempre; cuyo reino nunca será destruído, y su dominio permanece hasta el fin. 27 Él salva y él libra; él también hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; el cual ha librado a Daniel del poder de los leones. 28 Y este Daniel prosperó en el reinado de Darío, y en el reinado de Ciro el persa.
Capítulo 7
1 EN el primer año de Belsasar rey de Babilonia, vió Daniel un sueño y visiones de su cabeza sobre su cama. Entonces escribió el sueño, y refirió la suma de las cosas. 2 Habló Daniel, y dijo: Yo estaba mirando en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo se desataron sobre el Mar Grande. 3 Y cuatro bestias grandes subieron del mar, diferentes unas de otras. 4 La primera era como león, y tenía alas de águila. Estaba mirando hasta que fueron arrancadas sus alas, y ella fué alzada de la tierra, y puesta sobre sus pies, a manera de hombre, y fuéle dado corazón de hombre.
5 Y he aquí otra segunda bestia, echada, semejante a un oso; la cual se alzaba más del un lado que del otro; y tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes; y fuéle dicho así: ¡Levántate, devora mucha carne!
6 Después de esto yo estaba mirando, y he aquí otra, semejante a un leopardo, y tenía cuatro alas de ave en sus espaldas; y tenía esta bestia cuatro cabezas; y fuéle dado dominio.
7 Después de esto yo estaba mirando en visones de la noche, y he aquí otra cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía grandes dientes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras las hollaba con sus pies; y era diferente de todas las bestias que habían sido antes que ella; y tenía diez cuernos. 8 Estaba yo considerando los cuernos cuando he aquí otro cuerno, pequeño, que subía entre ellos; y tres cuernos de los primeros fueron arrancados de raíz delante de él: y he aquí que había en este cuerno, ojos como ojos de hombre, y una boca que hablaba cosas espantosas.
9 Yo estaba mirando hasta que fueron puestos tronos; y El Anciano de días se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana purísima; llamas de fuego era su trono, y las ruedas de éste un fuego abrasador. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares ministraban delante de él, y millones de millones en su presencia se levantaban; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. 11 Estaba mirando entonces a causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno; estaba mirando hasta que fué muerta la bestia, y su cuerpo destruído y entregado al fuego devorador. 12 Mas en cuanto a las otras bestias su dominio fué quitado, pero les fué dada prolongación de vida por un tiempo y plazo.
13 Estaba mirando en visiones de la noche, y he aquí que sobre las nubes del cielo venía Uno parecido a un hijo de hombre; y vino al Anciano de días, y le trajeron delante de él. 14 Y fuéle dado el dominio, y la gloria, y el reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirviesen: su dominio es un dominio eterno, que jamás pasará, y su reino el que nunca será destruído.
15 En cuanto a mí, Daniel, mi espíritu estaba adolorido en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me tenían asustado. 16 Lleguéme pues a uno de los que estaban en pie, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Entonces él habló, y me hizo saber la significación de aquellas cosas, diciendo: 17 Estas grandes bestias, que son cuatro, son cuatro reinos que surgirán de la tierra. 18 Pero los santos del Altísimo recibirán el reino, y poseerán el reino para siempre, y para siempre jamás. 19 Entonces yo deseaba saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que tan diferente era de todas ellas, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro, y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y hollaba las sobras con sus pies; 20 acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que subió, delante del cual cayeron tres; es decir, el cuerno que tenía ojos, y una boca que hablaba cosas espantosas, y cuyo aspecto era más imponente que el de suscompañeros. 21 Pues yoestaba viendo cómo este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, 22 hasta tanto que vino el Anciano de días, y el juicio fué dado a favor de lossantos del Altísimo, y llegó el tiempo en que los santos habían de tomar posesión del reino. 23 Y de esta manera me respondió: La cuarta bestia será el cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los reinos, y devorará toda la tierra, y la hollará, y la desmenuzará. 24 Y en cuanto a los diez cuernos, de este reino diez reyes se levantarán; y otro se levantará tras de ellos, que será diferente de los anteriores, y derribará tres de los reyes. 25 Y hablará palabras contra el Altísimo, e irá acabando con los santos del Altísimo; y pensará mudar los tiempos y la ley: y ellos serán entregados en su mano hasta un tiempo, y dos tiempos, y la mitad de un tiempo. 26 Empero el juez se sentará; y se le quitará su dominio, para que sea consumido y destruído hasta el fin. 27 Y el reino, y el dominio, y el señorío de los reinos por debajo de todos los cielos, será dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es un reino eterno; y todos los dominios le servirán y le obedecerán a él.
28 Aquí tuvieron fin sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron mucho, y palideció mi rostro: pero guardé el asunto en mi corazón.
Capítulo 8
1 EN el año tercero del reinado del rey Belsasar, se me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que se me había aparecido al principio. 2 Yo ví pues en la visión (y fué así que al verla, estaba en Susán, la metrópoli, que está en la provincia de Elam); y ví en la visión, estando junto al río Ulai. 3 Alcé pues mis ojos, y miré, y he aquí un carnero que estaba en pie frente al río, y tenía dos cuernos; y aquellos dos cuernos eran altos, bien que el uno era más alto que el otro, y el más alto subió el postrero. 4 Y ví que el carnero daba cornadas hacia el poniente y hacia el norte, y hacía el sur. Y ningún animal podía estar en pie delante de él, ni había quien librase de su mano: hacía pues conforme a su voluntad, y se hizo grande.
5 Y yo le estaba considerando, cuando he aquí un macho cabrío que venía del poniente sobre la haz de toda la tierra, y ni siguiera tocaba en la tierra; y el macho cabrío tenía un cuerno notable entre los ojos; 6 y vino al carnero que tenía los dos cuernos, que había yo visto frente al río, y le acometió con furioso poder. 7 Y le ví llegarse junto al carnero, y, exasperado contra él, hirió al carnero, y quebró sus dos cuernos: y no tuvo el carnero poder para mantenerse delante de él; por lo cual le derribó en tierra, y le holló; y no hubo quien librase al carnero de su mano.
8 Entonces el macho cabrío engrandecióse hasta lo sumo; pero estando en su mayor potencia, fué quebrado aquel gran cuerno; y subieron cuatro cuernos notables en su lugar, hacía los cuatro vientos del cielo. 9 Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que se engrandeció extraordinariamente hacia el sur, y hacía el oriente, y hacia la más hermosa de las tierras. 10 Engrandecióse pues contra la milicia del cielo, y echó a tierra algunos de la milicia celestial y de las estrellas, y los holló. 11 Más aún, hasta contra el príncipe de la milicia celestial se engrandeció; de modo que por él fué quitado el holocausto continuo, y fué echado por tierra el lugar de su Santuario. 12 Pero la milicia celestial fuéle entregada, junto con el holocausto continuo, a causa de la transgresión; por lo cual echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y todo le salió con éxito. 13 Entonces oí hablar a cierto santo; y otro santo preguntó a aquel santo que habló: ¿Hasta cuánto tiempo alcanza la visión del holocausto continuo, y de la transgresión que causa desolación, entregando el Santuario y la milicia celestial para ser hollados? 14 Y él me dijo: Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario.
15 Yaconteció que cuando yo, Daniel, había visto la visión, y procuraba entenderla, he aquí, se me puso delante una como semejanza de hombre; 16 y oí una voz de hombre, por entre las riberas del Ulai, que clamó, y dijo ¡Gabriel, haz que éste entienda la visión! 17 Por lo cual él se acercó junto a donde yo estaba; y cuando se acercó, yo me despavorí, y caí sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo del hombre, que para el tiempo del fin es la visión. 18 Y cuando me habló, yo caí sin sentido, sobre mi rostro, en tierra; pero él me tocó, y me puso derecho en donde yo estaba. 19 Entonces dijo: He aquí que te voy a enseñar lo que ha de ser en el fin de la indignación; porque eso es para el tiempo del fin: 20 El carnero que viste, que tenía dos cuernos, son los reyes de Media y Persia; 21 y el macho cabrío del pelo áspero es el rey de Grecia; y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero. 22 Y del modo que éste fué quebrado, y se levantaron cuatro en su lugar, así cuatro reinos se levantarán de esa nación; pero no con el poder del primero. 23 Mas hacia el fin del imperio de éstos, cuando los transgresores llegaren al colmo de la maldad, se levantará un rey de rostro fiero, y que entiende de tretas enredadas; 24 y se hará grande su poder, mas no con poder propio suyo; y corromperá de un modo maravilloso, tendrá próspero suceso, y hará su voluntad, y corromperá a los poderosos, y al pueblo santo. 25 Ycon su astucia hará prosperar el fraude en su mano; y en su corazón se engrandecerá: y por medio de la paz corromperá a muchos, y contra el Príncipe de los príncipes se levantará: pero sin mano humana será quebrado. 26 Y la visión de la tarde y de la mañana que queda referida es verdadera; pero cierra tú la visión, porque es reservada para muchos días.
27 Y yo Daniel quedé sin fuerzas, y estuve enfermo algunos días; después me levanté, y me puse a despachar los negocios del rey: pero estaba asombrado de la visión; mas no hubo quien la explicase.
Capítulo 9
1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la raza de los Medos, que fue constituído rey sobre el reino de los Caldeos; 2 en el año primero de su reinado, yo Daniel llegué a entender por medio de los libros, la cuenta de los años de que había revelado Jehová al profeta Jeremías, que hubiesen de cumplirse setenta años de las desolaciones de Jerusalem. 3 Luego dirigí mi rostro hacia el Señor Dios, para buscarle en oración y súplica, con ayuno y saco y ceniza. 4 Oré pues a Jehová mi Dios, e hice confesión, diciendo:
¡Ah! Yo te ruego, ¡oh Señor, Dios grande y temible, guardador del pacto y de la misericordia prometida, para con los que te aman y guardan tus mandamientos! 5 nosotros hemos pecado, y hemos cometido iniquidad, y hemos hecho maldad, y nos hemos rebelado, apartándonos de tus mandamientos y de tus leyes; 6 y no hemos escuchado a tus siervos los profetas, que en tu nombre han hablado a nuestros reyes, y a nuestros príncipes, y a nuestros padres, y a todo el pueblo de la tierra. 7 ¡A ti, Señor, pertenece la justicia, mas a nosotros, confusión de rostro, como parece hoy; a los hombres de Judá, y a los habitantes de Jerusalem, a todo Israel también, así a los que están cerca como a los que están lejos, por todas las tierras adonde los has expulsado, a causa de su prevaricación con que han prevaricado contra ti! 8 ¡Oh Señor, a nosotros nos toca confusión de rostro, a nuestros reyes, la nuestros príncipes, y a nuestros padres; porque hemos pecado contra ti! 9 Al Señor nuestro Dios le son propias las compasiones y las piedades, aunque nosotros nos hemos rebelado contra él; 10 y no hemos obedecido la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes, que él puso delante de nosotros por mano de sus siervos los profetas. 11 También todo Israel ha traspasado tu ley, apartando el oído para no escuchar tu voz; por lo cual se ha derramado sobre nosotros la maldición y la execración que está escrita en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque hemos pecado contra él. 12 Y él ha dado efecto a su palabra que habló contra nosotros, y contra nuestros jueces que nos han gobernado, trayendo sobre nosotros un mal tan grande; pues nunca se ha hecho debajo de todos los cielos como se ha hecho contra Jerusalem. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal nos ha sobrevenido; mas no hemos suplicado la gracia de Jehová nuestro Dios, a fin de volvernos de nuestras iniquidades, de alcanzar inteligencia en tu verdad. 14 Por lo cual veló Jehová sobre el mal, y lo ha traído sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, y nosotros no hemos obedecido su voz. 15 Ahora pues, oh Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te has hecho renombre, como se ve el día de hoy, nosotros hemos pecado, hemos obrado impíamente. 16 ¡Oh Señor, conforme a todas tus justicias, apártese, te ruego, tu ceño y tu ardiente indignación de sobre tu ciudad de Jerusalem, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y de las iniquidades de nuestros padres Jerusalem y tu pueblo han venido a ser el oprobio de todos los que están en derredor nuestro. 17 ¡Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu Santuario que está asolado, por amor del Señor! 18 ¡Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y ve las desolaciones nuestras, y a la ciudad que es llamada de tu nombre; porque no derramamos nuestros ruegos ante tu rostro a causa de nuestras justicias, sino a causa de tus grandes compasiones! 19 ¡Oh Señor, oye! ¡oh Señor, perdona! ¡oh Señor, presta atención, y hazlo así! ¡no te tardes, por tu propia causa, oh Dios mío; porque tu ciudad y tu pueblo son llamados de tu nombre!
20 Y mientras yo estaba aún hablando, y orando, y confesando mi pecado, y el pecado de mi pueblo Israel; y mientras derramaba mis ruegos delante de Jehová mi Dios, por el santo monte de mi Dios, 21 sí, mientras aun hablaba en mi oración, el varón Gabriel, que yo había visto en visión al principio, habiendo volado arrebatadamente, me tocó como a la hora de la oblación de la tarde; 22 e hízome entender, y habló conmigo, diciendo: Oh Daniel, ahora he salido para hacerte sabio de entendimiento. 23 En el principio de tus ruegos salió la orden, y yo he venido para hacerte saber; porque eres muy amado: entiende pues la palabra, y alcanza inteligencia de la visión: 24 Setenta semanas están determinadas en cuanto a tu pueblo, y en cuanto a tu santa ciudad, para acabar con la transgresión, para poner fin a los pecados, y para hacer expiación de la iniquidad, para introducir la justicia perdurable, y para poner sello a la visión y la profecía, y para ungir al Santo de los santos. 25 Sabe pues, y entiende que desde que salga la orden para restaurar y reedificar a Jerusalem, hasta el Mesías, el Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas: la ciudad volverá a edificarse con calle y foso, bien que en tiempos de angustia. 26 Y después de las sesenta y dos semanas será muerto el Mesías; y no será más suyo el pueblo: y el pueblo de otro príncipe que ha de venir, destruirá la ciudad y el Santuario; y su fin será como con avenida de aguas; y hasta el fin de la guerra están decretados asolamientos. 27 Y dará validez al pacto para con muchos en la semana restante, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda vegetal; luego sobre el ala de las abominaciones vendrá el asolador; y hasta la consumación, y consumación decretada, se derramará la ira sobre el pueblo asolado.
Capítulo 10
1 EN el año tercero de Ciro rey de Persia, cierta cosa fué revelada a Daniel, a quien se le había dado el nombre de Beltsasar; y la cosa es verdadera, es decir, una guerra grande; y él entendió la cosa, y tuvo inteligencia de la visión. 2 En aquellos días yo Daniel estaba afligiéndome por espacio de tres semanas. 3 No comí pan sabroso, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí con ungüento, hasta tanto que fueron cumplidas tres semanas enteras.
4 En el día veinte y cuatro pues del mes primero, estando yo a la orilla del gran río que se llama Tigris, 5 alcé mis ojos y miré, y he aquí a un varón que traía vestiduras de lino blanco, y tenía ceñidos los lomos de oro fino de Ufaz; 6 y su cuerpo era como un crisólito, y su rostro como la apariencia del relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como la refulgencia de bronce bruñido, y la voz de sus palabras era como el estruendo de un ejército. 7 Y yo Daniel solo ví la visión; pues no la vieron los hombres que conmigo estaban; sino que cayó sobre ellos un terror grande, de modo que huyeron, y se escondieron. 8 Por manera que yo fuí dejado solo; y cuando ví esta gran visión, no quedó en mí esfuerzo, y mi lozanía se me demudó en palidez de muerte, y no retuve fuerza alguna. 9 Oí sin embargo la voz de sus palabras; y luego que oí la voz de sus palabras, caí sin sentido sobre mi rostro, con mi rostro en tierra. 10 Mas he aquí que una mano me tocó, y me sacudió, haciéndome levantar sobre mis rodillas y las palmas de mis manos: 11 y me dijo: Daniel, varón muy amado, entiende las palabras que te voy a decir, y ponte derecho en donde estás; porque ahora he sido enviado a ti. Y cuando me hubo dicho esto, yo me puse en pie temblando. 12 Mas éme dijo: No temas, Daniel; porque desde el primer día que aplicaste tu corazón a buscar inteligencia, y a humillarte ante tu Dios, fueron escuchadas tus palabras, y yo he venido a consecuencia de tus palabras. 13 Pero el príncipe del reino de Persia se mantuvo frente a mí por veinte y un días; mas he aquí que Miguel, uno de los principales príncipes, vino a ayudarme, y yo quedé allí victorioso al lado de los reyes de Persia. 14 Vengo pues para hacerte saber lo que ha de suceder a tu pueblo en los tiempos venideros; porque la visión se refiere a tiempos remotos aún. 15 Y cuando me habló al tenor de estas palabras, yo puse mi rostro hacia tierra, y enmudecí. 16 Y he aquí que una como semejanza de los hijos de los hombres me tocó los labios; luego abrí mi boca, y hablé, y dije al que estaba delante de mí: ¡Señor mío, con la visión me acometieron de repente mis dolores, y no he retenido fuerza alguna! 17 ¿Cómo pues podrá el siervo de este mi señor hablar con este mi señor? que en cuanto a mí, al instante no fué dejado en mí esfuerzo, ni aliento siquiera se me ha quedado. 18 Entonces aquella como semejanza de hombre volvió a tocarme, y me esforzó. 19 Luego me dijo: ¡No temas, oh varón muy amado! ¡paz sea contigo! ¡sé fuerte; sí, sé fuerte! Y cuando me habló así, yocobré vigor, y dije: Hable mi señor; porque tú me has dado fuerzas. 20 Y él respondió: ¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora pues yo volveré para pelear contra el príncipe de Persia; y al salir yo, he aquí que vendrá el príncipe de Grecia. 21 Pero te voy a mostrar lo que está escrito en la Escritura de la verdad; y no hay ninguno que se esfuerce conmigo, contra aquellos, sino Miguel, vuestro príncipe.
Capítulo 11
1 Y POR mi parte, en el año primero de Darío el medo, me puse en pie para ayudarle, y para fortalecerle. 2 Ahora pues te voy a manifestar la verdad:
He aquí que ha de haber todavía tres reyes que se levantarán sobre los Persas; y el cuarto será mucho más rico que todos ellos; y cuando se haya hecho fuerte por medio de sus riquezas, despertará todo su poder contra el reino de Grecia. 3 Empero se levantará un rey poderoso, el cual imperará con gran dominio, y hará conforme a su voluntad. 4 Mas después que se haya levantado, será quebrado su reino, y será repartido hacia los cuatro vientos del cielo, pero no a su posteridad; ni conforme al dominio suyo que él ejerció; porque su reino será arrancado de raíz, y quedará para otros fuera de aquéllos.
5 Y vendrá a ser fuerte el rey del Sur, y otro de sus príncipes; y éste se hará más fuerte que aquél, y tendrá el dominio; su dominio será dominio grande. 6 Pero al fin de algunos años los dos harán alianza, y la hija del rey del Sur vendrá al rey del Norte, para ajustar las desavenencias; mas ella no será poderosa para retener el poder de su brazo; ni podrá mantenerse él en pie, ni sus auxiliares; sino que será entregada ella, y los que la trajeron, y el que la engendró, y el que la sostuvo en aquellos tiempos. 7 Pero de un renuevo de sus raíces se levantará otro en su lugar, el cual vendrá al ejército y entrará en la fortaleza del rey del Norte, y obrará contra ellos, y prevalecerá; 8 y también los dioses de ellos, con sus imágenes de fundición, y con sus alhajas preciosas de plata y de oro, los llevará en cautiverio a Egipto: y él durará más años que el rey del Norte. 9 Así pues entrará en su dominio el rey del Sur, y volverá a su tierra.
10 Empero los hijos de aquél levantarán guerra, y juntarán una multitud de fuerzas grandes; y uno de ellos vendrá a viva fuerza, e invadirá, y pasará adelante; luego tomará, y llevará la guerra hasta la fortaleza del otro. 11 Con lo cual se enfurecerá el rey del Sur, y saldrá, y peleará contra él, es decir, contra el rey del Norte; y pondrá en campaña una grande multitud de gente; y será entregada aquella multitud en su mano., 12 Y se llevará la multitud en cautiverio; con lo cual se elevará su corazón, y hará caer a muchos millares; mas no prevalecerá. 13 Pues el rey del Norte volverá, y pondrá en campaña una multitud mayor que la primera; y al fin de los tiempos, es decir, de algunos años, vendrá a viva fuerza con grande ejército y grandes riquezas. 14 Y en aquellos tiempos muchos se levantarán contra el rey del Sur; y los hijos turbulentos de tu pueblo se levantarán para confirmar la visión; mas ellos tropezarán. 15 Vendrá pues el rey del Norte, y levantará atrincheramientos, y tomará la ciudad fuerte, y las fuerzas del Sur no podrán resistir, ni sus gentes más escogidas; pues no tendrán fortaleza para resistir. 16 Por lo cual su opositor hará conforme a su voluntad, pues no habrá quien pueda parar delante de él; y se plantará en la tierra de hermosura; la cual estará completamente en su mano. 17 Luego pondrá su rostro para ir contra el otro conel poderío de todo su reino, y efectuará convenios con él, y hará su voluntad; y le dará la hija de mujeres, esperando corromperla; pero ello no tendrá éxito, ni ella permanecerá de su parte. 18 Entonces volverá su rostro hacia las costas marítimas, y se apoderará de muchas de ellas; pero un caudillo pondrá término a la afrenta que le ha hecho; y aun hará volver su afrenta sobre él mismo. 19 Por lo cual él volverá su rostro hacia las fortalezas de su propia tierra; pero tropezará, y caerá, y no será más hallado.
20 Y sucederá en su lugar uno que hará pasar un exactor de tributos por la tierra más hermosa del reino; pero al cabo de pocos días será él destruído; mas no en ira, ni en guerra.
21 Y sucederá en su lugar un hombre despreciable, a quien no le habrán dado el honor del reino; sino que entrará en medio de seguridad, y se apoderará del reino por medio de halagos. 22 Y las fuerzas enemigas serán arrebatadas delante de él como con avenida de aguas, y serán completamente deshechas; y también el príncipe de su pacto. 23 Porque después de confederarse con él, obrará con dolo; y subirá, y prevalecerá con poca gente. 24 En medio de seguridad y en las provincias más feraces entrará; y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, y despojos, y riquezas derramará entre los suyos; y contra las fortalezas tramará sus designios, es decir, por algún tiempo. 25 Luego despertará su poder y su coraje contra el rey del Sur, con un ejército grande. También el rey del Sur se excitará a la guerra con un ejército sumamente grande y fuerte; pero no podrá mantenerse en pie; porque tramarán designios contra él. 26 Más aún, los mismos que comen de sus manjares delicados le quebrantarán; y el ejército del otro lo arrebatará todo, cual avenida de aguas; y caerán muchos muertos a cuchillo. 27 Mas en cuanto a estos dos reyes, su corazón estará para hacerse daño mutuamente; y en una misma mesa se hablarán mentiras: mas no tendrá éxito; porque todavía el fin es para un tiempo determinado. 28 Volverá pues a su tierra con grandes riquezas, y su corazón estará puesto contra el santo pacto; y hará su voluntad, y volverá a su país.
29 Al tiempo determinado volverá, y se dirigirá contra el Sur; mas no como la vez primera le será la postrera. 30 Pues vendrán contra él las galeras de Kitim, por lo cual se despechará, y regresará, y estará rabioso contra el santo pacto; y hará su voluntad; yvolverá, y tendrá inteligencia con los que abandonan el santo pacto. 31 Y se levantarán auxiliares de su parte, de modo que profanarán el Santuario, la fortaleza nuestra; yquitarán el holocausto continuo, y pondrán allí la abominación desoladora. 32 Y a aquellos impíos violadores del pacto los inducirá en la apostasía por medio de halagos; pero el pueblo que conoce a su Dios se esforzará, y hará prodigios. 33 Y los sabios de entre el pueblo instruirán a muchos; pero irán tropezando y cayendo, muchos días, a causa de la espada, de las llamas, del cautiverio y del saqueo. 34 Mas cuando tropiecen, serán ayudados con un socorro pequeño; por lo cual muchos se juntarán a ellos con pretextos engañosos. 35 Por eso algunos de los sabios tropezarán, para que sean acrisolados, y purificados, y emblanquecidos, hasta el tiempo del fin: porque todavía es para el tiempo determinado.
36 Aquel rey pues hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios: y contra el Dios de los dioses hablará cosas espantosas; y saldrá con lo suyo, hasta que se concluya la indignación; porque lo decretado ha de ser hecho. 37 Y de los dioses de sus padres no hará caso, ni tampoco del deseo de las mujeres; ni hará caso de ningún dios; porque sobre todos ellos se engrandecerá; 38 sino antes, en su lugar honrará al dios de las fortalezas: a un dios, pues, que no conocieron sus padres, honrará con oro y con plata, y con piedras preciosas, y con otras cosas apetecibles. 39 Y se hará dueño de las más inexpugnables fortalezas en unión con un dios extraño. A quien le reconozca, le dará gran honra, y los hará regir sobre muchos; y les repartirá la tierra en galardón.
40 Mas al tiempo del fin, arremeterá contra él el rey del Sur; pero el rey del Norte le arrebatará como una tempestad, con carros de guerra y gente de a caballo y muchas galeras: y entrará en las tierras; y lo inundará y lo arrollará todo. 41 Entrará también en la tierra hermosa; y muchas tierras caerán; pero éstas escaparán de su mano, Edom, y Moab, y la parte principal de los hijos de Ammón. 42 Extenderá su mano también contra otras tierras; y la tierra de Egipto no escapará; 43 sino que él se apoderará de los tesoros de oro y de plata, y de todas las demás cosas apetecibles de Egipto: y los Libios y los Etíopes seguirán suspasos. 44 Empero noticias desde el oriente y el norte le turbarán; y saldrá con grande indignación para asolar, y para destruir enteramente a muchos. 45 Y plantará sus pabellones palaciales entre los mares, junto al hermoso y santo monte; mas llegará a su fin; y no habrá quien le ayude.
Capítulo 12
1 EN aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y habrá tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación hasta aquel tiempo. Mas en aquel tiempo será librado tu pueblo, es decir, todos los que fueren hallados escritos en el libro. 2 También una multitud de dormidos en el polvo de la tierra despertará; los unos para vida eterna, y los otros para deshonra y aborrecimiento eterno. 3 Entonces los que sean sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que hayan vuelto a justicia a muchos, como las estrellas para siempre y eternamente. 4 Tú empero, oh Daniel, cierra estas palabras, y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia será aumentada.
5 Entonces yo Daniel miré, y he aquí a otros dos que estaban en pie, el uno de esta parte a la ribera del río, y el otro de aquella parte a la ribera del río. 6 Y dijo uno de ellos al varón que traía las vestiduras de lino blanco, que estaba en pie sobre las aguas del río: ¿Para cuándo será el fin de estas maravillas? 7 Y yo oí a aquel varón que traía las vestiduras de lino blanco, que estaba en pie sobre las aguas del río, cuando levantando su mano diestra y su siniestra hacia el cielo, juró por Aquel que vive eternamente, que será para un tiempo, y dos tiempos, y la mitad de otro; y que cuando se haya acabado de destruir el poder del pueblo santo, todas estas cosas serán consumadas.
8 Y yo oí, pero no comprendí. Dije pues: Señor mío, ¿cuál será el resultado de estas cosas? 9 Mas él respondió: Anda, Daniel; que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. 10 Muchos serán purificados y emblanquecidos y acrisolados; pero los malos seguirán haciendo maldades; y no entenderá ninguno de los malhechores; mas los sabios entenderán. 11 Y desde el tiempo en que fuere quitado el holocausto continuo, es a saber, para poner allí la abominación desoladora, habrá mil doscientos y noventa días. 12 ¡Bienaventurado aquel que espere, y alcance a mil trescientos treinta y cinco días! 13 Tú empero anda por tu camino hasta que llegue el fin: entretanto descansarás, y te levantarás al goce de tu herencia al fin de los días.