Capítulos
Antiguo Testamento
Nuevo Testamento
1 Reyes
Visualización :
Capítulo 1
1 Y CUANDO el rey David era viejo, avanzado en días, le cubrieron de vestidos, mas no entraba en calor. 2 Por lo cual le dijeron sus siervos: Búsquese para mi señor el rey una joven, virgen, y estése ella delante del rey, y séale por compañera, y acuéstese en tu seno, para que consiga calor mi señor el rey. 3 En efecto, buscaron una joven hermosa entre todos los términos de Israel; y hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey. 4 Y la joven era en extremo hermosa, y le era al rey como compañera, y le asistía; pero el rey nunca la conoció.
5 Entonces Adonías hijo de Haguit se ensalzó, diciendo: ¡Yo seré rey! Proveyóse pues de carroza, y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él. 6 Y su padre nunca le había disgustado en todos sus días, diciéndole: ¿Por qué has hecho así y así? Y él también era de muy hermosa presencia; y su madre le había dado a luz después de Absalom. 7 Y tuvo conferencias con Joab hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar; y ellos siguiendo a Adonías, le ayudaron. 8 Mas el sacerdote Sadoc, y Benaya hijo de Joiada, y Natán profeta, y Simei, y Rei, y los valientes que tenía David, no estaban por Adonías. 9 Y Adonías sacrificó ovejas, y novillos, y animales engordados, junto a la peña de Zohelet, que está al lado de En-rogel, y convidó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey. 10 Mas a Natán profeta, y a Benaya hijo de Joiada, y a los héroes, y a Salomón su hermano, no los convidó.
11 Entonces Natán habló a Batseba, madre de Salomón, diciendo: ¿Acaso tú no has oído decir que reina Adonías, hijo de Haguit? y nuestro señor David no lo sabe. 12 Ahora pues, ven, permíteme que te aconseje, para que puedas salvar tu vida y la vida de tu hijo Salomón. 13 Anda, entra a donde está el rey David, y dile así: ¿No es cierto que tú, señor mío, oh rey, juraste a tu sierva, diciendo: Ciertamente Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará sobre mi trono? ¿por qué pues reina Adonías? 14 He aquí que mientras tú estarás aún hablando allí con el rey, yo entraré tras de ti, y acabaré de confirmar tus palabras. 15 Entró pues Batseba a donde estaba el rey, dentro de la alcoba; pues que el rey era muy viejo; y Abisag la sunamita asistía al rey. 16 Entonces Batseba inclinó la cabeza, y postróse ante el rey. Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? 17 Y ella respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: De seguro que Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará sobre mi trono. 18 Mas ahora, he aquí que Adonías reina; y hasta ahora, señor mío, oh rey, tú no lo has sabido. 19 Y él ha sacrificado novillos y animales engordados y ovejas en abundancia, y ha convidado a todos los hijos del rey, y al sacerdote Abiatar, y a Joab, jefe del ejército; pero a Salomón tu siervo no le convidó. 20 Y tú, señor mío, oh rey, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les hagas saber quién ha de sentarse sobre el trono de mi señor el rey después de él. 21 De otra suerte va a acontecer, cuando yaciere el rey mi señor con sus padres, que seremos reputados criminales, yo y Salomón mi hijo.
22 Y he aquí que ella estaba todavía hablando con el rey, cuando Natán profeta entró. 23 Y avisaron al rey, diciendo: Ahí está Natán profeta. Y como él entrase en la presencia del rey, postróse a tierra sobre su rostro delante del rey. 24 Entonces dijo Natán: Señor mío, oh rey, ¿acaso has dicho tú: Adonías ha de reinar después de mí, y él se sentará sobre mi trono? 25 Porque ha descendido hoy, y ha sacrificado novillos y animales engordados y ovejas en abundancia; y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del ejército, y a Abiatar sacerdote; y he aquí que están comiendo y bebiendo delante de él; y dicen: ¡Viva el rey Adonías! 26 Pero a mí, a mí tu siervo, y al sacerdote Sadoc, y a Benaya hijo de Joiada, y a Salomón tu siervo, a nosotros no nos ha convidado. 27 ¿Será que esto ha sido hecho de parte de nuestro señor el rey, sin que avisases a tus siervos quién ha de sentarse sobre el trono de mi señor el rey después de él? 28 Entonces respondió el rey David, diciendo: Llamadme a Batseba; y ella entró a la presencia del rey, y estuvo de pie ante el rey. 29 Y juró el rey, diciendo: ¡Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda adversidad; 30 que así como te he jurado por Jehová el Dios de Israel, diciendo: Ciertamente Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará sobre mi trono en mi lugar; ¡así mismo lo voy a hacer hoy! 31 Con lo cual Batseba inclinóse, rostro a tierra, postrándose delante del rey, y dijo: ¡Viva mi señor, el rey David, para siempre! 32 Entonces dijo el rey David: Llamadme a Sadoc sacerdote, y a Natán profeta, y a Benaya hijo de Joiada: y ellos entraron delante del rey. 33 Y les dijo el rey: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y haced montar a Salomón mi hijo sobre la mula que es mía propia, y le haréis bajar a Gihón; 34 y allí el sacerdote Sadoc y el profeta Natán le ungirán por rey sobre Israel; y tocaréis trompeta, y diréis: ¡Viva el rey Salomón! 35 En seguida subiréis en pos de él; y él vendrá y se sentará sobre mi trono, y reinará en mi lugar; porque a él le he designado para que sea príncipe sobre Israel y Judá. 36 Entonces Benaya hijo de Joiada respondió al rey, diciendo: ¡Amén! ¡diga así también Jehová, el Dios de mi señor el rey! 37 ¡Así como ha sido Jehová con mi señor el rey, así sea con Salomón; y engrandezca su trono más que el trono de mi señor el rey David!
38 En seguida descendieron Sadoc sacerdote, y Natán profeta, y Benaya hijo de Joiada, y los Kereteos, y los Peleteos, e hicieron cabalgar a Salomón sobre la mula propia del rey David, y le condujeron a Gihón. 39 Y el sacerdote Sadoc había tomado del Tabernáculo un cuerno de aceite, con el que ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y clamó todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón! 40 Luego subió todo el pueblo en pos de el, y el pueblo iba tocando flautas, y haciendo grandes regocijos, de modo que se hendía la tierra con la algazara de ellos.
41 Y oyólo Adonías y todos los convidados que con él estaban, cuando habían ya acabado de comer. Y como oyese Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por que motivo se hace este estruendo de la ciudad en alboroto? 42 Aun estaba él hablando, cuando he aquí a Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar, que acababa de llegar. Entonces dijo Adonías: ¡Entra, porque hombre valiente eres, y traes buenas nuevas! 43 Pero Jonatán respondió y dijo a Adonías: Al contrario, nuestro señor, el rey David, acaba de hacer rey a Salomón; 44 pues que el rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc y al profeta Natán, y a Benaya hijo de Joiada, y a los Kereteos, y a los Peleteos; los cuales le hicieron montar en la mula propia del rey; 45 y Sadoc el sacerdote y Natán el profeta le han ungido por rey en Gihón; y de allí han subido con regocijos, de modo que se ha puesto en conmoción la ciudad: este es el estruendo que habéis oído. 46 Y también Salomón se ha sentado sobre el trono del reino. 47 Además cuando entraron los siervos del rey para bendecir a nuestro señor el rey David, diciendo: ¡Haga Dios que sea el nombre de Salomón mejor que tu nombre, y engrandezca su trono más que tu trono! se ha inclinado el rey sobre su cama. 48 Y más aún; de esta manera ha dicho el rey mismo: ¡Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente sobre mi trono, viéndolo mis ojos!
49 Entonces ellos temblaron, y levantándose todos los convidados que estaban con Adonías, se fueron cada cual por su camino. 50 Adonías también temía a causa de Salomón; y levantándose, fué y se asió de los cuernos del altar. 51 Y fué dado aviso a Salomón, diciendo: He aquí que Adonías teme al rey Salomón; y he aquí que se ha asido de los cuernos del altar, y dice: ¡Júreme hoy el rey Salomón que no ha de morir a espada su siervo! 52 A lo cual el rey Salomón respondió: Si él se mostrare hombre de bien, no caerá a tierra ni un cabello suyo; pero si se hallare maldad en él, morirá. 53 Y enviando el rey Salomón, le hicieron bajar de junto al altar; y él vino, y postróse delante del rey Salomón. Y le dijo Salomón: Véte a tu casa.
Capítulo 2
1 EMPERO se acercaban ya los días en que había de morir David; por lo cual dio encargo a Salomón su hijo, diciendo: 2 Yo sigo el camino de toda la tierra; ten fortaleza pues, y muéstrate hombre. 3 Guarda también el precepto de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y cumpliendo sus estatutos, sus mandamientos, y sus leyes, y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés; a fin de que te vaya bien en todo lo que hicieres, y a dondequiera que vuelvas la cara; 4 y para que Jehová confirme la palabra que ha hablado acerca de mí, diciendo: Si tus hijos pusieren cuidado en su camino, para andar fielmente delante de mí, con todo su corazón y con toda su alma, juro, diciendo: ¡Nunca te faltará hombre que se siente sobre el trono de Israel!
5 Y tú también sabes lo que me ha hecho Joab, hijo de Sarvia, y lo que hizo a dos jefes del ejército de Israel, es decir, a Abner hijo de Ner, y a Amasa hijo de Jeter, a quienes él mató, derramando sangre de guerra en tiempo de paz, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que traía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies. 6 Harás pues con él conforme a tu sabiduría; mas no permitas que desciendan sus canas en paz a la sepultura.
7 Para con los hijos de Barzillai galaadita empero, usarás de benevolencia, y serán ellos de los que coman a tu mesa; porque de esta suerte ellos se llegaron a mí, cuando iba huyendo de Absalom tu hermano.
8 Y he aquí tienes contigo a Semei hijo de Gera, benjamita, de Bahurim, el cual me maldijo con horrible maldición en el día que fuí a Mahanaim. Sin embargo él descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová, diciendo: No te haré morir a espada. 9 Ahora empero no le tengas tú por inocente; porque hombre sabio eres, y sabes lo que debes hacer con él; harás pues que desciendan sus canas con sangre a la sepultura.
10 En fin, David yació con sus padres, y fué enterrado en la ciudad de David. 11 Y el tiempo que reinó David sobre Israel fué cuarenta años: en Hebrón reinó siete años, y en Jerusalem reinó treinta y tres años. 12 Y Salomón se sentó sobre el trono de David su padre, y se estableció firmemente su reino.
13 Entonces Adonías hijo de Haguit fué a Batseba madre de Salomón. Y ella le dijo: ¿Es pacífica tu venida? Y él respondió: Pacífica es. 14 Y dijo: Tengo una cosa que decirte. Y ella respondió: Habla. 15 Entonces él dijo: Tú sabes que mío era el reino, y que sobre mí tenía todo Israel puesta la mirada, para que yo reinara. Pero fué trastrocado el reino, y vino a ser de mi hermano; porque por parte de Jehová era suyo. 16 Ahora bien, voy a hacerte una petición; no me hagas volver avergonzado el rostro. Ella de nuevo le dijo: Habla. 17 Él pues dijo: Ruégote que hables al rey Salomón, (porque él no te hará volver desairado el rostro), para que me dé a Abisag la sunamita por mujer. 18 A lo que dijo Batseba: Bueno, yo hablaré por ti al rey. 19 Con lo cual entró Batseba a donde estaba el rey Salomón, para hablar con él a favor de Adonías. Y levantóse el rey a recibirla, y se inclinó ante ella: luego se sentó en su trono, e hizo poner una silla para la madre del rey; y ella se sentó a su derecha. 20 Entonces ella dijo: Vengo a hacerte una pequeña petición; no me hagas volver avergonzado el rostro. A lo que le dijo el rey: Pide, madre mía, que no te haré volver avergonzado el rostro. 21 Y dijo ella: Pues dése Abisag la sunamita por mujer a Adonías tu hermano. 22 Empero el rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Y a qué propósito pides a Abisag la sunamita para Adonías? Pide antes para él el reino; puesto que es mi hermano, mayor que yo, sí, para él, y para el sacerdote Abiatar, y para Joab hijo de Sarvia. 23 Entonces el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: ¡Así haga conmigo Dios, y más aún, si no es verdad que Adonías ha hablado esto en contra de su misma vida! 24 Ahora pues, ¡vive Jehová! que me ha constituído rey, y que me ha hecho sentar sobre el trono de David mi padre, y que me ha fundado casa, como lo ha prometido, que hoy mismo será muerto Adonías. 25 Envió pues el rey Salomón por mano de Benaya hijo de Joiada, el cual le acometió de suerte que murió.
26 Y al sumo sacerdote Abiatar le dijo el rey: Retírate a Anatot, a tus campos; porque eres digno de muerte; pero en este día no te haré morir, por cuanto llevaste el Arca de Jehová, el Señor, delante de David mi padre, y porque tú padeciste en todo lo que padeció mi padre. 27 Por manera que Salomón expulsó a Abiatar, para que no fuese sacerdote de Jehová; cumpliendo así la palabra que Jehová habló acerca de la casa de Elí en Silo.
28 Y llegó a Joab noticia de esto: pues que Joab se había desviado, yendo tras de Adonías; bien que no se había desviado, yendo tras de Absalom: por lo cual Joab huyó al Tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar. 29 Y fué dado aviso al rey Salomón, diciendo: Joab ha huído al Tabernáculo de Jehová; y he aquí que está al lado del altar: y envió Salomón a Benaya hijo de Joiada, diciendo: Anda, arremete contra él. 30 Llegóse pues Benaya al Tabernáculo de Jehová, y dijo: Así dice el rey: ¡Sal de aquí! Mas él respondió: No, sino que aquí mismo moriré. Y Benaya trajo respuesta al rey, diciendo: Así ha dicho Joab, y así me ha respondido. 31 Entonces le dijo el rey: Haz como él mismo ha dicho, y arrójate sobre él, y entiérrale; para que quites de sobre mí, y de sobre la casa de mi padre, la sangre inocente que ha derramado Joab. 32 Así Jehová hará volver su sangre sobre su misma cabeza; puesto que acometió a dos hombres más justos y mejores que él, y los mató a espada; sin que mi padre David lo supiese: a saber, a Abner hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, jefe del ejército de Judá. 33 ¡Vuelva pues la derramada sangre de ellos sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su linaje para siempre; mas sobre David, y sobre su linaje, y sobre su casa, y sobre su trono, haya paz para siempre de parte de Jehová! 34 Subió pues Benaya hijo de Joiada, y le acometió, y le mató; y fué enterrado en su misma casa, en el desierto. 35 Y el rey puso a Benaya hijo de Joiada, en su lugar, sobre el ejército; y a Sadoc sacerdote le puso el rey en el puesto de Abiatar.
36 Entonces el rey envió y llamó a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalem y habita en ella, y no salgas de allí a ninguna parte; 37 porque en el día que salieres, y pasares el torrente Cedrón, sabe con seguridad que morirás sin remedio: tu sangre recaerá sobre tu misma cabeza. 38 Y Simei respondió al rey: Justa es la orden; conforme ha dicho mi señor el rey, asimismo lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalem muchos días. 39 Pero aconteció al fin de tres años que se fugaron dos siervos de Simei, yéndose a Aquís hijo de Maaca, rey de Gat. Y le avisaron a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat. 40 Entonces se levantó Simei, y aparejó su asno, y fué a Gat, a Aquís, en demanda de sus siervos: de manera que Simei se fué y trajo a sus siervos de Gat. 41 Y dieron parte a Salomón de como había ido Simei de Jerusalem a Gat, y regresado. 42 Por lo cual envió el rey y llamó a Simei, y le dijo: ¿No te juramenté yo por Jehová, y te protesté, diciendo: En el día que salieres, y anduvieres a cualquiera parte, sabe con seguridad que morirás sin remedio? y tú mismo me respondiste: Justa es la orden; obedezco. 43 ¿Por qué pues no has guardado el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse? 44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes toda la maldad, (conociéndolo tu mismo corazón), que hiciste para con David mi padre. Jehová pues hace volver tu maldad sobre tu propia cabeza; 45 mas el rey Salomón será bendito, y el trono de David será establecido delante de Jehová para siempre. 46 Entonces el rey mandó a Benaya hijo de Joiada, el cual salió y acometióle de suerte que murió. Y así el reino fué afirmado en mano de Salomón.
Capítulo 3
1 ENTONCES Salomón contrajo afinidad con Faraón rey de Egipto; pues tomó por mujer a la hija de Faraón y la trajo a la ciudad de David, mientras acababa de edificar su propia casa, y la Casa de Jehová, y el muro de Jerusalem en derredor. 2 El pueblo empero continuaba sacrificando en los altos; porque no se había edificado Casa al nombre de Jehová hasta aquellos días. 3 Y Salomón amaba a Jehová, andando en los estatutos de David su padre; solo que continuaba sacrificando y quemando incienso en los altos.
4 Y el rey fue a Gabaón para ofrecer sacrificios allí; porque era éste el alto más principal: mil holocaustos ofreció Salomón sobre aquel altar. 5 En Gabaón Jehová apareció a Salomón en sueños de la noche; y le dijo Dios: Pide lo que te he de dar. 6 A lo que respondió Salomón: Tú has hecho para con tu siervo David, mi padre, gran merced, así como él anduvo delante de tu rostro con fidelidad y en justicia, y en rectitud de corazón para contigo; y le has guardado esta gran merced de darle un hijo que se siente sobre su trono, como parece hoy. 7 Ahora pues, oh Jehová, Dios mío, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre; y yo soy un niño pequeño, y no sé cómo me debo conducir. 8 Y con todo tu siervo está en medio de tu pueblo que has escogido, pueblo grande, que no se puede numerar ni contar por la muchedumbre de él. 9 Da pues a tu siervo un corazón inteligente, para juzgar a tu pueblo, para poder distinguir entre el bien y el mal; porque ¿quién es capaz de juzgar este tu pueblo tan grande? 10 Y esta petición agradó al Señor, por haber pedido Salomón semejante cosa. 11 De manera, que le dijo Dios: Por cuanto has pedido esto, y no pediste para ti mismo larga vida, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la muerte de tus enemigos; sino que has pedido para ti mismo inteligencia para entender juicio; 12 he aquí que hago según tu palabra; he aquí que te doy un corazón tan sabio y entendido, que no haya habido otro como tú antes de ti, ni después de ti se levantará tu igual. 13 Y además, lo que no pediste te lo doy, así riqueza como gloria, tales, que no haya entre los reyes ninguno como tú en todos tus días. 14 Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis leyes, así como anduvo David tu padre, entonces prolongaré tus días. 15 Y despertó Salomón; y he aquí que era un sueño. En seguida regresó a Jerusalem, y se presentó delante del Arca del Pacto del Señor; y ofreció holocaustos, y sacrificó ofrendas pacíficas; e hizo banquete para todos sus siervos.
16 Vinieron entonces al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él. 17 Y dijo la una mujer: ¡Óyeme, señor mío! Yo y esta mujer habitamos en una misma casa; y dí a luz un niño, con ella en la casa. 18 Y aconteció que al tercer día después de mi parto, esta mujer también dió a luz: y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba con nosotras en casa, sino que tan sólo nosotras dos estábamos en la casa. 19 Y murió el niño de esta mujer una noche, por haberse ella recostado sobre él. 20 Por lo cual se levantó ella a media noche, y quitó mi niño de junto a mi lado, estando dormida tu sierva, y se le puso en su mismo seno, en tanto que a su hijo muerto le puso en mi seno. 21 Y cuando me levanté por la mañana a dar el pecho a mi hijo, ¡he aquí que estaba muerto! Mas cuando yo le consideré bien, por la mañana, he aquí que no era mi hijo que yo había dado a luz. 22 A lo que respondió la otra mujer: ¡No, sino que mi hijo es el vivo, y tu hijo el muerto! mientras que aquélla decía: ¡No, sino que tu hijo es el muerto, y mi hijo el vivo! De esta suerte, pues, altercaban ellas delante del rey. 23 Entonces dijo el rey: Ésta dice: Mi hijo es el vivo, y tu hijo el muerto; y aquélla dice: No, sino que tu hijo es el muerto, y mi hijo el vivo. 24 Con lo cual dijo el rey: Traedme una espada: y trajeron la espada delante del rey. 25 Luego dijo el rey: Partid al niño vivo en dos, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra. 26 En esto la mujer cuyo era el niño vivo, habló al rey, (porque ardían sus entrañas a causa de su hijo), y dijo: ¡Óyeme, señor mío! ¡Dadle a ella el niño vivo, y de ninguna manera le matéis! en tanto que aquella decía: ¡No ha de ser ni mío ni tuyo; sino partidle! 27 Entonces respondió el rey y dijo: ¡Dad a aquélla el niño vivo! que de ninguna manera le habéis de matar; ella es su madre. 28 Y oyó todo Israel el fallo que había dado el rey; y temieron todos delante de él: porque vieron que había en él sabiduría de Dios, para administrar justicia.
Capítulo 4
1 ASÍ pues Salomón era rey sobre todo Israel. 2 Y estos fueron los príncipes que tenía: Azarías, hijo del sacerdote Sadoc, 3 Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat, hijo de Ahilud, cronista; 4 y Benaya hijo de Joiada, al mando del ejército; y Sadoc y Abiatar, sumos sacerdotes. 5 Y Azarías hijo de Natán, estaba sobre los superintendentes; y Zabud hijo de Natán, ministro principal y amigo del rey; 6 y Ahisar, mayordomo de palacio; y Adoniram hijo de Abda, estaba sobre los tributos.
7 Y tenía Salomón doce superintendentes sobre todo Israel, los cuales proveían a la subsistencia del rey y su casa: un mes al año tocaba a cada cual proveer a su subsistencia. 8 Y estos son los nombres de ellos: Ben-hur, superintendente en la serranía de Efraim; 9 Ben-dequer, en Macaz y en Saal-bim, y Bet-semes y Elón-bet-hanán: 10 Ben-hessed, en Arubot; de él era Soco y toda la tierra de Hefer; 11 Ben-abinadab, en toda la región alta de Dor; cuya mujer era Tafat hija de Salomón; 12 Baana hijo de Ahilud, en Taanac y Meguido, y en todo Bet-sean, que está al lado de Zaretán, más abajo de Jezreel, desde Bet-sean hasta Abel-mehola, y hasta más allá de Jocneam: 13 Ben-geber, en Ramot-galaad; de él eran las Villas de Jaír hijo de Manasés, que están situadas en Galaad; de él también era la región de Argob, que está en el Basán, sesenta ciudades grandes, con muros, y con cerrojos de bronce: 14 Ahinadab hijo de Iddo, en Mahanaim: 15 Ahimaaz, en Neftalí; éste también tomó por mujer a Basemat hija de Salomón; 16 Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot; 17 Josafat hijo de Parúa, en Isacar: 18 Simei hijo de Ela, en Benjamín: 19 Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, país de Sehón rey amorreo, y de Og rey del Basán; además de un superintendente que había ya en aquella tierra. 20 Mientras tanto Judá e Israel eran muchos, como las arenas que están junto al mar en multitud, comiendo, y bebiendo, y alegrándose.
21 Y Salomón señoreaba todos los reinos desde el río Eufrates hasta la tierra de los Filisteos, y hasta el confín de Egipto; y ellos traían presentes, y servían a Salomón todos los días de su vida.
22 Y era la provisión para la mesa de Salomón cada día, treinta coros de flor de harina, y sesenta coros de harina; 23 diez bueyes cebados, y veinte bueyes de pasto, y cien ovejas; sin contar los corzos y gacelas y ciervos, y las aves engordadas. 24 Porque él señoreaba toda la región de esta parte del río Eufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes de esta parte del río; y tenía paz por todos lados en derredor suyo. 25 Y así los de Judá e Israel habitaban seguros, cada cual bajo su parra y bajo su higuera, desde Dan hasta Beer-seba, todos los días de Salomón.
26 Y tenía Salomón cuarenta mil pesebres de caballos para sus carros de guerra, y doce mil caballos de montar. 27 Y aquellos superintendentes proveían de mantenimiento al rey Salomón, y a todos los que tenían entrada a la mesa del rey Salomón, cada cual en su mes: no dejaban que faltase cosa alguna. 28 Cebada también y paja para los caballos y para los corceles, hacían llevar a cualquier lugar donde él estuviese, cada uno conforme a su obligación.
29 Y Dios dió a Salomón sabiduría e inteligencia sobremanera grande, juntamente con grandeza de corazón vasta como la arena que está a la ribera del mar. 30 De modo que superaba la sabiduría de Salomón a la sabiduría de todos los hijos de Oriente, y a toda la sabiduría de los Egipcios. 31 En fin, era él el más sabio de todos los hombres: más que Etán el ezrahita, y Hemán, y Calcol, y Darda, hijos de Machol: y divulgóse su fama en todas las naciones de alrededor. 32 Y habló Salomón tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil y cinco. 33 Trató también de los árboles, desde el cedro que está en el Líbano hasta el hisopo que brota de la pared: disertó asimismo de las bestias, y de las aves, y de los reptiles, y de los peces. 34 Y vinieron de todos los pueblos para oír la sabiduría de Salomón, de parte de todos los reyes de la tierra que habían oído la fama de su sabiduría.
Capítulo 5
1 HIRAM también, rey de Tiro, envió sus siervos a Salomón, cuando supo que le habían ungido por rey en lugar de su padre: porque Hiram había sido siempre afecto a David. 2 Asimismo Salomón envió a decir a Hiram: 3 Tú sabes que David mi padre no pudo edificar Casa al Nombre de Jehová su Dios, con motivo de las guerras de que le cercaron sus enemigos; hasta que se los puso Jehová debajo de las plantas de sus pies. 4 Mas ahora me ha dado reposo Jehová mi Dios por todos lados, de manera que no hay adversario, ni mal encuentro. 5 Por lo cual, he aquí que yo me propongo edificar Casa al Nombre de Jehová mi Dios, conforme lo había ordenado Jehová a David mi padre, diciendo: Tu hijo que yo pondré en tu lugar sobre tu trono, él edificará Casa a mi Nombre. 6 Ahora pues, manda que se me corten cedros en el Líbano; y mis siervos estarán con tus siervos; y yo te daré el alquiler de tus siervos, conforme a todo lo que tú dijeres: porque tú sabes que no hay entre nosotros ninguno que sepa labrar las maderas como los Sidonios.
7 Y aconteció que cuando Hiram oyó estas palabras de Salomón, regocijóse en gran manera, y dijo: ¡Bendito sea Jehová el día de hoy, el cual ha dado a David un hijo sabio, por rey sobre este tan gran pueblo! 8 Envió pues Hiram a decir a Salomón: He escuchado lo que has enviado a decirme; yo haré todo tu placer en lo relativo a maderas de cedro, y maderas de abeto. 9 Mis siervos las bajarán desde el Líbano al mar; y yo las formaré en balsas para conducirlas por mar al lugar que tú me enviares a decir, y haré desatarlas allí; y tú te las llevarás. Por otra parte tú harás mi placer, suministrando el alimento de mi familia. 10 Y así Hiram daba a Salomón maderas de cedro, y maderas de abeto, cuantas éste quería: 11 en tanto que Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo, para el sustento de su familia, y veinte coros de aceite batido. Esto daba Salomón a Hiram año tras año.
12 De suerte que Jehová dió a Salomón sabiduría, como se lo había prometido; y había paz entre Hiram y Salomón; e hicieron los dos un pacto. 13 E hizo el rey Salomón una leva entre todo Israel; y la leva fué de treinta mil hombres: 14 de los cuales enviaba al Líbano diez mil cada mes, por turno; un mes estaban en el Líbano, y dos meses en sus casas: y Adoniram estaba sobre la leva. 15 Tenía Salomón además setenta mil hombres que llevaban cargas, y ochenta mil canteros en las montañas; 16 fuera de los jefes, los sobrestantes de Salomón, que estaban encargados de la obra, en número de tres mil y trescientos; los cuales dirigían la gente que hacía la obra. 17 Y por orden del rey se cortaban piedras grandes, piedras costosas, para poner los cimientos de la Casa con piedras cuadradas; 18 las cuales labraron los maestros de Salomón, y los maestros de Hiram, con los Giblaitas. De esta suerte preparaban las maderas y las piedras para edificar la Casa.
Capítulo 6
1 Y ACONTECIÓ que en el año cuatrocientos ochenta después que salieron los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el año cuarto del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, se puso Salomón a edificar la Casa de Jehová. 2 Y la Casa que edificaba el rey Salomón para Jehová tenía sesenta codos de largo, y veinte codos de ancho, y treinta codos de alto. 3 Y el Pórtico al frente del Templo de la Casa tenía veinte codos de largo, correspondiente al ancho de la Casa; y de diez codos era su anchura, al frente de la Casa. 4 E hizo para la Casa ventanas, cerradas con celosías. 5 Y edificó contra la pared de la Casa tres pisos de galerías en derredor, junto a las paredes de la Casa en derredor, así del Templo como del Oráculo; en los cuales hizo cámaras laterales al rededor. 6 El piso de abajo tenía cinco codos de ancho; y el de en medio, seis codos de ancho; y el tercero, siete codos de ancho: porque habíanse hecho rebajos en las paredes de la Casa en derredor, por el lado de afuera, para que las vigas no trabasen en las paredes mismas de la Casa. 7 Y la Casa, en su construcción, fué edificada de piedras labradas ya en las canterías; de manera que ni martillos, ni hachas, ni ningún instrumento de hierro se dejó oír en la Casa, mientras se estaba edificando. 8 La entrada a la cámara lateral de en medio, del piso bajo, estaba al costado derecho de la Casa; y por una escalera de caracol se subía al piso de en medio, y del de en medio, al piso tercero. 9 De esta suerte edificó Salomón la Casa, y la acabó; y techó la Casa de cedro, con hileras de vigas. 10 Y edificó los pisos de galerías contra toda la pared de la Casa; de cinco codos era la altura de ellos; los cuales se trababan con la Casa por medio de maderas de cedro.
11 Entonces Salomón tuvo revelación de Jehová, que decía: 12 En cuanto a esta Casa que estás edificando, si tú anduvieres en mis estatutos, y cumplieres mis leyes, y obedecieres todos mis mandamientos, andando en ellos, entonces yo cumpliré contigo mi promesa que hablé a David tu padre; 13 y habitaré en medio de los hijos de Israel, y nunca dejaré a mi pueblo Israel.
14 Salomón pues edificó la Casa, y la acabó. 15 Y construyó las paredes de la Casa por el lado de adentro con tablas de cedro: desde el suelo de la Casa hasta donde las paredes tocaban con el techo, las cubrió por dentro con maderas; asimismo cubrió el suelo de la Casa con maderas de abeto. 16 Y construyó los veinte codos de la parte posterior de la Casa con tablas de cedro, desde el suelo hasta la cima de las paredes; es decir, la construyó así por el lado de adentro, para el Oráculo, el Lugar Santísimo. 17 Y la Casa, es decir, el Templo en frente del Oráculo, tenía cuarenta codos de largo. 18 Y el cedro, por el lado de adentro de la Casa, esta esculpido de coloquíntidas y flores abiertas: el todo estaba cubierto de cedro; no se dejaba ver piedra alguna. 19 De esta manera aparejó Salomón el Oráculo, en lo más adentro de la Casa, para poner allí el Arca del Pacto de Jehová. 20 Y el interior del Oráculo tenía veinte codos de largo, y veinte codos de ancho, y veinte codos de alto: lo cual se cubrió todo en derredor de oro preciosísimo. Asimismo cubrió de oro el altar de cedro. 21 De esta manera cubrió Salomón la Casa, de la parte de adentro, con oro preciosísimo. E hizo pasar cadenas de oro al frente del Oráculo; el cual también cubrió de oro. 22 Por manera que cubrió de oro toda la Casa, hasta acabarse toda la Casa: y todo el altar que estaba delante del Oráculo lo cubrió de oro.
23 E hizo dentro del Oráculo dos querubines de madera de olivo, de diez codos de altura cada uno. 24 Y de cinco codos era la una ala del primer querubín, y de cinco codos la otra ala del querubín: diez codos había desde la punta de la una ala hasta la punta de la otra ala. 25 Asimismo de diez codos era el segundo querubín: una misma medida, y un mismo talle tenían los dos querubines: 26 La altura del un querubín era de diez codos: así también era el otro querubín. 27 Y colocó a los querubines en medio de la Casa de adentro. Y los querubines tenían extendidas las alas, de manera que tocaba el ala del uno con la una pared, y el ala del segundo querubín tocaba con la otra pared; en tanto que las otras dos alas llegaban a la mitad de la Casa, tocándose ala con ala. 28 Y cubrió de oro los querubines. 29 Y esculpió todas las paredes de la Casa en derredor con figuras entalladas de querubines, y de palmas, y de flores abiertas, así por dentro como por fuera del Oráculo. 30 También el piso de la Casa lo cubrió de oro, así por dentro como por fuera del Oráculo. 31 Y para la entrada del Oráculo hizo puertas de madera de olivo: las pilastras para los postes de las puertas eran en tamaño la quinta parte de la pared. 32 También las dos puertas eran de madera de olivo; y esculpió sobre ellas entalladuras de querubines, y de palmas, y de flores abiertas, y las cubrió de oro; batiendo el oro para ajustarlo sobre los querubines, y sobre las palmas. 33 Hizo también para la entrada del Templo postes de madera de olivo, del tamaño de una cuarta parte de la pared, 34 con dos puertas de madera de abeto; de dos hojas la una puerta, que cerraban sobre sí; y de dos hojas la otra puerta, que cerraban sobre sí. 35 Y esculpió sobre ello querubines, y palmas, y flores abiertas; y lo cubrió de oro, ajustado sobre las entalladuras.
36 Y edificó el atrio de adentro de tres órdenes de piedras labradas, y un orden de vigas de cedro.
37 En el año cuarto del reinado de Salomón, fueron echados los cimientos de la Casa de Jehová, en el mes de Zif; 38 y en el año undécimo, en el mes de Bul, es decir, el mes octavo, fué acabada la Casa; en todas sus partes, y de acuerdo con todo su diseño. Por manera que la acabó de edificar en siete años.
Capítulo 7
1 MAS su propia casa la edificó Salomón en trece años; y acabó toda su casa. 2 Porque edificó primero la Casa del Bosque del Líbano, (cuya longitud era de cien codos, y su anchura de cincuenta codos, y su altura de treinta codos,) sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro por encima de las columnas. 3 Y le puso techumbre de cedro por encima de las vigas que estaban sobre las columnas, cuarenta y cinco en número; quince vigas en cada serie. 4 Por manera que había vistas en tres series, desde esta hasta aquella parte, tres veces repetidas. 5 Y todas las entradas, con los postes de las puertas, estaban en ángulo recto con las vistas, y en frente de sí, por esta y por aquella parte, tres veces repetidas.
6 Hizo también el Pórtico de las Columnas; cincuenta codos era su longitud, y treinta codos su anchura; y el pórtico estaba al frente de aquellas primeras columnas, con sus columnas, y su umbral, al frente de ellas. 7 Hizo asimismo el Pórtico del Trono, donde él había de juzgar, llamado también, el Pórtico del juicio; y cubrió las paredes de cedro desde el suelo hasta el techo. 8 Luego siguió su casa propia, donde él había de habitar, con otro atrio más adentro del Pórtico y era de hechura semejante. Salomón hizo además una casa para la hija de Faraón (a quien había tomado por mujer), al estilo de aquel pórtico.
9 Todos estos edificios eran de piedras costosas, de piedras labradas según medidas fijas, aserradas con sierras, así por dentro como por fuera; y desde los cimientos hasta lo más alto de las paredes: y así por fuera hasta el atrio grande. 10 Asimismo los cimientos eran de piedras costosas, piedras grandes; piedras de diez codos, y piedras de ocho codos. 11 Y por encima de éstas había piedras costosas labradas según medidas fijas, y madera de cedro. 12 También el atrio grande tenía en derredor suyo tres órdenes de piedras labradas, y un orden de vigas de cedro: así como lo tenía el atrio interior de la Casa de Jehová, y el Pórtico de la Casa.
13 Y envió el rey Salomón é hizo venir a Hiram, desde Tiro. 14 Hijo era éste de una mujer viuda, de la tribu de Neftalí; mas su padre era un hombre de Tiro, trabajador en cobre; el cual Hiram fué lleno de sabiduría, e inteligencia, y ciencia, para hacer cualquiera clase de obra en bronce. Éste pues vino al rey Salomón e hizo toda su obra. 15 Porque formó las dos columnas de bronce; diez y ocho codos fué la altura de cada columna, y un cordel de doce codos medía la circunferencia de cualquiera de las dos columnas. 16 Hizo también dos capiteles para colocar sobre los remates de las dos columnas, de bronce fundido; cinco codos era la altura del un capitel, y cinco codos la altura del otro capitel. 17 Hizo también mallas de obra entretejida, y trenzas de obra de cadenillas, para los capiteles que estaban sobre los remates de las columnas; siete para el primer capitel, y siete para el segundo capitel.
18 De esta manera pues hizo las columnas; y había dos órdenes de granadas en derredor, por encima de cada malla que cubría los capiteles que había sobre el remate de las columnas; y de igual manera las hizo para el segundo capitel. 19 Y los capiteles que estaban sobre el remate de las columnas, fueron hechos de una labor de azucenas; estaban junto al pórtico, y eran de cuatro codos. 20 Y los capiteles sobre las dos columnas estaban también encima de la protuberancia globular que estaba detrás de las mallas, y en contacto con ella: y las doscientas granadas, en dos órdenes, circundaban ésta en el segundo capitel, así como en el primero. 21 Y levantó las columnas junto al pórtico del Templo. Y al levantar la columna derecha, le puso el nombre de Jaquín; y al levantar la columna izquierda, le puso el nombre de Boaz. 22 Y había sobre el remate de las columnas una labor de azucenas: así quedó concluída la obra de las dos columnas.
23 Hizo también un mar, de bronce fundido, que tenía diez codos de diámetro, del un borde al otro borde; perfectamente redondo; y de cinco codos era su altura; en tanto que un cordón de treinta codos medía la circunferencia en derredor. 24 Y había coloquíntidas por debajo de su borde, que le daban la vuelta todo al rededor; diez en cada codo, cercando el mar á la redonda; dos órdenes de coloquíntidas, fundidas cuando él fué fundido. 25 Asentado estaba sobre doce bueyes; de los cuales tres tenían las caras hacia el norte, y tres las caras hacia el occidente, y tres las caras hacia el sur, y tres las caras hacia el oriente: y el mar estaba superpuesto, encima de ellos; mas las partes traseras de todos ellos estaban hacia adentro. 26 Y el grueso del mar era de un palmo, y su labio era labrado como el labio de un cáliz, como una flor de azucena: dos mil batos cabían en él.
27 Hizo asimismo diez basas de bronce; cuatro codos era el largo de cada basa, y cuatro codos su ancho, y tres codos su altura. 28 Y esta fué la hechura de las basas: Tenían entrepaños, y los entrepaños estaban por en medio de las junturas de los ángulos; 29 y sobre los entrepaños que había por en medio de las junturas, había leones, y bueyes, y querubines; y más arriba de las junturas había un pedestal por el lado de encima: y por debajo de los leones y de los bueyes había guirnaldas, de obra festoneada. 30 Y cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con sus ejes de bronce; y sus cuatro cantos tenían apoyos: para estar por debajo de cada fuente fueron fundidos los apoyos; y por fuera de cada uno había guirnaldas. 31 Mas la boca de ella estaba dentro de un capitel que tenía un codo de altura, y cuya boca era redonda, conforme a la obra del pedestal, codo y medio en derredor; y también sobre la boca de la base había grabaduras; mas sus entrepaños estaban en cuadro, no eran redondos. 32 Y las cuatro ruedas estaban por debajo de los entrepaños, y los ejes de las ruedas estaban en la basa misma; y la altura de cada rueda era de codo y medio. 33 Y la hechura de las ruedas era conforme a la obra de la rueda de un carro de guerra; sus ejes, y sus llantas, y sus rayos, y sus cubos, todo era de fundición. 34 Había pues cuatro apoyos a los cuatros ángulos de cada basa; de la basa misma eran los apoyos. 35 Y en lo alto de cada basa había un cerco en derredor de medio codo de altura; y por encima de la basa estaban sus apoyos; y los entrepaños de la basa eran de ella misma. 36 Y se esculpieron sobre las planchas de sus apoyos, y sobre sus entrepaños, querubines, leones y palmas, conforme al campo abierto que ofrecía cada uno, con guirnaldas en derredor. 37 De esta manera pues se hicieron las diez basas; todas ellas eran de una misma fundición, y una misma medida, y una misma forma.
38 Luego hizo diez fuentes de bronce; cuarenta batos cabían en cada fuente: de cuatro codos en diámetro era cada fuente. Y asentó una fuente por encima de cada una de las diez basas. 39 Y colocó las basas, cinco al lado derecho de la Casa, y cinco al lado izquierdo de la Casa: en tanto que colocó el mar al lado derecho de la Casa, hacia el oriente, haciendo frente al sur.
40 También hizo Hiram las calderas, y las palas, y los tazones. Así acabó de hacer Hiram toda la obra que hacía para el rey Salomón, para la Casa de Jehová: 41 Las dos columnas, y los dos globos de los capiteles que estaban sobre el remate de las columnas; las dos mallas que cubrían los dos globos de los capiteles que había sobre el remate de las columnas; 42 y las cuatrocientas granadas para las dos mallas; dos órdenes de granadas para cada malla, para cubrir los dos globos de los capiteles que había encima de las columnas; 43 también las diez basas, y las diez fuentes de por encima de las basas; 44 y un mar de bronce, con los doce bueyes debajo del mar; 45 y las calderas, y las palas, y los tazones. Y todos estos utensilios que hizo Hiram para el rey Salomón, para la Casa de Jehová, eran de bronce bruñido. 46 En los alrededores del Jordán, los fundió el rey, en la tierra arcillosa que hay entre Succot y Zaretán. 47 Y Salomón cesó de pesar todos los utensilios, por ser en extremo numerosos: nunca fué investigado el peso del bronce.
48 De suerte que Salomón acabó de hacer todo el ajuar que era de la Casa de Jehová: el altar de oro, y la mesa de oro sobre la cual se había de poner el pan de la proposición; 49 y los candelabros, cinco a la derecha, y cinco a la izquierda, en frente del Oráculo, de oro preciosísimo; y las flores, y las lámparas, y las tenazas, de oro; 50 y los tazones, y las despabiladeras, y las tazas, y las cucharas, y los incensarios, de oro preciosísimo: y los goznes, así para las puertas de la Casa de adentro, es decir, del Lugar Santísimo, como para las puertas de la Casa, es decir, del Templo, eran de oro. 51 Así fué concluída toda la obra que hizo el rey Salomón para la Casa de Jehová. Y trajo Salomón las cosas consagradas por David su padre, la plata, y el oro, y los utensilios, y las depositó en las tesorerías de la Casa de Jehová.
Capítulo 8
1 ENTONCES Salomón hizo congregar a todos los ancianos de Israel, y a todas las cabezas de las tribus, los principales de los padres de los hijos de Israel, junto al rey Salomón en Jerusalem, para hacer subir el Arca del Pacto de Jehová, desde la ciudad de David, la cual es Sión. 2 Concurrieron pues al rey Salomón todos los varones de Israel en la fiesta de las Enramadas, en el mes de Etanim, que es el mes séptimo. 3 Por manera que vinieron todos los ancianos de Israel; y los sacerdotes alzaron el Arca; 4 e hicieron subir el Arca de Jehová, juntamente con el Tabernáculo de Reunión, y todos los utensilios sagrados que había dentro del Tabernáculo; los cuales llevaban los sacerdotes levitas. 5 Entonces el rey Salomón y toda la Congregación de Israel, que se había reunido a él, estaban con él delante del Arca sacrificando ovejas y novillos que no podían ser contados ni numerados por la muchedumbre de ellos. 6 Y metieron los sacerdotes el Arca del Pacto de Jehová en su lugar, dentro del Oráculo de la Casa, en el Lugar Santísimo, debajo de las alas de los querubines. 7 Porque los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del Arca, y hacían sombra los querubines por encima del Arca y sus varas. 8 Pues eran tan largas las varas, que se dejaban ver los extremos de las varas desde el Lugar Santo, enfrente del Oráculo; pero no se dejaban ver desde más afuera: y están allí hasta el día de hoy. 9 Nada había dentro del Arca sino solamente las dos tablas de piedra que colocó allí Moisés en Horeb, cuando Jehová hizo pacto con Israel, al salir ellos de la tierra de Egipto. 10 Y sucedió que cuando los sacerdotes hubieron salido del Santuario, la nube llenó la Casa de Jehová: 11 y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, a causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la Casa de Jehová.
12 Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que moraría en las tinieblas espesas. 13 Yo con empeño he edificado Casa de habitación para ti, morada estable donde hagas mansión por los siglos venideros.
14 En seguida, volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la Asamblea de Israel; y toda la Asamblea de Israel estaba de pie. 15 Entonces él dijo: ¡Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, el cual prometió con su boca a David mi padre, (y con su mano lo ha cumplido), diciendo: 16 Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no escogí ciudad de entre las tribus de Israel para edificar allí Casa en donde estuviese mi Nombre; pero ahora he escogido a David, para que sea sobre mi pueblo Israel. 17 Y David mi padre tenía en su corazón el propósito de edificar Casa al Nombre de Jehová, el Dios de Israel. 18 Jehová empero dijo a David mi padre: Por cuanto hubo en tu corazón propósito de edificar Casa a mi Nombre, bien has hecho en tener el tal propósito en tu corazón. 19 Esto no obstante, no edificarás tú la Casa, sino que un hijo tuyo que saldrá de tus lomos, él edificará la Casa a mi Nombre. 20 Y Jehová ha cumplido la palabra que habló; pues me he levantado yo en el lugar de David mi padre, y heme sentado sobre el trono de Israel, conforme se lo prometió Jehová, y he edificado la Casa al Nombre de Jehová, el Dios de Israel; 21 y he puesto allí el lugar para el Arca, que contiene el Pacto de Jehová, que él celebró con nuestros padres al sacarlos de la tierra de Egipto.
22 Entonces Salomón se puso delante del altar de Jehová, frente a toda la Asamblea de Israel, y extendiendo las manos hacia el cielo, 23 dijo: Jehová, Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti, ni arriba en el cielo, ni abajo sobre la tierra, que guardas el pacto y la misericordia para con tus siervos que andan delante de ti con todo su corazón; 24 que has guardado para con tu siervo David, mi padre, lo que le prometiste; porque con tu boca se lo prometiste, y con tu mano lo has cumplido, como hoy se ve. 25 Ahora pues, oh Jehová, el Dios de Israel, guarda para con tu siervo David mi padre, lo que has prometido, diciendo: Nunca te faltará varón delante de mí que se siente sobre el trono de Israel; con tal empero que se cuiden tus hijos de su camino, para andar delante de mí, como tú has andado delante de mí. 26 Ahora pues, oh Dios de Israel, sea estable, te lo ruego, tu palabra que hablaste a David mi padre.
27 Empero ¿habitará verdaderamente Dios sobre la tierra? He aquí que los cielos y los cielos de los cielos no te pueden abarcar, ¿cuánto menos esta Casa que yo acabo de edificar? 28 Con todo vuelve tu rostro a la oración de tu siervo y a su súplica, oh Jehová, Dios mío, para escuchar el clamor y la oración que tu siervo hace delante de tu rostro hoy; 29 para que estén tus ojos abiertos, mirando hacia esta Casa de noche y de día; es decir, hacia este lugar del cual has dicho: Estará allí mi Nombre; para escuchar la oración que hace tu siervo en este lugar. 30 Oye pues la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel, cuando oraren en este lugar: sí, oye tú desde el lugar de tu morada, el cielo; y cuando oyes, perdona.
31 Cuando alguno pecare contra su prójimo, y se le impusiere juramento, haciéndole jurar, de modo que venga y jure delante de tu altar en esta Casa, 32 oye tú desde el cielo, y haz lo que convenga, y juzga a tus siervos, condenando al inicuo, y trayendo su camino sobre su misma cabeza; en tanto que justifiques al justo, premiándole conforme a su justicia.
33 Cuando fuere batido tu pueblo Israel delante del enemigo, por cuanto hayan pecado contra ti, y ellos se volvieren a ti, y confesaren tu Nombre, y oraren, y te pidieren misericordia en esta Casa, 34 oye tú desde el cielo, y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a sus padres.
35 Cuando fuere cerrado el cielo, de manera que no haya lluvia, por cuanto ellos hayan pecado contra ti; si oraren hacia este lugar, y confesaren tu Nombre, y de su pecado se convirtieren, cuando tú los afligieres, 36 oye tú en el cielo, y perdona el pecado de tus siervos, y de tu pueblo Israel, cuando les hayas enseñado el camino bueno en que deben andar; y envía lluvia sobre tu tierra que has dado a tu pueblo por herencia suya.
37 Cualquiera hambre que hubiere en la tierra, cualquier peste que hubiere; o cuando hubiere tizón, añublo, langosta u oruga; o cuando los tuvieren sitiados sus enemigos en las ciudades de su tierra; cualquiera plaga, cualquiera enfermedad que hubiere; 38 entonces al hacerse cualquiera oración y cualquiera súplica por parte de cualquier hombre, o de todo tu pueblo Israel, cuando llegare a conocer cada cual la plaga de su mismo corazón, y extendieren sus manos hacia esta Casa, 39 oye tú en el cielo, asiento permanente de tu morada, y perdona, y haz lo que convenga, y retorna a cada cual conforme a todos sus caminos, (cuyo corazón tú lo conoces; porque tú, tú solo conoces el corazón de todos los hijos de los hombres); 40 para que te teman todos los días que vivieren sobre el suelo que diste a sus padres.
41 Asimismo respecto del extranjero, que no es de tu pueblo Israel, mas que viniere de tierras lejanas a causa de tu nombre; 42 (porque ellos oirán hablar de tu gran nombre, y de tu poderosa mano, y de tu brazo extendido), cuando viniere y orare en esta Casa, 43 oye tú desde el cielo, asiento permanente de tu morada, y haz conforme a todo lo que te pidiere aquel extranjero; a fin de que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre; para que ellos también te teman así como tu pueblo Israel; y para que sepan que esta Casa que he edificado es llamada de tu Nombre.
44 Cuando saliere tu pueblo a campaña contra sus enemigos, doquiera que tú los enviares, y oraren a Jehová, mirando hacia la ciudad que tú has escogido, y la Casa que yo he edificado a tu Nombre, 45 oye tú desde el cielo su oración y su plegarla; y mantén su causa.
46 Cuando pecaren contra ti (pues no hay hombre que no peque), y tú te airares contra ellos, y los entregares en poder de sus enemigos, de modo que éstos los llevaren cautivos a la tierra del enemigo, sea lejos o cerca; 47 si ellos entonces lo recapacitaren en su corazón, en la tierra donde estuvieren cautivos, y se convirtieren, y te pidieren misericordia en la tierra de los que los hubieren cautivado, diciendo: ¡Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho maldad! 48 y se volvieren a ti con todo su corazón, y con toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren cautivado, y oraren a ti, mirando hacia su tierra que diste a sus padres, y a la ciudad que has escogido, y a la Casa que he edificado para tu Nombre, 49 entonces desde el cielo, asiento de tu habitación, oye tú su oración y su súplica, y defiende su causa, 50 y perdona a tu pueblo en lo que hubieren pecado contra ti, y todas sus transgresiones con que se hubieren rebelado contra ti, y haz que hallen misericordia delante de los que los hubieren llevado cautivos, de modo que éstos tengan compasión de ellos. 51 Porque ellos son tu pueblo y tu herencia, que tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.
52 Estén pues tus ojos atentos a la súplica de tu siervo, y a la súplica de tu pueblo Israel, para escucharles en toda ocasión que clamaren a ti: 53 porque tú los hiciste separar para ti mismo, como herencia tuya, de entre todos los pueblos de la tierra; como prometiste por conducto de Moisés tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Jehová, Señor nuestro.
54 Y aconteció que como acabase Salomón de ofrecer a Jehová toda esta oración y esta súplica, se levantó de delante del altar de Jehová, de estar postrado de rodillas, con sus manos extendidas hacia el cielo; 55 y poniéndose en pie, bendijo a toda la Asamblea de Israel, con voz levantada, diciendo: 56 ¡Bendito sea Jehová que ha dado descanso a su pueblo Israel, conforme a todo lo que había prometido! no ha faltado ni siquiera una palabra de toda aquella buena promesa que prometió por conducto de Moisés su siervo. 57 Sea Jehová nuestro Dios con nosotros así como fué con nuestros padres, (no nos deje, ni nos deseche), 58 para que incline nuestro corazón hacia sí, a fin de que andemos en todos sus caminos, y para que guardemos sus mandamientos, y sus estatutos, y sus leyes, que prescribió a nuestros padres. 59 Y estas mis palabras, con que he orado delante de Jehová, estén presentes día y noche, ante Jehová nuestro Dios, para que mantenga la causa de su siervo, y la causa de su pueblo Israel, según hubiere menester de día en día: 60 a fin de que sepan todos los pueblos de la tierra que Jehová solo es Dios: no hay ningún otro. 61 Sea pues perfecto vuestro corazón para con Jehová vuestro Dios, para seguir andando en sus estatutos, y guardando sus mandamientos, como sucede el día de hoy.
62 En seguida el rey y todo Israel con él ofrecieron sacrificios delante de Jehová. 63 Y ofreció Salomón en sacrificios pacíficos, que sacrificó a Jehová, veinte y dos mil víctimas de ganado mayor, y ciento veinte mil ovejas: de esta manera el rey y todos los hijos de Israel dedicaron la Casa de Jehová. 64 En aquel día el rey consagró el medio del atrio, la parte que estaba delante de la Casa de Jehová, para que se ofreciesen allí los holocaustos, y las ofrendas vegetales, y los sebos de los sacrificios pacíficos: porque el altar de bronce que estaba delante de Jehová, era demasiado pequeño para que cupiesen en él los holocaustos, y las ofrendas vegetales, y los sebos de los sacrificios pacíficos. 65 En ese tiempo, pues, Salomón y todo Israel con él, congregación inmensa que venía desde la entrada de Hamat hasta el Arroyo de Egipto, celebraron la fiesta delante de Jehová nuestro Dios por siete días, y otros siete días, esto es, catorce días. 66 Y al octavo día despidió el rey al pueblo; los cuales bendijeron al rey, y se fueron a sus moradas gozosos y alegres de corazón por todos los beneficios que había hecho Jehová a David su siervo, y a Israel su pueblo.
Capítulo 9
1 Y ACONTECIÓ que cuando Salomón hubo acabado de edificar la Casa de Jehová, y la casa del rey, y cuando se hubo cumplido todo aquello que Salomón deseaba hacer; 2 Jehová apareció a Salomón segunda vez, como le había aparecido en Gabaón; 3 y le dijo Jehová: He oído tu oración y tu súplica que has ofrecido delante de mí. Yo he santificado esta Casa que tú has edificado, poniendo allí mi Nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán allí de continuo. 4 Y en cuanto a ti, si anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, con integridad de corazón y con rectitud, haciendo conforme a todo lo que te tengo mandado, y si guardares mis estatutos y mis leyes, 5 yo estableceré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, según prometí a David tu padre, diciendo: Nunca te faltará varón que se siente sobre el trono de Israel. 6 Empero si obstinadamente os volviereis, vosotros y vuestros hijos, de en pos de mí, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos, que tengo puestos delante de vosotros, y os fuereis y sirviereis a otros dioses, y os postrareis delante de ellos; 7 entonces yo cortaré a Israel de sobre la faz del suelo que les he dado: y esta Casa que he santificado para mi Nombre, la echaré fuera de mi vista; e Israel vendrá a ser un proverbio y un refrán entre todos los pueblos: 8 y aunque esta Casa sea tan excelsa, todo aquel que pasare junto a ella se pasmará, y silbará; y dirán las gentes: ¿por qué ha hecho Jehová de esta manera a esta tierra y a esta Casa? 9 Y se les contestará: Porque dejaron a Jehová su Dios, que sacó a sus padres de la tierra de Egipto, y echaron mano de otros dioses, y se postraron ante ellos, y les dieron culto; por esto ha traído Jehová sobre ellos todo este mal.
10 Y aconteció al fin de los veinte años que estaba edificando Salomón las dos casas, la Casa de Jehová, y la casa del rey, 11 para las cuales el rey de Tiro le había suministrado a Salomón maderas de cedro, y maderas de abeto, y oro, a medida de todo su deseo, que el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en la tierra de Galilea. 12 Y salió Hiram de Tiro para ver las ciudades que le había dado Salomón; y no le gustaron. 13 Y dijo: ¿Qué ciudades son éstas que me has dado, hermano mío? Y las apellidó, Tierra de Cabul; nombre que llevan hasta el día de hoy. 14 E Hiram había dado a Salomón ciento veinte talentos de oro.
15 Y esta fue la causa de la leva que hizo el rey Salomón: para edificar la Casa de Jehová, y su propia casa, y la fortaleza de Millo, y el muro de Jerusalem, y a Hazor, y a Meguido, y a Gezer. 16 Faraón rey de Egipto, había subido y tomado a Gezer, y la había quemado a fuego, matando a los cananeos que habitaban en la ciudad; y se la había dado como dote a su hija, la mujer de Salomón. 17 Salomón pues edificó a Gezer, y a Bet-horón de abajo, 18 y a Baalat, y a Tadmor en el desierto, en el país; 19 y todas las ciudades de municiones que tenía Salomón, y las ciudades de los carros de guerra, y las ciudades de la gente de a caballo: en fin, todo cuanto quiso edificar Salomón en Jerusalem, y en el Líbano, y en toda la tierra de su dominio. 20 En cuanto a toda la gente que habían quedado de los Amorreos, de los Heteos, de los Perezeos, de los Heveos, de los Jebuseos, que no eran de los hijos de Israel, 21 de sus hijos que quedaron en la tierra después de ellos, a quienes los hijos de Israel no pudieron destruir enteramente, de éstos hizo Salomón la leva para los trabajos serviles hasta el día de hoy. 22 Pero de los hijos de Israel no sujetó Salomón a servidumbre a ninguno, sino que ellos eran los hombres de guerra, y sus siervos domésticos, y sus príncipes, y sus capitanes, y los comandantes de sus carros y de su caballería. 23 Y estos fueron los principales sobrestantes que presidían la obra de Salomón, a saber, quinientos cincuenta, los cuales gobernaban a la gente que hacía la obra.
24 La hija de Faraón empero subió desde la ciudad de David a su propia casa, que Salomón le había edificado: en seguida edificó éste la fortaleza de Millo. 25 Y tres veces al año ofrecía Salomón holocaustos y ofrendas pacíficas sobre el altar que había edificado para Jehová, y quemaba incienso sobre aquel que estaba delante de Jehová. Así pues fué acabada la Casa de Jehová.
26 Una flota también hizo el rey Salomón en Ezión-geber, que está junto a Elot, sobre la ribera del Mar Rojo, en la tierra de Edom. 27 Y en los buques envió Hiram a sus siervos, marineros y conocedores del mar, juntamente con los siervos de Salomón. 28 Y ellos fueron a Ofir; y tomando de allí cuatrocientos y veinte talentos de oro, lo trajeron al rey Salomón.
Capítulo 10
1 Y CUANDO la reina de Sabá oyó la fama de Salomón con relación al nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles. 2 Ella vino pues a Jerusalem con séquito muy grande, con camellos que traían especias aromáticas, y oro muchísimo, y piedras preciosas. De manera que ella vino a Salomón, y trató con él de todo lo que había en su corazón. 3 Y le respondió Salomón a todas sus preguntas: no hubo cosa escondida al rey, ni cosa a la cual no le respondiese. 4 Y cuando hubo visto la reina de Sabá toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, 5 y la provisión de su mesa, y cómo se sentaban sus siervos, y la asistencia de sus ministros y sus trajes, y sus coperos, y la subida por donde él pasaba a la Casa de Jehová, no quedó en ella más aliento; 6 y dijo al rey Salomón: ¡Verdad fué lo que oí decir en mi tierra respecto de tus hechos, y de tu sabiduría! 7 mas yo no creía lo dicho hasta tanto que yo misma he venido, y lo han visto mis ojos; ¡y he aquí que no se me había contado ni siquiera la mitad! exceden tu sabiduría y tu prosperidad a la fama que yo había oído. 8 ¡Dichosos tus hombres, dichosos estos tus siervos, los cuales asisten de continuo en tu presencia, y oyen tu sabiduría! 9 ¡Bendito sea Jehová tu Dios, el cual se ha complacido en ti para ponerte sobre el trono de Israel! En el amor perdurable de Jehová hacia Israel, él te ha constituído rey, para ejecutar juicio y justicia.
10 Y ella dió al rey ciento y veinte talentos de oro, y especias aromáticas en muy grande abundancia, y piedras preciosas: nunca más vino tanta abundancia de especias aromáticas como las que la reina de Sabá dió al rey Salomón. 11 Y también la flota de Hiram que traía oro de Ofir, trajo también de Ofir muy grande acopio de madera de sándalo, y de piedras preciosas. 12 E hizo el rey de la madera de sándalo balaustradas para la Casa de Jehová, y para la casa del rey; hizo arpas también y salterios para los cantores: nunca más vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta el día de hoy. 13 Por otra parte el rey Salomón dió a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso, y cuanto pidió; fuera de lo que Salomón le había dado de su real munificencia. Se volvió pues, y se fué a su tierra, ella y sus siervos.
14 Y el peso del oro que venia a Salomón cada año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro; 15 sin contar lo que le venía de los mercaderes, y del comercio de los traficantes, y de todos los reyes auxiliares, y de los gobernadores de los países vecinos. 16 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro batido; seiscientos siclos de oro empleó en cada pavés: 17 asimismo trescientos escudos de oro batido; tres minas de oro empleó en cada escudo: y púsolos el rey en la Casa del Bosque del Líbano. 18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, y lo guarneció de oro acrisolado. 19 Seis gradas tenía el trono; y había un cielo redondo al trono, por el lado de atrás: tenía también brazos por uno y por otro lado del lugar del asiento; y había dos leones, de pie, junto a los brazos. 20 Asimismo doce leones estaban de pie allí sobre las seis gradas, a uno y otro lado. Nunca fué hecho otro semejante en ninguno de los reinos. 21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro; asimismo toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro preciosísimo, nada era de plata; en tiempo de Salomón no era ésta estimada gran cosa. 22 Porque tenía el rey una flota de Tarsis, la cual salía a la mar con la flota de Hiram: una vez en cada tres años la flota de Tarsis venía, trayendo oro, y plata, marfil, y monos, y pavos reales.
23 Así el rey Salomón excedía a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría. 24 Y toda la tierra procuraba ver el rostro de Salomón, para oír su sabiduría que había puesto Dios en su corazón; 25 y traían cada cual su presente, alhajas de plata y alhajas de oro, vestidos, y armas, y especias aromáticas, caballos, y mulos; un tanto de año en año. 26 Y juntó Salomón carros de guerra, y gente de a caballo; de modo que tenía mil y cuatrocientos carros, y doce mil jinetes; a los cuales dispuso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem. 27 E hizo el rey que la plata fuese en Jerusalem como las piedras; y en cuanto a los cedros, los puso como los cabrahigos que se hallan en la Sefela, por su abundancia. 28 Y la saca de caballos (la cual corría por cuenta de Salomón), se hacía de Egipto, y por medio de la junta de los comerciantes del rey: los sacaba la junta a precios fijos. 29 Pues un carro se hacía subir y salía de Egipto por seiscientos siclos de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Así también para todos los reyes de los Heteos y para los reyes de la Siria eran sacados por su medio.
Capítulo 11
1 EMPERO el rey Salomón amaba a muchas mujeres extranjeras, juntamente con la hija de Faraón; moabitas, ammonitas, idumeas, sidonias y heteas; 2 de las naciones de que había dicho Jehová a los hijos de Israel: No habéis de llegaros a ellas, ni ellas se han de llegar a vosotros; porque indudablemente apartarán de mí vuestro corazón para seguir tras los dioses de ellas: con éstas pues Salomón se estrechó en lazos de amor. 3 Y tuvo setecientas mujeres, princesas, y trescientas concubinas; y sus mujeres hicieron extraviar su corazón. 4 Pues sucedió cuando Salomón era ya viejo, que sus mujeres hicieron extraviar su corazón, yendo en pos de otros dioses; y no era su corazón perfecto con Jehová su Dios, como lo fué el corazón de David su padre. 5 Porque anduvo Salomón en pos de Astoret, diosa de los Sidonios, y de Milcom, ídolo detestable de los Ammonitas. 6 E hizo Salomón lo que era malo a los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente en pos de Jehová como David su padre.
7 Entonces comenzó Salomón a edificar altos para Cemos, ídolo detestable de Moab, en el monte que está frente a Jerusalem; y para Moloc, ídolo detestable de los hijos de Ammón. 8 Y lo mismo hizo para todas sus mujeres de tierra extraña; las cuales quemaban incienso, y ofrecían sacrificios a sus propios dioses. 9 Con lo cual se indignó Jehová contra Salomón, puesto que su corazón se había apartado de Jehová el Dios de Israel, que le había aparecido dos veces, 10 y le había mandado acerca de esta misma cosa, que no anduviese en pos de otros dioses: mas él no guardó lo que le había mandado Jehová. 11 Por tanto Jehová dijo a Salomón: Por cuanto esto ha sido hecho por ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te había ordenado, sin falta rasgaré el reino, quitándotelo a ti, y lo daré a un siervo tuyo; 12 sólo que en tus días no haré esto, por causa de David mi siervo; sino que de mano de tu hijo lo voy a rasgar. 13 Esto empero, no le arrebataré el reino todo; una tribu le voy a dar a tu hijo, por amor de David mi siervo, y por amor de Jerusalem que yo he escogido.
14 Suscitó pues Jehová un adversario a Salomón, a saber, Hadad idumeo: era de simiente real en Edom. 15 Porque había acontecido que estando David en Edom, cuando subió Joab, jefe del ejército, para enterrar los muertos, (después de haber herido a todos los varones de Edom; 16 porque seis meses permaneció allí Joab con todo Israel, hasta que hubo acabado de destruir a todos los varones de Edom); 17 que huyó Hadad, y con él unos hombres idumeos de entre los siervos de su padre, para irse a Egipto; siendo Hadad niño de corta edad. 18 Ellos pues se levantaron, y desde Madián vinieron a Parán. Luego tomando consigo algunos hombres de Parán, se fueron a Egipto, a Faraón rey de Egipto; quien le dió casa, y le señaló manutención, y le dió tierras. 19 Y Hadad halló gracia en ojos de Faraón; tanto, que le dió por mujer la hermana de su misma mujer, la hermana de Tafnés la reina. 20 Y la hermana de Tafnés le parió a Genubat, hijo suyo, a quién destetó Tafnés dentro de la casa de Faraón; y permaneció Genubat en la casa de Faraón, en medio de los hijos de Faraón. 21 Pero cuando oyó Hadad en Egipto que David yacía con sus padres, y que era muerto Joab, jefe del ejército, Hadad dijo a Faraón: Déjame ir, para que vaya a mi tierra. 22 Mas Faraón le respondió: ¿Pues qué te falta conmigo, que, he aquí, procures irte a tu tierra? A lo que contestó: Nada me falta; empero de todos modos déjame ir.
23 También le suscitó Dios otro adversario, a saber, Rezón hijo de Eliada, que se había huído de Hadadezer, rey de Soba, señor suyo. 24 Y juntando consigo unos hombres, vino a ser capitán de una tropa guerrillera, cuando David mató a los de Soba: y se fueron a Damasco, y habitaron allí, apoderándose del reino de Damasco. 25 Éste se hizo adversario de Israel todos los días de Salomón, además del mal que hizo Hadad; pues Rezón aborreció a Israel, y reinó sobre la Siria.
26 También Jeroboam hijo de Nabat, efrateo de Sereda, (cuya madre se llamaba Serúa, mujer viuda), siervo de Salomón, levantó la mano contra el rey. 27 Y fué esta la causa porque levantó la mano contra el rey: Salomón estaba edificando la fortaleza de Millo, y cerraba la hondonada de la ciudad de David su padre. 28 Y este hombre Jeroboam era esforzado y valeroso; por lo cual viendo Salomón que el mancebo era hábil en los negocios, le puso sobre todos los trabajos de la casa de José. 29 Sucedió empero por aquel tiempo que Jeroboam iba saliendo de Jerusalem, cuando le encontró en el camino el profeta Ahías silonita; y había estrenado éste una capa nueva, y ellos dos estaban solos en el campo. 30 Cogiendo entonces Ahías la capa nueva que traía puesta, la rasgó en doce partes; 31 y dijo a Jeroboam: Toma para ti diez partes; que así dice Jehová el Dios de Israel: He aquí que voy a rasgar el reino de mano de Salomón, y te daré a ti las diez tribus; 32 (mas la otra tribu quedará para él, por amor de mi siervo David, y por amor de Jerusalem, la ciudad que yo he escogido de entre todas las tribus de Israel); 33 por cuanto me han dejado a mí, y han adorado a Astoret, diosa de los Sidonios, y a Cemos, dios de Moab, y a Milcom, dios de los hijos de Ammón; y no han andado en mis caminos para hacer lo que es recto a mis ojos (es decir, mis estatutos y mis leyes) como David su padre. 34 Mas no quitaré nada del reino de su misma mano, porque le he constituído príncipe todos los días de su vida, por amor de David mi siervo, a quien escogí, porque guardó mis mandamientos y mis estatutos; 35 sino que quitaré el reino de mano de su hijo, y te lo daré a ti, es a saber; diez tribus; 36 mas a su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga una lámpara todos los días delante de mí en Jerusalem, la ciudad que he escogido para poner allí mi Nombre. 37 Yo pues te tomaré a ti, y reinarás sobre todo lo que deseare tu alma, porque serás rey sobre Israel. 38 Y sucederá que si obedecieres todo cuanto te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo que es recto a mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como lo hizo David mi siervo, entonces yo seré contigo, y edificaré para ti casa segura, como la edifiqué para David; y a Israel te lo daré a ti. 39 Yo pues afligiré la simiente de David por esta causa, pero no para siempre.
40 Por tanto procuraba Salomón dar muerte a Jeroboam: por lo cual Jeroboam se levantó, y huyó a Egipto, a Sisac, rey de Egipto; y permaneció en Egipto hasta la muerte de Salomón. 41 Y las demás cosas de Salomón, y todo lo que hizo, y su sabiduría, ¿no está escrito todo en el libro de las crónicas de Salomón? 42 Y el tiempo que reinó Salomón en Jerusalem, sobre todo Israel, fué cuarenta años. 43 Y yació Salomón con sus padres, y fué enterrado en la ciudad de David su padre; y reinó Roboam su hijo en su lugar.
Capítulo 12
1 ROBOAM pues fué a Siquem; porque a Siquem había concurrido todo Israel para hacerle rey. 2 Aconteció también que como oyese la nueva Jeroboam hijo de Nabat, (porque estaba todavía en Egipto, adonde había huído de la presencia del rey Salomón, y habitaba Jeroboam en Egipto; 3 mas de allí le habían enviado a llamar), vino Jeroboam y toda la Asamblea de Israel, y hablaron con Roboam, diciendo: 4 Tu padre hizo muy pesado nuestro yugo; ahora pues aligera tú algún tanto la dura servidumbre de tu padre, y el yugo pesado que nos impuso; y nosotros te serviremos. 5 A lo cual él les dijo: Id, y de aquí a tres días volved a mí. Y se fué el pueblo. 6 Entretanto consultó el rey Roboam con los ancianos que habían asistido en presencia de Salomón su padre, durante su vida, diciendo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que se dé respuesta a este pueblo? 7 Y ellos le dijeron: Si tú el día de hoy te hicieres siervo de este pueblo y le sirvieres, y le respondieres y hablares palabras amables, ellos serán siervos tuyos para siempre. 8 Pero él desechó el consejo que los ancianos le dieron, y consultó con los jóvenes que se habían criado con él, los que asistían en su presencia; 9 diciéndoles: ¿Qué aconsejáis vosotros que demos por respuesta a este pueblo que me habla, diciendo: Aligera algún tanto el yugo que nos impuso tu padre? 10 Y le respondieron los jóvenes que se habían criado con él, diciendo: Así dirás a este pueblo que te habló, diciendo: Tu padre hizo pesado nuestro yugo; mas tú, aligera algún tanto su yugo; así les hablarás: Mi dedo meñique más grueso es que los lomos de mi padre. 11 Ahora pues, os impuso mi padre un yugo pesado, pero yo añadiré todavía más a vuestro yugo; mi padre os castigó con látigos, yo empero os castigaré con escorpiones.
12 Volvieron entonces Jeroboam y todo el pueblo a Roboam al día tercero, como les había ordenado el rey, diciendo: Volved a mí al tercer día. 13 Y el rey contestó al pueblo con dureza; porque desechó el consejo que los ancianos le habían dado; 14 y les respondió de acuerdo con el consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre hizo pesado vuestro yugo, pero yo añadiré todavía más a vuestro yugo; mi padre os castigó con látigos, ya empero os castigaré con escorpiones. 15 Por manera que no escuchó el rey al pueblo; porque ello era de parte de Jehová, para verificar así su palabra que había dicho por conducto de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat. 16 Entonces como viese todo el pueblo que no les escuchaba el rey, el pueblo dió respuesta al rey, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros en David? ¡y ninguna herencia tenemos ya en el hijo de Isaí! ¡A tus tiendas, oh Israel! ¡Ahora pues, David, mira por tu casa! E Israel se fué a sus tiendas. 17 Pero en cuanto a los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá, Roboam quedó reinando sobre ellos. 18 Entonces Roboam envió a Adoram, que estaba sobre los tributos; mas todo Israel le mató a pedradas. Por lo cual el rey Roboam se dió prisa a montar en su carro, para huir a Jerusalem. 19 De esta manera rebelóse Israel contra la casa de David hasta el día de hoy.
20 Aconteció pues que cuando supo todo Israel que había vuelto Jeroboam, enviaron a llamarle a la Congregación: y le constituyeron a él rey sobre todo Israel: no hubo quien siguiese la casa de David sino tan sólo la tribu de Judá. 21 Y cuando llegó Roboam a Jerusalem, hizo convocar a toda la casa de Judá y la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil hombres escogidos, guerreros, para pelear contra la casa de Israel, a fin de hacer volver el reino a Roboam hijo de Salomón. 22 Entonces Semaya, varón de Dios, tuvo revelación de Dios, que decía: 23 Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de Benjamín, y a lo restante del pueblo, diciendo: 24 Así dice Jehová: No subáis, ni peleéis contra vuestros hermanos, los hijos de Israel. Volveos cada cual a su casa; porque de mi parte ha sido hecho esto. Y ellos obedecieron la palabra de Jehová, y tornaron y se fueron otra vez a sus casas, conforme al mandato de Jehová.
25 Jeroboam entonces edificó a Siquem, en la serranía de Efraim, y habitó en ella; y de allí salió, y edificó a Penuel. 26 Y Jeroboam decía en su corazón: Ahora va a volver el reino a la casa de David. 27 Si este pueblo subiere a ofrecer sus sacrificios en la Casa de Jehová en Jerusalem, el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá; de modo que me matarán a mí, y se tornarán a Roboam, rey de Judá. 28 Por lo cual tomó consejo el rey, e hizo dos becerros de oro, y dijo a los Israelitas: Os es por demás subir a Jerusalem; ¡he aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto! 29 Y puso el uno en Bet-el, y al otro le colocó en Dan. 30 Y esto vino a ser pecado gravísimo; pues que para adorar ante cualquiera de los dos, el pueblo iba hasta Dan. 31 Entonces Jeroboam hizo las casas de los altos, y constituyó sacerdotes de entre la generalidad del pueblo, que no eran de los hijos de Leví. 32 Asimismo hizo Jeroboam una fiesta solemne en el mes octavo, a los once días del mes, semejante a la fiesta solemne que había en Judá; y él mismo sacrificó en el altar. Hizo así en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho: y estableció en Bet-el los sacerdotes de los altos, a quienes él mismo había constituído.
33 Y Jeroboam subió al altar que había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, mes que él había ideado de su propio corazón: porque ordenó una fiesta solemne para los hijos de Israel, y subió al altar para quemar el incienso.
Capítulo 13
1 MAS he aquí un varón de Dios que por revelación de Jehová vino de Judá a Bet-el; y estando Jeroboam junto al altar, para quemar el incienso, 2 él clamó contra el altar, por revelación de Jehová, diciendo: ¡Oh altar, altar! así dice Jehová: He aquí que un hijo ha de nacer a la casa de David, del nombre de Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los altos que queman incienso sobre ti; y huesos de hombres serán quemados sobre ti. 3 Y dió en aquel día una señal, diciendo: Esta es la señal de que Jehová mismo ha dicho esto: he aquí que el altar será hecho pedazos, y se derramarán las cenizas que están sobre él. 4 Y aconteció que como el rey oyese el oráculo que el varón de Dios proclamó contra el altar en Bet-el, alargó Jeroboam la mano de junto al altar, diciendo: ¡Prendedle! Mas se le secó la mano que había extendido contra él; de modo que no pudo hacerla volver a sí; 5 el altar también fué hecho pedazos, y se derramaron las cenizas del altar; conforme a la señal que había dado el varón de Dios por revelación de Jehová. 6 Entonces respondió el rey al varón de Dios: Ruégote supliques el favor de Jehová tu Dios, y ora por mí, para que se me restituya mi mano. Aquel varón de Dios pues suplicó el favor de Jehová, y la mano del rey le fué restituída, y quedó como antes estaba.
7 Entonces dijo el rey al varón de Dios: Ven a casa conmigo, y toma un refresco, y yo te daré un regalo. 8 Mas el varón de Dios respondió al rey: Aun cuando me dieres la mitad de tu casa, no iría contigo; ni comería pan, ni bebería agua en este lugar. 9 Porque así me fué mandado por revelación de Jehová, diciendo: No comerás pan, ni beberás agua allí, ni volverás por el camino que fuiste. 10 De manera que se fué por distinto camino, y no volvió por el camino por donde había ido a Bet-el.
11 Mas había un profeta anciano que habitaba en Bet-el; y vino un hijo suyo, y le contó todo lo que había hecho el varón de Dios aquel día en Bet-el; refirieron también a su padre las palabras que había dicho al rey. 12 Entonces les dijo su padre: ¿Cuál es el camino por donde se fué? pues que sus hijos habían visto el camino que tomó el varón de Dios que había venido de Judá. 13 Luego dijo a sus hijos: Aparejadme el asno. Le aparejaron pues el asno, y él montó sobre él, 14 y siguió tras el varón de Dios, y le halló sentado debajo de un roble, y le dijo: ¿Eres tú el varón de Dios que viniste de Judá? Y él contestó: Sí, soy. 15 Entonces él le dijo: Vente conmigo a casa, y come pan. 16 Mas él contestó: No puedo volver contigo, ni entrar contigo en tu casa; ni comeré pan ni beberé contigo agua en este lugar; 17 porque me fué mandado por revelación de Jehová, diciendo: No comerás pan, ni beberás agua allí; ni volverás a venir por el camino por donde hubieres ido. 18 Entonces el otro le dijo: Yo también soy profeta así como tú; y un ángel me habló por revelación de Jehová, diciendo: Hazle volver contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua: empero le mintió. 19 Así pues se volvió con él, y comió pan en su casa, y bebió agua. 20 Y estando ellos aun sentados a la mesa, tuvo revelación de Jehová el profeta que le había hecho volver; 21 y clamó, diciendo al varón de Dios que había venido de Judá: Así dice Jehová: Por cuanto has sido desobediente a la orden de Jehová, y no has guardado el mandato que te impuso Jehová tu Dios, 22 sino que has vuelto atrás, y has comido pan y bebido agua en este lugar, de que él te dijo: No comerás pan, ni beberás agua allí; no llegará tu cadáver al sepulcro de tus padres. 23 Aconteció pues, después que hubo comido pan, y después que hubo bebido, que el otro aparejó para él el asno, es decir, para el profeta que él había hecho volver: 24 y éste se fué; mas un león le halló en el camino, y le mató. Y quedó su cadáver tendido en el camino, y el asno estaba junto a él; el león también se estaba junto al cadáver. 25 Y he aquí que unos hombres que iban pasando vieron el cadáver tendido en el camino, y el león que estaba junto al cadáver: y fueron, y lo contaron en la ciudad donde aquel profeta anciano habitaba. 26 Y cuando lo oyó el profeta que le había hecho volver del camino, dijo: Es aquel varón de Dios que fué desobediente al mandato de Jehová; por lo cual le entregó al león, que le ha despedazado y le ha muerto, conforme a la palabra que Jehová le había dicho. 27 Y habló a sus hijos, diciendo: Aparejadme el asno; y ellos se lo aparejaron; 28 y él se fue, y halló el cadáver del otro tendido en el camino, y el asno y el león que estaban junto al cadáver; el león no se había comido el cadáver, ni había despedazado al asno. 29 Entonces alzando aquel profeta el cadáver del varón de Dios, lo puso sobre el asno, y lo volvió a llevar: y vino a la ciudad el profeta anciano, para endecharle, y para enterrarle. 30 Y depositó el cadáver en su propio sepulcro; y ellos le endecharon, diciendo: ¡Ay, hermano mío! 31 Y sucedió que después que le hubo sepultado, mandó a sus hijos, diciendo: Cuando yo muera, sepultadme en el sepulcro en que el varón de Dios está sepultado; junto a los huesos de él haced descansar mis huesos: 32 porque indudablemente se cumplirá la palabra que él proclamó, por revelación de Jehová, contra el altar que está en Bet-el, y contra todas las casas de los altos que están en las ciudades de Samaria.
33 Después de este suceso no se volvió Jeroboam de su mal camino, sino que tornó a hacer de entre la generalidad del pueblo sacerdotes de los altos: a cualquiera que quería, le consagraba para que fuese uno de los sacerdotes de los altos. 34 Y esto vino a ser el pecado de la casa de Jeroboam; para hacerla desaparecer, y para destruirla de sobre la faz de la tierra.
Capítulo 14
1 EN aquel tiempo cayó enfermo Abías, hijo de Jeroboam. 2 Y dijo Jeroboam a su mujer: Levántate, te ruego, y disfrázate, para que no se sepa que eres mujer de Jeroboam, y vé a Silo; he aquí que allí está Ahías profeta, el mismo que dijo de mí que yo había de reinar sobre este pueblo. 3 Toma pues en tu mano diez panes, y algunas tortas, y una botella de miel, y vé a él; que él te dirá lo que ha de ser del niño. 4 Y lo hizo así la mujer de Jeroboam; pues se levantó, y fue a Silo, y llegó a casa de Ahías. Y Ahías no podía ya ver, porque se le habían fijado los ojos a causa de su vejez. 5 Mas Jehová había dicho a Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam viene para inquirir cierta cosa de ti en cuanto a su hijo; porque está enfermo: así y así le hablarás; porque será que cuando venga, fingirá que es otra persona. 6 Aconteció pues que como oyese Ahías el sonido de sus pies cuando ella llegaba a la puerta, dijo: ¡Entra, mujer de Jeroboam! ¿para qué finges ser otra? pues yo te soy enviado con un recado duro. 7 Anda, di a Jeroboam: Así dice Jehová, el Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, 8 rasgando el reino, y quitándolo de la casa de David; y con todo tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos, y me siguió con todo su corazón, haciendo solamente lo que era recto a mis ojos; 9 sino que has hecho peor que todos los que han sido antes de ti, y has ido y has hecho para ti otros dioses, e imágenes de fundición, para provocarme a ira, y a mí me has echado tras de tus espaldas; 10 por tanto, he aquí que voy a traer el mal sobre la casa de Jeroboam; y destruiré de la casa de Jeroboam hasta los perros, tanto lo precioso como lo vil en Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam, como se barre el estiércol, hasta no dejar nada. 11 Al que de Jeroboam muriere en la ciudad, le comerán los perros, y al que muriere en el campo, le comerán las aves del cielo; porque Jehová lo ha dicho así. 12 Tú pues, levántate, véte a tu casa; y al entrar tus pies en la ciudad, morirá el niño. 13 Y le lamentará todo Israel, y le darán sepultura porque éste solo de los de Jeroboam tendrá sepultura; por cuanto en él ha sido hallada alguna cosa buena para con Jehová, el Dios de Israel, en la casa de Jeroboam. 14 Y Jehová hará levantar para sí un rey sobre Israel que destruirá la casa de Jeroboam en aquel día: ¡y qué si ahora mismo suceda! 15 Más aún, Jehová batirá a Israel, como se bate una caña en el agua; y desarraigará a Israel de esta buena tierra que dió a sus padres; y los esparcirá más allá del río Eufrates; por cuanto hicieron sus Asheras, provocando así a Jehová. 16 Y abandonará a Israel a causa de los pecados de Jeroboam, quien mismo pecó, e hizo pecar a Israel.
17 En efecto, se levantó la mujer de Jeroboam, y se fué y entró en Tirsa; y al entrar ella por el umbral de la casa, el niño murió. 18 Y le dieron sepultura, y lamentóle todo Israel; conforme al dicho que habló Jehová por conducto de su siervo Ahías profeta. 19 Y las demás cosas de Jeroboam, qué guerras hizo, y cómo reinó, he aquí que están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 20 Y el tiempo que reinó Jeroboam fue veinte y dos años. Y yació con sus padres, y reinó Nadab su hijo en su lugar.
21 Roboam pues, hijo de Salomón, reinó en Judá. De cuarenta y un años era Roboam cuando comenzó a reinar, y diez y siete años reinó en Jerusalem, la ciudad que había escogido Jehová de entre todas las tribus de Israel, para poner allí su Nombre; y el nombre de su madre fué Naama, ammonita. 22 E hizo Judá lo que era malo a los ojos de Jehová, y le provocaron a celos sobre todo lo que habían hecho sus padres, con los pecados que cometieron. 23 Porque edificaron para sí, ellos también, casas de los altos, y columnas y Asheras, encima de todo collado elevado, y debajo de todo árbol frondoso. 24 Y asimismo hubo sodomitas en el país: hicieron según todas las abominaciones de las naciones que desposeyó Jehová delante de los hijos de Israel. 25 Y aconteció en el año quinto del rey Roboam, que Sisac rey de Egipto subió contra Jerusalem; 26 y tomó los tesoros de la Casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey, en fin, lo tomó todo: tomó también todos los escudos de oro que había hecho Salomón. 27 E hizo el rey Roboam en lugar de ellos escudos de bronce, y los depositó en manos de los capitanes de la guardia real, que guardaban la puerta de la casa del rey. 28 Y fué así que cuando iba el rey a la Casa de Jehová, los de la guardia los llevaban; y los volvían a traer a la cámara de la guardia. 29 Y las demás cosas de Roboam, con todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 30 Y hubo guerra continua entre Roboam y Jeroboam. 31 Y yació Roboam con sus padres, y fué enterrado con sus padres en la ciudad de David; y el nombre de su madre fue Naama ammonita; y reinó Abiam su hijo en su lugar.
Capítulo 15
1 EN el año diez y ocho, pues, del rey Jeroboam hijo de Nabat, comenzó a reinar Abiam sobre Judá. 2 Tres años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Maaca, hija de Abisalom. 3 Y anduvo en todos los pecados de su padre, que éste había cometido antes de él; y no fué perfecto su corazón para con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre. 4 Sin embargo, por amor de David le dió Jehová su Dios una lámpara en Jerusalem, haciendo elevar a su hijo después de él, y dejando aún en pie a Jerusalem: 5 por cuanto había hecho David lo que era recto a los ojos de Jehová, sin apartarse en nada de lo que le había mandado, todos sus días, salvo en lo tocante a Urías heteo. 6 Y hubo guerra entre la casa de Roboam y Jeroboam todos los días de su vida. 7 Y las demás cosas de Abiam, con todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Hubo guerra, pues, entre Abiam y Jeroboam: 8 Y yació Abiam con sus padres, y le enterraron en la ciudad de David, y reinó Asa su hijo en su lugar.
9 En el año veinte, pues, de Jeroboam, rey de Israel, comenzó a reinar Asa sobre Judá, 10 y cuarenta y un años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Maaca, hija de Abisalom. 11 E hizo Asa lo que era recto a los ojos de Jehová, como David su padre; 12 porque extirpó a los sodomitas del país, y quitó todos los ídolos que habían hecho sus padres: 13 y aun a Maaca, madre suya, la depuso de la dignidad de reina madre, por cuanto ella había hecho para la Ashera un ídolo horroroso. Pero Asa cortó en pedazos el ídolo horroroso, y lo quemó en el valle del Cedrón. 14 Sin embargo, los altos no fueron quitados; empero el corazón de Asa fué perfecto para con Jehová todos sus días. 15 E hizo traer a la Casa de Jehová las cosas consagradas por su padre, y las cosas consagradas por él mismo, plata, y oro, y vasos.
16 Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel todos sus días. 17 Y subió Baasa rey de Israel contra Judá, y fortificó a Ramá de Benjamín, para no permitir que nadie saliese ni entrase a Asa rey de Judá. 18 Entonces Asa tomó toda la plata y el oro que quedaban en los tesoros de la Casa de Jehová, y en los tesoros de la casa del rey, y los entregó en manos de sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-hadad hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, que residía en Damasco, diciendo: 19 Haya pacto entre mí y ti, como hubo entre mi padre y tu padre. He aquí, te he enviado un regalo de plata y oro; anda pues, rompe tu pacto con Baasa rey de Israel, para que él se retire de mí. 20 Y condescendió Ben-hadad con Asa, y envió los capitanes de las fuerzas que tenía contra las ciudades de Israel, e hirió a Ijón, y a Dan, y a Abel-bet-maaca, y a toda la región de Cineret, además de todo el país de Neftalí. 21 Y sucedió que como lo oyese Baasa, cesó de edificar a Ramá, y se estuvo en Tirsa. 22 Entonces el rey Asa hizo convocar por bando a toda Judá, ninguno quedó exento; y se llevaron de Ramá las piedras y las maderas con que edificaba Baasa; y con ellas fortificó el rey Asa a Geba de Benjamín y a Mizpa. 23 Y todas las demás cosas de Asa, con todo su poder, y todo lo que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Empero en el tiempo de su vejez se enfermó de los pies. 24 Y yació Asa con sus padres, y fué enterrado con sus padres en la ciudad de David su padre, y reinó Josafat su hijo en su lugar.
25 Y Nadab hijo de Jeroboam comenzó a reinar sobre Israel en el año segundo de Asa rey de Judá, y reinó sobre Israel dos años. 26 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, andando en el camino de su padre y en su pecado con que hizo pecar a Israel. 27 Y conspiró contra él Baasa hijo de Ahías, de la casa de Isacar; y le hirió Baasa en Gibetón que era de los Filisteos, mientras Nadab y todo Israel estaban sitiando a Gibetón; 28 y le mató Baasa en el año tercero de Asa rey de Judá, y reinó en su lugar. 29 Y sucedió que cuando llegó a reinar, hirió a todos los de la casa de Jeroboam; no dejó a Jeroboam ninguno que respirase, hasta destruirle, conforme a la palabra que habló Jehová por conducto de su siervo Ahías silonita: 30 con motivo de los pecados que cometió, y con que hizo pecar a Israel, y por su provocación con que provocó a Jehová el Dios de Israel. 31 Y las demás cosas de Nadab, con todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 32 Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel todos sus días.
33 En el año tercero de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Baasa hijo de Ahías sobre todo Israel en Tirsa; y reinó veinte y cuatro años. 34 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, andando en el camino de Jeroboam, y en su pecado con que hizo pecar a Israel.
Capítulo 16
1 Y JEHÚ hijo de Hanani tuvo revelación de Jehová contra Baasa, que decía así: 2 Por cuanto yo te elevé desde el polvo, y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, y tú has andado en el camino de Jeroboam, y has hecho pecar a mi pueblo Israel, para provocarme a ira con sus pecados; 3 he aquí que voy a consumir la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa; y pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat. 4 Al que de Baasa muriere en la ciudad, le comerán los perros, y a aquel de los suyos que muriere en el campo, le comerán las aves del cielo. 5 Y las demás cosas de Baasa, con lo que hizo, y su poder, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 6 Y yació Baasa con sus padres, y fué sepultado en Tirsa; y reinó Ela su hijo en su lugar. 7 Y también por medio del profeta Jehú hijo de Hanani fué hecha revelación de Jehová contra Baasa y contra su casa; tanto por toda la maldad que había hecho a los ojos de Jehová, para provocarle a ira con la obra de sus manos, haciéndose semejante a la casa de Jeroboam, como también porque le había muerto. 8 En el año veinte y seis de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel en Tirsa, y reinó dos años. 9 Y conspiró contra él su siervo Zimri, capitán de la mitad de sus carros: pues estando él en Tirsa, bebiendo y emborrachándose en casa de Arsa, que era mayordomo de palacio en Tirsa, 10 vino Zimri, y le hirió y le dió muerte, en el año veinte y siete de Asa rey de Judá, y reinó en su lugar. 11 Y aconteció al reinar él, que luego que se sentó sobre el trono, hirió a toda la casa de Baasa; no le dejó ni siquiera un muchachito, ni tampoco parientes cercanos, ni amigos. 12 De esta suerte destruyó Zimri a toda la casa de Baasa, según la palabra que Jehová había hablado contra Baasa por conducto de Jehú profeta; 13 a causa de todos los pecados de Baasa, y de los pecados de Ela su hijo, que ellos habían cometido, y que hicieron cometer a Israel, provocando a ira a Jehová el Dios de Israel con sus vanidades. 14 Y las demás cosas de Ela, con todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
15 En el año veinte y siete de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Zimri, y reinó siete días en Tirsa. La gente de guerra empero estaba sitiando a Gibetón, que pertenecía a los Filisteos. 16 Mas cuando la gente sitiadora oyó decir: Zimri ha hecho conspiración, y también ha muerto al rey, todo Israel en aquel mismo día hizo rey sobre Israel a Omri, jefe del ejército, en medio del campamento. 17 Luego subió Omri, y todo Israel con él, desde Gibetón, y cercaron a Tirsa. 18 Y aconteció que como viese Zimri que había sido tomada la ciudad, entró en el palacio de la casa del rey, e incendió sobre sí la casa del rey, y así murió; 19 a causa de los pecados que había cometido, haciendo lo que fué malo a los ojos de Jehová, y andando en el camino de Jeroboam, y en el pecado que cometió, haciendo pecar a Israel. 20 Y las demás cosas de Zimri, y la conspiración que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
21 Entonces fué dividido el pueblo de Israel en dos facciones; la una mitad del pueblo siguió a Tibni hijo de Ginat, para hacerle rey a él; y la otra mitad siguió a Omri. 22 Pero pudo más la gente que siguió a Omri; que la gente que siguió a Tibni hijo de Ginat; de manera que murió Tibni, y Omri reinó. 23 En el año treinta y uno de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Omri sobre Israel, y reinó doce años: en Tirsa reinó seis años. 24 Compró entonces el monte de Samaria a Semer, por dos talentos de plata, y edificó en el monte; y llamó el nombre de la ciudad que edificó, según el nombre de Semer, dueño del monte, Samaria. 25 E hizo Omri lo que era malo a los ojos de Jehová, y sobrepujó en maldad a todos los que habían sido antes de él. 26 Porque anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, y en su pecado con que hizo pecar a Israel, para provocar a ira a Jehová el Dios de Israel con sus vanidades. 27 Y las demás cosas que hizo Omri, y las proezas que ejecutó, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 28 Y yació Omri con sus padres, y fué enterrado en Samaria, y reinó Acab su hijo en su lugar. 29 Acab pues, hijo de Omri, comenzó a reinar sobre Israel en el año treinta y ocho de Asa rey de Judá; y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veinte y dos años. 30 Y Acab hijo de Omri hizo lo que era malo a los ojos de Jehová más que todos los que habían sido antes de él. 31 Porque aconteció, como si fuese cosa liviana andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal, rey de los Sidonios, y fué y sirvió a Baal, y le adoró. 32 Y edificó un altar a Baal en la casa de Baal que él había edificado en Samaria. 33 Acab hizo también la Ashera en Samaria; Acab hizo más para provocar a ira a Jehová el Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que habían sido antes de él.
34 En sus días Hiel bet-elita reedificó a Jericó: en Abiram su primogénito echó los cimientos de ella, y en Segub su hijo menor, hizo levantar las puertas; conforme a la palabra que habló Jehová por conducto de Josué hijo de Nun.
Capítulo 17
1 ENTONCES Elías tesbita, que era de los habitantes de Galaad, dijo a Acab: ¡Vive Jehová, el Dios de Israel, delante de quien yo estoy en pie, cual siervo suyo, que no habrá en estos años ni rocío ni lluvia, sino conforme a mi palabra! 2 Y tuvo revelación de Jehová, que decía: 3 Véte de aquí, y vuelve hacia el oriente, y escóndete junto al arroyo de Carit, que está enfrente del Jordán. 4 Y será que del arroyo beberás; mas he mandado a los cuervos que te provean allí de sustento. 5 Él pues partió, e hizo conforme a la orden del Señor; porque se fué y habitó junto al arroyo de Carit, que estaba enfrente del Jordán: 6 y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y del arroyo bebía. 7 Aconteció empero que andando el tiempo, secóse el arroyo; por no haber habido lluvia en el país.
8 Tuvo entonces revelación de Jehová, que decía: 9 Levántate, véte a Sarepta, que pertenece a Sidón, y habita allí: he aquí que yo he mandado a una mujer viuda de por allí que te sustente. 10 Levantóse pues y se fué a Sarepta; y al llegar a la entrada de la ciudad, he aquí que allí estaba una mujer viuda que iba recogiendo palitos; y él la llamó, diciendo: Ruégote me traigas un poco de agua en una vasija, para que beba. 11 Y yendo ella a traérsela, él volvió a llamarla, diciendo: Ruégote me traigas un bocado de pan en tu mano. 12 A lo que ella respondió: ¡Vive Jehová tu Dios! que no tengo ni siquiera una torta, sino tan sólo un puñado de harina en la orza, y un poco de aceite en la alcuza; y he aquí que estoy recogiendo dos palitos para ir y aderezarlo para mí y mi hijo, para que comamos, y después muramos. 13 Entonces le dijo Elías: No temas; véte y haz como has dicho; pero haz de ello para mí primero una torta pequeña, y tráemela acá fuera; y para ti y para tu hijo harás después. 14 Porque así dice Jehová, el Dios de Israel: La orza de harina no vendrá a menos, ni menguará la alcuza de aceite, hasta el día que Jehová diere lluvia sobre la tierra. 15 Y ella fué, e hizo conforme a la palabra de Elías; y comieron ella y él y el hijo, muchos días. 16 Pues que la orza de harina no vino a menos, ni menguó la alcuza de aceite, conforme a la palabra que habló Jehová por conducto de Elías.
17 Mas aconteció después de estas cosas, que enfermó el hijo de aquella mujer, dueña de la casa; y fué su enfermedad tan grave, que no quedó en él resuello. 18 Entonces ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo que ver contigo, oh varón de Dios? ¿has venido a mí para renovar la memoria de mi pecado, y para hacer morir a mi hijo? 19 Y él le dijo: Dame tu hijo; y tomándole del regazo de ella, le subió a la cámara alta donde él habitaba, y le acostó sobre su propia cama; 20 y clamó a Jehová, diciendo: ¡Oh Jehová, Dios mío! ¿has hecho mal también a la viuda con quien estoy hospedado, haciendo morir a su hijo? 21 Y se midió sobre el niño tres veces; y clamó a Jehová, diciendo: ¡Oh Jehová, ruégote hagas volver a entrar en él el alma de este niño! 22 Y oyó Jehová la voz de Elías, y volvió el alma del niño a entrar en él; y él resucitó. 23 Entonces Elías tomó al niño, y bajóle desde la cámara alta a dentro de la casa, y le entregó a su madre; y le dijo Elías: ¡He aquí que tu hijo vive! 24 Y la mujer respondió a Elías: ¡Ahora con esto acabo de conocer que tú eres varón de Dios, y que en tu boca la palabra de Jehová es la verdad!
Capítulo 18
1 Y SUCEDIÓ que pasados ya muchos días, en el año tercero tuvo Elías revelación de Jehová, que decía: Anda, muéstrate a Acab, porque voy a dar lluvia sobre la tierra. 2 Partió pues Elías para mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria. 3 Llamó entonces Acab a Abdías, que era mayordomo de palacio; (el cual Abdías era en gran manera temeroso de Jehová; 4 pues había acontecido, cuando Jezabel iba extirpando a los profetas de Jehová, que Abdías tomó a cien profetas, y los escondió, cincuenta en una cueva, y cincuenta en otra; y los sustentó con pan y agua); 5 y dijo Acab a Abdías: Anda por la tierra a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos; quizás hallaremos pastos con que guardemos la vida a los caballos y los mulos, para que no nos quedemos privados de bestias. 6 Repartieron pues entre sí la tierra para recorrerla: Acab fué solo por un camino, y Abdías fué solo por otro camino. 7 Estando pues Abdías en el camino, he aquí a Elías que venía a su encuentro. Y él le conoció, y cayó sobre su rostro y le dijo: ¿Eres tú mi señor Elías? 8 Y él le respondió: Sí, soy. Anda, di a tu señor: Aquí está Elías. 9 A lo que el otro respondió: ¿En qué he pecado, para que tú quieras entregar a tu siervo en mano de Acab, para que me mate? 10 ¡Vive Jehová tu Dios! que no hay nación o reino adonde no haya enviado mi señor a buscarte; y cuando decían: No está; exigía juramento a aquel reino, o a aquella nación, de que no te podían hallar. 11 ¡Y ahora tú dices: Anda, di a tu señor: Aquí está Elías! 12 Va pues a suceder que cuando yo te haya dejado, el Espíritu de Jehová te llevará a donde yo no sepa; de manera que yendo yo a decírselo a Acab, y no pudiéndote él hallar, me matará: bien que yo tu siervo temo a Jehová desde mi mocedad. 13 ¿Acaso nunca le fué contado a mi señor lo que hizo tu siervo cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; cómo escondí de los profetas de Jehová cien hombres, cincuenta en una cueva, y cincuenta en otra, y los sustenté con pan y agua? 14 Y ahora tú me dices: Anda, di a tu señor: Aquí está Elías: y él me matará. 15 Pero respondió Elías: ¡Vive Jehová de los Ejércitos, delante de quien yo estoy en pie, cual siervo suyo, que hoy mismo tengo de mostrármele!
16 Partió pues Abdías para encontrar a Acab, y se lo dijo; con lo cual fué Acab a encontrarse con Elías. 17 Y sucedió, luego que Acab vió a Elías, que le dijo Acab: ¿Estás tú aquí, perturbador de Israel? 18 A lo que respondió: No he perturbado yo a Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber dejado los mandamientos de Jehová, y haber seguido a los Baales. 19 Ahora bien, envía y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo; también a los profetas de Baal, cuatrocientos cincuenta, y a los profetas de la Ashera, cuatrocientos; los cuales comen a la mesa de Jezabel. 20 Por lo cual envió Acab a todos los hijos de Israel, y congregó a los profetas en el monte Carmelo.
21 Entonces acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? si Jehová es Dios, seguidle; mas si lo es Baal, entonces seguidle a él. Mas el pueblo no le respondió palabra. 22 Entonces dijo Elías al pueblo: Yo, yo solo quedo como profeta de Jehová; mas los profetas de Baal son cuatrocientos y cincuenta hombres. 23 Dénsenos pues dos novillos; y escojan ellos para sí un novillo, y cortándole en trozos, pónganle sobre la leña; mas no le pongan fuego: y yo aderezaré el otro novillo, y le colocaré sobre la leña, mas no le pondré fuego. 24 Invocad luego el nombre de vuestro dios, y yo invocaré el nombre de Jehová; y sea que el dios que responda por medio de fuego, él sea tenido por Dios. A lo cual respondió todo el pueblo: ¡Bien dicho! 25 En seguida dijo Elías a los profetas de Baal: Escoged para vosotros un novillo, y aderezadle primero; porque vosotros sois los mas; e invocad el nombre de vuestro dios; mas no le pongáis fuego al sacrificio. 26 Ellos pues tomaron el novillo que se les había dado, y le aderezaron; e invocaron el nombre de Baal desde por la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Oh Baal, óyenos! pero no hubo voz, ni quien respondiese: y ellos saltaban junto al altar que habían hecho. 27 Y aconteció que al medio día se burlaba de ellos Elías, diciendo: ¡Gritad más recio! ya que es dios; porque estará meditando, o quizás se habrá retirado, o bien estará de viaje; ¡o tal vez duerme, y habrá que despertarle! 28 En efecto, ellos gritaban a grandes voces, y sajábanse, según su costumbre, con cuchillos y lancetas, hasta chorrear la sangre sobre ellos. 29 Y aconteció, pasado ya el mediodía, que ellos siguieron profetizando hasta la hora de ofrecerse la oblación de la tarde: mas no hubo voz, ni quien respondiese, ni quien les prestase atención.
30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí: y se le acercó todo el pueblo. En seguida compuso el altar de Jehová que estaba derribado. 31 Pues que tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, el cual tuvo revelación de Jehová, que decía: Israel será tu nombre; 32 con aquellas piedras edificó altar en el nombre de Jehová, e hizo al rededor del altar una zanja, donde pudiesen caber como dos seahs de semilla. 33 Luego puso en orden la leña, y cortando en trozos el novillo, le puso encima de la leña. Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. 34 Y dijo: Hacedlo por segunda vez; y lo hicieron por segunda vez. Y dijo: Hacedlo por tercera vez; y lo hicieron por tercera vez; 35 de suerte que corría el agua al rededor del altar; y también la zanja quedó llena de agua.
36 Y aconteció que al tiempo de ofrecerse la oblación de la tarde, el profeta Elías se llegó al altar, y dijo: ¡Oh Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, hoy mismo sea conocido que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo; y que por orden tuya he hecho todas estas cosas! 37 ¡Respóndeme, oh Jehová, respóndeme: para que conozca este pueblo que tú, Jehová, eres el Dios verdadero; y sea conocido que has hecho volver el corazón de ellos! 38 Entonces cayó el fuego de Jehová, y consumió el holocausto, y la leña, y las piedras, y el polvo; y lamió el agua que había en la zanja. 39 Y lo vió todo el pueblo: por lo cual cayeron sobre sus rostros, diciendo: ¡Jehová, solo Dios! ¡Jehová, solo Dios! 40 Y díjoles Elías: Prended a los profetas de Baal; no se escape ni uno de ellos. Y ellos los prendieron: y bajándolos Elías al torrente de Cisón, los degolló allí.
41 Entonces dijo Elías a Acab: ¡Sube, come y bebe; porque hay sonido de abundancia de lluvia! 42 Subió pues Acab para comer y beber. Entretanto Elías había subido a la cumbre del Carmelo; y postrándose en tierra, puso su rostro entre sus rodillas. 43 Y dijo a su criado: Ruégote que subas y mires hacia el mar. En efecto, él subió, y miró; y dijo: No hay nada. Y le dijo: Vuelve hasta siete veces. 44 Y aconteció que a la séptima vez, dijo: He aquí una nubecilla pequeña, como la palma de la mano de un hombre, que va subiendo de la mar. Entonces él le dijo: Sube presto, di a Acab: Unce tu carro, y desciende; para que no te ataje la lluvia. 45 Y sucedió que en el entretanto los cielos se obscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y montando Acab en su carro, fué a Jezreel. 46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, de modo que ciñéndose los lomos, corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
Capítulo 19
1 Y ACAB refirió a Jezabel todo cuanto había hecho Elías, y todos los pormenores de cómo había pasado a cuchillo a todos los profetas de Baal. 2 Por lo cual envió Jezabel un mensajero a Elías, diciendo: ¡Así hagan conmigo los dioses, y más aún, si mañana, como a estas horas, no pongo yo tu vida como la vida de cualquiera de ellos! 3 Y él, cuando vió esto, se levantó y fuése, huyendo por su vida; y llegado que hubo a Beerseba, que pertenece a Judá, dejó allí a su criado; 4 mas él mismo caminó, desierto adentro, la jornada de un día: y llegado, sentóse debajo de un arbusto, y pidió para sí la muerte, diciendo: ¡Ya basta, oh Jehová, quítame la vida; porque no soy yo mejor que mis padres! 5 Y acostóse, y se quedó dormido debajo de un arbusto. Y he aquí que un ángel le tocó, y le dijo: ¡Levántate, come! 6 Y él mirando, vió a su cabecera una torta cocida al rescoldo, y un jarro de agua; y comió, y bebió, y volvió a acostarse. 7 Y volvió el ángel de Jehová segunda vez, y le tocó, diciendo: ¡Levántate, come! porque el viaje es demasiado largo para ti. 8 Levantóse pues, y comió, y bebió; y caminó en la virtud de aquella comida cuarenta días y cuarenta noches, hasta Horeb, el Monte de Dios.
9 Y llegado que hubo allá, entró en una cueva, en donde pasó la noche. Y he aquí que tuvo revelación de Jehová, que le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 10 Y él respondió: Muy celoso he sido por causa de Jehová, el Dios de los Ejércitos; porque los hijos de Israel han desechado tu pacto, y han derribado tus altares, y han muerto a cuchillo a tus profetas; ¡y he quedado yo, yo solo; y buscan mi vida para quitármela! 11 Entonces él le dijo: Sal fuera, y ponte de pie en el monte delante de Jehová. Y he aquí que Jehová iba pasando; pues un viento grande e impetuoso rompía los montes, y hacía pedazos las peñas delante de Jehová; mas Jehová no estaba en el viento: y después del viento hubo un terremoto; más Jehová no estaba en el terremoto: 12 y después del terremoto, un fuego; mas Jehová no estaba en el fuego: y después del fuego, una voz callada y suave. 13 Y aconteció que luego que la oyó Elías, tapóse el rostro con su manto, y salió, y se puso de pie a la entrada de la cueva. Y, he aquí que le vino una voz que dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 14 A lo que dijo él: Muy celoso he sido por causa de Jehová, el Dios de los Ejércitos; porque los hijos de Israel han desechado tu pacto, han derribado tus altares, y han muerto a cuchillo a tus profetas; ¡y he quedado yo, yo solo; y buscan mi vida para quitármela!
15 Entonces le dijo Jehová: Anda por tu camino al desierto de Damasco; y cuando llegues allá, unge a Hazael por rey de la Siria; 16 también a Jehú hijo de Namsi le ungirás por rey de Israel; y ungirás a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, por profeta en tu lugar. 17 Y sucederá que al que escapare de la espada de Hazael, le matará Jehú; y al que escapare de la espada de Jehú, Eliseo le matará. 18 Mas yo me reservaré en Israel siete mil; el total de rodillas que no se han doblado ante Baal, y todas las bocas que no le han besado.
19 Él pues se fué de allí, y halló a Eliseo, el cual estaba arando; doce yuntas de bueyes iban delante de él, y él seguía con la duodécima. Y pasando Elías junto a él, le echó su manto encima. 20 Con lo cual, dejando él los bueyes, corrió tras de Elías, y le dijo: ¡Permite que yo bese a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré! Mas él le respondió: Anda, vuelve; ¿qué te he hecho yo? 21 Volvió pues de en pos de él, y tomando una yunta de bueyes, los degolló, y con los instrumentos de los bueyes coció la carne de ellos, y la dió a la gente, y ellos comieron; luego se levantó, y fué tras de Elías y le asistía.
Capítulo 20
1 Y BEN-HADAD, rey de Siria, juntó todas sus fuerzas, teniendo consigo treinta y dos reyes, y caballería y carros de guerra, y subió y puso sitio a Samaria, y peleó contra ella. 2 Y envió mensajeros a Acab, rey de Israel, dentro de la ciudad, y le dijo: Así dice Ben-hadad: 3 Tu plata y tu oro es mío; también tus mujeres y tus hijos, los más hermosos de ellos, míos son. 4 A lo que respondió el rey de Israel y dijo: Conforme a tu dicho, señor mío, oh rey, tuyo soy yo y cuanto tengo. 5 Y volviendo otra vez los mensajeros, dijeron: Ben-hadad manda decirte: Es cierto que envié a ti, diciendo: Tu plata y tu oro, también tus mujeres y tus hijos me los has de dar: 6 mañana empero, como a estas horas, enviaré mis siervos a ti, y ellos registrarán tu casa y la casa de tus siervos; y sucederá que todo lo que sea más grato a tu vista lo tomarán con su mano, y se lo llevarán. 7 Entonces llamó el rey a todos los ancianos del país, y les dijo: Ruégoos consideréis y veáis como éste anda buscando agravios; porque envió a mí por mis mujeres, y por mis hijos, y por mi plata y por mi oro, y yo nada le he negado. 8 Y le dijeron todos los ancianos y todo el pueblo: No le escuches, ni lo consientas. 9 Él pues contestó a los mensajeros de Ben-hadad: Decid a mi señor el rey: Todo lo que enviaste a decir a tu siervo la vez primera, yo lo haré; pero esto no lo puedo hacer. Se fueron entonces los mensajeros y le trajeron esta respuesta. 10 Con lo cual Ben-hadad le envió a decir: ¡Así hagan conmigo los dioses, y más aún, si el polvo de Samaria ha de bastar para llenar los puños de toda la gente que me sigue! 11 A lo que respondió el rey de Israel, diciendo: Decidle: No se alabe el que se ciñe las armas, como el que se las desciñe. 12 Y luego que oyó Ben-hadad esta respuesta, estando bebiendo, él y los reyes, en los pabellones, dijo a sus siervos: ¡Poneos en orden! y se pusieron en orden contra la ciudad. 13 En esto, he aquí un profeta que se llegó a Acab, rey de Israel, y le dijo: Así dice Jehová: ¿Has visto tú aquella inmensa multitud? Pues he aquí que yo voy a darla en tu mano, hoy mismo; y sabrás que yo soy Jehová. 14 Y dijo Acab: ¿Por medio de quién? Y él respondió: Así dice Jehová: Por medio de los mancebos de los príncipes de las provincias. Entonces preguntó Acab: ¿Quién comenzará la batalla? Y respondió: Tú.
15 Pasó revista entonces a los mancebos de los príncipes de las provincias, y fueron doscientos treinta y dos; y tras de ellos pasó revista a toda la gente, es decir, a todos los hijos de Israel, siete mil. 16 E hicieron una salida al mediodía; y Ben-hadad estaba bebiendo y embriagándose en los pabellones, él y los reyes, los treinta y dos reyes que le ayudaban. 17 Y los mancebos de los príncipes de las provincias salieron los primeros. Envió entonces Ben-hadad a saber; y le avisaron, diciendo: Unos hombres acaban de salir de Samaria. 18 Y él dijo: Si en paz han salido, cogedlos vivos; o si en guerra han salido, vivos los habéis de coger. 19 Salieron de la ciudad pues, los mancebos de los príncipes de las provincias, y el ejército que los seguía; 20 e hirieron cada uno su hombre; y huyeron los Siros, y persiguiólos Israel; y escapóse Ben-hadad rey de Siria en un caballo, con alguna caballería. 21 Y salió el rey de Israel, e hirió a los caballos y los carros, haciendo en los Siros grande estrago.
22 De nuevo se llegó el profeta al rey de Israel, y le dijo: Anda, fortalécete; y considera y ve lo que has de hacer; porque a la vuelta del año el rey de Siria va a subir contra ti.
23 En efecto, los siervos del rey de la Siria le dijeron: Dioses de la serranía son los dioses de ellos; por eso han podido más que nosotros: mas peleemos contra ellos en tierra llana, y de seguro que podremos más que ellos. 24 Y esto es lo que has de hacer: Quita a los reyes cada uno de su puesto, y pon prefectos en lugar de ellos; 25 y numera para ti otro ejército como el ejército que acabas de perder, caballo por caballo, y carro por carro: y pelearemos contra ellos en tierra llana; y de seguro que podremos más que ellos. Él pues escuchó su voz y lo hizo así. 26 Y aconteció, a la vuelta del año, que Ben-hadad pasó revista a los Siros, y subió a Afec para pelear contra Israel. 27 Los hijos de Israel también pasaron revista, y provistos de raciones, marcharon al encuentro de ellos; y acamparon los hijos de Israel al frente de ellos, como dos rebañuelos de cabras; mas los Siros llenaban el país. 28 Llegándose entonces el varón de Dios, dijo al rey de Israel: Así dice Jehová: Por cuanto dicen los Siros: Dios de la serranía es Jehová, mas no es Dios de los valles, por lo mismo entregaré toda esta inmensa multitud en tu mano; y conoceréis que yo soy Jehová.
29 Y acamparon los unos al frente de los otros por espacio de siete días; y aconteció que al séptimo día se libró la batalla; y los hijos de Israel hirieron de los Siros en un día cien mil hombres de a pie. 30 Y huyeron los restos a Afec, dentro de la ciudad, donde cayó el muro sobre veinte y siete mil hombres de los que habían quedado: Ben-hadad también huyó, y entrando en la ciudad, se escondió en un aposento que estaba dentro de otro aposento. 31 Entonces le dijeron sus siervos: He aquí tenemos entendido de los reyes de la casa de Israel, que son reyes benignos. Rogámoste pues que nos pongamos sacos sobre los lomos, y sogas al cuello, y salgamos al rey de Israel; acaso te perdonará la vida. 32 En efecto, se ciñeron sacos sobre los lomos, y se pusieron sogas al cuello, y presentándose así al rey de Israel, dijeron: Tu siervo Ben-hadad dice: ¡Ruégote me perdones la vida! A lo que respondió: ¿Acaso vive todavía? hermano mío es. 33 Y los hombres lo tomaron por de buen agüero, y se apresuraron a cerciorarse de si eso fué dicho de propósito. Dijeron pues: ¡Tu hermano Ben-hadad! Y él dijo: Id, traedle. Ben-hadad pues salió a él; y él le hizo subir consigo en el carro. 34 Entonces Ben-hadad le dijo: Las ciudades que quitó mi padre a tu padre, te las restituiré; y tú harás para ti en Damasco calles de casas derribadas, lo mismo que hizo mi padre en Samaria. Y yo, respondió Acab, con este pacto te enviaré libre. Hizo pues pacto con él, y le dejó ir.
35 Dijo entonces uno de los hijos de los profetas a su compañero: Por mandato de Jehová, yo te ruego que me hieras. Mas se negó aquel hombre a herirle. 36 Y él le dijo: Por cuanto no obedeciste la voz de Jehová, luego que te apartes de mí te herirá a ti un león. Y apartándose de él, le halló un león y le hirió. 37 En seguida halló a otro hombre, y le dijo: Ruégote que me hieras: y le hirió el hombre, hiriéndole y estropeándole. 38 Se fué pues el profeta, y se puso junto al camino, a esperar al rey, disfrazado con una venda sobre los ojos. 39 Y cuando el rey iba pasando, él dió voces al rey, y le dijo: Tu siervo salió a pelear en medio de la batalla: y he aquí que desviándose un hombre hacia mí, me trajo un prisionero, diciendo: Guarda a este hombre: si de cualquiera manera llegare a escaparse, tu vida responderá por su vida, o pagarás un talento de plata. 40 Y aconteció que estando tu siervo ocupado en esta y en esotra parte, he aquí que el prisionero no parecía. A lo que le dijo el rey de Israel: Tal es tu sentencia; tú mismo lo has decidido. 41 Entonces él quitó apresuradamente la venda de sus ojos; y conoció el rey de Israel que era uno de los profetas. 42 Y éste le dijo: Así dice Jehová: Por cuanto dejaste salir de tu mano al hombre que yo había señalado para total destrucción, responderá tu vida por su vida, y tu pueblo por su pueblo. 43 Por lo cual se fué el rey de Israel a su casa adusto y enojado; y así entró en Samaria.
Capítulo 21
1 Y DESPUÉS de estas cosas aconteció, que, teniendo Nabot jezreelita una viña que estaba en Jezreel, junto al palacio de Acab, rey de Samaria, 2 Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña, para que la tenga por huerta de hortalizas; porque está muy junto a mi casa; y yo te daré en lugar de ella otra viña mejor que ella; o si prefieres, te daré en dinero el valor de ella. 3 Nabot empero respondió a Acab: ¡Nunca permita Jehová que yo te dé la herencia de mis padres! 4 De modo que Acab volvió a su casa adusto y enojado, a causa de la respuesta que le había dado Nabot jezreelita, diciendo: No te daré la herencia de mis padres. Con lo cual se echó sobre su cama, y apartó su rostro, y no comió nada. 5 Por tanto vino a él Jezabel su mujer, y le dijo: ¿Cómo es esto, que tu espíritu está tan triste, y que no comes nada? 6 Y él le respondió: Porque hablé con Nabot jezreelita, diciéndole: Dame tu viña por dinero, o si más te gusta, te daré otra viña en lugar de ella: y él contestó: No te daré mi viña. 7 Entonces le dijo Jezabel su mujer: ¿Acaso tú ahora reinas sobre Israel? ¡Levántate, come pan, y alégrese tu corazón; que yo te daré la viña de Nabot jezreelita! 8 Ella pues escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su sello, y envió las cartas a los ancianos y a los nobles que había en su ciudad, los cuales habitaban allí juntamente con Nabot. 9 Y escribió en las cartas, diciendo: Proclamad un ayuno, y poned a Nabot entre los principales del pueblo; 10 y haced que se sienten dos hombres, hijos de Belial, enfrente de él, y testifiquen ellos contra él, diciendo: ¡Tú has renegado de Dios y del rey! Luego sacadle, y apedreadle, para que muera. 11 Y los hombres de su ciudad, los ancianos y los nobles que habitaban en su ciudad, hicieron según lo que Jezabel les había enviado a decir, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había remitido: 12 pues proclamaron un ayuno, y pusieron a Nabot entre los principales del pueblo; 13 luego entraron dos hombres, hijos de Belial, los cuales se sentaron enfrente de él; y testificaron aquellos hombres de Belial contra Nabot, delante del pueblo, diciendo: ¡Nabot ha renegado de Dios y del rey! y sacándole fuera de la ciudad, le apedrearon de modo que murió. 14 Entonces enviaron a Jezabel, diciendo: Ha sido apedreado Nabot, y es muerto. 15 Y sucedió que cuando oyó Jezabel que había sido apedreado Nabot y que era muerto, Jezabel dijo a Acab: ¡Levántate, toma posesión de la viña de Nabot jezreelita, el cual se negó a dártela por dinero; que ya no vive Nabot, sino que es muerto! 16 Y fué así, que como oyese Acab que era muerto Nabot, se levantó Acab, para descender a la viña de Nabot jezreelita, a tomar posesión de ella.
17 Entonces Elías tesbita tuvo revelación de Jehová, que decía: 18 Levántate, desciende al encuentro de Acab rey de Israel, que está en Samaria; he aquí que está en la viña de Nabot, adonde ha descendido para tomar posesión de ella: 19 y le hablarás, diciendo: Así dice Jehová: ¿Has matado, y también has tomado posesión? Luego le hablarás, diciendo: Así dice Jehová: ¡En el mismo sitio donde lamieron los perros la sangre de Nabot, perros lamerán tu sangre, la tuya misma! 20 Y Acab respondió a Elías: ¿Me has hallado, oh enemigo mío? A lo que dijo: Sí, te he hallado; por cuanto te has vendido para hacer maldad delante de Jehová. 21 He aquí, dice Jehová, que voy a traer sobre ti el mal; y consumiré tu posteridad, y destruiré de Acab hasta los perros, así lo precioso como lo vil en Israel. 22 Y pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías; por la provocación con que me has provocado a ira, y has hecho pecar a Israel. 23 Asimismo también en cuanto a Jezabel, ha hablado Jehová, diciendo: ¡Los perros comerán a Jezabel junto a la barbacana de Jezreel! 24 ¡Al que de Acab muriere en la ciudad, le comerán los perros, y al suyo que muriere en el campo, le comerán las aves del cielo! 25 (A la verdad ninguno hubo como Acab, el cual se vendió para hacer maldad delante de Jehová; a quien le incitó Jezabel su mujer. 26 Pues obró muy abominablemente, siguiendo en pos de los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los Amorreos, a quienes Jehová desposeyó delante de los hijos de Israel.) 27 Y sucedió que cuando oyó Acab estas palabras, rasgó sus vestidos, y puso saco sobre su carne, y ayunó, y se acostó en cilicio, y andaba callado. 28 Entonces Elías tesbita tuvo revelación de Jehová, diciendo: 29 ¿Has visto cómo se humilla Acab delante de mí? por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré este mal en sus días: en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.
Capítulo 22
1 Y PASARON tres años sin guerra entre la Siria e Israel. 2 Mas aconteció que en el año tercero Josafat rey de Judá descendió a visitar al rey de Israel. 3 Dijo entonces el rey de Israel a sus siervos: ¿No sabéis que es nuestra Ramot-galaad; y con todo estamos callados, y no la quitamos de mano del rey de la Siria? 4 Y dijo a Josafat: ¿Quieres ir conmigo a la guerra contra Ramot-galaad? Y respondió Josafat al rey de Israel: Lo mismo soy yo que tú, lo mismo mi pueblo que tu pueblo, lo mismo mis caballos que tus caballos. 5 Empero dijo Josafat al rey de Israel: Ruégote consultes hoy el oráculo de Jehová. 6 Juntó pues el rey de Israel a los profetas de Baal, como cuatrocientos hombres, y les dijo: ¿Subiré a la guerra contra Ramot-galaad, o desistiré? A lo que dijeron ellos: Sube; que la entregará el Señor en mano del rey. 7 Dijo entonces Josafat: ¿No habrá aquí además algún profeta de Jehová, para que consultemos por medio de él? 8 Y respondió el rey de Israel a Josafat: Todavía hay un hombre por medio de quien pudiéramos consultar a Jehová; pero yo le aborrezco, porque nunca profetiza acerca de mí cosa buena, sino siempre mala; es a saber, Micaya hijo de Imla. A lo cual respondió Josafat: No hable el rey así.
9 Entonces el rey de Israel, llamando a cierto camarero, dijo: Trae presto a Micaya hijo de Imla. 10 Es de saber que el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada cual sobre su trono, vestidos de sus ropas reales, en una plazuela contigua a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas estaban profetizando delante de ellos. 11 Y Sedequías hijo de Canaana se había hecho cuernos de hierro, y decía: Así dice Jehová: ¡Con éstos voltearás a los Siros hasta acabar con ellos! 12 Y todos los profetas estaban profetizando de la misma manera, diciendo: ¡Sube a Ramot-galaad, y tendrás feliz suceso; porque Jehová la entregará en manos del rey!
13 Y el mensajero que había ido a llamar a Micaya, le habló, diciendo: He aquí que los dichos de los profetas con una sola boca anuncian un buen suceso al rey; ruégote pues que sea tu dicho como el dicho de uno de ellos, y que hables lo que es bueno. 14 Pero respondió Micaya: ¡Vive Jehová, que lo que me dijere Jehová eso mismo tengo de hablar! 15 Vino pues al rey; y el rey le dijo: Micaya, ¿debemos ir a pelear contra Ramot-galaad, o debemos desistir? Y él le dijo irónicamente: ¡Sube, y tendrás feliz suceso; porque la entregará Jehová en mano del rey! 16 Entonces le dijo el rey: ¿Hasta cuántas veces tengo de juramentarte que no me digas sino la pura verdad en el nombre de Jehová? 17 Él entonces contestó: Yo ví a todo Israel disperso por las montañas, como ovejas que no tienen pastor; y dijo Jehová: Éstos no tienen señor; vuelvan ellos cada cual a su casa en paz. 18 Dijo pues el rey de Israel a Josafat: ¿No te decía yo que éste nunca profetiza acerca de mí cosa buena, sino siempre mala? 19 Con lo cual dijo Micaya: Por lo mismo, oye tú el oráculo de Jehová: Yo ví a Jehová sentado sobre su trono, y a todos los ejércitos celestiales que estaban al rededor de él, a su diestra y a su siniestra. 20 Y dijo Jehová: ¿Quién engañará a Acab, para que suba y caiga en Ramot-galaad? Y dijo uno de esta manera, y otro dijo de esotra manera. 21 Al fin salió un espíritu particular, que presentándose delante de Jehová, dijo: ¡Yo le engañaré! Y le dijo Jehová: ¿De qué modo? 22 Y respondió: Saldré, y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le engañarás, y también lograrás el intento. Sal, y hazlo así. 23 Ahora pues, he aquí que Jehová ha puesto un espíritu de mentira en boca de todos estos tus profetas; porque Jehová mismo ha hablado el mal acerca de ti. 24 Acercóse entonces Sedequías hijo de Canaana, y dándole a Micaya un bofetón, le dijo: ¿Por dónde pasó el Espíritu de Jehová de mí, para hablar contigo? 25 Y respondió Micaya: He aquí tú lo verás en aquel día en que vayas de aposento en aposento, escondiéndote. 26 Dijo entonces el rey de Israel al camarero: Toma a Micaya, y vuelve a llevarle a Amón comandante de la ciudad, y a Joás hijo del rey, y diles: 27 Así dice el rey: Poned a éste en la cárcel, y dadle de comer pan de aflicción, y agua de aflicción, hasta que yo vuelva en paz. 28 A lo que dijo Micaya: ¡Si de manera alguna tú volvieres en paz, no ha hablado Jehová por mí! Dijo además: ¡Oídlo todos los pueblos!
29 En seguida el rey de Israel y Josafat rey de Judá subieron a Ramot-galaad. 30 Y dijo el rey de Israel a Josafat: Me conviene a mí disfrazarme y entrar así en la batalla; mas tú, ponte tus ropas reales. En efecto, se disfrazó el rey de Israel, y así entró en la batalla. 31 Y había mandado el rey de Siria a los treinta y dos capitanes de los carros que tenía, diciendo: No peleéis contra ninguno, chico ni grande, sino tan sólo contra el rey de Israel. 32 Sucedió pues que cuando vieron los capitanes de los carros a Josafat, dijeron: Seguramente éste es el rey de Israel; y se volvieron para pelear contra él; por lo cual Josafat clamó a gritos. 33 Y sucedió que al ver los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se tornaron de en pos de él. 34 Pero cierto hombre tiró con el arco al acaso, e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura; por lo cual dijo al carretero: ¡Vuelve las riendas y sácame del ejercito; porque estoy gravemente herido! 35 Y arreció el combate en aquel día; por lo cual el rey fué sostenido en su carro, enfrente de los Siros; y murió por la tarde; y corrió la sangre de su herida por el fondo del carro. 36 Y al ponerse el sol, pasó pregón por entre el ejército, diciendo: ¡Cada cual a su ciudad, y cada cual a su tierra! 37 Así pues murió el rey, y fué llevado a Samaria; y sepultaron al rey en Samaria. 38 Y lavaron el carro junto al estanque de Samaria; y lamieron los perros su sangre, (también las rameras se bañaban allí); conforme a la palabra que Jehová había hablado. 39 Y las demás cosas de Acab, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que edificó, y todas las ciudades que reedificó; ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 40 Yació pues Acab con sus padres; y reinó Ocozías su hijo en su lugar.
41 Y Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá en el año cuarto de Acab rey de Israel. 42 Era Josafat de edad de treinta y cinco años cuando entró a reinar, y veinte y cinco años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Azuba, hija de Silhi. 43 Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, nunca se apartó de él, haciendo lo que era recto a los ojos de Jehová. Esto no obstante, los altos no fueron quitados; aún seguía el pueblo sacrificando y quemando incienso en los altos. 44 Y Josafat hizo la paz con el rey de Israel. 45 Y las demás cosas de Josafat, y las proezas que hizo, y cómo guerreó, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 46 Y exterminó del país el resto de los sodomitas que habían quedado en los días de Asa su padre. 47 No había rey en Edom; un designado hacía las veces de rey. 48 Josafat hizo naves de Tarsis, para que fuesen a Ofir por oro; mas no fueron, porque las naves naufragaron en Ezión-geber. 49 Entonces dijo Ocozías hijo de Acab a Josafat: Vayan mis siervos con tus siervos en las naves; mas no quiso Josafat. 50 Y yació Josafat con sus padres, y fué enterrado con sus padres en la ciudad de David su padre; y Joram su hijo reinó en su lugar.
51 Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, en el año diez y siete de Josafat rey de Judá y reinó sobre Israel dos años. 52 E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, andando en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, el cual hizo pecar a Israel; 53 porque sirvió a Baal, y le adoró, y provocó a ira a Jehová, el Dios de Israel, conforme a todo lo que había, hecho su padre.