Mateo 27
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Jesús ante Pilato
Marcos 15:1; Lucas 22:66-71; 23:1
1 Llegada la madrugada, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús, para matarlo. 2 Habiéndolo atado, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.
El remordimiento y suicidio de Judas
Hechos 1:16-20
3 Entonces Judas, el que lo había entregado, al ver que era condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos, 4 diciendo: ¡Pequé entregando sangre inocente! Mas ellos dijeron: ¿A nosotros qué nos importa? ¡Allá tú! 5 Y arrojando las monedas de plata en el santuario, se marchó, fue y se ahorcó. 6 Los jefes de los sacerdotes, recogiendo las monedas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el Tesoro, porque es precio de sangre. 7 Después de consultarse, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de extranjeros. 8 Por lo cual aquel campo se llama Campo de sangre, hasta hoy. 9 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: Y tomaron las treinta monedas de plata, precio del valorado, que estimaron los hijos de Israel; 10 y las dieron por el campo del alfarero, como el Señor° me ordenó.
Jesús condenado a muerte
La flagelación
Marcos 15:2-20; Lucas 23:1-4, 13-25; Juan 18:28 al 19:16
11 Jesús compareció delante del gobernador; y el gobernador le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. 12 Cuando fue acusado por los jefes de los sacerdotes y los ancianos, no respondió nada. 13 Entonces Pilato le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14 Pero no le respondió ni una sola palabra; de manera que el gobernador estaba muy asombrado.
15 Ahora bien, en cada fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, a quien ellos quisieran. 16 Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. 17 Estando ellos reunidos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte?, ¿a Barrabás, o a Jesús, que es llamado Cristo? 18 Pues sabía que por envidia lo habían entregado. 19 Estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque mucho he padecido hoy en sueños a causa de él. 20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron al pueblo para que pidiesen a Barrabás, e hicieran morir a Jesús. 21 Respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: ¡A Barrabás! 22 Les dijo Pilato: ¿Qué haré, pues, de Jesús, llamado Cristo? Dijeron todos: ¡Sea crucificado! 23 Pero el gobernador dijo: Pues, ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban más fuerte: ¡Sea crucificado! 24 Al ver Pilato que nada ganaba, sino que se estaba organizando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo: Inocente soy de la sangre de este; vosotros veréis. 25 Todo el pueblo respondiendo, dijo: ¡Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos! 26 Les soltó a Barrabás; pero habiendo hecho azotar a Jesús, lo entregó para ser crucificado.
27 Entonces los soldados del gobernador, llevando a Jesús al pretorio, reunieron contra él a toda la cohorte. 28 Y desnudándolo, le pusieron un manto de púrpura por encima. 29 Trenzando una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza y una caña en su mano derecha; arrodillándose delante de él, se burlaban de él, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30 Y le escupían; y tomando la caña, le golpeaban la cabeza. 31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus propios vestidos y lo llevaron para crucificarle.
Jesús crucificado
Marcos 15:21-41; Lucas 23:26-49; Juan 19:16-30
32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón; a este obligaron a llevar la cruz. 33 Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota, que quiere decir, Lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero cuando lo probó, no quiso beber. 35 Después de crucificarlo, se repartieron sus ropas, echando suertes. 36 Sentándose, lo guardaban allí. 37 Pusieron sobre su cabeza la acusación contra él, escrita así: Este es Jesús, el rey de los judíos. 38 Entonces fueron crucificados con él dos ladrones, uno a la derecha, y el otro a la izquierda.
39 Los que pasaban lo insultaban meneando la cabeza, 40 diciendo: ¡Tú que derribas el templo y en tres días lo reconstruyes, sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz! 41 De igual manera los jefes de los sacerdotes, burlándose con los escribas y los ancianos, decían: 42 A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Ha confiado en Dios; que lo libre ahora, si lo quiere; porque dijo: Soy Hijo de Dios. 44 Los ladrones que estaban crucificados con él, también lo injuriaban.
45 Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra, hasta la hora novena. 46 Y cerca de la hora novena, Jesús gritó con gran voz, diciendo: ¡Elí Elí! ¿Lama Sabactani? Que quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? 47 Algunos de los que allí estaban, al oírlo, decían: A Elías llama este. 48 Al instante corriendo uno de ellos tomó una esponja, la empapó en vinagre y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49 Pero los demás decían: ¡Deja, veamos si viene Elías a salvarlo!
50 Pero Jesús, gritando de nuevo con gran voz, entregó el espíritu. 51 Entonces la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba hasta abajo; la tierra tembló y las rocas se partieron; 52 los sepulcros se abrieron; y muchos cuerpos de santos, que habían dormido, resucitaron; 53 y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, vinieron a la ciudad santa, y aparecieron a muchos.
54 El centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que sucedieron, tuvieron mucho miedo y dijeron: ¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!
55 Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole; 56 entre las cuales estaba María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
El cuerpo de Jesús puesto en la tumba
Marcos 15:42-47; Lucas 23:50-56; Juan 19:38-42
57 Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, que se llamaba José, el cual también era discípulo de Jesús; 58 este, yendo a Pilato, pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le entregase. 59 Tomando José el cuerpo, lo envolvió en un lienzo limpio, 60 y lo colocó en un sepulcro suyo nuevo, que había excavado en la roca; y habiendo rodado una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue. 61 Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas enfrente del sepulcro.
62 Al día siguiente, que era el día después de la Preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos acudieron juntos a Pilato, 63 diciendo: Señor, nos acordamos que aquel impostor dijo mientras vivía aún: Después de tres días resucitaré. 64 Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el día tercero; no sea que vengan sus discípulos de noche, lo roben y digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos. Y el último engaño sea peor que el primero. 65 Les dijo Pilato: Guardia tenéis, id, aseguradlo como sabéis. 66 Ellos fueron, y sellando la piedra, aseguraron el sepulcro con la guardia.