Hechos 28
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En la isla de Malta
Lucas 10:19; Hechos 14:11-12
1 Una vez a salvo, nos dimos cuenta de que la isla se llamaba Malta. 2 Los nativos manifestaron hacia nosotros una bondad poco común; encendieron una hoguera y nos acogieron a todos, porque llovía y hacía frío. 3 Recogiendo Pablo una brazada de ramas secas y echándolas al fuego, se le prendió de la mano una víbora que huía del calor. 4 Cuando los bárbaros vieron la bestia colgando de su mano, decían entre sí: Sin duda este hombre es un homicida, a quien, aun habiendo escapado del mar, la Justicia no le permite vivir. 5 Pero él, sacudiendo la bestia en el fuego, no sufrió ningún daño. 6 Ellos esperaban que se hinchara o cayera muerto de repente; pero, después de esperar largo tiempo y ver que ningún mal le ocurría, cambiando de parecer decían que era algún dios. 7 En las cercanías de ese lugar había unas tierras pertenecientes al principal de la isla, que se llamaba Publio; este nos recibió y nos hospedó amablemente tres días. 8 Sucedió que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y disentería; entró Pablo donde él estaba, y tras orar, puso sobre él las manos y lo sanó. 9 Cuando esto sucedió, los demás de la isla que tenían enfermedades vinieron y fueron sanados. 10 También ellos nos manifestaron muchas atenciones; y cuando nos íbamos, nos dieron las cosas que necesitábamos.
El Evangelio en Roma
Romanos 1:9-15; 10:1-3; 11:1-11
11 Pasados tres meses, nos embarcamos en una nave alejandrina que había invernado en la isla, y que tenía por insignia los Dioscuros. 12 Abordamos en Siracusa y nos detuvimos allí tres días. 13 De ahí, siguiendo la costa, llegamos a Regio. Un día después se levantó un viento del sur, y llegamos al segundo día a Puteoli; 14 allí encontramos unos hermanos que nos invitaron a quedarnos con ellos siete días. Así fuimos llegando a Roma. 15 Los hermanos de esta ciudad, al oír todo lo que nos había ocurrido, vinieron a nuestro encuentro hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo. 16 Cuando entramos en Roma [el centurión entregó a los presos al prefecto de la guardia pretoriana], pero a Pablo le fue permitido habitar aparte, con un soldado que le custodiaba. 17 Tres días después Pablo convocó a los principales de los judíos y cuando se reunieron, les dijo: Yo, hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo o las costumbres de nuestros padres, fui apresado en Jerusalén y entregado en manos de los romanos; 18 ellos, cuando me interrogaron, querían dejarme en libertad; porque no hallaron en mí causa digna de muerte. 19 Como los judíos se oponían, me vi en la necesidad de apelar a César; pero no porque tenga algo de qué acusar a mi nación. 20 Por este motivo os llamé, para veros y hablar con vosotros; porque por la esperanza de Israel estoy encadenado. 21 Ellos le dijeron: Nosotros no hemos recibido cartas de Judea respecto a ti, ni ningún hermano de los que han venido ha contado o dicho mal de ti. 22 Pero deseamos oír de tu parte lo que piensas; porque sabemos que en todas partes se habla contra esta secta. 23 Habiéndole señalado un día, vinieron a él en gran número a su alojamiento; a ellos, desde la mañana hasta la tarde, les exponía y testificaba acerca del reino de Dios, tratando de convencerlos en relación con Jesús, a partir de la ley de Moisés y de los profetas. 24 Algunos quedaban convencidos de lo que se decía, y otros no creían. 25 Como no estaban de acuerdo entre ellos, se retiraron después de que Pablo les dijo una última palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a vuestros padres, 26 diciendo: «Ve a este pueblo y dile: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; 27 porque se ha endurecido el corazón de este pueblo, y sus oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con sus ojos, oigan con sus oídos, entiendan con el corazón, se conviertan, y yo los sane.» [Isaías 6:9-10] 28 Sabed, pues, que esta salvación de Dios es enviada a los gentiles; ellos la oirán. 29 [Cuando dijo estas cosas, los judíos se fueron y tuvieron gran discusión entre ellos.] 30 Pablo permaneció dos años enteros en su propia vivienda alquilada, y recibía a cuantos iban a verle, 31 predicando el reino de Dios y enseñando lo concerniente al Señor Jesucristo, con toda libertad, sin impedimento.