Hechos 10
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El Evangelio anunciado a los gentiles
Cornelio invita a Pedro a su casa
Isaías 56:6-7; Romanos 9:24-31
1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada Italiana, 2 hombre piadoso y temeroso de Dios, con toda su casa, que daba muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios continuamente. 3 Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, a un ángel de Dios que entraba donde él estaba y le decía: Cornelio. 4 Él, mirándolo fijamente y atemorizado, contestó: ¿Qué quieres, Señor? Y él le dijo: Tus oraciones y limosnas han subido como memorial ante Dios. 5 Ahora, envía hombres a Jope y haz venir a Simón, que es llamado Pedro; 6 se hospeda con un curtidor llamado Simón, que tiene una casa junto al mar. 7 Cuando se fue el ángel que le hablaba, llamó a dos criados y a un soldado piadoso, de los que continuamente le servían; 8 y explicándoles todo, los envió a Jope. 9 Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, hacia la hora sexta. 10 Y tuvo hambre y quería comer algo; pero mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis; 11 y vio el cielo abierto y como un gran mantel que descendía colgado de sus cuatro puntas, bajando sobre la tierra; 12 en el cual había toda clase de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. 13 Y oyó una voz que decía: Levántate, Pedro, mata y come. 14 Pedro contestó: De ninguna manera Señor; porque nunca he comido cosa inmunda o impura. 15 Oyó la voz por segunda vez: Lo que Dios purificó, no lo llames tú impuro. 16 Esto sucedió tres veces; y luego el mantel fue recogido en el cielo. 17 Mientras Pedro se preguntaba perplejo qué podía significar la visión que había tenido, los hombres enviados por Cornelio, habiendo preguntado por la casa de Simón, estaban delante de la puerta; 18 y llamando, preguntaron si Simón, llamado Pedro, se hospedaba allí. 19 Mientras Pedro meditaba sobre la visión, el Espíritu le dijo: Mira, tres hombres te buscan. 20 Levántate, baja y ve con ellos sin vacilar; porque yo los he enviado. 21 Descendió Pedro a donde estaban los hombres, y dijo: Aquí estoy, yo soy a quien buscáis, ¿cuál es la causa por la que habéis venido? 22 Ellos dijeron: Cornelio el centurión, hombre justo y temeroso de Dios, que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, fue avisado por un santo ángel para que vinieras a su casa y pudieran oír tus palabras. 23 Pedro los hizo entrar y los hospedó. Al día siguiente se levantó y se fue con ellos; y algunos hermanos de Jope lo acompañaron. 24 Un día después entraron en Cesarea. Cornelio los esperaba; había reunido a sus parientes y amigos íntimos. 25 Cuando Pedro entraba, Cornelio, salió a recibirlo, se postró a sus pies y lo adoró. 26 Pero Pedro lo levantó diciendo: Levántate, yo también soy hombre. 27 Conversando con él, entró y halló a muchos reunidos; 28 y les dijo: Vosotros sabéis que es cosa ilícita para un judío juntarse con un extranjero o entrar en su casa; pero Dios me ha mostrado que no debo llamar inmundo o impuro a ningún hombre; 29 por eso vine sin dudar al ser llamado. Os pregunto, pues, ¿por qué queríais que viniese? 30 Cornelio dijo: Hace cuatro días, como a esta hora, la novena, yo estaba orando en mi casa cuando un varón se puso delante de mí con vestiduras resplandecientes, 31 y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas recordadas delante de Dios. 32 Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón, llamado Pedro; él está hospedado en casa de Simón, curtidor, junto al mar. 33 Al instante envié por ti, y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en presencia de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado decirnos. 34 Pedro, tomando la palabra, dijo: En verdad, percibo que Dios no hace diferencia de personas; 35 sino que en cada nación el que le teme y practica justicia, es aceptado por él. 36 Dios envió la palabra a los hijos de Israel, predicando el evangelio de paz por medio de Jesucristo (el cual es Señor de todos). 37 Vosotros conocéis esta palabra publicada por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret; este anduvo haciendo el bien por todas partes y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. 39 Nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo, tanto en el país de los judíos como en Jerusalén; y lo mataron colgándolo en un madero. 40 A él, Dios lo resucitó al tercer día, y lo dio para que se manifestase, 41 no a todo el pueblo, sino a testigos previamente designados por Dios; a nosotros, que comimos y bebimos con él después de que resucitó de entre los muertos. 42 Y nos mandó predicar y testificar al pueblo que este es a quien Dios ha constituido Juez de vivos y muertos. 43 De este testifican todos los profetas, que todo aquel que en él cree, recibe perdón de pecados en su nombre. 44 Mientras Pedro estaba aún hablando estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el mensaje. 45 Los creyentes de la circuncisión que habían venido con Pedro quedaron asombrados de que sobre los gentiles también se derramara el don del Espíritu Santo; 46 porque los oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro dijo: 47 ¿Puede alguien negar el agua del bautismo a estos, quienes han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros? 48 Y mandó que fuesen bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedase con ellos.