Índice general
Ayuda al estudio de Santiago
: Autor Biblicom 49
Ayuda al estudio de la Palabra de Dios Serie:
1 - Introducción
El autor de esta epístola, Santiago (este nombre es una contracción castellanizada de dos palabras latinas, Sanctus Iacobus, es decir San Jacobo), pudo haber sido el hermano del Señor (Gál. 1:19) quien fue estimado como uno de los hermanos principales en Jerusalén (Gál. 2:9; Hec. 15:13). Él ciertamente conoció a muchos de los judíos de la dispersión que vinieron a Jerusalén para las fiestas (Hec. 2:5-11). Al escribirles, también escribió a todo el pueblo, ciertamente teniendo la misma preocupación por ellos que Pablo (Rom. 9:1-5). El pueblo judío, como tal, se mantenía siempre bajo el régimen de la Ley, y al principio mismo del cristianismo, los creyentes que procedían de él seguían apegados a la Ley, por lo que varias exhortaciones se refieren a ella. Otras exhortaciones son similares a las del «Sermón del Monte» dado por el Señor a las multitudes.
2 - Esquema de la Epístola
2.1 - Capítulo 1
Santiago se dirige a todo el pueblo de Dios (v. 1). Al estar bajo la disciplina divina, el pueblo estaba sometido a pruebas. Algunas de ellas eran permitidas para fortalecer la fe y producir la paciencia necesaria para caminar; debían ser motivo de gozo, en la medida en que llegaban a su meta (v. 2-4). Dios siempre está listo para acceder a las peticiones de los que tienen fe en Él (v. 5-8). El apóstol los anima a que se glorifiquen en la posición en la que Dios los colocaba y no en los bienes materiales que pasarán un día u otro (v. 9-11).
Los que soportaban la prueba eran bienaventurados, pero no debían ser confundidas las circunstancias que ponían a prueba la fe con las que provocan los deseos de la carne (v. 12-15). Dios, nuestro Padre celestial, no ofrece tales tentaciones, todo lo que nos da es bueno y perfecto (v. 16-18).
La carne a menudo corre el riesgo de manifestarse, por lo que debemos controlarla y tener cuidado con la Palabra de Dios que nos muestra lo que somos (v. 19-24). Una atenta consideración de las verdades del cristianismo nos llevará a ponerlas en práctica (cf. cap. 2), cuidando de contener la carne (cf. cap. 3), para que nuestro servicio por el Señor no sea en vano (v. 25-27).
2.2 - Capítulo 2
Santiago les exhorta a no hacer diferencias entre las personas, como hace el mundo, valorando a los ricos y despreciando a los pobres, sino a amar al prójimo, sea quien sea (v. 1-9). Él habla a sus conciencias, diciéndoles que si fallaban en este punto de la Ley, eran culpables de todos y por lo tanto transgresores de la Ley (v. 10-11). Debían colocarse bajo la Ley de la libertad cristiana, la cual usa la misericordia, y no la ley del Sinaí (v. 12-13).
Este amor por el prójimo debe concretarse en buenas obras. Ellas son los que dan testimonio ante los hombres de la realidad de la fe en nosotros (v. 14-26).
2.3 - Capítulo 3
Antes de querer enseñar a los demás, hay que empezar por dominar la lengua, ese pequeño miembro que puede hacer mucho daño (v. 1-8). Es inconcebible que la misma boca pronuncie bendiciones y maldiciones (v. 9-12). Para evitar esto, hay que seguir la sabiduría divina, que es pura y apacible, que conduce a la mansedumbre, y no la sabiduría humana, influenciada por Satanás, que conduce al desorden y a las disputas (v. 13-18).
2.4 - Capítulo 4
Desgraciadamente, las disputas internas caracterizaban a este pueblo. Esto se debía al hecho de que se habían distanciado e incluso se habían convertido en enemigos de Dios por su amor al mundo (v. 1-4). Dios solo podía resistirse a ellos. Tenían que reaccionar resistiendo al diablo que los guiaba a este camino (v. 5-7), y también purificándose y humillándose de su condición ante Dios (v. 8-10). Debían cuidarse de no juzgarse mutuamente, pues solo Dios conoce los motivos de los corazones (v. 11-12). Además, como Dios sabe todas las cosas, debían depender de él para todo, y no actuar como si pudieran controlar sus propias circunstancias (v. 13-17).
2.5 - Capítulo 5
Algunos solo pensaban en enriquecerse en la tierra, incluso a costa de sus hermanos; Santiago los condena severamente (v. 1-6). Luego exhorta a los que tenían pruebas a esperar con paciencia la venida del Señor, porque estaba cerca (v. 7-11), y a ser fieles a sus enseñanzas (v. 12). Entre los que tenían pruebas, habían enfermos; el apóstol exhorta a orar por ellos, pues la oración puede hacer mucho (v. 13-18). Finalmente, los anima a cuidar que nadie se desvíe de la verdad (v. 19-20).
3 - Algunos versículos clave
«Todo lo que nos es dado de bueno y todo don perfecto de arriba son, descienden del Padre de las luces, en quien no hay variación ni sombra de cambio» (1:17).
«La fe sin las obras está muerta» (2:26).
«La sabiduría de arriba primeramente es pura, luego pacífica…» (3:17)
«Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes» (4:6).
«Resistid al diablo, y huirá de vosotros» (4:7).
«Humillaos ante el Señor, y él os exaltará» (4:10).
«Dichosos los que soportan la prueba con paciencia» (5:11).
«La ferviente súplica del justo puede mucho» (5:16).