NACIÓN
gôy (1471, גוי), «nación; pueblo; gentiles». Fuera de la Biblia, este nombre se halla solo en los textos de Mari (acádicos) y tal vez en fenicio y púnico. El vocablo aparece unas 56 veces y durante todos los períodos del hebreo bíblico.
Gôy se refiere a un «pueblo» o a una «nación», casi siempre con matices de identidad cultural y de integridad territorial o gubernamental. Esta acepción se encuentra en las «fórmulas de promesa» por las que Dios promete a alguna persona hacer de él una «nación» grande, poderosa y numerosa (Gén. 12:2). Más adelante, estos adjetivos van a describir a los descendientes de quienes se acogen a la promesa (cf Núm. 14:12). O sea que gôy se refiere a un grupo de individuos que son una unidad en cuanto a origen, idioma, tierra, leyes y gobierno. Encontramos este énfasis la primera vez que aparece el término, en Gén. 10:5 RVA: «A partir de estos fueron pobladas las costas de las naciones, según sus territorios, cada una según su idioma, conforme a sus familias en sus naciones». En Deut. 4:6 se trata no de la unidad política y nacional, sino más bien de unidad religiosa, sabiduría, percepción, leyes justas y, en particular, de su relación con Dios: «Guardadlos, pues, y ponedlos por obra, porque esto es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales al oír de todas estas leyes dirán: ¡Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio y entendido!» No cabe duda de que todo esto se considera fruto de la elección divina (Deut. 4:32ss). La grandeza de Israel se debe a la grandeza de su Dios y a los grandes hechos que ha realizado en pro de este pueblo y a través de él.
El vocablo ˓am, «pueblo, nación», sugiere relaciones personales subjetivas que se fundamentan en antepasados comunes y/o un mutuo acuerdo, mientras que gôy sugiere un ente político con su propia tierra: «Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo» (Éx. 33:13). Con todo, gôy puede referirse a un pueblo sin mencionar su identidad territorial: «Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa» (Éx. 19:6 RVA).
A veces gôy es casi un término peyorativo que se aplica a grupos no israelitas, o sea, a los «gentiles»: «A vosotros os esparciré entre las naciones. Desenvainaré la espada» (Lev. 26:33 RVA). Sin embargo, esta expresión negativa no siempre está presente al hablar de los gentiles: «Porque desde la cumbre de las peñas lo veo; desde las colinas lo diviso. He aquí un pueblo que ha de habitar solitario y que no ha de ser contado entre las naciones» (Núm. 23:9 RVA). Por cierto, en aquellos contextos en que se habla de culto, los gôyim no son israelitas: «Temían a Jehová, pero servían a sus dioses, según las prácticas de los pueblos de donde habían sido trasladados» (2 Reyes 17:33 RVA). En pasajes como Deut. 4:38 gôyim se refiere específicamente a los pueblos que habitaban en Canaán antes de la conquista israelita. Israel debía mantenerse aparte y distanciarse de estos pueblos (Deut. 7:1) y ser un ejemplo de verdadera santidad delante de ellos (Deut. 4:6). Por otro lado, para ser una bendición a todas las naciones (Gén. 12:2), en su calidad de «nación» santa y reino de sacerdotes (Éx. 19:6), Israel tendría que servir de instrumento para declarar la salvación a las naciones (gentiles), hasta que reconozcan la soberanía de Dios (Isa. 60). En resumen, el Mesías es luz a las naciones (Isa. 49:6).