Ayuda al estudio de Ester


person Autor: E. P. VEDDER 3

library_books Serie: Ayuda al estudio de la Palabra de Dios


1 - Capítulo 1: Un suntuoso banquete

«Hizo el rey otro banquete por siete días en el patio del huerto del palacio real a todo el pueblo que había en Susa… Y daban a beber en vasos de oro… mucho vino real, de acuerdo con la generosidad del rey. Y la bebida era según esta ley: Que nadie fuese obligado a beber; porque así lo había mandado el rey a todos los mayordomos de su casa, que se hiciese según la voluntad de cada uno» (Ester 1:5, 7-8).

Históricamente, el libro de Ester se extiende por un período de unos 40 años entre los capítulos 6 y 7 de Esdras. Los eventos descritos en este libro tienen lugar entre los judíos que no regresaron a Jerusalén para reconstruir el templo en el lugar que el Señor había escogido «para hacer habitar allí su nombre» (Deut. 26:2). De la misma manera, muchos cristianos hoy en día son ignorantes o indiferentes en cuanto a cómo Dios desea que se reúnan alrededor del Señor Jesús.

Permaneciendo donde habían sido transportados, algunos de estos judíos prosperaron e incluso alcanzaron altas posiciones en la corte del rey. Están aislados en un mundo de placer y poder, un mundo peligroso donde el creyente que hace lo correcto ve su vida amenazada. En este libro de Ester, donde ni siquiera se menciona a Dios, donde no se escucha ninguna oración, Dios está sin embargo detrás de la escena, invisible, y es él quien guarda el control de la situación. Protege a los suyos, y dará al hombre «cuya honra desea el rey» (6:9) el lugar de la más alta autoridad para liberarlos.

Nuestro mundo actual es muy parecido al del Imperio medo-persa. No hay ningún otro libro en la Biblia donde veamos tanto lugar dado a la bebida. El rey Asuero, llamado Jerjes en la historia secular, pasó seis meses ofreciendo festividades a sus príncipes y altos oficiales, mientras reunía un enorme ejército para invadir Grecia y conquistar Europa. En este primer capítulo del libro de Ester, vemos este suntuoso banquete prolongarse de una semana con otra suntuosa comida para todo el pueblo que estaba en Susa, la capital. Las hermosas decoraciones están descritas, el vino fluye. Todo se hace para mostrar las riquezas, el esplendor y la gloria del rey, y para que el pueblo pueda disfrutar de todo tipo de placeres sensuales. ¡Cuán lejos es esto de los pensamientos de Dios y de su manera de obrar!

2 - Capítulo 1: El desafío sancionado

«Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se escriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella. Y el decreto que dicte el rey será oído en todo su reino, aunque es grande, y todas las mujeres darán honra a sus maridos» (Ester 1:19-20).

Mientras el rey Asuero celebraba un banquete para los hombres, su esposa, la reina Vasti, preparaba uno para las mujeres. El último día de este festín, el rey ordenó traer a la reina Vasti con la corona del reino para mostrar su belleza a los invitados reunidos. Pero Vasti se negó a venir. Furioso, el rey pregunta entonces a siete sabios, los ministros más cercanos a él, cómo esta afrenta y desobediencia de la reina puede ser castigada según la ley.

Memucán, uno de estos consejeros, llama la atención del rey sobre las desastrosas consecuencias que pueden resultar del comportamiento de la reina. Teme que todas las mujeres, al oír este incidente, empiecen a tratar a sus maridos con desprecio, justificando sus acciones por la actitud de la reina. Por lo tanto, sugiere que la reina sea destituida de su cargo y que su posición como reina sea dada a otra, mejor que ella. Esta propuesta complace al rey y es adoptada. Se enviaron cartas a todas las provincias para dar a conocer esta decisión del rey. Pero, ¿qué piensa Dios?

Luchas similares aún se libran hoy en día. Leyendo el capítulo 2 del Génesis, vemos que Dios creó a la mujer para que fuera una ayuda para el hombre. En el capítulo 3, la mujer está sujeta a su marido como resultado del hecho de que fue engañada por las mentiras de la serpiente y llevó a su marido a desobedecer a Dios.

En la Epístola a los Efesios se dice a las esposas que se sometan a sus maridos en todo, «como la iglesia está sometida a Cristo», y a los maridos que amen a sus esposas, «como también Cristo amó a la iglesia y se entregó sí mismo por ella» (5:22, 24-25). ¡Desafiar las instrucciones de Dios siempre lleva al desastre!

3 - Capítulo 2: Concurso de belleza

«Y [Mardoqueo] había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya… Ester también fue llevada a la casa del rey… Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase. Y cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a Ester, y cómo la trataban» (Esther 2:7-11).

Aquí descubrimos dos personajes principales del libro de Ester: Mardoqueo, un judío, y Ester, su prima huérfana a la que había adoptado como su hija. A lo largo del libro podemos ver la estrecha y afectuosa relación entre este hombre, empleado en la administración pública del imperio –«estaba sentado a la puerta del rey» (Ester 2:19)– y su hija adoptiva a la que amaba tiernamente, y que se lo devolvía bien. La Palabra de Dios da a los hijos la responsabilidad de honrar a sus padres durante toda su vida. Los padres piadosos seguramente amarán a sus hijos y nunca dejarán de buscar su bienestar.

Habían pasado cuatro años desde que Vasti había sido depuesta de su posición real. En la corte de los persas, vemos lo que aún caracteriza al mundo de hoy: el énfasis en la belleza y el sexo. Una hermosa chica virgen tenía que ser llevada al rey cada noche. A estas jóvenes se les daba todo lo que deseaban para hacerse atractivas. De entre ellas, el rey elegiría a su nueva reina. El premio de consolación sería formar parte del harén real, para el placer del rey. ¡Qué triste, y qué contrario a los criterios divinos de un matrimonio vivido en la piedad!

En ese país pagano, tan lejos del templo de Dios en Jerusalén, Ester es llevada al palacio, y allí se le dan cuidados de belleza de acuerdo a los requerimientos de la corte para pasar la noche con el rey. La actitud modesta y tranquila de Ester le gana el favor del chambelán responsable y de todos los que la ven. El rey la ama más que a ninguna otra mujer y le da el título de reina. Pero todo esto no ha cambiado su obediencia a las directivas de Mardoqueo.

4 - Capítulo 2: El rey es preservado

«En aquellos días, estando Mardoqueo sentado a la puerta del rey, se enojaron Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Asuero. Cuando Mardoqueo entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo. Se hizo investigación del asunto, y fue hallado cierto; por tanto, los dos eunucos fueron colgados en una horca. Y fue escrito el caso en el libro de las crónicas del rey. Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo honró» (Esther 2:21-23; 3:1).

¿Qué hacemos cuando descubrimos que alguien está tramando peligrosos planes contra otras personas? ¿Nos apartamos para protegernos de los problemas, contentos de que no sea nuestro asunto? ¿O hablamos con alguien que pueda arreglar el problema?

Es esta última alternativa la que eligió Mardoqueo. Le dijo a la reina Ester que dos guardias del palacio intentaban asesinar al rey. Ester informó de este plan a Asuero, mencionando que había sido informada por Mardoqueo. Se llevó a cabo una investigación, los culpables fueron castigados de acuerdo con las costumbres de la época, y el incidente quedó registrado en las crónicas del rey. En Santiago 4:17 leemos: «El que sabe hacer el bien y no lo hace, para él es un pecado».

¿No sería justo que tal acción fuera bien recompensada? Probablemente, pero no podemos esperar que siempre se haga lo correcto en este mundo. En lugar de recompensar a Mardoqueo, el rey le da honores a Amán el agagueo, colocando su asiento «sobre todos los príncipes que estaban con él» y exigiendo que todos se inclinen y se postren ante él (3:1-2). Ahora Agag era el título de los reyes de Amalec, los enemigos de larga data de Israel. Dios había jurado que «tendrá guerra con Amalec de generación en generación» (Éx. 17:16). Por lo tanto, el mundo no siempre recompensa a la persona adecuada. Pero ¿qué importa, si lo que estamos haciendo es justo delante de Dios?

Mardoqueo había mostrado gran afecto a Ester, la joven huérfana. También había mostrado una gran lealtad al rey. Y ahora iba a mostrar una gran lealtad a Dios, arriesgando su vida poniendo la Palabra de Dios por encima de la de los hombres.

5 - Capítulo 3: Planes para un genocidio

«Mardoqueo… había declarado que era judío. Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y se llenó de ira. Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo» (Esther 3:4-6).

En el libro de Esther, no se menciona nada negativo sobre Mardoqueo. En este sentido, es una débil imagen de nuestro Señor Jesucristo, aunque sabemos que el Señor Jesús es mucho más grande que todos los que lo representan o nos hacen pensar en él en la Palabra. ¡Es el único a quien Dios abrió los cielos para declarar que encontró placer en él!

Fiel a su Dios, Mardoqueo se negó a inclinarse ante Amán, descendiente de los reyes amalecitas, y de someterse ante él. En esto actúa a imagen del Señor: cuando Satanás le tentó para que se postrara ante él, Jesús rechazó categóricamente su perversa propuesta, citando las Escrituras. Cuando se le dice que se postre y se le pregunta por qué no quiere hacerlo, Mardoqueo declara que es porque es judío. Esto es reportado a Amán y desencadena su furia. Despreciando atacar solo a Mardoqueo, Amán decide destruir a todos los judíos del reino, el pueblo de Mardoqueo. Después de echar a suertes para determinar un día favorable para llevar a cabo su malvado plan, Amán ofrece al rey una enorme suma de dinero para garantizar la autorización de este genocidio. El rey da su consentimiento muy libremente, y Amán envía cartas a tal efecto a todo el Imperio persa.

Como nos muestra Apocalipsis 12 en un lenguaje simbólico, la persecución de Satanás contra los judíos proviene del hecho de que son el pueblo de nuestro Señor Jesús, el objeto supremo de su odio. Los judíos, el pueblo terrenal de Jesús, han sido a menudo el blanco del odio asesino del diablo. La historia abunda en los intentos de Satanás de exterminar a este pueblo. Pero Dios los ha hecho fracasar todos.

6 - Capítulo 4: Lágrimas sinceras

«Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor» (Ester 4:1).

«Cuando [Jesús] estuvo cerca, al ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: ¡Si tú supieras, al menos en este día tuyo, lo que te conduciría a la paz!… no conociste el tiempo de tu visitación» (Lucas 19:41-42, 44).

El decreto para la eliminación de los judíos fue escrito, sellado con el anillo del rey, y enviado a todas las provincias. «Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos» (Ester 4:3). Mardoqueo, cuya fidelidad había llevado a Amán a promulgar este odioso decreto, se lamentó con profunda angustia, yendo a la ciudad e incluso bajo el palacio del rey para pronunciar «un grande y amargo clamor». Rechaza las vestiduras que Ester le envió para reemplazar su silicio, y le informa de lo que ha pasado. Él mismo no puede hacer nada más, pero le implora a Ester que suplique por su pueblo al rey. Ella acepta, aunque arriesgue su vida.

De la misma manera vemos a nuestro Señor Jesús, en su último viaje a Jerusalén, llorando por esta ciudad y su futuro al acercarse a ella. Había llegado «a lo suyo y los suyos no lo recibieron» (Juan 1:11). No conocieron la hora en que fueron visitados por el Señor. Sus líderes lo odiaban «sin causa» (Sal. 35:19; Juan 15:25) y luego conspiraron para matarlo (Jer. 11:19). Ellos mismos pronunciaron una terrible maldición sobre su pueblo: «¡Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!» (Mat. 27:25). ¡Qué horrible destino les esperaba! Entonces no habría nadie a quien recurrir. Pero, en su amor, Jesús, a diferencia de Mardoqueo, ¡siguió su camino, sin volver atrás, para dejar su vida por sus enemigos, y por todos nosotros!

7 - Capítulos 4-5: El compromiso de la fe

«Ester dijo… Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca» (Ester 4:15-16).

«Y le dijo Zeres su mujer y todos sus amigos [a Amán]: Hagan una horca de cincuenta codos de altura, y mañana di al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete» (Ester 5:14).

Mardoqueo le había dicho a Ester que no debía pensar que, gracias a su posición como reina, escaparía de la muerte que esperaba a los judíos. Y preguntó: «¿Quién sabe si para esta hora has llegado al reino?» (4:14). Ester reacciona positivamente a su llamada, y le pide que ayune por ella con los judíos de Susa, ya que ella va a ir hacia el rey y arriesgar su vida.

Unos días después, Amán llega a su casa muy radiante: se jacta de haber tenido el extraordinario honor de ser invitado, junto con el rey, a un banquete en el palacio de la reina Ester. Añade que al día siguiente debe volver allí, pero que su placer se vio arruinado al ver a Mardoqueo negarse a levantarse e inclinarse ante él. Su esposa y amigos le aconsejan que prepare una horca, y que obtenga permiso del rey para colgar a Mardoqueo allí, antes de ir alegremente al festín con el rey.

Un consejo tan malo siempre viene de aquel de quien nuestro Señor dijo: «Fue homicida desde el principio», y viene a «hurtar, matar y destruir» (Juan 8:44; 10:10). La vida humana no tiene ningún precio para él. ¡Cuántas vidas inocentes han sido sacrificadas en este mundo por hombres despiadados, hambrientos de poder e inspirados por Satanás!

¡Qué diferencia con nuestra Señor! ¡No solo arriesgó su vida, sino que la dio para que pudiéramos tener vida eterna! Que entonces renunciemos a nosotros mismos (Lucas 9:23) y a lo que tenemos (14:33) –lo que el ayuno simboliza– y oremos fervientemente para que muchos pecadores vuelvan a confiar en Cristo como su Salvador.

8 - Capítulo 6: Funciones invertidas

«Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey?… Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey» (Esther 6:6-9).

Encontramos cuatro veces en los versículos anteriores, y de nuevo en el siguiente, esta maravillosa palabra: «al varón cuya honra desea el rey». Nos hace pensar en alguien más grande que Mardoqueo, a quien Dios se deleita en honrar. Dios glorificó a nuestro Señor Jesús, que se humilló hasta la muerte, y a la misma muerte de la cruz (Fil. 2:8). Dios le ha hecho sentar a su diestra, y le enviará de nuevo a este mundo para que sea honrado públicamente, donde una vez fue rechazado y crucificado.

El rey y Amán asistieron a la fiesta de Ester. El rey preguntó qué podía hacer por ella. Ester invitó al rey y a Amán a otro banquete al día siguiente, y prometió hacer su petición entonces. Dios trabaja de una manera maravillosa. El rey no puede dormir esa noche. En lugar de pedir entretenimiento, ordena que le lean los anales del reino. Se le lee el relato de cómo Mardoqueo salvó la vida del rey, pero no se menciona ninguna recompensa. En ese momento, Amán entra para pedir permiso para colgar a Mardoqueo en la horca que ha hecho. Pero antes de poder expresar esta petición, el rey hace su pregunta: «¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey?». Pensando que el rey está hablando de él, Amán responde mostrando su vanidad. El rey le ordena entonces que haga a Mardoqueo, el judío, todo lo que acaba de sugerir (v. 10). ¡Admiramos cómo Dios dirige perfectamente las circunstancias y su orden en el tiempo!

9 - Capítulo 7: ¡El enemigo atrapado en la trampa!

«Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. Porque hemos sido vendidos… para ser destruidos, para ser muertos y exterminados… Respondió el rey Asuero… ¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer esto? Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina» (Esther 7:3-6).

El día no le fue bien al primer ministro Amán. Temprano, fue al palacio real con la intención de obtener el acuerdo del rey para colgar a Mardoqueo. En cambio, se le ordenó hacer desfilar a Mardoqueo por las calles de la ciudad, vestido con ropas reales, montado en el caballo del rey, proclamando que es el hombre al que el rey le gusta honrar. Después de hacerlo, Amán se apresura a volver a su casa, triste y desanimado, pero su esposa y amigos no le dan ningún consuelo; en cambio, predicen su caída. Entonces se le llama para que se apresure a la fiesta de Ester. ¡Se suponía que debía mostrase feliz en presencia de rey!

En el festín, el rey vuelve a preguntar a Ester cuál es su petición. Para la terrible sorpresa de Amán, Ester dice que ella y su pueblo están destinados a ser aniquilados, y ruega por su salvación. Cuando el rey pregunta quién es el autor de esta odiosa acción, Ester acusa al primer ministro. «Es este malvado Amán», dice. Furioso, el rey sale al jardín del palacio. Y cuando regresa a la habitación de la fiesta, ve a Amán, rogando por su vida, caído en el sofá donde está Ester. En su furia el rey ordena que Amán sea colgado de la horca que había preparado para Mardoqueo (v. 9). ¡Qué día!

Cuando el Señor Jesús regrese, al final de la «gran tribulación» (Mat. 24:21), pondrá rápidamente fin al poder del Anticristo (1 Juan 2:18). Este hombre malvado y su aliado, la primera bestia de Apocalipsis 13, serán lanzados vivos al lago de fuego (Apoc. 20:10). ¡En verdad, el que se exalta a sí mismo será humillado (véase Mat. 23:12)!

10 - Capítulo 8: La liberación frente a las amenazas

«Se quitó el rey el anillo que recogió de Amán, y lo dio a Mardoqueo… Respondió el rey Asuero a la reina Ester y a Mardoqueo el judío:… Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey… que el rey daba facultad a los judíos que estaban en todas las ciudades, para que se reuniesen y estuviesen a la defensa de su vida, prontos a destruir, y matar, y acabar con toda fuerza armada del pueblo o provincia que viniese contra ellos» (Ester 8:2, 7-8, 11).

El «malvado Amán» (Ester 7:6) fue colgado del poste que había preparado para colgar a Mardoqueo. Pero el decreto asesino de Amán seguía vigente, ya que las leyes del Imperio persa no podían ser anuladas o cambiadas. Dios nos dice que el cielo y la tierra pasarán, pero que su Palabra permanecerá para siempre en el cielo (Mat. 24:35). Cuando un hombre trata de tomar el lugar de Dios, diciendo que lo que ha decidido no puede ser cambiado, como lo hacían los reyes de Persia, está condenado a la ruina y al fracaso porque no puede prever el futuro.

Ester dio a conocer que era pariente de Mardoqueo y fue entre lágrimas que le rogó al rey que revocara las cartas que Amán había enviado amenazando a los judíos. El rey no podía revocar lo que se había decidido en su nombre, pero dio permiso a Mardoqueo y a Ester para escribir en nuevas cartas lo que consideraran bueno, y enviarlas por todo el imperio, en su nombre, sellándolas con su anillo. Estas cartas autorizaban a los judíos a proteger sus vidas, sus esposas e hijos, y a saquear los bienes de sus enemigos, el mismo día que se había fijado para su propia destrucción.

Así que Dios, cuyo nombre no se menciona abiertamente en este libro, ha actuado maravillosamente para proteger a su pueblo terrenal. En Zacarías 2:8, hace saber a las naciones que saquean a su pueblo que quien toca a Israel «toca a la niña de su ojo». A pesar de todas las infidelidades de los hijos de Israel, el amor de Dios por ellos nunca ha cambiado. Cuando vemos la forma en que cuidó de su pueblo, ¿dudaríamos los cristianos de hoy en día de su fiel cuidado a favor nuestro? Somos su pueblo celestial, por el que Cristo «se dio» (Tito 2:14). Dijo: «No te dejaré, ni te desampararé» (Hebr. 13:5; Josué 1:5).

11 - Capítulo 8-9: El recuerdo

«Salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul y blanco, y una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura. La ciudad de Susa entonces se alegró y regocijó…» (Esther 8:15; 9:20-22).

¡Con qué rapidez pueden ocurrir cambios extraordinarios! Mardoqueo, de quien se hablaba de ser colgado esa misma mañana, se convirtió en el hombre al que el rey le gusta honrar. Amán, que quería su muerte, tuvo que llevarlo por las calles de la ciudad, vestido con el manto real y montado en el caballo del rey (véase Ester 6:9). La odiosa conspiración de Amán fue desenmascarada y él fue colgado. Mardoqueo fue promovido a la posición más alta del reino. A la ley que ordenaba el exterminio de los judíos, Mardoqueo y Ester habían añadido otra ley que les permitía defenderse de sus enemigos y confiscar sus propiedades.

Mardoqueo deja ahora la presencia del rey, vestido con una suntuosa vestimenta real y llevando una gran corona de oro. Los judíos están gritando de alegría y están gozosos; ¡su luto ha pasado! Ha dejado paso a la luz, a la alegría y al honor. El mismo día previsto para que la carta de amenaza de muerte se pusiera en práctica, 500 enemigos fueron matados en Susa y 300 al día siguiente, junto con 75.000 en el resto del imperio (9:6, 15-16).

¡Aunque su nombre no sea mencionado en este libro de Ester, Dios ha actuado poderosamente! Ama a su pueblo con un amor eterno. Él cuida fielmente de los suyos. Mardoqueo y Ester escribieron entonces a todos los judíos pidiéndoles que establecieran la fiesta anual de Purim para conmemorar esta gran liberación. Nosotros también, hemos conocido una gran liberación: podemos celebrarla y recordarla en memoria de Aquel que la llevó a cabo por nosotros, tal como los judíos de esa época habían establecido el memorial.

12 - Capítulo 10: La grandeza de Mardoqueo

«Todos los hechos de su poder y autoridad, y el relato sobre la grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia? Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje» (Esther 10:2-3).

Estos versículos que terminan el libro de Ester dirigen nuestra mirada a Aquel que está en el centro de toda la Biblia y que, en verdad, es el centro de todos los planes de Dios. En este pequeño libro de diez cortos capítulos, el primer carácter de Mardoqueo que se nos presenta es su afecto por Ester, su hija adoptiva. Su lealtad al rey que Dios había puesto en el trono del gran imperio medo-persa, se demostró entonces cuando le salvó la vida. Cuando los decretos reales entraban en conflicto con la voluntad de Dios, Mardoqueo eligió obedecer a Dios en vez de al hombre (Hec. 5:29). Y cuando el pueblo de Dios fue amenazado de exterminio debido a la fidelidad de Mardoqueo, su corazón se conmovió profundamente e hizo que toda la soberanía de Dios anulara los planes criminales de Amán. Le dio el lugar de poder y de autoridad –el que Amán había ocupado hasta entonces– a aquel que Él, como el rey, le agradaba honrar (Ester 6:7). Y Amán, el adversario, una imagen del diablo, fue colgado.

Mardoqueo es a menudo llamado «Mardoqueo el judío». Como José, había sido puesto a la cabeza del reino por un rey de las naciones. Esto nos recuerda cómo todo estará sujeto al Señor Jesús durante su reinado milenario en la tierra. Ya podemos leer la descripción de la grandeza de nuestro Señor en las páginas de la Palabra de Dios que, a diferencia de las crónicas humanas, «Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos» (Sal. 119:89). Según la imagen que Mardoqueo nos da de él, será grande y será bien recibido por sus hermanos judíos. Entonces reinará con justicia sobre toda la tierra como «Rey de reyes y Señor de señores» (Apoc. 19:16). ¡Que este día de gloria sea cercano!

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