REINAR
A - Verbo
malak (4427, מָלךְ), «reinar, ser rey (o reina)». Esta raíz se encuentra en la mayoría de las lenguas semíticas, aunque significa «asesoramiento» y «consejo» en acádico (y arameo bíblico) y «poseer» exclusivamente en etiópico (y antiguo arábigo meridional). En las lenguas semíticas septentrionales la raíz tiene una acepción común. La forma verbal se encuentra en todos los períodos del hebreo y 350 veces en la Biblia.
Básicamente el término se refiere a cumplir las funciones de un gobernante en relación con sus súbditos. Una posición como esta involucraba las funciones de comandante en jefe del ejército, jefe ejecutivo y una figura religiosa importante, cuando no suprema. El rey era la cabeza de su pueblo; perder su vida en el campo de batalla significaba la dispersión del ejército hasta que se nombrase otro rey. La primera vez que aparece malak es en Gén. 36:31 (RVA): «Estos fueron los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que hubiese rey de los hijos de Israel». El rey «reinaba» en calidad de representante sobre la tierra del dios (o de Dios) al que se le reconocía como el verdadero rey. Por esta razón, se le consideraba hijo de dios (o de Dios). Este mismo concepto se tenía en Israel (Sal. 2:6). También en Israel Dios era Rey: «Jehová reinará eternamente y para siempre» (Éx. 15:18). El hecho que el mismo término se use en cuanto a la gestión de una reina demuestra que se refiere a la función de cualquier persona que ocupa el cargo de rey: «Y estuvo escondido con ella en la casa de Jehovah seis años. Entre tanto, Atalía reinaba en el país» (2 Reyes 11:3 RVA).
Malak puede usarse en el sentido de «hacerse rey o que lo hagan rey»: «Murió Bela, y reinó en su lugar Jobab hijo de Zera, de Bosra» (Gén. 36:33). El mismo término se usa para hablar del «reinado» de un monarca: «Había ya Saúl reinado un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel» (1 Sam. 13:1; cf. Prov. 30:22). Por último, el verbo indica aceptar el título de reina (o rey), sin referencia a autoridad política y militar. Por eso dice: «La doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti» (Est. 2:4).