PUERTA, ENTRADA

A - Nombre

sha˒ar (8179, שַעַַר), «pórtico». El nombre tiene cognados en ugarítico, arábigo, moabita, arameo y fenicio. Aparecen unos 370 casos en la Biblia hebrea y en todos los períodos.

Básicamente, el término se refiere a la estructura que cierra y enmarca una abertura grande a través de una pared, o bien la barrera que personas y sus cosas atraviesan para entrar en un recinto cerrado. El «pórtico» de una ciudad a menudo consistía de una estructura fortificada más gruesa que los muros. Este sería el caso particular de las ciudades fuertes y bien fortificadas, como vemos en la primera cita con el término: «Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer. Lot estaba sentado junto a la puerta de Sodoma» (Gén. 19:1 RVA). Por lo general, dentro de la mayoría de las ciudades principales había ciudadelas muy fortificadas con sus «pórticos» (Neh. 2:8). Ciertos «pórticos» tenían apenas el espesor de una cortina: «Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos» (Éx. 27:16 LBA). Más tarde, el templo tendría grandes aberturas entre sus varios patios: «Ponte de pie junto a la puerta de la casa de Jehová y proclama allí esta palabra. Diles: Oíd la palabra de Jehová, todos los de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Jehová» (Jer. 7:2 RVA).

En Éx. 32:26 se habla de una entrada («puerta») de la barrera del campamento provisional de Israel al pie del Sinaí. Campamentos como este generalmente se protegían con barreras de tierra y/o rocas. Las antiguas ciudades fortificadas necesitaban encontrar fuentes de agua que les abastecieran durante períodos de sitio y a veces se construían diques. Al parecer, Nah. 2:6 (RVA) se refiere a uno de estos diques cuando dice: «Las compuertas de los canales habrán sido abiertas, y el palacio quedará arrasado». Tanto el bajo mundo (Job 38:17) como el cielo, la morada de Dios (Gén. 28:17), se describen como ciudades con «pórticos».

Las «puertas» de las ciudades antiguas a veces encerraban plazas públicas o se situaban frente a ellas (2 Cr. 32:6). Las entradas (2 Cr. 23:15) podían asegurarse con puertas pesadas que se sostenían con bisagras bien afianzadas en pilares y reforzadas con barrotes (Jueces 16:3; cf. Sal. 147:13; Neh. 3:3). Los palacios llegaban a ser ciudadelas con sus propias «puertas» bien fortificadas de tamaño suficiente como para que cupieran encima de ellas espaciosos recintos que los guerreros ocupaban durante los sitios. También servían para acuartelar a los guardianes de la ciudad (Ezeq. 40:7). A un cuarto como este ascendió David para llorar la muerte de su hijo Absalón (2 Sam. 18:33). Los cuartos contiguos a las «puertas» podían usarse como almacenes de víveres para los sitios (Neh. 12:25).

Los tribunales locales se convocaban ante las «puertas» de las ciudades: «Si tal hombre no quiere tomar a su cuñada, entonces su cuñada irá a los ancianos, a la puerta de la ciudad, y dirá: Mi cuñado rehúsa» (Deut. 25:7 RVA). A veces era ante las «puertas» que se dictaminaban las sentencias: «Los aventaré con aventador en las puertas del país; los privaré de hijos. Destruiré a mi pueblo» (Jer. 15:7 RVA). En este pasaje toda la tierra de Israel se trata como una ciudad a cuyas «puertas» Dios llevó a los culpables para juicio, sentencia y castigo.

La frase «dentro de las puertas» significa «dentro del recinto». Por tanto, «el forastero que está dentro de tus puertas» es un extranjero que vive permanentemente en una de las ciudades de Israel (Éx. 20:10). En pasajes como Deut. 12:15 (LBA), esta misma frase quiere decir «dondequiera que vivas»: «Sin embargo, podrás matar y comer carne dentro de todas tus puertas».

petaj (6607, פֶתַַח), «puerta; abertura; entrada». Este vocablo aparece 164 veces en hebreo bíblico y en todos los períodos.

Petaj se refiere básicamente a la «abertura por la que se entra en un edificio, una tienda, torre (fortaleza) o ciudad». Abraham estaba sentado a la «puerta» de su tienda resguardándose del calor del día cuando sus tres visitantes celestiales aparecieron (Gén. 18:1). Lot se encontró con los hombres de Sodoma a la «puerta, y cerró la puerta tras sí» (Gén. 19:6). Los edificios mayores tenían puertas más grandes, por lo que en Gén. 43:19, petaj puede traducirse con el término más general de «entrada». Asimismo, en Gén. 38:14: «Se puso [Tamar] a la entrada». Por eso, petaj se refería tanto a un lugar donde sentarse (ubicación) como al espacio por donde entrar (un pasaje): «El altar del incienso y sus varas; el aceite de la unción y el incienso aromático; la cortina de la puerta para la entrada del tabernáculo» (Éx. 35:15).

Hay unos cuantos ejemplos de petaj que son dignos de mención. Por lo general, el término se refiere a una parte planificada de alguna construcción, morada, casa o edificio; sin embargo, en Ezeq. 8:8 se indica una «entrada» que no estaba en los planes originales: «Y cavé en la pared, y he aquí una puerta». Obviamente, no se trata propiamente de una puerta. El vocablo puede referirse a la «entrada» de una cueva, como cuando Elías oyó el suave soplo que señalaba el fin de un violento fenómeno natural: «Cubrió su cara con su manto, y salió y estuvo de pie a la entrada de la cueva» (1 Reyes 19:13 RVA). En plural, petaj a veces indica las mismas «puertas de una ciudad»: «Sus puertas [de Sion] lamentarán y se enlutarán» (Isa. 3:26 RVA). Esta forma del nombre se usa también para denotar los labios; por ejemplo, en Miq. 7:5 el profeta lamenta la pésima moral de su pueblo y aconseja a sus oyentes a no confiar en nadie, aconsejándoles a guardar sus labios (lit., las «aberturas» de sus bocas).

La primera vez que se usa, petaj sirve de metáfora. El corazón de los hombres se describe como una casa o edificio a cuya «entrada» acecha el diablo listo para subyugarlo totalmente y destruir a su morador (Gén. 4:7).

B - Verbo

pataj (6605, פָתַַח), «abrir». El verbo, que aparece 132 veces en el Antiguo Testamento, tiene cognados en ugarítico, acádico, arábigo y etiópico. La primera vez que se encuentra es en Gén. 7:11.

Aunque la acepción básica de paraj es «abrir», el término adquiere significados más amplios como «hacer fluir», «poner a la venta», «conquistar», «rendirse», «desenvainar espada», «resolver [un acertijo]», «liberar». Asociado con min, la palabra se transforma en «privar».

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