INIQUIDAD

A - Verbo

˓awa (5753, עָוָָה), «hacer iniquidad». Este verbo se encuentra en la Biblia 17 veces. En arábigo tiene el significado de «doblar» o «desviarse del camino». ˓Awah se usa a menudo como sinónimo de jata, «pecar», como en Sal. 106:6: «Hemos pecado [jata] como nuestros padres; hemos hecho iniquidad [˓awah]; hemos actuado impíamente [rasha˓]» (RVA).

B - Nombres

˓awon (5771, עַַון), «iniquidad; culpa; castigo». Este nombre, que se encuentra 231 veces en el Antiguo Testamento, se limita al hebreo y arameo bíblico. Los libros proféticos y poéticos usan ˓awon con frecuencia. En todo el Pentateuco hay unos 50 casos del vocablo. Además, el uso en los libros históricos es infrecuente. La primera enunciación de ˓awon proviene de los labios de Caín, con la connotación especial de «castigo»: «Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado» (Gén. 4:13).

El significado básico de ˓awon es «iniquidad». El término indica una ofensa, intencional o no, en contra de la Ley de Dios. Posee el mismo significado veterotestamentario fundamental con jatta˒t, «pecado», por lo que los vocablos jatta˒t y ˓awon son virtualmente sinónimos: «He aquí que esto [el carbón encendido] ha tocado tus labios [los de Isaías]; tu culpa [˓awon] ha sido quitada, y tu pecado [jatta˒t] ha sido perdonado (Isa. 6:7 RVA).

La «iniquidad» merece castigo porque es una ofensa a la santidad de Dios. Se advierte que Dios castiga nuestras transgresiones: «Cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera» (Jer. 31:30). Hay además un sentido colectivo en que el uno es responsable por los muchos: «No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen» (Éx. 20:5 RVA). Ninguna generación, no obstante, debe considerarse bajo el juicio de Dios por la «iniquidad» de otra generación: «Y si preguntáis: ¿Por qué es que el hijo no cargará con el pecado de su padre? Es porque el hijo practicó el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los puso por obra; por eso vivirá. El alma que peca, esa morirá. El hijo no cargará con el pecado del padre, ni el padre cargará con el pecado del hijo. La justicia del justo será sobre él, y la injusticia del impío será sobre él» (Ezeq. 18:19-20 RVA).

Israel fue llevada al cautiverio por los pecados de los padres y los suyos: «Las naciones sabrán también que la casa de Israel fue llevada cautiva por causa de su pecado. Porque se rebelaron contra mí, yo escondí de ellos mi rostro y los entregué en mano de sus enemigos; y todos ellos cayeron a espada» (Ezeq. 39:23 RVA).

A pesar de la seriedad con que Dios trata la «iniquidad» dentro de la relación del pacto entre Él y su pueblo, se le recuerda al pueblo que Él es el Dios viviente y que está dispuesto a perdonar la «iniquidad»: «¡Jehová, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación!» (Éx. 34:67 RVA). Dios requiere confesión de pecado: «Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis rebeliones a Jehová y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Sal. 32:5 RVA); Él también espera una actitud de confianza y fe cuando le pedimos con humildad: «Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado» (Sal. 51:2).

En Isa. 53 aprendemos que Dios colocó sobre Jesucristo nuestras «iniquidades» (v. 6), para que Él, herido por nuestras «iniquidades» (v. 5), justificara los que en Él creyeren: «Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho: por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre sí las iniquidades de ellos» (Isa. 53:11 NRV).

El sentido de ˓awon abarca las dimensiones de pecado, juicio y «castigo» por el pecado. El Antiguo Testamento enseña que el perdón divino de nuestra «iniquidad» incluye el propio pecado, la culpa del pecado, el juicio de Dios sobre este pecado y el castigo divino por el pecado: «Bienaventurado el hombre a quien Jehová no atribuye iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño» (Sal. 32:2 RVA).

En la Septuaginta el vocablo tiene las siguientes acepciones: adikia («maldad; iniquidad»); hamartia («pecado; error») y anomia («sin ley; anarquía»). En las traducciones en castellano (sobre todo en las protestantes) el término «iniquidad» es bastante uniforme, aunque también se encuentra el vocablo «pecado» y términos más especializados como «culpa», «delito», «maldad» y «falta» (particularmente en traducciones católicas).

˒awen (205, אוֶן), «iniquidad; infortunio, desgracia». Este nombre se deriva de una raíz que significa «fuerte», y que se encuentra únicamente en las lenguas semíticas nordoccidentales. El término aparece unas 80 veces y casi exclusivamente en lenguaje profético-poético. Isaías se destaca por su uso del vocablo. La primera vez que se encuentra es en Núm. 23:21: «Él no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto maldad en Israel. Jehová su Dios está con él; en medio de él hay júbilo de rey» (RVA).

La acepción «desgracia» o «infortunio» se pone de manifiesto en las maquinaciones de los malos en contra de los justos: «Si alguien viene a verme, habla mentira. Su corazón acumula iniquidad para sí, y saliendo afuera, lo divulga» (Sal. 41:6 RVA). ˒Awen en este sentido es sinónimo de ˒êd, «desastre» (Job 18:12). En un sentido muy real ˒awen es parte de la existencia humana, y como tal el vocablo es idéntico a ˓amall, «trabajo», como en Sal. 90:10: «Los días de nuestra vida son setenta años; y en los más robustos, ochenta años. La mayor parte de ellos es duro trabajo y vanidad; pronto pasan, y volamos» (RVA).

˒Awen, en un sentido más profundo, caracteriza el estilo de vida de los que no tienen a Dios: «Porque el vil habla vilezas; su corazón trama la iniquidad para practicar la impiedad y hablar perversidades contra Jehová, a fin de dejar vacía al alma hambrienta y privar de bebida al sediento» (Isa. 32:6 RVA). El ser del hombre se ha corrompido por la «iniquidad». Aunque toda la humanidad está sujeta a ˒awen («trabajo, afán»), hay quienes se deleitan en causar dificultades y «desgracias» para otros, tramando, mintiendo y comportándose engañosamente. El salmista describe la iniquidad como estilo de vida de la siguiente manera: «He aquí que gesta maldad, concibe afanes y da a luz mentira» (Sal. 7:14 RVA; cf. Job 15:35).

Aquellos que participan en las obras de las tinieblas son «obreros de iniquidad», hacedores de maldad o causantes de «desgracia» y desastre. ˒Awen tiene sinónimos que comunican este sentido: ra˓, «maldad», y rasha˓, «malos» (antónimos de «rectitud» y «justicia»). Ellos buscan la perdición de los justos (Sal. 141:9). Entre Sal. 5:5 y 141:9 el número de alusiones a «los que obran iniquidad» llega a 16 (cf. «Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad», Sal. 5:5). En el contexto de este pasaje, el mal del que se habla es mentira, derramamiento de sangre y engaño (v. 6). El aspecto calificativo de «iniquidad» llega a su máxima expresión en los verbos que acompañan a ˒awen. Los malos obran, hablan, engendran, piensan, conciben, recogen, cosechan y aran ˒awen. La «iniquidad» se manifiesta en la «desgracia» e «infortunio» que sobreviene a los justos. A la larga, cuando las fiestas religiosas de Israel (Isa. 1:13) y sus leyes (Isa. 10:1) se vieron afectadas por su estilo de vida apóstata, acabaron actuando y viviendo como los gentiles. La esperanza profética se afianzó en el período posterior a la purificación de Israel, cuando el reino mesiánico traería una era de justicia y rectitud (Isa. 32) y la vanidad e impiedad de los malos se pondría de manifiesto.

La Septuaginta tiene varias traducciones: anomia («sin ley»); kopos («trabajo; obra; afán»); mataios («vacío; estéril; vano; impotente»); poneria («maldad; malicia; injusticia»); y adikia («impiedad; maldad; injusticia»). Las revisiones de la RV favorecen las siguientes traducciones: «iniquidad; vanidad; impiedad».

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