CERRAR
sagar (5462, סגַַר), «cerrar, clausurar, encerrar o aprisionar». El verbo se encuentra tanto en antiguo ugarítico como en hebreo antiguo y moderno. Se encuentra unas 80 veces en el texto del Antiguo Testamento hebraico. Sagar se usa por primera vez en el Antiguo Testamento en el relato de la creación de la mujer de la costilla de un hombre: «Entonces Jehová Dios… cerró la carne en su lugar» (Gén. 2:21).
El uso más generalizado del verbo indica el «cierre» de puertas y portones; se usa muchas veces en este sentido (Gén. 19:10; Jos. 2:7). Los usos más especializados son: la gordura que cerró la hoja de un puñal (Jueces 3:22 LBA) y el cierre de una brecha en los muros de una ciudad (1 Reyes 11:27).
En sentido figurado los seres humanos pueden «cerrar sus entrañas» (Sal. 17:10 NBE; «cierran su corazón» NRV; «cerrados en su grasa» BJ; «protegidos con su propio sebo» RVA; «envueltos están en su gordura» RV-95). La «gordura» representa un corazón no arrepentido. En los libros de Samuel, sagar tiene el sentido especial de «entregar», o sea, que todas las vías de escape «están cerradas»: «Jehová te entregará hoy en mi mano» (1 Sam. 17:46; cf. 1 Sam. 24:18; 26:8; 2 Sam. 18:28).
En Lev. 13 - 14, donde el sacerdote actúa como un inspector médico de enfermedades contagiosas, sagar se usa un número de veces con el sentido de «aislar, encerrar» (véase Lev. 13:5, 11, 21, 26). El sentido más extremo de «aprisionar» se halla en Job 11:10: «Si Dios pasa y aprisiona, o si congrega, ¿quién le puede detener?» (RVA).