AFRENTA

A - Nombre

jerpah (2781, הרפָָה), «afrenta, oprobio». Este nombre se encuentra en el Antiguo Testamento y en hebreo rabínico. En el hebreo moderno se ha reemplazado con otros nombres. Jerpah aparece 70 veces en el Antiguo Testamento hebraico. Son muy pocos los casos en el Pentateuco y en los libros históricos. El nombre aparece con más frecuencia en los Salmos, en los profetas mayores y en Daniel. El primer ejemplo lo encontramos en Gén. 30:23: «Ella concibió y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta».

«Afrenta» u «oprobio» tienen un doble uso. Por un lado, los términos denotan una condición social. La mujer soltera (Isa. 4:1) o la mujer sin hijos (Gén. 30:23) cargaban con un sentimiento de deshonra en una sociedad en donde el matrimonio y la fertilidad eran altamente valorados. La destrucción de Jerusalén y el cautiverio trajeron «oprobio» para Judá: «Oh Señor, conforme a tu justicia, apártense, por favor, tu ira y tu furor de sobre Jerusalén, tu ciudad, tu santo monte. Porque a causa de nuestros pecados y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo han sido entregados a la afrenta en medio de todos los que nos rodean» (Dan. 9:16 RVA). Por lo mismo, la «afrenta» de una persona o nación les acarreaba desprecio, burlas e insultos y chismes de amplia difusión.

Cualesquiera fueran las causas de la deshonra (derrota militar, cautiverio o enemistad), el salmista ora pidiendo ser liberado de esas «afrentas»: «Aparta de mí el oprobio y el desprecio, porque he guardado tus testimonios» (Sal. 119:22 RVA: véase contexto; cf. Sal. 109:25). Se puede apreciar el colmo de los insultos que se lanzaban a los que sufrían deshonra si observamos los sinónimos de jerpah que se encuentran en Jer. 24:9: «Y haré que ante todos los reinos de la tierra sean objeto de espanto, de oprobio, de refrán, de burla y de maldición en todos los lugares adonde yo los empuje» (RVA). Varios profetas predijeron que el juicio de Israel lo experimentaría en parte por la humillante «afrenta» ante las naciones: «Los perseguiré con espada, con hambre y con peste. Haré que sean motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, y maldición, horror, rechifla y afrenta ante todas las naciones a las cuales los he expulsado» (Jer. 29:18 RVA; cf. Ezeq. 5:14). Con todo, Dios en su gracia promete que quitará la «afrenta» cuando sus propósitos se cumplan: «Él destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra» (Isa. 25:8 LBA).

Las traducciones en la Septuaginta son: oneidismos («afrenta; injuria; deshonra; insulto») y oneidos («deshonra; oprobio; insulto»).

B - Verbo

jarap (2778, הָרַַף), «hablar ásperamente; afrentar». La raíz de estos términos (que significan «ser ásperos o bruscos») se encuentra en las lenguas semíticas septentrionales y meridionales. En hebreo, el verbo se refiere a una forma de hablar, o sea, de reprochar a alguien. El vocablo se halla unas 50 veces en el Antiguo Testamento, como por ejemplo en Sal. 42:10: «Mientras mis huesos se quebrantan, mis enemigos me afrentan diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?» (RVA).

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