Jesús lloró

Juan 11:35


person Autor: Walter Thomas Prideaux WOLSTON 2


El miedo a la muerte llenó de ansiedad la querida casa de Betania, y solo había una esperanza para ellos, que era el propio Señor. «Las hermanas, pues, le enviaron un recado, diciendo: Señor, el que amas está enfermo» (v. 3). Era un mensaje muy sencillo, pero muy conmovedor. Tal vez estas hermanas se decían una a la otra, vendrá ciertamente tan pronto como nuestro mensaje llegue a Él. Pero Él no vino. Tal vez usted oró por algo y la respuesta no llegó. Ocurrió otra cosa. Lo contrario por lo que usted oró. Dios no siempre responde a nuestras oraciones según nuestra voluntad. Y creo que eso es una gracia enorme. Creo que la mayor gracia que encontramos después es la forma en que Dios les respondió. No les contestó a nuestra manera. Ellas hubieran querido que viniera a curar al enfermo. Sabían que todo lo que Él tenía que hacer era decir una palabra, y su hermano se restablecería. ¿Entonces por qué no vino?

La razón es la siguiente: fue para la gloria de Dios. Pero ellas no lo sabían. Estaban esperando ansiosamente que el Señor viniera, y Él no vino. Entonces ahora el hermano muere, y en sus corazones probablemente estaba el pensamiento: “Parece que no se ha preocupado por nosotras”.

¿Ha tenido usted ese pensamiento en su corazón? ¿Le ha sobrevenido una leve desconfianza en su amor y cuidados? Fíjese en el versículo 5 de nuestro capítulo: «Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro». Hay algo muy conmovedor en este pequeño paréntesis. Para mí, hay algo muy dulce en ello. Amaba a cada una de las hermanas, y las nombra personalmente. ¡Entérese bien! Él le ama. Nunca lo entenderá correctamente y todo le parecerá mal si no lo comprende. No es una idea general: Él nos ama; sino más precisamente esto: Él me ama. Pablo escribió, y sé que su corazón ardía al escribirlo: «El Hijo de Dios, el cual me amó y se dio a sí mismo por mí» (Gál. 2:20). ¿Sabe su alma que es objeto de su más profundo y tierno afecto? Si es así, descanse en esto, pues el amor perfecto siempre tiene en vista lo mejor para su objeto. Esto le ayudará a superar muchas dificultades. Le reconfortará en su pesada pena.

Usted sabe que este mundo no es justo, es un valle de lágrimas, y más que eso, es el lugar donde todas las consecuencias del pecado del hombre son necesariamente probadas a medida que aparecen, y por lo tanto si no tiene el sentido del amor de Cristo en las dificultades, en las decepciones y penas que le llegan, perderá el equilibrio, y le faltará confianza en Dios. Sus afectos se enfriarán y usted se enredará en los asuntos del mundo; pero si tiene esto en su corazón: “Soy amado por Él con perfecto amor”, será guardado. Poco importa lo que llegue, lo que venga, y si la pena más aplastante le sobrecoge, usted sabrá acudir a sus pies y saborear los consuelos que de otra manera nunca habría conocido, y aprenderá el amor de Cristo de esta manera mejor que cualquier otra.

Los corazones de las hermanas estaban rotos, sus esperanzas destrozadas, la muerte las había invadido. Y entonces el Señor viene y Marta se encuentra con él. Y le dice palabras exactamente como las que María le dirá más adelante: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano» (v. 21). ¿Le traicionó su amarga pena al insinuar: “Sabes que llegas tarde, seguramente no estás tan interesado en nosotras como pensábamos”?

La forma en que el Señor la encuentra es divinamente perfecta. Y de ella surge para nosotros una verdad de carácter más rico y dulce. Ah, él permaneció alejado para que ella aprendiera lo que nunca habría aprendido de otra manera.

Así que va y habla con su hermana. Y «María, cuando llegó a donde Jesús estaba, al verle, cayó a sus pies». Ah, María tenía razón. Este era el lugar de consuelo y de bendición, y allí, a sus pies, podía derramar su dolor. Ella le dijo: «¡Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano!» (v. 32). “No habría podido morir si hubieras estado aquí, Señor”. No creo que fuera ninguna queja. Creo que era una simple declaración de un alma que conocía la gloria de la persona del Señor de manera hermosa, y de esa misma manera se refleja en su alma. Porque Él es la Resurrección y la Vida.

Si está usted afligido, permítame exhortarle a venir a Sus pies y depositar su carga, y si su corazón ha sido quebrantado, Él lo sanará. Llegará el día en el que usted dirá que valió la pena estar quebrantado, para llegar a conocer Su corazón y la forma tierna en que restauró el de usted. Oh, cómo puede Él simpatizar. Mírelo aquí. Va a la tumba con ella, y leemos: «Jesús lloró». El versículo más corto de toda la Biblia. ¿Me equivoco al decir que es el más dulce? «Jesús lloró». ¿Qué, Jesús? Mi Jesús. El Jesús que conozco. El que ahora está coronado de gloria, a la derecha de Dios. El mismo Jesús. Oh, gracias a Dios por esas palabras, «Jesús lloró». ¿Está usted llorando? ¿Está usted de luto? Él ascendió a lo alto como Sacerdote y sabe cómo sostenerle en las circunstancias del desierto. Y lo siguiente será que usted se encontrará elevado en Su pensamiento. Y el resultado será que pasará de ser una persona en duelo a un adorador totalmente absorbido por Él, cuyo amor conoce como una gran realidad, como María en el capítulo 12, cuando rompió su frasco de ungüento de mucho valor y derramó el contenido sobre sus pies.

«Se conmovió en su espíritu y se turbó» (v. 33). Para mí, hay algo muy conmovedor en esto. Se conmueve en comunión con Dios al ver lo que el pecado ha traído a la creación de Dios. Y llora con tierna, conmovedora y bendita simpatía por el hombre en la pena y el hombre bajo la sentencia de muerte. Y no olvidemos que Jesús es el mismo hoy.


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