VIUDA
˒almanah (490, אלְמנָה), «viuda». Hay cognados de este vocablo en arameo, arábigo, acádico, fenicio y ugarítico. Se constatan 55 casos del término en hebreo bíblico en todos los períodos.
La palabra indica una mujer que, al fallecer su marido, pierde su posición social y económica. Su situación era aun más grave cuando no tenía hijos. En estas circunstancias, regresaba a la casa paterna y se sujetaba al reglamento del levirato que requería que el pariente varón más cercano procreara con ella un hijo en nombre de su finado esposo: «Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo» (Gén. 38:11: primer caso del término). Las palabras de Judá significaban un compromiso de que la desgracia de Tamar al no tener ni marido ni hijos sería quitada cuando Sela tuviera edad suficiente para tomarla como esposa. Aun cuando el difunto le dejaba hijos, la suerte de una viuda no era muy feliz (2 Sam. 14:5). Israel tiene la responsabilidad de tratar a las «viudas», junto con otras personas marginadas, con justicia, porque Dios mismo es su protector (Éx. 22:21-24).
A veces se denominan «viudas» a las esposas cuyos maridos las apartaban: «Cuando David llegó a su palacio en Jerusalén, tomó a las diez mujeres concubinas que había dejado para guardar el palacio, y las recluyó en una casa. Él las sustentó, pero nunca más se unió a ellas, sino que quedaron recluidas, viviendo como viudas hasta el día de su muerte» (2 Sam. 20:3 RVA).
Se llama «viuda» a Israel cuando fue destruida y saqueada (Lam. 1:1).