POZO

be˒er (875, בְאֵֵר), «pozo, fosa». Este nombre tiene cognados en ugarítico, acádico, arábigo, fenicio, arameo y etiópico. El vocablo aparece 37 veces en el Antiguo Testamento, excepto en los libros proféticos.

Be˒er quiere decir un «pozo» que puede contener agua (de por sí, el término no indica la presencia de agua). El vocablo se refiere al propio «pozo», ya sea natural o cavado: «Entonces Abraham se quejó a Abimelec acerca de un pozo de agua que los siervos de Abimelec le habían quitado» (Gén. 21:25 RVA). El brocal del «pozo» podría ser lo suficientemente angosto como para taparlo con una roca que un solo hombre fuerte sería capaz de remover (Gén. 29:2, 10). En las tierras desérticas del Medio Oriente antiguo los «pozos» fueron sitios importantes de refrigerio para los viajeros que allí satisfacían su sed. El mismo concepto se usa en Prov. 5:15 para describir el papel de la esposa para su fiel esposo.

Un «pozo» podría contener alguna otra cosa que no fuera agua. La primera cita que contiene el término be˒er se refiere a pozos de betún o asfalto: «El valle de Sidim estaba lleno de pozos de brea» (Gén. 14:10 RVA). Un «pozo» puede estar vacío así como una «fosa» que se convierte en tumba (Sal. 55:23; «la fosa de la muerte» NVI). En algunos pasajes el vocablo, más que una sepultura indica el lugar en que uno vive después de la muerte (Sal. 69:15). Puesto que la mitología babilónica conocía un lugar así con puertas que se cerraban encima de los difuntos, que se mencione en la Biblia no está fuera de lugar (aunque sin sus alusiones paganas).

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