PERECER

A - Verbo

˒abad (6, אבַַד), «perecer, morir, perderse, descarriarse, arruinarse, sucumbir, ser cortados, fallar». La palabra aparece en todas las ramas de las lenguas semíticas, incluyendo arameo bíblico. En hebreo bíblico, durante todas sus épocas, el término se constata unas 120 veces.

Básicamente, ˒abad se refiere a la desaparición de alguien o de algo. En su acepción más fuerte el vocablo quiere decir «morir o dejar de existir». El Señor advirtió a Israel que la desobediencia y rebelión contra Dios se castigaría con su salida de la tierra prometida y muerte en tierra extraña: «Pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá» (Lev. 26:38). Este sentido se hace más enfático en su modalidad intensiva por lo que el verbo llega a significar «destruir completamente». Al mismo tiempo, el verbo pasa de ser intransitivo a transitivo. Así es que Dios ordena a Israel a «destruir» por completo («hacer inexistentes, borrar del mapa») los falsos dioses de Canaán: «Destruiréis [completamente] todas sus piedras grabadas, y [completamente] destruiréis todas sus imágenes fundidas» (Núm. 33:52 LBA). El mandamiento se refuerza aun más cuando Él dice: «Destruiréis completamente todos los lugares donde las naciones que desposeeréis sirven a sus dioses… y borraréis [destruiréis] su nombre de aquel lugar» (Deut. 12:2-3 LBA). Esta acepción intensiva se refiere también a pueblos y ejércitos, como en el caso del ejército del faraón: «Jehová los destruyó hasta hoy» (Deut. 11:4 RVR; «completamente» LBA).

Un énfasis un tanto diferente de ˒abad es «arruinarse» o «ser arruinado». Después de la segunda plaga los consejeros del faraón le dijeron que debería conceder el pedido de Israel de salir porque la nación estaba arruinada: «¿Todavía no te das cuenta de que Egipto está destruido [arruinado]?» (Éx. 10:7 RVA: primera vez que aparece el término). En una expresión similar se dice que Moab está «arruinada» o devastado: «¡Ay de ti, oh Moab! Has perecido [«estás arruinado»], pueblo de Quemós… su descendencia ha perecido desde Hesbón hasta Dibón. Los asolamos hasta Nófaj» (Núm. 21:29-30 RVA).

Bastante relacionado con el énfasis anterior es el de «sucumbir». Este uso de ˒abad se concentra en el proceso en lugar de la conclusión. Los hijos de Israel hablaron con Moisés sobre los efectos terribles de permitir que todo el pueblo tuviera acceso a Dios. Se necesitaba mediadores (sacerdotes) que concentraran sus esfuerzos en mantenerse ritualmente puros para que no murieran al acercarse a Dios. Por lo tanto, el uso del verbo significa que la nación perecería o «sucumbiría» a la muerte: «¡He aquí que perecemos! ¡Estamos perdidos! ¡Todos nosotros estamos perdidos! Cualquiera que se acerque al tabernáculo de Jehová, morirá. ¿Acabaremos pereciendo todos?» (Núm. 17:12-13 RVA). Dios responde estableciendo el sacerdocio «para que no haya más ira contra los hijos de Israel» (Núm. 18:5 RVA).

˒Abad puede referirse además a «perecer totalmente» (ser cortados de en medio del pueblo) de alguna forma. A los líderes de la rebelión contra el sacerdocio aarónico (Coré, Datán y Abiram) y sus familias se los tragó la tierra: «Y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación» (Núm. 16:33). Este mismo matiz aparece cuando Dios dice que el pueblo «perecerá totalmente» si no guarda el pacto: «Pronto pereceréis totalmente en la tierra hacia la cual cruzáis el Jordán para tomar posesión de ella. No permaneceréis largo tiempo en ella, sino que seréis completamente destruidos» (Deut. 4:26 RVA). En lo que a la tierra se refiere, serán destruidos como nación.

El verbo puede adquirir la acepción de desaparecer, pero sin ser destruido o «perdido». Dios da a Israel instrucciones sobre qué hacer cuando se pierde alguna posesión: «Lo mismo harás con su asno, con su vestido y con toda cosa perdida que tu hermano haya perdido y que tú halles. No podrás desentenderte de ello» (Deut. 22:3 RVA). El pueblo de Israel son como «ovejas perdidas» cuyos «pastores las hicieron errar» (Jer. 50:6).

«Descarriarse», en el sentido de vagar, es otro matiz del verbo. Cuando se consagran las primicias Israel debe reconocer el derecho divino sobre la tierra, que Él es el dueño y ellos los inquilinos provisionales. La confesión que debían hacer era esta: «Un arameo errante fue mi padre» (Deut. 26:5 RVA). Por último, ˒abad puede indicar cualidades humanas fallidas: «Son un pueblo al cual le falta juicio; no hay en ellos entendimiento» (Deut. 32:28 RVA). El término puede aplicarse también a la falta de sabiduría humana como en Sal. 146:4 (RVA): «[en cuanto a los seres humanos atañe,] su espíritu ha de salir, y él volverá al polvo. En aquel día perecerán sus pensamientos».

B - Nombres

Hay cuatro nombres relacionados con el verbo: ˒abedah (4 veces), se refiere a «alguna cosa perdida» (Éx. 22:9). El nombre ˒abaddôn (6 veces) quiere decir «lugar de destrucción» (Job 26:6). ˒Abdan aparece una vez y significa «destrucción» (Est. 9:5). Una variante de este término también se encuentra dos veces, significando «destrucción» (Est. 8:6; 9:5).

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