DESCENDER
yarad (3381, יָרַַד), «descender, bajar». Este verbo aparece en la mayoría de las lenguas semíticas (incluyendo en el hebreo posbíblico) y durante todos los períodos. En el hebreo bíblico aparece alrededor de 380 veces y en todos los períodos.
Básicamente, el verbo denota «movimiento» desde un punto alto a uno más bajo. En Gén. 28:12, Jacob vio «una escalera puesta en la tierra, cuya parte superior alcanzaba el cielo. He aquí que los ángeles de Dios subían y descendían por ella» (RVA). En este caso, el que habla u observa describe la acción desde el punto de partida y el movimiento es descendente hacia él. Por otro lado, el interlocutor puede hablar como el que se ubica en el punto de partida desde donde el movimiento puede ser «hacia abajo» o bajo la superficie de la tierra (Gén. 24:16).
Como un dato interesante se puede «descender» a un lugar más bajo para alcanzar las puertas de una ciudad (Jueces 5:11) o viajar a una ciudad que está ubicada más abajo de la carretera principal (1 Sam. 10:8); generalmente se asciende a una ciudad y se «desciende» para salir de ella (1 Sam. 9:27). Se habla del viaje de Palestina a Egipto como un «descenso» (Gén. 12:10). Esto no se refiere a un desplazamiento desde un lugar más elevado a otro más bajo; es más bien un uso técnico del verbo.
Yarad a menudo tiene que ver con «morir». Uno «desciende» a la tumba. Aquí también está presente la idea de desplazamiento espacial, pero como antecedente. El «descenso» tiene que ver más con ser removido del mundo de existencia consciente: «Porque el Seol no te agradecerá, ni la muerte te alabará. Tampoco los que descienden a la fosa esperarán en tu fidelidad. El que vive, el que vive es el que te agradece» (Isa. 38:18-19). Por otro lado, «descender al polvo» implica un regreso al suelo, esto es, el regreso del cuerpo a la tierra de la que vino (Gén. 3:19). «Se doblegarán ante Él todos los que descienden al polvo» (Sal. 22:29). También existe la idea del «descenso» del alma humana al reino de los muertos. Cuando Jacob lloró por José, pensando que estaba muerto, dijo: «¡Enlutado descenderé hasta mi hijo, al Seol!» (Gén. 37:35 RVA). Puesto que se puede «descender» vivo al Seol como castigo (Núm. 16:30), esta frase abarca más que el fin de la vida humana. Este significado se refuerza con la experiencia de Enoc cuya recompensa fue sacarle de la tierra: «Caminó, pues, Enoc con Dios y desapareció, porque Dios lo llevó consigo» (Gén. 5:24); fue recompensado al no tener que «descender» al Seol.
Yarad puede significar, también, un «descenso» hacia el interlocutor. En Gén. 11:5 (primer uso del vocablo): «El Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres» (LBA). El término puede significar el «descenso» desde la cima de una montaña, como lo hizo Moisés desde el Sinaí (Éx. 19:14). También se usa para describir la acción de «desmontar»: «Cuando Abigaíl vio a David, se apresuró y bajó del asno» (1 Sam. 25:23 RVA). Puesto que, después de desmontarse el cuerpo de Abigaíl no estaba físicamente más abajo que antes, la expresión no indica necesariamente un desplazamiento desde una ubicación más elevada a una más baja. El verbo aquí significa no tanto «descender», sino «bajarse» o «apearse». Encontramos un matiz un tanto parecido en el uso de «bajarse» (en castellano, levantarse) de la cama. Elías le dijo a Azarías: «De la cama a la cual subiste no descenderás» (2 Reyes 1:4 RVA). Una vez más, este uso de yarad no significa literalmente «descender» del lecho, ya que al «levantarse» uno queda de pie, en una posición más alta de la que estaba; de ahí que su significado en este caso es «salirse» de la cama. El mismo verbo se usa para describir lo que hace el aceite que se derrama sobre la barba: «desciende» (Sal. 133:2).
Yarad tiene además el significado de «retirarse» del altar: «Después Aarón alzó sus manos hacia el pueblo y lo bendijo. Y descendió después de ofrecer el sacrificio por el pecado» (Lev. 9:22 RVA). Este uso particular se podría tomar como lo contrario de «ascender» al altar, lo cual no solo es un desplazamiento físico desde un plano más bajo a uno más elevado, sino un ascenso a una dimensión espiritual más alta. «Subir» delante de Dios (representado por el altar) es presentarse delante de Él en un plano espiritual más elevado. Estar delante de Dios es estar en su presencia, delante de su trono, en una dimensión más alta. En este contexto, yarad puede interpretarse como la expresión de un acercamiento a Él en humildad. Dios informa a Moisés que los egipcios «descenderán» a Él y se postrarán delante de Él (Éx. 11:8). Igualmente interesante es el uso ocasional del verbo para expresar «descenso» a un santuario conocido (cf. 2 Reyes 2:2).
El verbo tiene muchos usos en sentido figurado. Aunque a veces no se perciba en las traducciones al castellano, puede denotar la «caída» y destrucción de una ciudad (Deut. 20:20 BJ), o el «declinar» de un día (Jueces 19:11), o el «retroceder» de una sombra (2 Reyes 20:11 (LVP) o «descenso» en posición social (Deut. 28:43).
Al menos una vez significa «subir y bajar». La hija de Jefté dijo: «Primero déjame que suba [«vaya y descienda» RVR] a los montes y llore con mis amigas mi virginidad» (Jueces 11:37 LBD).