CORAZÓN

A - Nombre

leb (3820, לֵֵב), «corazón; mente; en medio de». Leb y su sinónimo lebab aparecen 860 veces en el Antiguo Testamento. La ley, los profetas y los salmos hablan a menudo acerca del «corazón». La raíz aparece también en acádico, asirio, egipcio, ugarítico, arameo, arábigo y en el hebraico posbíblico. Los nombres arameos correspondientes aparecen siete veces en el libro de Daniel.

La primera vez que aparece «corazón» es en relación con seres humanos, en Gén. 6:5: «Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón era de ellos era de continuo solamente el mal». En Gén. 6:6 leb se usa en relación con Dios: «Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón».

«Corazón» puede referirse al órgano del cuerpo: «Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón» (Éx. 28:29); «Joab… tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón» (2 Sam. 18:14); «Mi corazón está acongojado» (Sal. 38:10).

Leb también puede referirse al interior («en medio») de algo: «Se cuajaron los abismos en el corazón del mar» (Éx. 15:8 LBA); «El monte ardía con fuego hasta el corazón de los cielos» (Deut. 4:11 RVA); «Serás como el que yace en medio del mar» (Prov. 23:34).

Lebab puede señalar el fuero interno, en contraste con lo externo, como en Deut. 30:14: «Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas» (cf. Joel 2:13); «El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1 Sam. 16:7). A menudo lebab y «alma» se usan juntos para mayor énfasis, como en 2 Cr. 15:12: «E hicieron pacto para buscar al Señor, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma» (LBA; cf. 2 Cr. 15:15). Nepesh («alma»; vida; ser) se traduce varias veces como «corazón» en la RV. En cada caso, connota el «fuero interno» («hombre interior»): «Porque cual es su pensamiento en su corazón [nepesh]), tal es él» (Prov. 23:7; «en su alma» RV; «en su mente» RVA; «íntimos» RV-95; «dentro de sí» LBA; «en sí mismo» LBL).

Leb puede referirse a la persona o a su personalidad: «Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rió diciendo en su corazón» (Gén. 17:17 RVA); también, «mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia» (Ecl. 1:16). Leb se usa además en este sentido en cuanto a Dios: «Os daré pastores según mi corazón» (Jer. 3:15).

«Corazón» puede connotar la fuente de deseo, inclinación o voluntad: «El corazón de Faraón es terco» (Éx. 7:14 LBA); «todo aquel que sea de corazón generoso, traiga… ofrenda al Señor» (Éx. 35:5 LBA; cf. Éx. 35:21, 29); «Te alabaré, oh Jehová, Dios mío, con todo mi corazón» (Sal. 86:12). Leb se usa también cuando Dios se expresa: «Ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma» (Jer. 32:41 LBA). Cuando dos personas están de acuerdo se dice que sus «corazones» están bien el uno con el otro: «¿Es recto tu corazón, como mi corazón es recto con tu corazón?» (2 Reyes 10:15 RVA). En 2 Cr. 24:4 (RV), «Joas tuvo voluntad de reparar la casa de Jehová» (en heb.: «tuvo en su corazón»).

El «corazón» se tiene como el centro de las emociones: «Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón» (Deut. 6:5); «Al verte, [Aarón] se alegrará en su corazón» (Éx. 4:14; cf. 1 Sam. 2:1). De la misma suerte hay corazones «alegres» (Jueces 16:25), corazones «temerosos» (Isa. 35:4) y corazones que «tiemblan» (1 Sam. 4:13).

El «corazón» se tiene como el centro del conocimiento y de la sabiduría y como sinónimo de «mente». Esta acepción aparece a menudo cuando los verbos «conocer» y «saber» acompañan a «corazón»: «Reconoce asimismo en tu corazón» (Deut. 8:5); y «Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender» (Deut. 29:4). Salomón oró: «Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo» (1 Reyes 3:9; cf. 4:29). La memoria es una actividad del «corazón», como en Job 22:22: «Pon sus palabras en tu corazón».

El «corazón» se tiene como el centro de la conciencia y del carácter moral. ¿Cómo responde uno a la revelación de Dios y del mundo que nos rodea? Job responde: «No me reprochará mi corazón en todos mis días» (27:6). Lo contrario aparece con David al que «le pesó en su corazón» (2 Sam. 24:10 LBA). El «corazón» es la fuente de las acciones del ser humano: «En la integridad de mi corazón y con manos inocentes yo he hecho esto» (Gén. 20:5 LBA, cf. v. 6). David anduvo «con rectitud de corazón» (1 Reyes 3:6); y Ezequías «con corazón íntegro» delante de Dios (Isa. 38:3). Únicamente la persona «de manos limpias y corazón puro» (Sal. 24:4 LBA) puede estar en la presencia de Dios.

Leb puede referirse al centro de la rebelión y del orgullo. Dijo Dios: «Porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud» (Gén. 8:21 LBA). Tiro es como todo ser humano: «Por cuanto tu corazón se enalteció, y porque, a pesar de ser hombre y no Dios, dijiste: «Yo soy un dios… »» (Ezeq. 28:2 RVA). Todos llegan a ser como Judá cuyo pecado «está grabado en la tabla de su corazón» (Jer. 17:1).

Dios controla el «corazón». Por su «corazón» natural, la única esperanza del ser humano está en la promesa de Dios: «Os daré corazón nuevo… y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne» (Ezeq. 36:26). Por esto el pecador ora: «Crea en mí, oh Dios, un corazón puro» (Sal. 51:10); y «Afirma mi corazón para que tema tu nombre» (Sal. 86:11). También, como dice David: «Yo sé, oh Dios mío, que tú pruebas el corazón y que te agrada la rectitud» (1 Cr. 29:17). Por tanto, el pueblo de Dios busca su aprobación: «Escudriña mi mente y mi corazón» (Sal. 26:2). El «corazón» simboliza el fuero interno del ser humano, su propia persona. Como tal, es la fuente de todo lo que hace (Prov. 4:4). Todos sus pensamientos, deseos, palabras y acciones fluyen desde lo más profundo de su ser. Con todo, ninguna persona logra entender su propio «corazón» (Jer. 17:9). Al seguir el ser humano su propio camino, su «corazón» se endurece cada vez más. Pero Dios circuncidará (recortará la inmundicia) del «corazón» de su pueblo, para que le amen y obedezcan con todo su ser (Deut. 30:6).

B - Adverbio

leb (3820, לֵֵב), «tiernamente; amistosamente; confortablemente». Leb se usa como adverbio en Gén. 34:3: «Pero se sintió ligado a Dina… se enamoró de la joven y habló al corazón de ella» (RVA; «le habló tiernamente LBA»). En Rut 2:13, «al corazón» (RV, RVA, NRV) significa «amistosamente» o «bondadosamente»: «Has hablado con bondad a tu sierva». El vocablo significa «confortablemente» en 2 Cr. 30:22 y en Isa. 40:2.

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