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Capítulo 1
Destinatarios y saludos
Hechos 18:19-21; 19; 20:17-38
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: 2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
El misterio de la salvación y de la Iglesia
Las bendiciones otorgadas a los elegidos
Romanos 8:15-17, 28-30; 2 Tesalonicenses 2:13-14; 2 Timoteo 1:9-10; 1 Pedro 1:1-2
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo; 4 conforme nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que seamos santos e irreprochables delante de él, 5 en amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados para él por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad; 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la que nos colmó de favores en el Amado; 7 en quien tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados, según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar hacia nosotros, en toda sabiduría e inteligencia; 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se propuso en sí mismo, 10 para la administración de la plenitud de los tiempos, de reunir todas las cosas en Cristo, las que están en los cielos como las que están en la tierra; 11 en él, en quien también fuimos hechos herederos, predestinados según el propósito del que todo lo hace conforme al consejo de su voluntad; 12 a fin de que fuésemos para la alabanza de su gloria, nosotros que previamente hemos esperado en Cristo. 13 En quien vosotros también, habiendo oído la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa; 14 quien es las arras de nuestra herencia, para redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
Pablo ora por los efesios
Filipenses 2:9-11; Colosenses 1:3-19; 1 Pedro 1:3-4
15 Por esto yo también, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, mencionándoos en mis oraciones; 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento pleno de él; 18 siendo iluminados los ojos de vuestro corazón, a fin de que sepáis cuál es la esperanza de vuestro llamamiento, cuál la riqueza de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la excelente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación de la potestad de su fuerza, 20 que él ejerció en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en los lugares celestiales, 21 por encima de todo principado, y autoridad, y poder, y señorío, y de todo nombre que es nombrado, no solo en este siglo, sino también en el venidero; 22 y ha sometido todas las cosas bajo sus pies, y lo ha dado por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
23 la cual es su cuerpo, la plenitud del que todo lo llena en todo.
Capítulo 2
La salvación por gracia
De la muerte a la vida
2 Corintios 5:17; Colosenses 2:12-13; 3:1-3; Tito 3:3-8
1 Y vosotros, estando muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de la desobediencia; 3 entre los cuales también todos nosotros vivíamos en los deseos de nuestra carne, cumpliendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, así como los demás. 4 Pero Dios, siendo rico en misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en nuestros pecados, nos vivificó con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y nos resucitó con él, y nos sentó con él en los lugares celestiales en Cristo Jesús; 7 para mostrar en los siglos venideros la inmensa riqueza de su gracia, en su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús. 8 Porque por gracia sois salvos mediante la fe; y esto no procede de vosotros, es el don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios había preparado antes para que anduviésemos en ellas.
Judíos y gentiles reunidos por la cruz de Cristo
1 Corintios 3:9-11, 16-17; Colosenses 2:13-14; 1:20-22; Hebreos 10:19-22; 1 Pedro 2:4-7
11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, que erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión (hecha a mano en la carne), 12 estabais entonces separados de Cristo, sin derecho de ciudadanía de Israel, extranjeros a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que antes estabais lejos, habéis sido acercados a él por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de dos ha hecho uno, derribando el muro que los separaba, 15 aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos en forma de decretos, para crear en sí mismo de los dos un hombre nuevo, haciendo la paz; 16 y reconciliar a ambos en un solo cuerpo con Dios, por medio de la cruz, matando por ella la enemistad. 17 Y vino y anunció la paz a vosotros los de lejos, y paz a los de cerca; 18 porque por él, los unos y los otros tenemos acceso por un solo Espíritu al Padre. 19 Así, pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos de los santos y de la familia de Dios; 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular; 21 en quien todo el edificio bien coordinado crece hasta ser un templo santo en el Señor; 22 en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Capítulo 3
El misterio del destino de los gentiles
Romanos 16:25-26; Colosenses 1:24-29; 2:1-3; 1 Pedro 1:10-12
1 Por esta causa yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles 2 (si es que habéis oído hablar de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para vosotros; 3 cómo, por revelación, el misterio me fue dado a conocer, según ya lo he escrito brevemente. 4 Y leyéndolo podréis conocer mi entendimiento en el misterio de Cristo, 5 que en otras generaciones no fue dado a conocer a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 6 que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio; 7 del cual fui hecho ministro, conforme al don de la gracia de Dios que me fue dada según la operación de su poder. 8 A mí, el más insignificante de todos los santos, me fue otorgada esta gracia de proclamar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo, 9 y sacar a la luz cuál es la administración del misterio escondido desde los siglos en Dios, creador de todas las cosas; 10 para que ahora sea dada a conocer a los principados y a las potestades, en los lugares celestiales, la multiforme sabiduría de Dios por medio de la iglesia, 11 conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, Señor nuestro; 12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza mediante la fe en él. 13 Por lo cual ruego que no desmayéis a causa de mis aflicciones por vosotros, que son vuestra gloria.
Pablo ora por los efesios
Colosenses 2:1-3, 9-10; 2 Pedro 3:18; Judas 24-25; Apocalipsis 1:6
14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre, 15 de quien toda familia en los cielos y en la tierra es nombrada, 16 para que os dé, según la riqueza de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior, por su Espíritu;
Conocer el amor de Cristo
17 para que mediante la fe, Cristo habite en vuestros corazones, a fin de que arraigados y cimentados en amor, 18 seáis capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, 19 y conocer el amor de Cristo, que sobrepasa a todo conocimiento; para que seáis llenos hasta toda la plenitud de Dios. 20 ¡Y al que es poderoso para hacer infinitamente más de todo lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús, por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén).
Capítulo 4
Llamados a la unidad del Espíritu
Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:4-31; Colosenses 3:12-14
1 Yo, pues, prisionero en el Señor, os exhorto a que andéis de manera digna del llamamiento con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, con longanimidad, soportándoos unos a otros en amor; 3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también fuisteis llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento; 5 un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, 6 un solo Dios y Padre de todos, que es sobre todos, y a través de todos, y en todos. 7 Pero a cada uno de nosotros le fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8 Por lo cual dice: «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres.» [Salmo 68:18] 9 Y esto de que subió, ¿qué quiere decir, sino que también descendió a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió es el mismo que también subió muy por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. 11 Y él constituyó a unos apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; y a otros pastores y maestros; 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, de varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños pequeños, zarandeados y llevados por todo viento de doctrina por la astucia de los hombres que con habilidad usan de artimañas para engañar; 15 sino que, practicando la verdad con amor, vayamos creciendo en todo hasta él, que es la cabeza, Cristo; 16 de quien todo el cuerpo, bien coordinado y unido mediante todo ligamento de apoyo, según la actividad de cada miembro, lleva a cabo el crecimiento del cuerpo para su edificación en amor.
La vida antigua y la vida nueva en Cristo
Gálatas 5:10-25; Colosenses 3:1-16; 1 Juan 4:7-11; 3:16-18
17 Esto, pues, digo y testifico en el Señor, que ya no andéis vosotros como andan los gentiles, en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento obscurecido, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, a causa de la dureza de su corazón; 19 ellos, rechazando todo sentido moral, se han entregado a la lascivia para practicar con avidez todo tipo de impurezas. 20 Pero vosotros no habéis aprendido así a Cristo; 21 si en verdad oísteis de él y fuisteis enseñados por él, conforme a la verdad que hay en Jesús: 22 que, en cuanto a vuestra conducta anterior, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos; 23 y os renovéis en el espíritu de vuestra mente, 24 y os vistáis del nuevo hombre, que es creado según Dios en justicia y santidad de la verdad.
La vida en el amor
25 Por tanto, desechando la mentira, hablad la verdad cada uno con su prójimo; porque sois miembros unos de otros. 26 Enojaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis ocasión al diablo. 28 El que hurtaba, no hurte más; sino que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga algo para compartir con el que tiene necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, solamente aquella que es buena para la necesaria edificación, para que imparta gracia a los que oyen. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Que toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia sean quitados de entre vosotros, como también toda malicia; 32 y sed benignos unos para con otros, compasivos, perdonándoos unos a otros, como también Dios os ha perdonado en Cristo.
Capítulo 5
1 Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; 2 y andad en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios, de olor fragante.
Las tinieblas y la luz
1 Corintios 6:9-11; Colosenses 3:5-7, 16-17; 4:5; 1:9-10; 1 Tesalonicenses 4:1-8; 1 Juan 1:5-7
3 Pero la fornicación, y toda clase de inmundicia o avaricia, ni sea nombrada entre vosotros, como conviene a santos; 4 ni la obscenidad, las necedades y las groserías, que no convienen; sino más bien acciones de gracias. 5 Porque sabéis muy bien que ningún fornicario, o impúdico, o avaro, que es un idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6 Nadie os engañe con vanas palabras; porque a causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. 7 No seáis copartícipes de ellos; 8 porque en otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9 (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad), 10 comprobando lo que es agradable al Señor, 11 y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino antes reprendedlas; 12 porque es vergonzoso incluso hablar de las cosas que ellos hacen en secreto. 13 Pero todas las cosas, siendo reprendidas por la luz, son descubiertas, porque la luz lo descubre todo. 14 Por lo cual dice: «Despiértate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo.» [Isaías 60:1] 15 Mirad, pues, con diligencia cómo andáis; no como necios, sino como sabios; 16 aprovechando el tiempo, porque los días son malos. 17 Por lo cual, no seáis insensatos, sino entended cuál es la voluntad del Señor. 18 Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay desenfreno, sino sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, 21 sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo.
La familia cristiana
Colosenses 3:18 al 4:1; 1 Pedro 2:18-25; 3:1-7
22 Las mujeres estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, como también Cristo es cabeza de la iglesia, siendo él mismo el Salvador del cuerpo. 24 Pero como la iglesia está sometida a Cristo, así las mujeres lo han de estar a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, como también Cristo amó a la iglesia y se entregó sí mismo por ella, 26 para santificarla, purificándola con el lavamiento de agua por la Palabra; 27 para presentarse a sí mismo la iglesia gloriosa, que no tenga mancha, ni arruga, ni nada semejante, sino santa e inmaculada. 28 Así deben los maridos amar a sus propias mujeres, como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, se ama a sí mismo. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, así como Cristo a la Iglesia; 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 «Por esto, el hombre dejará a padre y a madre, y se unirá a su mujer; y los dos serán una sola carne.» [Génesis 2:24] 32 Este misterio es grande; pero yo lo digo con respecto a Cristo y a la Iglesia. 33 Sin embargo, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su propia mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.
Capítulo 6
Hijos y padres
Deuteronomio 27:16; 6:6, 7, 20-25; Colosenses 3:20, 21
1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2 «Honra a tu padre y a tu madre» [Éxodo 20:12] (es el primer mandamiento con promesa), 3 «para que te vaya bien, y tengas larga vida sobre la tierra.» [Deuteronomio 5:16] 4 Y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino educadlos con disciplina e instrucción del Señor.
Siervos y amos
5 Siervos, sed obedientes a vuestros amos según la carne con temor y temblor, en sencillez de corazón, como a Cristo; 6 no sirváis solamente cuando os miran, como para agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios; 7 sirviendo con buena voluntad, como para el Señor y no para los hombres; 8 sabiendo que el bien que haga cada uno, eso recibirá del Señor, sea esclavo o sea libre. 9 Y vosotros, amos, haced lo mismo con ellos, y dejad las amenazas; sabiendo que el Amo de ellos y el vuestro está en los cielos, y que con él no hay acepción de personas.
La armadura del cristiano
10 Por lo demás, hermanos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las artimañas del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los gobernadores del mundo de las tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, después de haber superado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, teniendo los lomos ceñidos con la verdad, y vestidos con la coraza de la justicia, 15 y calzados los pies para estar preparados a anunciar el evangelio de la paz; 16 y sobre todo, tomando el escudo de la fe, con el que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios;
Llamados a orar
18 orando en el Espíritu mediante toda oración y petición, en todo momento, y velando para ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos, 19 y por mí, para que cuando yo abra la boca, me sea dada la palabra para hacer conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20 por el que soy un embajador encadenado; para que en ello yo hable con denuedo, como es necesario que hable.
Mensaje personal y saludo final
Colosenses 4:7-9
21 Para que vosotros también sepáis lo que me concierne, lo que estoy haciendo, todo os lo dará a conocer Tíquico, el amado hermano y fiel ministro en el Señor. 22 Lo he enviado a vosotros para esto, a fin de que conozcáis lo que nos concierne, y para que consuele vuestros corazones. 23 Paz a los hermanos y amor con fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.