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Apocalipsis
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Capítulo 1
Título y tema del libro
Éxodo 19:6; Amós 3:7; Mateo 24:30-31; Apocalipsis 22:6-10
1 Revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la dio a conocer por medio de su ángel a su siervo Juan, 2 quien ha testificado de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo, de todo lo que ha visto. 3 Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de la profecía, y guardan lo que en ella está escrito; porque el tiempo está cerca.
Dedicatoria a las siete iglesias de Asia
Apocalipsis 5:8-13; Mateo 24:30-31
4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es, y que era, y que viene; y de los siete Espíritus que están delante de su trono; 5 y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, 6 y ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes para su Dios y Padre, a él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. 7 Mirad que viene con las nubes, y todo ojo lo verá; incluso los que lo traspasaron; y se lamentarán a causa de él todas las tribus de la tierra. Sí. Amén. 8 Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor° Dios, el que es, y que era, y que viene, el Todopoderoso.
Visión de Juan en la isla de Patmos
Comunicar la revelación a las siete iglesias
Daniel 10:5-12; Mateo 17:1-2
9 Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación y reino y paciencia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una fuerte voz como de trompeta, 11 que decía: Lo que ves, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea.
La visión del Resucitado
12 Y me volví para ver de quien era la voz que me hablaba. Y, una vez vuelto, vi siete candelabros; 13 y en medio de los candelabros, a uno semejante al Hijo del hombre, con vestidura que le llegaba hasta los pies, y ceñido a la altura del pecho con una faja de oro. 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como lana blanca, como nieve; y sus ojos eran como llama de fuego; 15 sus pies, semejantes a bronce incandescente, como en un horno encendido; y su voz, como el estruendo de muchas aguas. 16 Tenía en su mano derecha siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando brilla en su fuerza. 17 Y cuando lo vi, caí a sus pies como muerto; y él puso su derecha sobre mí, diciendo: No temas; yo soy el primero y el último, 18 y el que vive, y estuve muerto, y vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades. 19 Escribe, pues, las cosas que has visto, y las que son, y las que han de suceder después de estas. 20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias; y los siete candelabros son las siete iglesias.
Capítulo 2
Las cartas a las siete iglesias de Asia
Primera carta: a la iglesia en Éfeso
Hechos 20:17, 28-31; Efesios 1:15-16; 5:2; Hebreos 6:10-12
1 Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que anda en medio de los siete candelabros de oro: 2 Conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malos; pusiste a prueba a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los hallaste mentirosos. 3 Tienes paciencia y has sufrido a causa de mi nombre, y no te has cansado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y haz las primeras obras; si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, a no ser que te arrepientas. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, que yo también aborrezco. 7 El que tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.
Segunda carta: a la iglesia en Esmirna
Mateo 5:10-12; 10:22, 39; Santiago 1:12
8 Escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: Esto dice el primero y el último, el que murió y ha vuelto a vivir: 9 Conozco tu tribulación y tu pobreza (pero eres rico), y sé la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas lo que vas a padecer. Mira, el diablo va a echar a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados y tengáis tribulación durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida. 11 El que tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no será dañado con la segunda muerte.
Tercera carta: a la iglesia en Pérgamo
Isaías 11:4; Judas 3-4, 11; 2 Juan 7-11
12 Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: Esto dice el que tiene la espada aguda de dos filos: 13 Sé dónde habitas, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas, mi fiel testigo, fue matado entre vosotros, donde Satanás habita. 14 Pero tengo contra ti unas pocas cosas: que tienes ahí a los que sostienen la doctrina de Balaam, que enseñó a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, incitándolos a comer de lo sacrificado a los ídolos, y a cometer fornicación. 15 Y también tienes a los que igualmente sostienen la doctrina de los nicolaítas. 16 Arrepiéntete, pues; si no, pronto iré a ti y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. 17 El que tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del maná escondido; y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, que nadie conoce sino aquel que lo recibe.
Cuarta carta: a la iglesia en Tiatira
Hechos 15:28-29; 1 Corintios 10:8, 19-22
18 Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llama de fuego, y los pies semejantes al bronce bruñido: 19 Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu paciencia; y tus últimas obras más numerosas que las primeras. 20 Pero tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel, que se dice profetisa; ella enseña y seduce a mis siervos a cometer fornicación y a comer de lo sacrificado a los ídolos. 21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta; pero ella no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 Mira que la voy a echar en una cama, y a los que cometen adulterio con ella, en gran tribulación, a menos que se arrepientan de sus obras. 23 Y a sus hijos heriré de muerte; y sabrán todas las iglesias que yo soy aquel que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno conforme a vuestras obras. 24 Pero a vosotros, a los demás que están en Tiatira, a cuantos no aceptan esta enseñanza, y que no han conocido las profundidades de Satanás (como dicen ellos), os digo: No echo sobre vosotros otra carga. 25 Sin embargo, retened lo que tenéis hasta que yo venga. 26 Y al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones, 27 así como yo también la he recibido de mi Padre (y las regirá con vara de hierro; como vasos de alfarero serán desmenuzadas); 28 y le daré la estrella de la mañana. 29 El que tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Capítulo 3
Quinta carta: a la iglesia en Sardis
Mateo 7:21-23; 24:42-51; Santiago 2:14-26
1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas: Conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. 2 Sé vigilante y consolida lo que queda, que está a punto de morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de mi Dios. 3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; obsérvalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. 4 Pero tienes unos pocos nombres en Sardis que no han ensuciado sus ropas; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos. 5 El que venciere será vestido con vestiduras blancas; y jamás borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6 El que tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Sexta carta: a la iglesia en Filadelfia
2 Pedro 2:9; 1:10-11
7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: 8 Conozco tus obras. Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 9 He aquí, entrego a algunos de la sinagoga de Satanás, de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; y los haré venir y postrarse ante tus pies, para que sepan que yo te he amado. 10 Porque has guardado y perseverado en mi palabra, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre todo el mundo habitado, para probar a los que habitan sobre la tierra. 11 Vengo pronto; retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona. 12 Al que venciere, haré que sea una columna en el templo de mi Dios, y no saldrá más de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13 El que tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Séptima carta: a la iglesia en Laodicea
Oseas 12:9; Lucas 14:34-35
14 Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: 15 Conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Quisiera yo que fueras frío o caliente! 16 Así, porque eres tibio, y ni caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca. 17 Porque dices: ¡Soy rico, me he enriquecido, y de nada tengo necesidad! Y no sabes que tú eres el desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo; 18 te aconsejo que compres de mí oro acrisolado en el fuego, para que seas rico; y vestiduras blancas, para que te vistas, y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y colirio, para ungirte los ojos, para que veas. 19 Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; ten fervor, pues, y arrepiéntete. 20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. 21 Al que venciere, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Capítulo 4
Una puerta abierta en el cielo
Isaías 6:1-4; Ezequiel 1
1 Después de esto miré y vi una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que había oído como de una trompeta que hablaba conmigo, decía: Sube acá, y te mostraré lo que debe suceder después de esto.
Visión del trono de Dios
2 Al instante estuve en espíritu: y vi un trono colocado en el cielo, y sobre el trono uno sentado. 3 Y el que estaba sentado tenía el aspecto de una piedra de jaspe y de sardio; y había un arco iris alrededor del trono, semejante a una esmeralda.
Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes
4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y sobre los tronos vi sentados a veinticuatro ancianos, vestidos con ropas blancas; y sobre sus cabezas coronas de oro. 5 Y del trono salían relámpagos, voces y truenos; y había siete lámparas de fuego ardiendo delante del trono, que son los siete Espíritus de Dios. 6 Y delante del trono había como un mar de vidrio, semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono cuatro seres vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primer ser viviente era parecido a un león; el segundo ser viviente era parecido a un becerro; el tercer ser viviente tenía la cara como de un hombre; y el cuarto ser viviente era parecido a un águila volando. 8 Los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas; alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y decían sin cesar, día ni noche: ¡Santo, santo, santo es el Señor° Dios, el Todopoderoso, el que era, y que es, y que viene! 9 Cuando los seres vivientes daban gloria y honor y acción de gracias al que está sentado sobre el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postraban delante del que está sentado sobre el trono y adoraban al que vive por los siglos de los siglos, y echaban sus coronas ante el trono, diciendo: 11 Digno eres tú, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
Capítulo 5
El libro sellado con siete sellos y el Cordero sacrificado
Juan 5:22; Efesios 1:10; Filipenses 2:5-11
1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. 2 Y vi un ángel poderoso, que proclamaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos? 3 Y nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirarlo. 4 Y yo lloraba mucho, porque nadie fue hallado digno de abrir el libro, ni de mirarlo. 5 Y uno de los ancianos me dijo: ¡No llores! Mira, el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. 6 Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero como sacrificado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. 7 Vino y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
El libro dado al Cordero para ser abierto
8 Y cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. 9 Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: ¡Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque fuiste sacrificado, y has comprado para Dios con tu sangre, de toda tribu, lengua, pueblo y nación; 10 y los has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes; y reinarán sobre la tierra! 11 Y vi, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos, su número era miríadas de miríadas, y millares de millares, 12 diciendo a gran voz: ¡El Cordero que fue sacrificado es digno de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y el honor, la gloria y la bendición! 13 Y a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí que decían: ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición, el honor, la gloria y el dominio, por los siglos de los siglos! 14 Y los cuatro seres vivientes decían: ¡Amén! Y los ancianos se postraron y adoraron.
Capítulo 6
El Cordero abre los siete sellos
Primer sello: el vencedor
Ezequiel 14:21; Zacarías 1:8-10; 6:1-7; Mateo 24:6-8
1 Vi cuando el cordero abrió uno de los siete sellos; y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía como con voz de trueno: ¡Ven! 2 Y miré y vi un caballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo y para vencer aún.
Segundo sello: la guerra
3 Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: ¡Ven! 4 Y salió otro caballo, rojo; y al que estaba sentado sobre él le fue dado quitar la paz de la tierra, y que los hombres se degollasen unos a otros; y le fue dada una gran espada.
Tercer sello: el hambre
5 Y cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: ¡Ven! Y vi un caballo negro; y el que estaba sentado sobre él tenía una balanza en su mano. 6 Y oí una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Una medida de trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario, y no dañes al aceite y al vino.
Cuarto sello: la muerte
7 Y cuando abrió el cuarto sello oí la voz del cuarto ser viviente que decía: ¡Ven! 8 Y miré y vi un caballo pálido, y el nombre del que estaba sentado sobre él es Muerte; y el hades le seguía. Y le fue dada autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, y con hambre, y con peste, y por las fieras de la tierra.
Quinto sello: la visión de los mártires
9 Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la palabra de Dios y a causa del testimonio que habían dado; 10 y clamaban con gran voz: ¿Hasta cuándo, Soberano, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que habitan en la tierra? 11 Y le fue dado a cada uno un vestido blanco; y se les dijo que descansaran aún un poco de tiempo, hasta que también se completaran sus consiervos, y sus hermanos que iban a ser matados como ellos.
Sexto sello: el día de la ira
Isaías 13:6-11; Lucas 23:29-30
12 Y vi cuando abrió el sexto sello; y hubo un gran terremoto, y el sol se volvió negro como un saco de crin, y la luna se volvió toda como sangre, 13 y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como una higuera sacudida por un gran viento deja caer sus higos sin madurar. 14 Y el cielo desapareció como un pergamino enrollado; y todo monte e (toda) isla fueron trasladados de sus lugares. 15 Y los reyes de la tierra, los magnates, los jefes militares, los ricos, los poderosos, todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas, y en las rocas de los montes; 16 y decían a los montes y a las rocas: Caed sobre nosotros y escondednos del rostro del que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque ha llegado el gran día de su ira, y ¿quién puede mantenerse en pie?
Capítulo 7
Los ciento cuarenta y cuatro mil sellados con el sello de Dios
Ezequiel 9:3-6; Juan 10:16; Romanos 11:25-26
1 Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro extremos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no sople viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes les fue dado hacer daño a la tierra y al mar, 3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes. 4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda la tribu de los hijos de Israel. 5 De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; 6 de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; 7 de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; 8 de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
La gran multitud rescatada de la gran tribulación
9 Después de esto miré y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos; 10 y clamaban a gran voz, diciendo: ¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! 11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; se postraron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, 12 diciendo: ¡Amén! ¡La bendición, la gloria, la sabiduría, las acciones de gracias, el honor, el poder y la fuerza sean a nuestro Dios, por los siglos de los siglos! ¡Amén! 13 Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son, y de dónde vienen? 14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado y han blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. 15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16 Ya no tendrán más hambre, ni tendrán ya más sed; ni los herirá el sol, ni ningún ardor; 17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de agua de vida; y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.
Capítulo 8
Apertura del séptimo sello
Lucas 1:9-10; Santiago 5:16-18
1 Y cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo, como de media hora.
A los siete ángeles con siete trompetas
2 Y vi a los siete ángeles que estaban delante de Dios; y les fueron dadas siete trompetas. 3 Y otro ángel vino y se puso junto al altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho perfume, para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y el humo del perfume con las oraciones de los santos subió, de la mano del ángel, a la presencia de Dios. 5 Y el ángel tomó el incensario, lo llenó del fuego del altar y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto. 6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas, se prepararon para tocarlas.
Las cuatro primeras trompetas
Éxodo 9:22-25; 7:19-21; 10:21-23
7 El primero tocó la trompeta; y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra; y la tercera parte de la tierra fue quemada, y la tercera parte de los árboles fue quemada, y toda hierba verde fue quemada. 8 El segundo ángel tocó la trompeta; y como una gran montaña ardiendo en llamas fue arrojada al mar, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre; 9 y murió la tercera parte de las criaturas que había en el mar, cuantas tenían vida; y la tercera parte de las naves fue destruida. 10 El tercer ángel tocó la trompeta; y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha; esta cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas. 11 El nombre de la estrella era Ajenjo; y se convirtió la tercera parte de las aguas en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de las aguas, porque se volvieron amargas. 12 El cuarto ángel tocó la trompeta; y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que fuese oscurecida la tercera parte de ellos; para que el día perdiese la tercera parte de su resplandor, y asimismo la noche.
El anuncio de tres desgracias
13 Y vi y oí un águila volando en medio del cielo, que decía a gran voz: ¡Ay, ay, ay de los que habitan sobre la tierra, a causa de las otras voces de la trompeta, de los tres ángeles que están a punto de tocar la trompeta!
Capítulo 9
Quinta trompeta
Primera desgracia: el pozo del abismo
Éxodo 10:12-15; Joel 2:1-11
1 El quinto ángel tocó la trompeta; y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra; y le fue dada la llave del pozo del abismo. 2 Y abrió el pozo del abismo; y subió humo del pozo, como el humo de un gran horno; y fueron oscurecidos el sol y el aire a causa del humo del pozo. 3 Del humo salieron langostas sobre la tierra, y les fue dado poder como tienen poder los escorpiones de la tierra. 4 Y se les mandó no hacer daño a la hierba de la tierra, ni a toda cosa verde, ni a ningún árbol, sino solo a los hombres que no tenían el sello de Dios en sus frentes. 5 No les fue permitido matarlos, sino atormentarlos durante cinco meses; y su tormento era como el tormento del escorpión, cuando hiere a un hombre. 6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte y no la hallarán; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos. 7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; había sobre sus cabezas como coronas semejantes al oro; sus rostros eran como rostros de hombres. 8 Tenían cabello como cabello de mujeres; y sus dientes eran como dientes de leones. 9 Tenían corazas como corazas de hierro; y el ruido de sus alas era como el ruido de muchos carros de caballos, que corren al combate. 10 Tenían colas semejantes a los escorpiones, y aguijones; y en sus colas tenían el poder para hacer daño a los hombres cinco meses. 11 Tenían sobre ellas por rey al ángel del abismo; su nombre en hebreo es Abadón, y en griego tiene por nombre Apolión. 12 El primer ay pasó; he aquí que siguen dos ayes después de esto.
Sexta trompeta
Segunda desgracia: invasión de un gran ejército
Isaías 5:26-30; Amós 4:6-12
13 El sexto ángel tocó la trompeta; y oí una voz procedente de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, 14 que decía al sexto ángel que tenía la trompeta: Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. 15 Y fueron soltados los cuatro ángeles que habían sido preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. 16 Y el número de los ejércitos de a caballo era doscientos millones; oí el número de ellos. 17 Así vi los caballos en la visión y a sus jinetes, que tenían corazas de color de fuego, y de color de jacinto, y de azufre; y las cabezas de los caballos como cabezas de leones; y de sus bocas salían fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de los hombres murió por estas tres plagas; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca. 19 Porque el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; porque sus colas son semejantes a serpientes, que tienen cabezas; y con estas hacen daño. 20 Y el resto de los hombres, los que no murieron con estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos; no dejaron de adorar a los demonios, a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera; que ni pueden ver, ni oír, ni andar; 21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.
Capítulo 10
El librito dado a Juan
Ezequiel 2:8 al 3:4
1 Vi otro ángel poderoso que descendía del cielo, envuelto en una nube, y un arco iris sobre su cabeza; su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego; 2 y tenía en su mano un librito abierto. Y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra, 3 y clamó a gran voz como ruge un león; y cuando clamó, los siete truenos hicieron oír sus propias voces. 4 Y cuando hablaron los siete truenos, yo iba a escribir; y oí una voz del cielo que decía: Sella lo que dijeron los siete truenos y no lo escribas. 5 Y el ángel que vi sobre el mar y sobre la tierra alzó su mano derecha hacia el cielo, 6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos (que creó el cielo y lo que hay en él, y la tierra y lo que hay en ella, y el mar y lo que hay en él), que ya no habría más plazo, 7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando vaya a tocar la trompeta, habrá sido consumado el misterio de Dios, como él mismo lo anunció a sus siervos los profetas. 8 Y la voz que oí del cielo, de nuevo me hablaba, diciendo: Ve, toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. 9 Y fui hacia al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: ¡Toma y cómelo! Amargará tus entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel. 10 Tomé el librito de la mano del ángel y lo comí; y era en mi boca dulce como la miel; pero cuando lo comí, fue amargo en mis entrañas. 11 Y me fue dicho: Es necesario que profetices de nuevo sobre pueblos, naciones, lenguas y muchos reyes.
Capítulo 11
Los dos testigos
Éxodo 7 al 10; 1 Reyes 17:1; 2 Reyes 1:2-12
1 Y me fue dada una caña semejante a una vara de medir, diciendo: Levántate y mide el templo de Dios y el altar, y a los que adoran en él. 2 Pero el atrio exterior déjalo fuera y no lo midas; porque ha sido dado a los gentiles, y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. 3 Y daré poder a mis dos testigos, y profetizarán durante mil doscientos sesenta días, cubiertos de sacos. 4 Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de toda la tierra. 5 Y si alguien quiere hacerles daño, sale fuego de sus bocas y devora a sus enemigos; y si alguien les quiere hacer daño, es necesario que muera de la misma manera. 6 Estos tienen la potestad de cerrar el cielo para que no llueva en los días que ellos profetizan; y tienen potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre y herir la tierra con toda clase de plaga, cuantas veces quieran. 7 Cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad, que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. 9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones ven sus cadáveres tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean sepultados. 10 Los habitantes de la tierra se regocijan sobre ellos y lo festejan; se envían regalos unos a otros, porque estos dos profetas atormentaron a los habitantes de la tierra. 11 Después de los tres días y medio, un aliento de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie; y cayó gran temor sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una gran voz del cielo que les decía: ¡Subid acá! Y subieron al cielo en la nube, sus enemigos contemplándolos. 13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y cayó la décima parte de la ciudad; en el terremoto fueron matadas siete mil personas; los demás quedaron atemorizados y dieron gloria al Dios del cielo. 14 El segundo ay pasó; el tercer ay viene pronto.
Séptima trompeta
La venida del reino de Cristo
Salmo 2; 98; Daniel 7:9-14
15 Y el séptimo ángel tocó la trompeta; y hubo grandes voces en el cielo, que decían: El reino del mundo de nuestro Señor° y de su Cristo ha llegado; y reinará por los siglos de los siglos. 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados sobre sus tronos delante de Dios se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios, 17 diciendo: Te damos gracias, Señor° Dios Todopoderoso, el que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y reinas. 18 Las naciones se enfurecieron, pero ha llegado tu ira y el tiempo de juzgar a los muertos, y de recompensar a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra. 19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y se veía en su templo el arca del pacto; y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y fuerte granizada.
Capítulo 12
La señal de la mujer encinta
Génesis 3:1, 15; Daniel 12:1; 1 Pedro 5:8-11
1 Y una gran señal fue vista en el cielo: Una mujer cubierta del sol, que tenía la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2 Y estando encinta, gritaba con los dolores y angustias del parto. 3 Y fue vista otra señal en el cielo: un gran dragón rojo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. 4 Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó a la tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba para dar a luz, para devorar a su hijo cuando ella diese a luz. 5 Y ella dio a luz un hijo varón, que va a dirigir todas las naciones con vara de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios, hacia su trono. 6 Y la mujer huyó al desierto, donde tenía un lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten durante mil doscientos sesenta días. 7 Y hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón; y el dragón y sus ángeles lucharon, 8 pero no prevalecieron, ni fue hallado ya el lugar de ellos en el cielo. 9 Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado diablo y Satanás, el que engaña a todo el mundo; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. 10 Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha llegado la salvación, y el poder, y el reino de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. 11 Y ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos; y no amaron sus vidas hasta la muerte. 12 Por eso, ¡alegraos cielos, y los que en ellos habitáis! ¡Ay de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido hacia vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. 13 Y cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón. 14 Las dos alas de la gran águila fueron dadas a la mujer para que volase al desierto, a su lugar, donde ella es sustentada por un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo, lejos de la presencia de la serpiente. 15 Y tras la mujer, la serpiente arrojó de su boca agua como un río, para hacer que el río la arrastrara. 16 Y la tierra socorrió a la mujer; abrió la tierra su boca y se tragó el río que había arrojado de su boca el dragón. 17 Y el dragón se enfureció contra la mujer, y se fue para hacer guerra contra el remanente de su descendencia, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús.
18 Me paré sobre la arena del mar.
Capítulo 13
El dragón da su poder, su trono y su autoridad a la bestia que sube del mar
Daniel 7:3-8, 19-25
1 Y vi una bestia que subía del mar, que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. 2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus patas como de oso, y su boca como boca de león; y el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad. 3 Y vi una de sus cabezas como si hubiera sufrido una herida mortal; y su herida mortal fue sanada. Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia. 4 Adoraron al dragón, porque había dado autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia, y quién puede luchar contra ella? 5 Y le fue dada una boca que profería palabras arrogantes y blasfemias; y le fue dada autoridad para actuar cuarenta y dos meses. 6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y a los que habitan en el cielo. 7 Y le fue dado hacer la guerra a los santos y vencerlos; y le fue dada autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. 8 Y todos los habitantes de la tierra la adorarán, cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado. 9 Si alguno tiene oído, que oiga. 10 Si alguno lleva a cautividad, a cautividad irá; si alguno mata con espada, él debe ser matado con espada. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.
El falso profeta al servicio de la bestia
11 Y vi otra bestia que subía de la tierra; tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, y hablaba como un dragón. 12 Ejercía toda la autoridad de la primera bestia en su presencia. Y hacía que la tierra y los que en ella habitan adoraran a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. 13 Y hacía grandes prodigios, de tal modo que hacía descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. 14 Y engañaba a los habitantes de la tierra con los milagros que se le había dado hacer en presencia de la bestia, diciendo a los que habitan en la tierra que hicieran una imagen de la bestia que, teniendo la herida de la espada, revivió. 15 Y le fue dado dar vida a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia incluso hablara, y que hiciera que, cuantos no adoraran a la imagen de la bestia, fuesen matados. 16 Y hacía que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, tuviesen una marca sobre su mano derecha, o sobre su frente; 17 y que nadie pudiera comprar o vender, excepto el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre. 18 Aquí está la sabiduría. El que tiene entendimiento, calcule el número de la bestia; porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.
Capítulo 14
El Cordero y los ciento cuarenta y cuatro mil rescatados
Hebreos 12:22-24
1 Y miré, y vi el Cordero de pie en el monte Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre de él y el nombre de su Padre escrito en sus frentes. 2 Y oí una voz del cielo como voz de muchas aguas, y como voz de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas tocando sus arpas; 3 y cantaban un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, excepto los ciento cuarenta y cuatro mil, que habían sido comprados de la tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres; porque son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero dondequiera que va. Estos fueron comprados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. 5 Y en su boca no fue hallada mentira; están sin mancha.
Anuncio del juicio y de la caída de Babilonia
Mateo 24:14; Hechos 17:30-31
6 Y vi otro ángel volando en medio del cielo, que tenía un evangelio eterno para anunciarlo a los que habitan en la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo, 7 que decía a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria; pues ha llegado la hora de su juicio; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de aguas. 8 Le seguía un segundo ángel, diciendo: ¡Cayó, cayó Babilonia la grande, la que hizo beber el vino del furor de su fornicación a todas las naciones! 9 Le seguía un tercer ángel, diciendo a gran voz: Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, 10 él también beberá del vino del furor de Dios, vertido sin mezcla en la copa de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero; 11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. No tienen descanso día y noche los que adoran a la bestia y a su imagen, y el que recibe la marca de su nombre. 12 En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 13 Y oí una voz del cielo que decía: Escribe: ¡Dichosos los muertos que desde ahora mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus trabajos; porque sus obras los siguen.
La siega y la vendimia de las naciones
Isaías 63:1-6; Joel 4:13; Mateo 13:37-43
14 Y miré y vi una nube blanca, y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía sobre su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz afilada. 15 Y otro ángel salió del templo, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: ¡Echa tu hoz y siega; pues ha llegado la hora de segar; porque la cosecha de la tierra está madura! 16 Y el que estaba sentado sobre la nube arrojó su hoz sobre la tierra; y la tierra fue segada. 17 Y otro ángel salió del templo que está en el cielo, él también tenía una hoz afilada. 18 Y otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, salió del altar; y clamó a gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo: ¡Echa tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque sus uvas están maduras! 19 Y el ángel arrojó su hoz a la tierra, y vendimió la viña de la tierra; y la echó en el lagar de la gran ira de Dios. 20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad; y del lagar salió sangre que llegaba hasta los frenos de los caballos, por espacio de mil seiscientos estadios.
Capítulo 15
Cántico de Moisés y del Cordero
Éxodo 15:1
1 Y vi en el cielo otra señal, grande y maravillosa: Siete ángeles que tenían las siete últimas plagas; pues con ellas se consuma el furor de Dios. 2 Y vi como un mar de vidrio mezclado con fuego, y a los que vencieron a la bestia, y a su imagen, y al número de su nombre, de pie sobre el mar de vidrio, teniendo arpas de Dios. 3 Y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor° Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los siglos. 4 ¿Quién no te temerá, Señor°, y glorificará tu nombre? Porque solo tú eres santo; porque todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti; porque tus actos de justicia han sido manifestados.
Las siete plagas de las siete copas
5 Y después de esto vi, y fue abierto el templo del tabernáculo del testimonio en el cielo; 6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con fajines de oro. 7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas del furor de Dios, que vive por los siglos de los siglos. 8 Y el templo se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles.
Capítulo 16
¡Derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios!
Éxodo 7 al 10
1 Y oí una gran voz procedente del templo, que decía a los siete ángeles: ¡Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios! 2 Y salió el primero, y derramó su copa sobre la tierra; y sobrevino una úlcera maligna y dolorosa sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen. 3 Y el segundo derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar. 4 Y el tercero derramó su copa sobre los ríos y las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 5 Y oí decir al ángel de las aguas: ¡Justo eres, tú que eres y que eras, el santo, porque has juzgado estas cosas! 6 Porque derramaron la sangre de santos y de profetas; tú también les has dado a beber sangre; porque lo merecen. 7 Y oí decir desde el altar: ¡Sí, Señor° Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios! 8 Y el cuarto derramó su copa sobre el sol; y le fue dado quemar a los hombres con fuego. 9 Y fueron quemados los hombres con gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas; y no se arrepintieron para darle gloria. 10 Y el quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia; y fue oscurecido su reino; y se mordían de dolor la lengua, 11 y blasfemaban al Dios del cielo, a causa de los dolores y de las úlceras; y no se arrepintieron de sus obras. 12 Y el sexto derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y su agua se secó, para que el camino de los reyes de oriente fuese preparado. 13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos, como ranas; 14 porque son espíritus de demonios que hacen prodigios; los cuales van hacia los reyes de toda la tierra habitada, a fin de reunirlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso. 15 (Mira que vengo como un ladrón. Dichoso el que vela y guarda sus ropas; para que no ande desnudo y vean su vergüenza). 16 Y los reunieron en el lugar llamado en hebreo Armagedón. 17 Y el séptimo derramó su copa en el aire; y salió una gran voz del templo, desde el trono, diciendo: ¡Hecho está! 18 Y hubo relámpagos, voces, truenos y un gran terremoto; terremoto fuerte y violento como jamás lo hubo desde que el hombre está sobre la tierra. 19 Y la gran ciudad se dividió en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron. Y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios, para darle la copa del vino del ardor de su ira. 20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. 21 Y cayó sobre los hombres un gran granizo, como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios a causa del granizo; porque su plaga fue demasiado grande.
Capítulo 17
Presentación y juicio de la ramera
Isaías 13; Jeremías 50 al 51; 47; Ezequiel 26 al 27
1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y me habló, diciendo: Ven, te mostraré el juicio de la gran ramera, que está sentada sobre muchas aguas; 2 con la que han fornicado los reyes de la tierra, y los que habitan en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. 3 Y me llevó en el espíritu a un desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba cubierta de púrpura y de escarlata, adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, teniendo en su mano una copa de oro llena de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: La gran Babilonia, madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. 6 Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los testigos de Jesús. Y cuando la vi, me quedé muy asombrado.
El misterio de la ramera
7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, que tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8 La bestia que viste era y no es, y está para subir del abismo y va a la destrucción. Y los moradores de la tierra, los que no tienen escrito el nombre en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se asombrarán al ver la bestia que era, y que no es, y que será. 9 Aquí está la mente que posee sabiduría: Las siete cabezas son siete montes sobre los que la mujer está sentada; 10 y también son siete reyes; cinco cayeron, uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, debe permanecer por poco tiempo. 11 Y la bestia que era y no es, ella misma es la octava, y es de las siete, y se va a la destrucción. 12 Y los diez cuernos que viste son diez reyes que aún no han recibido reino; pero recibirán, por una hora, autoridad como reyes con la bestia. 13 Estos tienen un solo propósito, y dan su poder y autoridad a la bestia. 14 Estos harán guerra contra el Cordero, y el Cordero los vencerá; porque es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados, escogidos y fieles. 15 Y me dijo: Las aguas que viste, donde la ramera está sentada, son pueblos, multitudes, naciones y lenguas. 16 Los diez cuernos que viste y la bestia, estos odiarán a la ramera, la dejarán desolada y desnuda, comerán sus carnes y la quemarán con fuego. 17 Porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar su designio, de Él, que se pongan de acuerdo y den su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18 Y la mujer que viste es la gran ciudad, que tiene soberanía sobre los reyes de la tierra.
Capítulo 18
Un ángel anuncia la caída de Babilonia
1 Después de estas cosas vi a otro ángel descender del cielo con gran autoridad; y la tierra fue iluminada con su gloria. 2 Y clamó con potente voz, diciendo: ¡Cayó, cayó la gran Babilonia, y se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en guarida de toda ave inmunda y aborrecible! 3 Porque del vino del furor de su fornicación han bebido todas las naciones, y los reyes de la tierra fornicaron con ella, y los comerciantes de la tierra se enriquecieron con el poder de su fastuosidad.
El castigo de Babilonia, el pueblo de Dios debe huir
4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis en sus pecados, y para que no recibáis de sus plagas; 5 porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades. 6 Retribuidla como también ella os dio; y pagadle al doble conforme a sus obras; en la copa que ella mezcló, mezcladle el doble. 7 Cuanto se glorificó y vivió fastuosamente, tanto dadle de tormento y llanto. Porque ella dice en su corazón: Estoy sentada como reina, no soy viuda, ni jamás veré el luto. 8 Por eso, en un solo día vendrán sus plagas, muerte, duelo y hambre; y será abrasada con fuego; porque fuerte es el Señor° Dios que la juzga.
Lamentaciones sobre Babilonia
9 Y cuando vean el humo de su incendio, llorarán y se lamentarán sobre ella los reyes de la tierra, los que fornicaron y vivieron con ella en el lujo; 10 estando de pie, lejos por temor de su tormento, dirán: ¡Ay, ay de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad poderosa; porque en una hora vino tu juicio! 11 Y los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan por ella, porque ya nadie compra su mercancía; 12 mercancía de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda y de escarlata; de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera muy valiosa, de bronce, de hierro y de mármol; 13 canela, especias aromáticas, perfume, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y carruajes, cuerpos y almas de hombres. 14 El fruto codiciado por tu alma se ha apartado de ti; y todas las cosas exquisitas y espléndidas han desaparecido para ti, y jamás las hallarán. 15 Los mercaderes que se enriquecieron de este comercio con ella se pararán lejos por temor de su tormento, llorando y lamentándose, 16 y diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, que iba vestida de lino fino, de púrpura, de escarlata, adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! 17 ¡Porque en una hora fue desolada tanta riqueza! Todo piloto, todo el que navega a cualquier parte, los marineros y cuantos se ganan la vida en el mar, se pararon lejos, 18 y gritaban viendo el humo del incendio, diciendo: ¿Qué ciudad hubo semejante a aquella gran ciudad? 19 Y arrojaban polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y lamentándose, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la que se enriquecieron de lo valioso de ella todos los que tenían naves en el mar; porque en una hora fue desolada! 20 ¡Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros los santos, los apóstoles y los profetas! Porque Dios os ha hecho justicia, juzgándola.
Nunca más será hallada Babilonia
Isaías 14:3-23
21 Y un ángel poderoso alzó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó al mar, diciendo: Así, con la misma violencia, será arrojada Babilonia la gran ciudad, y jamás será hallada. 22 Y sonido de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompetistas no se oirá más en ti; y ningún maestro de arte alguna se hallará más en ti; y el sonido del molino no se oirá más en ti; 23 y luz de lámpara no brillará más en ti; y la voz del esposo y de la esposa no se oirá más en ti; porque tus comerciantes eran los magnates de la tierra; porque con tus hechizos fueron engañadas todas las naciones. 24 Y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos y de todos los que han sido degollados en la tierra.
Capítulo 19
Alabanzas de los siervos de Dios en el cielo
Salmo 45:7-16; Isaías 25:6
1 Después de esto oí en el cielo como una gran voz de una gran multitud, que decía: ¡Aleluya! ¡La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios! 2 Porque verdaderos y justos son sus juicios; porque ha juzgado a la gran ramera, la cual corrompía la tierra con su fornicación; y en ella ha vengado la sangre de sus siervos. 3 Por segunda vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos. 4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado sobre el trono, diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya! 5 Y una voz salió del trono, diciendo: ¡Alabad a nuestro Dios, todos sus siervos, los que le teméis, pequeños y grandes!
Las bodas del Cordero
6 Y oí como la voz de una gran multitud, y como el sonido de muchas aguas, y como el sonido de fuertes truenos, diciendo: ¡Aleluya!, porque el Señor° nuestro Dios, el Todopoderoso, reina. 7 ¡Alegrémonos y regocijémonos, y démosle gloria! Porque han llegado las bodas del Cordero, y su mujer se ha preparado. 8 Y a ella le fue dado ser vestida de lino fino, resplandeciente y puro; porque el lino fino son las acciones justas de los santos.
Las auténticas palabras de Dios
9 Y me dijo: Escribe: ¡Dichosos los que han sido invitados al banquete de las bodas del Cordero! Y me dijo: Estas son verdaderas palabras de Dios. 10 Y caí ante sus pies para adorarle. Y me dijo: ¡Mira, no lo hagas! Yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios! Porque el testimonio de Jesús es el Espíritu de la profecía.
Primera visión: el jinete sobre un caballo blanco
Salmo 45:4-8; Isaías 63:1-6; Judas 15
11 Y vi el cielo abierto y un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él se llamaba Fiel y Verdadero; y con justicia juzga y hace la guerra. 12 Sus ojos son una llama de fuego, y en su cabeza hay muchas diademas; y tiene un nombre escrito que nadie conoce, excepto él. 13 Iba vestido con una ropa teñida en sangre; y su nombre es el Verbo de Dios. 14 Y los ejércitos celestiales le seguían, montados en caballos blancos, y vestidos de lino fino, blanco y puro. 15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del furor de la ira de Dios, el Todopoderoso. 16 Sobre el manto y sobre su muslo tiene un nombre escrito: Rey de reyes y Señor de señores.
Segunda visión: la gran cena para las aves
17 Y vi a un ángel de pie en el sol, y clamó con fuerte voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, congregaos para la gran cena de Dios; 18 para que comáis carne de reyes, y carne de tribunos, y carne de fuertes, y carne de caballos y de los que se sientan sobre ellos, y carne de todos, tanto libres como esclavos, pequeños y grandes.
Tercera visión: captura de la bestia y del falso profeta
19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y sus ejércitos, reunidos para hacer la guerra contra el que está sentado sobre el caballo, y contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho prodigios delante de ella, con los cuales engañó a los que recibieron la marca de la bestia, y los que adoraban su imagen. Los dos fueron lanzados vivos en el lago de fuego que arde con azufre. 21 Y los demás fueron matados con la espada del que estaba sentado sobre el caballo, la que salía de su boca; y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.
Capítulo 20
El reinado de mil años
Cuarta visión: el dragón atado por mil años
Ezequiel 38 al 39; Daniel 7:22, 27
1 Y vi a un ángel que descendía del cielo, teniendo la llave del abismo y una gran cadena en su mano. 2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años, 3 y lo arrojó al abismo, lo encerró y puso el sello sobre él, para que no engañara más a las naciones, hasta que se hayan cumplido los mil años; después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
Quinta visión: Satanás será definitivamente vencido
4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos a quienes fue dado juzgar; y vi las almas de los que habían sido decapitados a causa del testimonio de Jesús y a causa de la palabra de Dios, y a los que no adoraron a la bestia, ni a su imagen, y no recibieron la marca en sus frentes ni sobre su mano; y vivieron, y reinaron con Cristo mil años. 5 Los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección. 6 ¡Dichoso y santo es el que tiene parte en la primera resurrección! Sobre estos la segunda muerte no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
Satanás soltado y vencido para siempre
7 Y cuando se acaben los mil años, Satanás será soltado de su prisión, 8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a reunirlos para la batalla; ellos, cuyo número es como la arena del mar. 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y cercaron el campamento de los santos y la ciudad amada; y descendió fuego del cielo y los devoró. 10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde también estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Sexta visión: el juicio de las naciones
Juan 5:26-29; 2 Corintios 5:10; 2 Pedro 3:7-12
11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él: la tierra y el cielo huyó de su presencia, y no fue hallado lugar para ellos. 12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, en pie delante del trono; y libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida; y los muertos fueron juzgados por lo que había sido escrito en los libros conforme a sus obras. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno conforme a sus obras. 14 Y la muerte y el hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la segunda muerte, el lago de fuego. 15 Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego.
Capítulo 21
Séptima visión: el cielo nuevo y la tierra nueva
Isaías 65:17-19; Romanos 8:17-18; 2 Pedro 3:13-14
1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado, y ya no existía el mar. 2 Y vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, desde Dios, preparada como una novia engalanada para su esposo. 3 Y oí una gran voz del trono, que decía: ¡He aquí el tabernáculo de Dios está con los hombres, y habitará con ellos, y ellos serán su pueblo, y él será Dios de ellos! 4 Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y ya no existirá la muerte, ni duelo, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. 5 Y el que estaba sentado sobre el trono dijo: ¡He aquí hago nuevas todas las cosas! Y dijo: ¡Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas! 6 Y me dijo: ¡Hecho está! Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7 El que venza heredará estas cosas; y yo seré su Dios, y el será mi hijo. 8 Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte.
La nueva Jerusalén, la esposa del Cordero
Isaías 60; Ezequiel 48:30-35; Hebreos 11:10, 16
9 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero. 10 Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la santa ciudad, Jerusalén, que descendía del cielo, desde Dios, 11 teniendo la gloria de Dios; su luz era semejante a una piedra muy valiosa, como una piedra de jaspe, cristalina. 12 Tenía un muro grande y alto, y tenía doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. 13 Al oriente tenía tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y al oeste tres puertas. 14 El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15 Y el que hablaba conmigo tenía por medida una caña de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad es cuadrada, y su longitud es igual a su anchura. Y midió la ciudad con la caña, doce mil estadios. La longitud, la anchura y la altura son iguales. 17 Midió su muro: ciento cuarenta y cuatro codos; medida de hombre, que es de ángel. 18 Y el material de su muro era de jaspe; y la ciudad era oro puro, semejante a vidrio puro. 19 Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, sardónica; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisoprasa; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21 Y las doce puertas eran doce perlas; cada puerta era de una sola perla; y la plaza de la ciudad era de oro puro, como vidrio transparente. 22 Y no vi templo en ella; porque su templo es el Señor° Dios Todopoderoso, y el Cordero. 23 Y la ciudad no tiene necesidad del sol ni de la luna, para que la iluminen; porque la gloria de Dios la iluminó, y su lámpara es el Cordero. 24 Las naciones andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, porque allí no habrá noche; 26 y llevarán a ella la gloria y la honra de las naciones. 27 Y jamás entrará en ella cosa inmunda, ni el que hace abominación y diga mentira; sino solo los que han sido escritos en el libro de la vida del Cordero.
Capítulo 22
El paraíso en la presencia de Dios
Génesis 2:8-10; 3:22-24; Ezequiel 47:1-12; Zacarías 14:8-11
1 Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la plaza, de una y otra parte del río, estaba el árbol de vida, que produce doce frutos, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones. 3 Y ya no habrá más maldición. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos lo servirán. 4 Verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 Y ya no habrá noche; y no necesitan luz de lámpara, ni luz del sol; porque el Señor° Dios los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
Conclusión del libro
Promesa del pronto retorno de Jesucristo
Proverbios 30:5-6; Mateo 16:27; Gálatas 6:7-8
6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor°, el Dios de los espíritus de los profetas, envió a su ángel para mostrar a sus siervos lo que pronto ha de suceder. 7 ¡Mirad que vengo pronto! Dichoso el que guarda las palabras de la profecía de este libro. 8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y cuando las oí y vi, caí para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9 Y me dijo: ¡Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro! ¡Adora a Dios! 10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro; porque el tiempo está cerca. 11 El que es injusto, que sea injusto aún; y el que es inmundo, que sea inmundo aún; y el que es justo, que sea justo aún; y el santo, que se santifique aún. 12 He aquí vengo pronto, y mi galardón está conmigo, para recompensar a cada uno según es su obra. 13 Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin. 14 Dichosos los que lavan sus ropas, para que tengan derecho al árbol de la vida, para que entren por las puertas en la ciudad. 15 Fuera los perros y los hechiceros, y los fornicarios, y los homicidas, y los idólatras, y todo el que ama y hace mentira. 16 Yo, Jesús, envié mi ángel para dar testimonio de estas cosas a las iglesias. Yo soy la raíz y la posteridad de David, la estrella resplandeciente de la mañana. 17 Y el Espíritu y la esposa dicen: ¡Ven! Y el que oye, diga: ¡Ven! Y el que tiene sed, venga. Y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida. 18 Yo testifico a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a ellas, Dios añadirá a él las plagas que están escritas en este libro; 19 y si alguno quita de las palabras de la profecía de este libro, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, y de las cosas que están escritas en este libro. 20 El que da testimonio de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén; ¡ven, Señor Jesús! 21 La gracia del Señor Jesús sea con todos.